El papel de la formación política en la lucha sindical: testimonios de la lucha del Sindicato Nacional Revolucionario de los Trabajadores de Euzkadi en El Salto, Jalisco (1993–2005)

The role of political formation in union struggle: testimonies of the struggle of the Sindicato Nacional Revolucionario de los Trabajadores de Euzkadi in El Salto, Jalisco (1993–2005)

 

Boris Jean Marie Differ

differ.boris@gmail.com

Ecole Doctorale Montaigne Humanités, Universitñe Bordeaux Montaigne

Domaine Universitaire, 33607, Pessac cedex, Francia

ORCID: 0000-0001-5787-3695

Fecha de recepción: 7 de agosto del 2019

Fecha de aceptación: 1 de septiembre del 2021

 

DOI:  https://doi.org/10.31836/lh.25.7235

 

 

Resumen: Este artículo es fruto de una investigación cuyo objetivo fue desentrañar las causas de la victoria excepcional que tuvieron los obreros de Euzkadi y su sindicato independiente en una lucha por salvar su fuente de trabajo contra una de las mayores empresas multinacionales: Continental. Para recuperar y reconstruir la memoria individual y colectiva de los obreros en el momento de la huelga, se recurrió principalmente al método de la historia oral y al de la historia del tiempo presente. Se analizan los testimonios de algunos de los obreros y dirigentes del movimiento de Euzkadi, además de otras fuentes primarias, donde se destaca el papel de la formación política de la dirigencia sindical del Sindicato Nacional Revolucionario de los Trabajadores de Euzkadi (SNRTE) como factor explicativo triunfo de su lucha.

Palabras claves: sindicalismo independiente, huelga, memoria.

 

Abstract: This paper is the result of my research on the exceptional victory of the Euzkadi workers and their independent union, who fought to save their source of work against one of the largest multinational companies: Continental. In order to reconstruct the individual and collective memory of the workers at the time of the strike, I have employed methods of oral history and history of present time. I analyze the testimonies of some of the workers and leaders of the Euzkadi movement, in addition to other primary sources, where the role of the union leadership’s political formation of National Revolutionary Union of Euzkadi Workers (SNRTE, by its acronym in Spanish) is highlighted as an explanatory factor in the victory of their struggle.

Key Words: independent unionism, strike, memory.

 

Introducción

El presente artículo es el fruto de una investigación sobre el caso de los obreros de Euzkadi y su sindicato independiente. La investigación se fijó como objetivo desentrañar las causas de la victoria excepcional en 2005, tras cuatro años de huelga, de los obreros de la fábrica de Euzkadi, en El Salto, Jalisco, frente a una de las mayores empresas multinacionales: Continental. Como resultado de su lucha, el mismo año del triunfo, la empresa se volvió cooperativa, propiedad de los obreros, bajo la denominación de Trabajadores Democráticos de Occidente (TRADOC). El artículo retoma fuentes teóricas del marxismo clásico con la premisa avanzada por Terry Eagleton: “¿Y si lo anticuado no fuera el marxismo sino el capitalismo en sí?” (2018, p. 22). Pues esta interpretación del mundo es retomada por los obreros, en especial por el grupo de dirigentes conocido como Planilla Roja y que llevó hasta sus últimas consecuencias la lucha contra la multinacional Continental para defender su fuente de trabajo.

El Sindicato Nacional Revolucionario de los Trabajadores de Euzkadi (SNRTE), fundado el 21 de julio de 1935, ocupa un lugar excepcional dentro de la historia del sindicalismo mexicano porque el modelo que pretendía seguir y las prácticas de la vida sindical cotidiana iban a contracorriente del modelo de sindicalismo corporativo, que desde el cardenismo ocupa una posición hegemónica en México. Sin duda, este aspecto se vincula con el triunfo que alcanzaron los obreros en la larga huelga que sostuvieron. Es la razón por la cual este artículo problematiza cómo se puede explicar este triunfo excepcional en un contexto económico y político como el del capitalismo de corte neoliberal en México (Romero, 2016, pp. 12–15).

Desde su fundación en 1935, el SNRTE, quedó dirigido por una planilla de comunistas, afiliados al Partido Comunista Mexicano (PCM), que reivindicaban la democracia interna y la independencia con respecto al Estado Mexicano. Sin embargo, la incorporación del sindicato a la Confederación de Trabajadores Mexicano (CTM) cuando se fundó la central en 1936 – aunque al principio se consideró como un avance en la organización de los trabajadores sindicalizados – le llevó a ser controlado por la dirigencia charra cetemista, y los elementos rojos o democráticos fueron purgados. María Uriarte señala que los cetemistas van ganando a los comunistas en el sindicato: “Jesús Yurén fue ganando posiciones al interior del SURTE[1] y con el tiempo logró desplazar a la corriente comunista” (Uriarte, 2017, p. 20). Finalmente, el sindicato de Euzkadi pasa al control del sindicalismo corporativo cetemista y sus métodos: “A partir de 1939 y hasta 1957, el SURTE no tuvo grandes luchas. Fueron casi veinte años de pasividad y de sólido control por parte de la burocracia de la CTM.” (Ruiz, 1995, p. 19). A partir de 1957, y sobre todo en 1958 – en consonancia con las luchas de los ferrocarrileros por la democracia sindical – los trabajadores del sindicato de Euzkadi expulsan a los líderes cetemistas y votan su independencia de la CTM (Ruiz, p. 26). A partir de ahí, el sindicato conoce varios periodos de alternancia entre planillas más afines a métodos del charrismo sindical y otras democráticas, testimonio de las intensas luchas, pero también de la riqueza de pensamiento en el interior del sindicato de Euzkadi.

Igual de importante y necesario sería mencionar como recordatorio las coordenadas de la huelga que emprendieron los obreros de Euzkadi contra la multinacional Continental a partir de 2001 y que culminó en el año 2005 con la victoria del SNRTE en cuanto a sus demandas principales. Todo empieza cuando la multinacional compró la fábrica de Euzkadi a Carlos Slim (quien la había comprado un año antes) en 1998 y buscó imponer cambios en el contrato de ley para rebajar los derechos laborales y sindicales de los trabajadores. Después de tres años de lo que podría ser considerado como una guerra de trincheras, Continental ordenó unilateralmente el cierre de la planta de Euzkadi el 16 de diciembre de 2001 con el objetivo de llevarse la maquinaria y las llantas, cuyo valor total cubría fácilmente la compra de la fábrica y con beneficios adicionales. Frente a esta situación, los trabajadores de Euzkadi reunidos en Asamblea General votaron el emplazamiento a huelga según la Ley Federal del Trabajo, a partir de enero del 2002, pero empezaron a ocupar el sitio desde antes para impedir que la empresa sacara la maquinaria y las llantas, único elemento de valor que podía ser negociado. Después de tres años agotadores, los trabajadores que se mantuvieron firme en la lucha obtuvieron un fallo a su favor de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, después de haber reconocido como legal la huelga, que desembocó en un acuerdo con Continental. Sus salarios caídos fueron repuestos, pero no en efectivo sino como acciones de la fábrica de Euzkadi, lo cual dio pie a la constitución de la cooperativa TRADOC.

Aclarado el contexto en el que se sitúa el presente artículo de investigación, se puede desglosar su estructura. El artículo se compone de tres apartados, los cuales corresponden a elementos importantes analizados a partir de los testimonios que permite entender su cosmovisión y cómo su formación política incidió en el triunfo de su lucha. En primer lugar, se analiza la identidad asumida por los obreros, especialmente por la Planilla Roja que estuvo compuesta por los principales dirigentes del sindicato. Su formación política socialista y marxista y su cosmovisión los llevó a reivindicar el concepto de conciencia de clase. En un segundo apartado, se hace hincapié en los aportes del Partido Obrero Socialista en el diseño y ejecución de una estrategia de lucha en distintos niveles, así como la militancia política de Jesús Torres y los miembros de la Planilla Roja, esta agrupación política contribuyó decisivamente en la formación política de los líderes, en especial de Jesús Torres, el Secretario General del sindicato. En el tercer y último apartado, se considera la participación de las mujeres, esposas de los obreros, y sus familias como apoyo económico y solidario durante la huelga que fue sin duda imprescindible.

Es importante mencionar que, gracias a la apertura que se tuvo por parte de los responsables del sindicato y de los cooperativistas, se ha podido reunir un gran número de documentos que conforman el archivo del SNRTE, principalmente entre el año 1988 y 2005.[2] Se seleccionaron documentos internos que pueden aportar elementos sobre cómo se practicaba el sindicalismo por parte de los obreros de Euzkadi. En este corpus documental se incluye también una serie de publicaciones realizadas por los obreros mismos, donde se relatan distintos episodios de su lucha y de la historia del sindicato. Estas fuentes primarias son testimoniales, en tanto que aportan la visión de los obreros sobre su propio movimiento y su historia sindical. A través de los métodos de la historia oral y del tiempo presente, se recupera la herramienta de las entrevistas, por medio de la cual es posible recrear los espacios sociales y la experiencia de los sujetos:

La contextualización que ofrece el relato de vida permite explicar los espacios sociales que sirvieron de escenario en donde el actor se mueve e interactúa con otros sujetos sociales en determinados contextos históricos y culturales… (De la O Castellanos, 2007, p. 52).

Las entrevistas fueron semi-dirigidas; su guía estuvo orientada a lo que se deseaba conocer, pero siempre con una escucha atenta a las explicaciones gestadas al interior del sindicato, entendidas como un proceso de memoria.

El proceso de memoria es una reinterpretación del pasado desde el presente y permite tener un reflejo de este mismo pasado a través de la subjetividad de los actores que producen tales recuerdos. Como lo destaca Ridvan Askin (2009) en su artículo sobre Paul Ricoeur (pp. 1–3), y en la misma obra de Ricoeur (2000), la memoria es una huella de la experiencia de los sujetos, una huella de su vida en el mundo, y esa experiencia es rememorada y reinterpretada por los mismos sujetos tiempo después (p. 20). El discurso que se articula sobre el pasado, a partir de la memoria, es una construcción de la imagen del pasado desde el presente en que el sujeto o el testigo hablan. El recuerdo es una rememoración traída del pasado al presente, y como tal, es reinterpretado por el sujeto mismo. Esto se debe tomar en cuenta en el momento de analizar las entrevistas realizadas, las cuales constituyeron una de las mejores fuentes para esta investigación.

Por otra parte, la historia del tiempo presente complementa la historia oral con la propuesta de interacción entre pasado y presente, como lo señala Pierre Sauvage (1998), pues el pasado permite comprender el presente, y el presente permite entender el pasado en una relación dialéctica (p. 60). Al igual que la historia oral, no tiene un límite fijo sino la duración de una vida humana y la frontera entre presente y el instante pasado (p. 61).

 

El concepto de conciencia de clase

La cuestión de la consciencia de clase ha causado muchas discusiones y problemas en cuanto a su definición. Ésta sigue siendo central para poder explicar las luchas sindicales en un contexto neoliberal, sobre todo de un sindicato como el SNRTE, para el cual la formación política marxista ha sido un marco de referencia fundamental que da sentido a su lucha colectiva, y por ello en este primer apartado se explican los conceptos de identidad de clase y de conciencia obrera desde el marxismo clásico, el cual sigue teniendo vigencia en organizaciones como el SNRTE.

Retomando la obra de Marx: Miseria de la Filosofia, Héctor Maravillo (2014) explica, en el contexto contemporáneo y mexicano, que no basta con que exista una masa de población con una situación común e intereses comunes, sino que es necesario que los intereses que se defienden se conviertan en intereses de clase y que la lucha cobre el carácter de clase contra clase, lo cual supone directamente que pase a ser política (p. 38).

No todos los individuos de una clase van a compartir los mismos intereses. Su condición económica no conlleva una determinación mecánica de su conciencia social, solamente se vuelve posible de acuerdo con ciertas condiciones. Además, Marx puso el acento en el carácter político, es decir, las fuerzas que se enfrentan políticamente las unas contra las otras.

La relectura de los autores marxistas clásicos ayuda a entender y resignificar los fenómenos contemporáneos y el sentido de las luchas de obreros con una formación política, y cuyo horizonte es revolucionario y anticapitalista. Por ello, ha sido pertinente remitirse también a Antonio Gramsci (1981), quien propuso un esquema para analizar el grado de desarrollo de la lucha del movimiento obrero, dividido en tres fases, contra la clase capitalista, y que podría ser aplicado a otras clases sociales subalternas:

El [momento] primero y más elemental es el económico-corporativo: un comerciante siente que debe ser solidario con otro comerciante, un fabricante con otro fabricante, etc., pero el comerciante no se siente aun solidario con el fabricante; es decir se siente la unidad homogénea y el deber de organizarla, la unidad del grupo profesional, pero todavía no la del grupo social más amplio.

Un segundo momento es aquel en el cual se conquista la conciencia de la solidaridad de intereses de todos los miembros del grupo social, pero todavía en el terreno meramente económico. Ya en este momento se plantea la cuestión del estado, pero sólo en el sentido de aspirar a conseguir una igualdad jurídico-política con los grupos dominantes […].

 

Un tercer momento es aquel en el cual se llega a la conciencia de que los mismos intereses corporativos propios, en su desarrollo actual y futuro, superan el ambiente corporativo, de grupo meramente económico, y pueden y deben convertirse en los intereses de otros grupos subordinados. Esta es la fase más estrictamente política, la cual indica el paso claro de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas; es la fase a la cual las ideologías antes germinadas se hacen “partido”, chocan y entran en lucha […](Gramsci, pp. 346–49).

 

Por lo tanto, con esta definición, la conciencia de clase corresponde a la capacidad de una misma clase para superar el gremialismo, que aísla a sus miembros en grupos determinados bastante débiles, y la capacidad de construir una solidaridad a nivel nacional e incluso internacional, esto corresponde al segundo momento propuesto por Gramsci. Este momento se puede analizar distinguiendo varios grados que corresponden a los diversos momentos de la conciencia política, como se ha manifestado hasta ahora en la historia.

Otro referente teórico marxista que ha hecho importantes aportaciones a la reflexión sobre la cuestión de la consciencia de clase históricamente es Edward P. Thompson (Thompson, Montes Pérez, 1991), quien ha escrito sobre este tema en varios artículos y libros:

Una clase no puede existir sin alguna forma de conciencia de sí, si no, no es, o aún no es una clase: es decir, aún no es "algo", no tiene ninguna especie de identidad histórica […] Del término "conciencia" puede surgir una dificultad. Si se aplica a una colectividad muy amplia, como una clase, designa una cultura general, separada de la formación. No puede ser ni "verdadera" ni "falsa": es, simplemente, lo que es. En una acepción más limitada, sin embargo, puede servir para indicar la política o la estrategia dominante, respecto a otras clases, guiada por sus cabecillas, por sus partidos, por otras instituciones suyas (p. 31).

Como ha mostrado Thompson, la conciencia de clase no es algo dado sino una construcción social, fruto de un determinado proceso de formación política, ideológica y cultural:

Las personas se encuentran en una sociedad estructurada en modos determinados, que pueden ser relaciones de producción, donde experimentan la explotación (o la necesidad de mantener el poder sobre los explotados), identifican puntos de interés antagónicos, comienzan a luchar por estas cuestiones y en el proceso de lucha se descubren como clase, y llegan a conocer este descubrimiento como conciencia de clase. La clase y la conciencia son siempre las últimas y no las primeras fases del proceso real histórico (Thompson, 1989, p. 37).

Para Thompson, quien actualizó lo señalado por Marx y otros autores como Gramsci, el proceso de construcción de la conciencia de clase se forma a partir de la práctica de la lucha en confrontación con los intereses que resultan ser antagónicos, como lo son los intereses de la clase capitalista o del Estado. Su análisis es útil para explicar, en los siguientes apartados, este proceso histórico en el caso del SNRTE.

A partir de allí se puede analizar el discurso, a través de las entrevistas y otros documentos producidos por los obreros de Euzkadi, con el fin de identificar sus significados sobre la concepción de clase obrera o conciencia de clase y los determinados valores y normas que ello implica. Esta conciencia de clase forma una cohesión o unidad del grupo que le da una fuerza movilizadora al momento de entrar en una lucha contra la empresa o el Estado.

Primero, la construcción de una identidad de grupo pasa por la demarcación clara con los demás grupos, el “nosotros” y el “ellos”. En este caso esa otredad marca un antagonismo de intereses entre obreros y patrones. Por ejemplo, Enrique Gómez (2005) quien fue asesor político del SNRTE y obrero en la Ciudad de México, expone este proceso en términos sencillos pero muy esclarecedores:

El caso es que, luego del cierre de la planta de Euzkadi, se desarrolló una larga y denodada lucha de clases, en la que los contendientes no se dieron tregua durante poco más de tres años. Fue una lucha de clases clásica: -Por un lado, estuvieron los dueños del capital, en su mayoría extranjeros, los cuales tuvieron el apoyo del gobierno de Fox, del resto de empresarios y de los líderes sindicales traidores a los trabajadores. Por el otro estuvieron los obreros de Euzkadi, organizados en su sindicato, que recibieron el apoyo de otras organizaciones gremiales, populares, de cooperativas y de partidos de izquierda como el Partido Obrero Socialista (POS) (p. 18).

Esta larga lucha se integra como un segmento de la historia de la clase obrera:

Su lucha representa un capítulo fundamental en la historia reciente en la defensa de los derechos de las y los trabajadores. Se trata de un episodio obrero escrito con base en el refuerzo, la resistencia y la dignidad […] difundir la lucha de estos obreros de Jalisco se vuelve parte fundamental del combate por la transformación de esta realidad, en la que solo caben unos cuantos explotadores, y el gran resto somos explotados (p. 9).

 

Héroes y mártires en las narrativas de la lucha de clases

Como toda historia de lucha, ésta tiene figuras representadas como héroes y mártires, quienes dedicaron su vida por el éxito de la lucha, como es el caso del obrero Jesús Salvador García Álvarez:

Fue uno de los 4 trabajadores que murieron durante la huelga […] Un año antes de su muerte le diagnosticaron cáncer, a fines de 2004, pero a pesar de ello se negó a cobrar su indemnización depositada por la empresa: prefirió la muerte a abandonar el movimiento de huelga. Y aún en su lecho de muerte nos confirmó su disposición de estar hasta el final con el movimiento (Atilano, 2017, p. 7).

La abnegación y el espíritu de sacrificio son valores fundamentales, porque el interés común de los trabajadores es superior al interés individual, esto derivado de que, sin la acción colectiva, los trabajadores aislados son impotentes. Tampoco quiere decir que es necesario siempre el sacrificio o que hay desinterés por la cuestión individual. Jesús García escogió no ir por su liquidación para obtener dinero para la compra de medicamentos, considerando que tenía una esperanza de vida muy débil; prefirió mantener su apoyo al movimiento hasta el final y eso a pesar de que el mismo comité del sindicato le había reconocido el derecho a retirarse sin considerarlo un abandono del movimiento. Lo hizo por solidaridad, un concepto que se podría considerar como piedra angular del movimiento:

Un compañero de la Ciudad de México, con cáncer terminal… tuvo que ir a un hospital de estos de salud públicos, y nosotros le decíamos: “Para ti está totalmente justificado que vayas por tu dinero, para que cuando menos tengas medicina paliativa en tus últimos días”. Y él dijo: “¡Me voy hasta la tumba porque creo en esta lucha!”. Esto nos motivó muchísimo por supuesto, y fue un gran ejemplo entre los más de 600 que resistimos. Se llamaba Jesús García y siempre le hacemos honor al recuerdo de un compañero tan valiente que finalmente murió, pero dejó un ejemplo y fue una motivación muy importante (Atilano, 2017, p. 44).

Si los obreros tienen a sus héroes y mártires, también está presente la figura de los traidores como contraparte:

Muchos se quedaron en el camino [de los 1000, casi 400 abandonaron la lucha] por falta de apoyo familiar […] Cedieron a las presiones, no soportaron la situación […] Una desgracia, porque vemos casos que terminaron con la liquidación y ahora no tienen nada, ni trabajo, ni posibilidad de regresar a trabajar con nosotros. Dos o tres compañeros, después fueron a solicitar trabajo, pero, aunque quieras extenderles la mano a esos compañeros, no podemos, porque sentimos que traicionaron el movimiento, aunque lo hayan hecho por necesidad, y es una norma, una regla que se puso en el sindicato (Atilano, 2017, p. 41).

Es interesante analizar el concepto de “traición”. Se considera la aceptación de la liquidación propuesta por Continental como una violación del acuerdo de la asamblea del 19 de diciembre de 2001, que decidió ir a huelga y sostenerla hasta lograr un acuerdo satisfactorio para los trabajadores. Quien aceptó la liquidación era considerado como traidor al movimiento, porque su actitud debilitaba a los obreros en su lucha frente a la empresa alemana, dado que el número es el que hace su esfuerzo, y poder sostener la huelga sobre un tiempo prolongado era la garantía de crear una relación de fuerza favorable para ellos, o por lo menos para obligar a la empresa a negociar.

Quien traiciona es quien consciente o inconscientemente favorece a la empresa o al gobierno en perjuicio de sus compañeros de trabajo. Este es el caso de los que aceptaron la liquidación y de los que anteriormente formaron parte de los grupos blancos que apoyaban las decisiones de la empresa dentro del sindicato, incluyendo los dirigentes corruptos del periodo cetemista.

Otro aspecto valorado al interior del sindicato, además de la lealtad, es el de la solidaridad o el llamado “internacionalismo proletario” como valor fundamental, ya no de un simple grupo o algunos grupos de obreros, sino de toda la clase obrera en su conjunto. Jesús Torres Nuño, líder del sindicato, lo reconoce en los siguientes términos:

había otra característica que me parece muy importante y que tú consideras que era que el sindicato llegó a practicar la solidaridad a los más amplios espectros, era un sindicato muy solidario con todas las luchas en México, pero también hizo algo que me pareció impresionante para aquella época… el sindicato practicó en su organización el internacionalismo proletario, envió en aquellos años ayuda solidaria a los republicanos en España que luchaban contra la dictadura de Francisco Franco. (J. Torres, comunicación personal, febrero 2019)

La práctica tiene como objetivo permitir a la clase obrera constituirse en una fuerza capaz de actuar a nivel internacional y enfrentar así al capital en el terreno global. Un aspecto que se aplicó en la huelga de Euzkadi y sobre el cual se dará un análisis más detallado en el siguiente apartado.

 

Ideología del grupo dirigente: cosmovisión socialista

Ser parte de la clase obrera, ya en términos políticos e históricos, implicó para ellos también vivir experiencias que impactaron su horizonte revolucionario, como lo fue la caída de la URSS y del bloque socialista, sobre todo para la generación que nació en medio de la guerra fría:

Si tú te recuerdas, con la caída del muro de Berlín […] se vino una hecatombe dentro de lo que es, esquemas socialistas y hablaban ya del derrumbe del socialismo al nivel mundial y nosotros nos mantuvimos, y eso me parece muy importante a la postre de lo que viví yo, porque nosotros nos mantuvimos como obreros de una industria, pero además con principios políticos muy concretos, socialistas (J. Torres, comunicación personal, febrero 2019).

A pesar de la experiencia traumática que supuso aquel evento y el hecho de que la mayoría de los trabajadores abandonaron la concepción de clase, la doctrina marxista y el horizonte socialista como una posible solución a sus problemas actuales, varios como Jesús Torres y los obreros de la Planilla Roja no se bajaron del carro y siguieron con su convicción:

El cambio que necesita la sociedad no a va a ser de hacer cooperativas, digo no nos quedó de otra alternativa porque era hacer la cooperativa sino nos íbamos al ultra izquierdismo que hubiera sido la muerte “no, hasta la madre, hasta que Continental abre la fábrica”… pues eso no iba a pasar jamás… entonces yo creo que la transformación de la sociedad tiene que venir… que la clase obrera le quite el poder y los medios de producción a los capitalistas […] La cooperativa lo que hizo fue heredar… mamar los principios que tenía el sindicato que eran democracia, independencia… que era solidaridad… entonces esos tres principios los vamos a llevar hasta sus últimas consecuencias (J. Torres, comunicación personal, febrero 2019).

Los obreros de Euzkadi reivindican la existencia de la clase obrera como movimiento y juegan un poco el papel de transmisores, con la pretensión de reproducir esa tradición de lucha en la nueva generación. Esto para crear las bases de un nuevo movimiento obrero en el siglo XXI:

No termina mi vida con la consolidación de la cooperativa […] nosotros queremos dejar más o menos cimentado este proyecto, pero […] estoy totalmente convencido de que tiene que haber una revolución socialista. ¿Cuándo? No lo sé, hay que trabajar para ello… El paso del internacionalismo es fundamental para una revolución socialista, estoy seguro que voy a tener que seguir desde mi modesta trinchera […] luchando porque efectivamente se haga un cambio social en el mundo […] Así es como me veo yo en un futuro inmediato o tal vez a mayor tiempo… Lo que no puede uno es jubilarse de sus principios políticos… esos los tienes hasta que te mueres… (Cockcroft, Nájera, Torres, 2008, pp. 87–88)

Para justificar estos principios, se articula toda una representación de la historia del mismo sindicato y de la tendencia democrática. Como se puede ver en el libro de Ruiz – que ya se ha citado anteriormente – esta historia se conforma por varias rupturas, entre un antes y un después, que marcan la continuidad de una tradición de lucha basada sobre los principios de la independencia y la democracia.

El único momento que no aparece, y que constituye la última ruptura importante para los obreros, es el de la huelga y la transformación de la empresa en cooperativa. Este momento permitió demostrar la capacidad de los obreros en gestionar una empresa solos, pero también levantó ciertas dificultades, como lo menciona Jesús Torres:

los trabajadores del sindicato, organizados en esta cooperativa, lo que hicimos fue… este… una cosa maravillosa, lo que demostramos fue que la clase obrera no solamente puede echar a volar las máquinas, las echamos a volar en solo cinco meses, limpiando todo… la Continental había desmontado las máquinas más grandes y se las había llevado al almacén listas para ser transportadas a su otra planta de San Luis Potosí, nosotros no lo permitimos pero ahora había que regresar las máquinas a sus lugares y echarles a volar y son milimétricas las máquinas… entonces lo hicimos y lo hicimos eficientemente. Pero nos enfrentamos a broncas terriblemente difíciles, como organizarnos, ¿cómo hacer entender a mis compañeros que no había patrón? Y que ese tema de pedir… “pues vamos a pedir un aumento salarial” … aquí es: sacas el dinero de la bolsita y lo pones en la otra, ¿si me explico? Este tipo de conflictos son los que no teníamos como sindicato, había que ir a pelear contra el patrón e íbamos a pelear contra el patrón. Hoy ya no hay patrón, es una cooperativa y esas son las contradicciones a las cuales nos hemos enfrentado (J. Torres, comunicación personal, febrero 2019).

El principal desafío es la transmisión del legado del sindicato y lo que representa la cooperativa para la nueva generación, un proceso que presenta dificultades dado que la mayoría no vivieron la experiencia de la lucha, excepto los que fueron hijos de los obreros de Euzkadi y que ahora laboran en la cooperativa. Sin embargo, a partir de finales de 2019 y principios de 2020, después de varias dificultades económicas entre las cuales las políticas económicas proteccionistas de la administración Donald Trump, pero también problemas internos, los cooperativistas tuvieron que vender sus acciones. Negociaron la venta con su socio Cooper Tyre quien adquirió la totalidad de las acciones de la planta de Euzkadi.[3] Se mantuvieron ciertos derechos laborales y la existencia del SNRTE, pero ahora estará en manos de una nueva generación que deberá hacer su propio camino a través de luchas y negociaciones. A pesar de este aparente retroceso, Jesús Torres y sus compañeros que se jubilaron siguen orgullosos de lo que han logrado y aportado a la lucha social. Consideran que sus logros se mantienen vigentes en la actualidad y han dejado una base de la cual partir para la nueva generación de obreros de la industria llantera en Jalisco y México (J. Torres, comunicación personal, julio de 2020).

La conciencia de clase obrera como identidad confiere una cohesión y unidad a los obreros, la cual, al momento de estar en un proceso de lucha, constituye un factor de movilización importante debido a los valores que se presentan. La reivindicación de la dignidad de los trabajadores empuja a los obreros a ir más allá de lo meramente económico y buscar mejores condiciones de vida y el involucramiento político en la gestión de la sociedad.

El caso específico de los obreros del SNRTE presenta las características siguientes: 1) La reivindicación del modelo de sindicalismo independiente como un sindicalismo de clase; es decir, representativo de los intereses de clase obrera en oposición al modelo hegemónico de sindicalismo corporativo. Esta característica puede ser considerada compartida por los sectores más radicales de la clase obrera, la cual es una forma peculiar de reivindicar el sindicalismo de clase, derivada de la posición dominante del modelo pro patronal corporativo. Esto permite explicar por qué, en el contexto mexicano en específico, el sindicalismo de clase tomó la forma de sindicalismo independiente y democrático en las reivindicaciones de sectores más radicales de la clase obrera, como es el caso de Euzkadi. 2) Otra característica de la conciencia de clase de los de Euzkadi es la solidaridad entre los miembros del sindicato y la práctica del “internacionalismo proletario”, que es la extensión de este principio de solidaridad con cualquier grupo de obreros que necesitan ayuda en cualquier parte del mundo. 3) Por último, se puede señalar la cohesión y unidad de acción del grupo. El hecho de que los acuerdos tomados por la mayoría tienen que ser acatados por todos bajo pena de debilitar al colectivo.

 

Militancia y formación política: el aporte del PCM y POS a la dirigencia sindical

Como he advertido anteriormente, un elemento importante que influyó directamente en el éxito de la lucha fue la militancia política de ciertos miembros del SNRTE, como es el caso de Jesús Torres, quien militó por un tiempo en el Partido Comunista Mexicano (PCM). La integración del trabajo sindical dentro de esa organización, especializada entre otros ejes, les permitió tener acceso a una formación sindical y política importante:

Si, prácticamente nosotros seguimos la línea política comunista y lo que fue llamativo es que nuestra célula seguía teniendo una vida militante activa a pesar de la caída del muro […] yo ya era militante del POS, Partido Obrero Socialista, como allí en los ochenta, 89… Pero previo a eso yo ya tenía una experiencia como miembro del PCM […] Sí, prácticamente nosotros seguimos la línea política comunista y lo que fue llamativo que es nuestra célula seguía teniendo una vida militante activa a pesar de la caída del muro. Si tú te recuerdas con la caída del muro de Berlín […] nosotros nos mantuvimos como obreros de una industria, pero además con principios políticos muy concretos, socialistas (J. Torres, comunicación personal, febrero 2019).

El PCM ya tenía una larga presencia en el sindicato de Euzkadi. Incluso, el grupo rojo que impulsó la fundación del sindicato, SURTE (ahora SNRTE), era conformado por miembros de una célula[4] del PCM que, en la década de los años treinta, tenía una fuerte presencia dentro de las fábricas y otras empresas, buscando la formación de sindicatos con orientación comunista:

Habría que añadir el papel orientador y animador que, sobre la clase obrera jugaron en ese tiempo algunas células del Partido Comunista Mexicano (PCM). Fue uno de esos núcleos el que impulsó, en forma clandestina, la lucha por el reconocimiento del sindicato de Euzkadi. El núcleo comunista en esta empresa editaba además un periódico, La Calandria, que fue distribuido no sólo al interior de esta fábrica sino de muchas otras del Distrito Federal, y que sirvió para informar y orientar a los trabajadores (Ruiz, 1995, p. 8).

No sólo en el momento de la fundación, sino en casi todos los momentos en que se empujó una lucha por la democratización, estuvo implicado el PCM, tanto en las plantas de la Ciudad de México como en la planta 4, en El Salto, Jalisco (Ruiz, 1995, p. 24): “En todos [los sindicatos] tuvo un papel importante la labor de orientación y asesoría que llevaba a cabo el Partido Comunista Mexicano en la entidad (Tamayo, 2013, p. 69).

Esta presencia de un agente externo corresponde con el concepto de vanguardia, el cual implica que agentes políticos constituidos por obreros – pero también de otras clases o capas sociales – van a buscar intervenir en los centros fabriles para levantar la organización de los obreros y, en donde ya existe, para acelerar su proceso y proceder a la politización de la lucha. Presupone también que la clase obrera debe intervenir en la política y no solo quedarse restringida a los marcos de la lucha económica-laboral dentro de las empresas, esto con el fin de constituirse como clase políticamente organizada y revolucionaria, como se entiende dentro de las organizaciones que retoman el marxismo-leninismo para su praxis (Lenin, 2010, pp. 81–120).

A pesar de la disolución del PCM en 1981, seguido unos años después entre 1989–1991, del derrocamiento del socialismo europeo, la célula comunista dentro del SNRTE en la cual se involucró Jesús Torres, sigue activa como se señaló anteriormente, pero esto también fue confirmado por Enrique Gómez, militante del Partido Obrero Socialista (POS), quien fue el que se contactó con ellos en los años noventa. El grupo de la Planilla Roja rechazó la disolución del PCM en 1981 y su fusión con otros partidos y grupos de izquierda en el Partido Socialista Unificado de México,[5] siguiendo la denominada estrategia de unión de izquierda, que posteriormente derivó en la formación del Partido de la Revolución Democrática (PRD):

Establecimos una relación inicial y digamos, ellos estaban interesados en hacer, digamos, una colaboración. En su grupo ellos se reclamaban militantes del Partido Comunista Mexicano y de esa asamblea nacional fue en mil novecientos noventa y uno, no me acuerdo en qué mes […] Ya se había disuelto el Partido Comunista Mexicano, ya estaban dentro del PSUM, PMS algo así, pero ellos seguían reivindicándose como una célula del Partido Comunista Mexicano (E. Gómez, comunicación personal, febrero 2019).

Dado el vacío que se formó con la desaparición del PCM, los rojos finalmente tomaron contacto con el POS, un pequeño partido socialista cuyo trabajo estaba enfocado en repartir propaganda a la puerta de las fábricas y que buscaba contacto con los sindicatos. Éste ofreció un vínculo con una organización política, cuyos lineamientos políticos eran similares al antiguo PCM, dado que representaba una escisión del mismo PCM, que rechazó la fusión con otras fuerzas de izquierda.

El POS empezó a dar orientación ideológica y apoyo político a la Planilla Roja en su labor de dirección del sindicato; por ejemplo, a través de la edición de un boletín de información, destinado a los obreros de la fábrica, llamado Avance Sindical durante la década de los noventa. El POS participaba como asesor hasta que en 2001 Enrique Gómez fue aceptado oficialmente como asesor del SNRTE:

Pasa el tiempo y es cuando encuentro dentro del POS una organización… pequeña si… pero que en realidad era a lo que aspiraba… una organización ligada a la clase trabajadora que pudiese servir como, hipotéticamente, como herramienta en conflictos, como a la postre nos tocó vivir, te estoy hablando del tiempo de mi militancia… porque hay que explicar muchas cosas. Primero cómo un dirigente sindical como yo, no se corrompió, no se tomaba decisiones de manera vertical, se consultaba con la dirección política que era el Partido, pero posteriormente tuvimos que llevarla al sindicato en su conjunto para que el sindicato en su conjunto avalara y rectificara las propuestas (J. Torres, comunicación personal, febrero 2019).

La cuestión de la honestidad de la dirigencia frente a la base del sindicato durante la huelga de 2001–2005 también puede ser considerada como factor que facilitó el éxito, pues la resistencia frente a los intentos de corrupción cerró las posibilidades de Continental de reprimir la lucha del sindicato con el soborno de la dirigencia. En ese caso, la Ley Federal del Trabajo favorece al corporativismo sindical al otorgar todo el poder a la figura de Secretario General del sindicato.

Los boletines sindicales proporcionan detalles importantes tanto sobre las formas de difusión como el contenido de la propaganda, distribuida entre los obreros de Euzkadi. Se encontraron catorce boletines diferentes en orden cronológico; el más antiguo es el número 5, publicado en febrero de 1992, y el más reciente, el número 19, publicado en junio de 1993. Es probable que su difusión haya sido durante toda la década de los noventa, por lo menos, o incluso hasta el 2003, cuando se dio la edición de un periódico: Gaceta Obrera por parte del sindicato, mucho más elaborado que el boletín.

El contenido es esencialmente sindical; informa sobre los estatutos del sindicato o ciertos aspectos del contrato ley que se encontraban bajo revisión oficial entre la STPS, las empresas y la Coalición Hulera de Sindicatos, en el caso de este número. El material refleja también el nivel de recurso limitado que tenía el grupo debido a la intención de difusión masiva que se le asignó (alrededor de 1,200 obreros en la fábrica). No se cuenta con la información necesaria para poder comprobar si realmente llegaba a ser entregado a todos y menos si era leído, pero la intencionalidad era esa. Demuestra la voluntad de la Planilla Roja de crear un vínculo más constante con las bases, creando varias herramientas comunicativas.

Si la formación política derivada de la militancia política y el apoyo del POS al grupo de la Planilla Roja jugó un papel importante, también lo fue la estrategia diseñada conjuntamente entre el Comité Ejecutivo del SNRTE dirigido por Jesús Torres y la dirección del POS, cuyo enlace con el sindicato era Enrique Gómez y la red de contactos que proporcionó el POS al sindicato. Esto en el momento en que se dio el cierre de la fábrica y se tomó la decisión de ir a huelga por parte de la asamblea extraordinaria el 19 de diciembre de 2001.

Se puede retomar la hipótesis de Jaime Tamayo de un sindicalismo internacional (2013, pp. 70–71); es decir, de una práctica sindical que busca la internacionalización de la lucha como estrategia específica para hacer frente a empresas multinacionales como lo es Continental. Si la multinacional queda aislada en un ámbito local, la empresa no se verá amenazada, pues posee una gran capacidad financiera para resistir las pérdidas que pueda provocar el paro laboral – lo que generalmente termina con la derrota de los trabajadores. Jesús Torres subraya el papel especial que desempeñó el POS:

El problema real fue político con la Continental. Y entonces, cómo enfrentar un conflicto con una visión solamente sindicalista hubiese sido la derrota brutal del sindicato… por eso jugó muchísimo… y la gran mayoría de mis compañeros, que al POS, hoy convertido en MAS, se le debe una gran parte de la victoria que tuvimos. Primero porque le dio esa connotación de lucha nacional política con esa campaña de denuncia en México, sino que hizo algo que para el sindicato hubiese sido imposible (J. Torres, comunicación personal, febrero 2019).

La estrategia consistía en abrir varios frentes de presión sobre la empresa, tanto a nivel nacional como internacional. Esta estrategia se basaba sobre una red que rebasó el marco tradicional de los sindicatos, buscando apoyo con Organizaciones No Gubernamentales, tales como FoodFirst Information and Action Network (FIAN), German Watch e incluso partidos políticos relacionados con el POS:

Desarrollamos un plan de lucha de inmediato, una cosa complicada, pues no teníamos experiencia con algo así, pero la organización, tomamos el libro para hacer un plan acorde a la situación de la empresa, tenemos claro que el gobierno mexicano estaba incondicionalmente del lado de la empresa, por eso hicimos un plan que conllevará a nivel regional, a nivel nacional y a nivel internacional. Y donde ahí deslumbramos la posibilidad de hacer una presión directa a la empresa en Alemania, y ahí nació la idea de hacer un viaje a Europa y nosotros nos apoyamos con compañeros que están en Europa (E. Gómez, comunicación personal, febrero 2019).

Una empresa multinacional como Continental tenía decenas de plantas, con más de 50 mil obreros en el mundo, y era de las más grandes de Alemania, así que una sola huelga en una de sus plantas no significó una pérdida demasiado enorme. En consecuencia, pudo aguantar un largo tiempo sin tener que conceder nada a los trabajadores en huelga. Por lo tanto, la única estrategia susceptible de funcionar en tal situación era el ejercicio de la presión sobre la empresa y el gobierno mexicano que la apoyaba desde múltiples ámbitos. Lo más exitoso fueron sin duda las críticas hechas directamente en Alemania a la empresa por parte de los trabajadores, las cuales debilitaron la imagen pública que había ganado un estatuto respetable en la sociedad alemana. Gracias al apoyo de contactos locales del POS en Alemania, se logró intervenir directamente en la asamblea de accionistas de Continental, lo que desestabilizó a su dirección. El POS aportó una visión política de la lucha cuando el marco meramente sindical era valioso pero insuficiente:

[…] el partido sirvió de herramienta dentro de una maquinaria, no suplantó al sindicato, claro que no podía suplantarlo… Pero nos dotó de una política que a la postre logró doblar a la Continental, una empresa arrogante con un pasado fascista ligado a Hitler… Entonces teníamos todo en contra para perder y sin embargo ganamos… Tuvimos varios… ah y la otra parte que tiene que ver con mi militancia… que lamentablemente en México la ley laboral le da todo el poder absoluto al SG [Secretario General], el SG puede firmar a espaldas de sus compañeros […] Por supuesto que lo intentó continental, y esa parte tiene que ver con la militancia política porque fuimos cuadros probados de la lucha y ante la corrupción, cualquiera puede decir “yo soy muy honesto, sí”, si te ponen un cheque de un millón de dólares en la mesa [tira una carpeta en la mesa] cuando no tienes nada cuando no tienes ni para llevar comida y tú no solo lo rechaces, lo denuncies… Eso es el valor que le da una dirección política probada (J. Torres, comunicación personal, febrero 2019).

A partir de estos datos, se puede retomar y ejemplificar la hipótesis de Jaime Tamayo de una práctica de sindicalismo internacional, que fue realizada por la dirección del SNRTE. En el caso presente, es en gran medida debido a una combinación peculiar entre la dirigencia de Jesús Torres con una influencia de militancia comunista remanente y el apoyo de un partido político – el POS – que siguió lineamientos similares a los del antiguo PCM. Estas permitieron el éxito de la lucha por medio de la aplicación de la estrategia de lucha internacional. El caso de Euzkadi no es único; otros movimientos previos sirvieron de ejemplo, como la lucha de los trabajadores de Pascual, quienes formaron su propia cooperativa y fueron solidarios con los obreros de Euzkadi. Los casos del Frente Auténtico del Trabajo y del sindicato de los Telefonista son un ejemplo más en México en este sentido, a los cuales se podrían sumar otros, como los del Minero Metalúrgico y su resistencia ante el acoso llevado a cabo por el gobierno de Felipe Calderón (2006–2012).

Además, se debe señalar el papel fundamental de la dirigencia del sindicato en la posibilidad de tal triunfo, y esto derivado de varios aspectos, de los cuales algunos pueden ser considerados como generales y otros específicamente vinculados al contexto mexicano. En general, la dirigencia cumplió con su papel de orientación y cohesión del grupo, además del hecho de diseñar una estrategia de lucha tanto por el lado jurídico como por lo semi legal, que fue eficiente para afectar a la empresa y mantener una posición ofensiva. Sin la Planilla Roja al mando del sindicato y su vínculo con el POS, no hubiera sido posible el triunfo de la lucha obrera. Pero también hay que mencionar especialmente las figuras de Francisco Jiménez y, en particular, de Jesús Torres, considerando sobre todo las peculiaridades del contexto mexicano. En primer lugar, está el aspecto jurídico como se mencionó en un extracto anterior de la entrevista de Jesús Torres; la Ley Federal del Trabajo otorgó un poder casi absoluto a las figuras del Secretario General y el Secretario de Actas. Ellos podían firmar cualquier acuerdo en nombre del sindicato sin tener que rendir cuentas a la base – un mecanismo que normalmente permite el control democrático de la base sobre su dirección. A este aspecto habría que agregar, como lo analizó Romana Falcón, la cultura del jefe político y también el caudillismo que implica una jerarquización muy vertical donde el jefe o líder ejerce un poder sin casi ninguna contraparte desde la base (2016, pp. 137–42). Esto implica que, si la dirigencia no tiene un compromiso real con la base, esta puede muy fácilmente traicionarla para su propio beneficio. Esta traición se ha producido en la mayoría de los casos y puede explicar en parte porqué las políticas neoliberales fueron tan rápidas en ser impuestas en el mundo laboral.

 

 

El apoyo de las esposas de los trabajadores en la huelga: sustento económico

Por último, un elemento fundamental en el triunfo de la lucha, y sobre el cual no se ha escrito o dicho mucho, ha sido el apoyo de las familias a los trabajadores en la huelga. En particular, el apoyo de las esposas que se volvieron el sostén económico de la familia en la mayoría de los casos, rompiendo así el esquema tradicional que era imperante y lo sigue siendo en la actualidad en muchas familias obreras mexicanas.

Un indicador de la importancia que tuvo el apoyo de las esposas de las familias, para empezar, se puede observar en las consecuencias del caso contrario: la mayoría de los trabajadores cuyas familias no los apoyaron desistieron de la lucha, como lo relata Jorge Rodríguez, sindicalista, quien fue miembro de la Comisión de Honor y Justicia del SNRTE:

La cosa es que la empresa mandaba cartas a domicilio a la esposa, a la familia, donde decía que agarráramos el dinero, las liquidaciones están ahí, nada más para que la agarres, no van a poder hacer nada. Sin embargo, seguimos, mucha gente sí, mucha gente sí agarró y esos fueron más de 500 compañeros que sí fueron agarrar su dinero, su liquidación; firmaron con promesas falsas que les hizo la empresa y que les decía: ustedes van a ser los primeros que van a regresar al trabajo y la verdad que no, pues esa nunca era la idea (J. Rodríguez, comunicación personal, febrero 2019).

A pesar de ello, no todos los obreros se dejaron presionar, varios como Jorge Rodríguez decidieron seguir en la huelga a pesar de la pérdida:

Mi esposa ya no, mi esposa se fue cuando vio que ya no tenía dinero, como a los 2 años y medio de huelga se fue. Y yo tenía un taller de, yo vendí las máquinas, le di el dinero para que se fuera, me dijo: “a mí dame dinero, y no me vuelves a ver en toda tu vida y a mis hijas me las llevo” y mis hijas se pusieron detrás de mí, no se fueron con ella, yo le dije “mis hijas se quedan conmigo”… eso fue algo para mí… un gran apoyo. Las dos chicas porque las dos más grandes ya estaban casadas. Sólo, tuve 4 hijas, las más chicas fueron las que sufrieron los 3 años de conflicto (J. Rodríguez, comunicación personal, febrero 2019).

Se reportaron casi cien divorcios en las familias de los trabajadores que se quedaron en la huelga, Jorge siendo uno de ellos, contó sobre el apoyo de sus hijas, que se quedaron con ellos:

mis hijas anduvieron conmigo en varias guardias en la noche porque no había mucha gente, no se acercaba mucha gente en las guardias. En los mítines de fuera en una ocasión fuimos a Ciudad Guzmán y me acompañaron mis dos hijas, a las dos más chicas me las llevé y ellas llevaron la bandera, las mantas para que…. como apoyo (J. Rodríguez, comunicación personal, febrero 2019).

Para los demás, las esposas se convirtieron en el apoyo económico de la familia, pero no solamente ello, sino que también estuvieron presentes en numerosas ocasiones en las actividades de la huelga realizadas por el sindicato. Este apoyo de las familias – esposas e hijos – constituye también una forma de solidaridad basada sobre la conciencia de clase que engloba a los obreros y sus familias, pues la pérdida de la fuente de trabajo afecta al conjunto familiar. Y si en una parte de los casos no existió este apoyo, en la mayoría de los casos se dio derivado de la intervención directa de las familias de los obreros en la huelga, participando por ejemplo en marchas, guardias e, incluso, en la caravana.

Al estallar la huelga, los obreros de Euzkadi se quedaron sin trabajo y, en consecuencia, sin salario. Además, Continental obtuvo el apoyo de otras empresas de la región, que agregaron a sus listas negras a los obreros de Euzkadi para impedir que encontraran un trabajo nuevo. A esto hay que agregar el deber cumplir con ciertas obligaciones relacionadas con el funcionamiento del sindicato y la huelga – por ejemplo, guardias, permanencias, marchas, protestas, caravana, delegaciones, etc.

Se creó una situación donde los obreros de Euzkadi estuvieron en incapacidad de obtener un ingreso por sí mismos, salvo casos excepcionales, dejando el papel de la generación del ingreso a las esposas, un ejemplo de este proceso es el de Graciela Frías Rodríguez, esposa de Jesús Torres:

Empecé a trabajar haciendo ropa a las amigas, tías y primas; no me pensaba dedicar a eso, aunque poco a poco fui tomando más clientela como modista. Cuando estalla el movimiento de huelga, ya lo hice por solidaridad y por ayudar en el sostén de la casa […] Organicé mi tiempo: una parte para los quehaceres de mi casa, dedicar tiempo a mis hijos, hacer trabajo político y a apoyar en los mítines, las marchas […] Las mujeres nos reuníamos los sábados. Yo como mujer, sentía miedo, pero a la vez tenía que apoyarlo porque él estaba peleando por algo que yo creía justo; estaba afectando a los ricos, era una piedrita en el zapato. Yo decía que cualquier chico rato lo mandarían desaparecer, ese era mi miedo […] Para mi cambiaron muchas cosas (Atilano, 2008, pp. 17–19).

Este cambio en la situación familiar sacudió la organización tradicional y patriarcal, y provocó dificultades en el momento de transición tanto para hombres como para las mujeres, como el caso de María de Jesús Ochoa Silvestre, esposa de Jorge Wimber:

Me tocó asumir el papel de mantener mi casa y tuve que irme a trabajar. Yo no estaba acostumbrada […] para mí fue muy pesado lo de la huelga, porque no está uno preparado (Atilano, 2008, p. 22).

y Federico Martínez Barba:

En mi experiencia en particular, teníamos fuertes presiones económicas. Mi mujer siempre me decía: ’Te voy a estar apoyando’. Yo me acuerdo que me incomodaba mucho. Había un mar de contradicciones, porque también yo tenía que colaborar en las tareas domésticas […]. Poco a poco fui aceptando que el apoyo tenía que ser recíproco […]. Todo esto nos hizo entender que el trabajo doméstico es trabajo, y un trabajo no muy agraciado […]. Al final del camino, la enseñanza es que dimos un giro de 180 grados. Nuestra relación mejoró muchísimo, en los niveles de respeto, en los niveles de apoyo y solidaridad mutua (Atilano, 2014, p. 35).

La aceptación de este cambio no fue de golpe, sino un proceso largo y a veces difícil, en algunos casos se dieron rupturas dentro de las familias, pero se impuso por necesidad de supervivencia de las mismas. Como muchas industrias, Euzkadi sólo contrataba hombres para puestos de obreros, excluyendo a las mujeres, una dinámica que fue reforzando considerablemente un modo de vida tradicional y de cultura machista dentro de las familias trabajadoras. La huelga que provocó una ruptura importante modificó este orden social y permitió una democratización de la vida de las familias como lo explica Marcela Lagarde (2015):

La división social del trabajo es desigual genéricamente. En algunos ámbitos sociales se mantiene la tradicional en que las mujeres reproducen lo doméstico y los hombres trabajan en lo público […] Con la crisis [económica], el desempleo adquiere características patriarcales agudas: hace que muchas mujeres sean despedidas y simultáneamente que las mujeres se hagan cargo de la manutención económica de hombres desempleados […], obtienen [las mujeres] a la vez ganadas en su independencia vital y en su autonomía […] por la obtención de dinero y la capacidad de autosatisfacer sus requerimientos económicos y los de los otros. La salida del espacio doméstico, del encierro físico y subjetivo en la casa y la posibilidad de recorrer territorios […] permiten a las mujeres escoger, optar relativamente por caminos vitales no estipulados (p. 580).

En ese caso, “la crisis” fue local, debida al cierre imprevisto de la fábrica de Euzkadi. Ahora en la cooperativa, en reconocimiento al apoyo de las esposas e hijos, muchas tuvieron la oportunidad de entrar a trabajar como obreras-socias de la cooperativa con un salario igual que el de los hombres. Hoy se puede observar la presencia femenina en diversos procesos de la producción.

Este ejemplo demuestra que, debido a un cambio radical en la base material de las familias – ingreso provisto por el hombre, aunque no en todos los casos al final era una situación imperante en la mayoría de los hogares de obreros de Euzkadi – cambiaron también las prácticas y posteriormente las concepciones ideológicas y culturales de los obreros y sus esposas, en cuanto a la cuestión del trabajo doméstico, el ingreso, y el rol de ambos géneros en estos procesos.

Cuando la tendencia actual está más centrada sobre teorías posestructuralistas, como los son los giros lingüístico y cultural, que plantean que un cambio en el lenguaje o en la educación, sería el punto de partida de la transformación de las relaciones entre hombres y mujeres, este ejemplo demuestra lo contrario. El cambio aquí se inició a partir de una modificación de las condiciones materiales de vida de las familias obreras y posteriormente, cuando las prácticas cambiaron y se volvieron costumbre, de las concepciones culturales e ideológicas de los obreros y sus esposas. El punto de partida no fue lo cultural o ideológico, sino lo material o económico.

Además, se puede calificar este apoyo como otra forma de solidaridad con un carácter de sacrificio y abnegación por parte de las esposas de los obreros, de un modo similar al de los obreros que dieron su vida por el movimiento estando enfermos. Forma parte de la cohesión del grupo de obreros, como una extensión de esa identidad de clase que se comparte más allá de la fábrica donde laboran los obreros.

 

Conclusiones

La huelga impulsada por los obreros de Euzkadi para preservar su fuente de trabajo fue de los pocos ejemplos de éxito en México, dada las condiciones de políticas neoliberales y ofensiva por parte de las empresas en contra de los derechos laborales y el modelo imperante de desarrollismo, o keynesiano.

Fue fundamental la dirigencia del grupo de la Planilla Roja, que logró consolidarse en la dirección del sindicato retomando los valores y tradiciones de lucha que fundaron originalmente el SNRTE. La victoria hubiera sido imposible sin el concurso de la unidad de los obreros construida con base en una identidad de clase obrera, que le dio cohesión al grupo, y a concepciones de clase basadas sobre la dignidad trabajadora, una postura que busca la agencia de los trabajadores más allá de lo meramente económico en la sociedad. Todos estos elementos no hubieran podido ser reunidos sin la formación política de la dirigencia sindical Planilla Roja, la cual provenía de diferentes horizontes, entre los cuales hay que destacar la influencia del PCM y posteriormente del POS. Esta formación política dio un apoyo imprescindible en el diseño de la estrategia de lucha para internacionalizar la huelga y crear varios frentes de presión sobre Continental.

 

 

Hemerografía

Hemeroteca Digital de La Jornada

 

Referencias

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[1] Así se atesta el sindicato de Euzkadi en la cita, pues originalmente el sindicato tenía el nombre de Sindicato Único Revolucionario de Trabajadores de Euzkadi (SURTE). Fue hasta 1971 que cambió de nombre a SNRTE para tener un registro nacional y mantener su contrato ley con la nueva fábrica recién abierta en Jalisco.

[2] El archivo del sindicato, aún no clasificado, no ha sido de interés para otros investigadores interesados en el tema. Esto puede deberse a que los estudios realizados hasta ahora han tenido un enfoque antropológico o sociológico. Para el caso de la disciplina histórica, interesada en los procesos tanto del fenómeno social como de la memoria, con una perspectiva temporal, dicho archivo contiene fuentes fundamentales. La consulta de dichas fuentes se encuentra aún en proceso, en parte se debe a la dificultad que representa la consulta de un archivo sin clasificar, pero aquí se incluye un primer acercamiento empírico.

[3] Juan G. Partida, “Ante crisis, llantera TRADOC en Jalisco vende el total de acciones a trasnacional” (2 de noviembre de 2019), La Jornada.

[4] Organización de base del partido que tenía la responsabilidad de llevar a cabo el trabajo político cotidiano y en la cual se incorporan todos los militantes.

[5] El PCM se disolvió en 1981 para formar, junto con otras organizaciones de izquierda, el Partido Socialista Unificado de México. En 1987 se disolvió para fusionarse de nuevo con el Partido Mexicano de los Trabajadores para formar el Partido Mexicano Socialista. De nuevo en 1989 se fusiona con otras organizaciones y la izquierda cardenista del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para formar el Partido de la Revolución Democrática (PRD).