Presentación

 

Celina G. Becerra J.
Universidad de Guadalajara

 

Las  imágenes y su  presencia en  el trabajo y el discurso del  historiador constituyen uno  de  los ejes de  este número de  Letras Históricas, que comienza con  una reflexión de  Rafael Villegas acerca de  las  posibilidades de  aprehender el pasado a partir de ellas, utilizando como  referencia el texto sobre Las Meninas con el que Foucault da inicio  a Las palabras y las cosas. Frente a esta discusión de  carácter teórico, en  la sección de  Testimonios se ofrece al lector una cuidada selección de  fotografías de  servidores domésticos realizadas en  Guadalajara a fines del  siglo  XIX, como una muestra de  lo que implica su  aprovechamiento en tanto que fuente de  información, como  forma de  control social y como  ejemplo de  un  discurso y un conjunto de valores estéticos.
Aunque no tienen como  punto de partida imágenes en el sentido más acotado que se concede a este término, los demás artículos que integran este volumen parten de imágenes del pasado para buscar su explicación. En  un  recorrido geográfico y temporal que empieza en  las  antiguas tierras neogallegas, Jorge Refugio García Díaz  discurre sobre la presencia de  elementos de  piel  oscura en  la fisonomía que presentaba  la villa  de la Asunción de  las  Aguas Calientes en  el siglo  XVII, mientras que Jesús Asdrúbal Ruiz Alcalá destaca las  novedades que fueron introduciéndose en el panorama de la legislación y la práctica de la profesión farmacéutica en el Jalisco decimonónico.
En  un  año  marcado por  el  bicentenario del  inicio  de  la  lucha por  la independencia en  las  posesiones americanas de  la corona española, las ideas que los  conservadores mexicanos del  siglo  XIX  publicaban en  la prensa dan pie  al trabajo de Alejandra López Camacho sobre las  concepciones de  independencia y orden divino de  los  integrantes de  ese grupo,  mientras que Jorge Alberto Truillo  Bretón recrea representaciones y biografías de  bandidos jaliscienses entre 1867  y 1911 para demostrar que fueron personajes omnipresentes en el paisaje social de la época. La imagen que dibuja el artículo tiene como fondo la pobreza imperante, la lentitud y debilidad de  las  instituciones judiciales y numerosas redes de complicidad.
En una geografía distinta, Paula Hurtado López utiliza dos  medios peruanos de  comunicación escrita para acercarse a las condiciones de  violencia que rodearon a las poblaciones de Tacna, Arica  y Tarapacá cuando, tras la guerra del  Pacífico, el Perú perdió estas provincias, que pasaron a Chile. Utilizando esas fuentes impresas, la autora presenta un  periodo dominado por  una serie de  estrategias “no  bélicas” que perseguían la
chilenización del territorio y sus pobladores.