Resumen

El presente artículo tiene por objetivo reflexionar sobre el futbol como hecho social total, el cual alude a la memoria colectiva e historia dentro de su universo simbólico. Esta reflexión permite trascender el aspecto lúdico de la actividad para comprender y constatar cómo el deporte se encuentra ligado a los procesos de crecimiento urbano, la migración y la creación de instituciones con un destacado impacto en la comunidad. Seguimos los conceptos sugeridos por el historiador alemán Reinhart Koselleck de ‘espacio de experiencia’ y ‘horizonte de expectativa’. El primer concepto lo entendemos como el pasado sedimentado en la sociedad que dota de sentido las actividades del presente, y así la experiencia acumulada en los habitantes de Tijuana retoma al deporte como parte de su construcción identitaria. A su vez, el segundo concepto infiere la capacidad de los sujetos históricos por vislumbrar un futuro que se ajuste a sus metas como colectivo. Ambas nociones nos acercan al análisis del deporte en la ciudad que concatena el pasado-presente con el presente-futuro, y cuya reflexión se desprende de la memoria colectiva como categoría analítica por complejizar.

Abstract

The following article has the objective of introducing some notions about football (or soccer) as a total social fact; it alludes to collective memory and history as part of its symbolic universe. In this sense, the understanding of sports opens the possibility of going further than the ludic aspect of the activity in order to link the sports with other social processes like the urban growth, migration and the genesis of institutions with great impact in the community. We use the concepts provided by the German historian Reinhart Koselleck ‘experience space’ and ‘expectative horizon’ to explain how Tijuana’s inhabitants made football part of their identity construction. Both notions made possible the analysis of spots in the city connected to time concatenation between past and present, which includes a reflection about collective memory as a complex analytic category to discuss.

Palabras clave:
    • frontera;
    • hermenéutica;
    • futbol;
    • memoria;
    • Tijuana.
Keywords:
    • border;
    • hermeneutic;
    • football;
    • memory;
    • Tijuana.

Propuesta teórico-conceptual

Los nexos entre historia e identidad han trascendido los espacios académicos al mostrar que en la vida cotidiana se expresa el simbolismo de los acontecimientos y procesos históricos, sean verdaderos o no. Al elevar la categoría del mito como un relato racional de hechos, como lo propuso el historiador Paul Ricouer (Ricouer y Kearney, 1978), importa estudiar no solo los hechos fundacionales, sino también la narrativa que estructuran las personas a partir del recuerdo, la emotividad y sus creencias.

En este sentido, las ciencias sociales han propuesto el término del ‘imaginario social’ cuya discusión teórica evoca la posibilidad de establecer una intersubjetividad basada en instituciones sociales, las cuales estructuran el mundo vivido y transmiten pautas de significado entre generaciones. Es ahí donde aparece la identidad como sumatoria de relatos y experiencias.

Un aporte clave para entender la idea esbozada es la propuesta de Reinhart Kosselleck (2001) y sus conceptos meta-históricos: espacio de experiencia y horizonte de expectativa. El primero de ellos, como constructo basado en los acontecimientos que experimenta cualquier sociedad, remite a un espacio común, una gran base de datos compartida en la que la experiencia, más allá de la historia, constituye un referente siempre importante a tomar en consideración. Dicha experiencia permite la unión de los tiempos pasado y presente, como bien lo discute el autor con la imbricación de los tiempos. Nuestra propuesta es que este cúmulo de experiencias se vincula con pautas de civilidad y formación identitaria, las cuales se expresan en prácticas cotidianas que en un primer momento pueden parecer triviales, pero que en su análisis profundo revelan una trascendencia significativa. Para nuestro estudio esa posibilidad se contempla desde el deporte, específicamente la aparición del futbol en la frontera. El autor lo enuncia de manera prolija en el siguiente fragmento de su obra:

La experiencia es un pasado presente, cuyos acontecimientos han sido incorporados y pueden ser recordados. En la experiencia se fusionan tanto la elaboración racional como los modos inconscientes del comportamiento que no deben, o no debieran ya, estar presentes en el saber. Además, en la propia experiencia de cada uno, transmitida por generaciones o instituciones, siempre está contenida y conservada una experiencia ajena. (Koselleck, 1993, p. 342)

Es importante no perder la noción del mito en su expresión más lata. Como se mencionó, lo importante no es la veracidad de los hechos o experiencias, su relevancia estriba en la significación que construyen los agentes sociales a partir de ellos. Por ende, la experiencia no puede estar desligada de la proyección que tiene la sociedad sobre sí misma. Esto fue bien contemplado por Kosselleck (2001) al sugerir el otro término meta histórico, el horizonte de expectativa. En diferentes circunstancias históricas se vivieron diferentes proyecciones hacia futuro; el optimismo del desarrollo científico positivista del siglo XIX y la crítica de la Escuela de Frankfurt ante los retos de principios del siglo XX son ejemplos contrastantes de expectativas. Sin embargo, al igual que la experiencia, siempre han estado en el horizonte, se construyen en el imaginario social y generan instituciones que sostienen dicha proyección. Este es el futuro que se vive día con día, el futuro-presente. En relación con dicha temática se debe mencionar:

Algo similar se puede decir de la expectativa: está ligada a personas, siendo a la vez impersonal, también la expectativa se efectúa en el hoy, es futuro hecho presente, apunta al todavía-no, a lo no experimentado, a lo que sólo se puede descubrir. Esperanza y temor, deseo y voluntad, la inquietud pero también el análisis racional, la visión receptiva o la curiosidad forman parte de la expectativa y la constituyen. (Koselleck, 1993, p. 338)

La agenda de investigación propuesta por el autor nos permite tomar el ejemplo histórico desde la teoría y el universo empírico de la cotidianidad. En concreto, la investigación que proponemos se vincula con los fundamentos empíricos propuestos por el autor:

Y con esto llego a mi tesis: la experiencia y la expectativa son dos categorías adecuadas para tematizar el tiempo histórico por entrecruzar el pasado y el futuro. Las categorías son adecuadas para intentar descubrir el tiempo histórico también en el campo de la investigación empírica, pues enriquecidas en su contenido, dirigen las unidades concretas de acción en la ejecución del movimiento social o político. (Koselleck, 1993, p. 337)

El hecho de tomar la experiencia de Tijuana respecto del deporte nos permite escudriñar en las relaciones posibles, también nos permite la concatenación de tiempos en las experiencias de sus participantes y la comprensión del sentido de las prácticas.

Por otro lado, se debe tratar el tema de la formación de una moralidad que sostendrá las instituciones sociales y legitima las prácticas que sean acordes con los principios establecidos como válidos. Al seguir una perspectiva constructivista heredera del desarrollo cognitivo de Piaget (2003), los niveles del desarrollo moral propuestos por Kohlberg (Crain, 1985) merecen una discusión. Este autor señala que la gran mayoría de la sociedad ― alrededor de 85% según sus datos ― se queda en un nivel de moralidad ‘convencional’; muy poca población, en cambio, mostró desarrollar un pensamiento ético post convencional. En otras palabras, las pautas de significación moral son las generadas en convenciones de mayorías, y no lo decimos como perogrullada, sino que en la definición de esas convenciones podremos responder preguntas como: ¿qué es la identidad fronteriza?, ¿qué procesos de identificación social se llevan a cabo en una ciudad cuya población es en gran medida de origen migrante?, ¿en qué instituciones y prácticas sociales se aprecian las convenciones de los tijuanenses? Sin duda, cada campo social tiene sus matices, para este trabajo se eligieron aquellas relacionadas al ámbito deportivo.

Una notable aportación a la temática sugerida es la que realizó el historiador tijuanense Josué Beltrán (2014) con su análisis sobre la ‘leyenda blanca’ emprendida por agentes sociales migrantes y una incipiente población nativa con poco arraigo en el territorio, y que a la postre consolidaron prácticas y discursos que contrarrestaron la imagen negativa de la ciudad, como una ciudad de paso y andurrial del vicio, aquella leyenda negra que afectaba a una población emergente de, autonombrados, ‘buenos’ ciudadanos. Los modelos de higiene social tuvieron varias expresiones durante el siglo XX, las políticas educativas dan cuenta de ello. Sin embargo, el epítome del saneamiento de las prácticas civiles en Tijuana se dio durante el cardenismo con la expropiación del complejo Agua Caliente. En su auge, este complejo concentró la opulencia de la clase acomodada en el sur de California y logró ganancias millonarias constantes para utilizar los edificios del hotel-casino como aulas y dormitorios para estudiantes. Mencionamos este caso por la relevancia que tuvo en la comunidad, algunos protestaron por las pérdidas que también significó para el sector servicios. Sin embargo, la justificación desde la ideología nacionalista y la reacción de los apenas asentados pobladores, lograron consolidar un relato de civilidad, se buscaron las buenas prácticas sociales y la moralidad de la leyenda blanca se constituyó como una de las convenciones centrales de la comunidad fronteriza.

Insistimos en la necesidad de contemplar todo campo social en la creación de significados. La tesis de Elias y Dunning (1986) sobre el deporte y los procesos civilizatorios sigue vigente cuando analizamos las prácticas deportivas en su especificidad. Prueba de ello es la investigación de Segura Trejo y Govea (2016) sobre el futbol en tres tiempos, una innovación en el desarrollo de este deporte al relativizar el sentido de competencia, puesto que emplea una metodología para fomentar el desarrollo social y constituye una herramienta para el trabajo comunitario. El autor es prolijo en la descripción del método; sin embargo, nos limitaremos a enunciar brevemente los aspectos que transforman la práctica y reconfiguran su significado. Un primer elemento es la negociación de las reglas que se tendrán en la partida, más allá de aceptar una normatividad impuesta, los mismos jugadores definirán acuerdos previos al partido. El segundo tiempo es la práctica del deporte como se conoce internacionalmente. Pero en un tercer tiempo, existe una evaluación y negociación posterior sobre los logros alcanzados como equipo, el desempeño colectivo y una convivencia posterior como parte de la dinámica en tres momentos. Este tipo de modalidad contrasta con las lecturas pesimistas sobre la influencia mediática, si bien en unos espacios el futbol es tomado como una forma de consumo y se considera parte de la globalización de la cultura, en esta versión se prioriza el particularismo de la comunidad, además de su agencia para “desarrollar en los jóvenes practicantes el hábito del análisis de situaciones inmediatas y el accionar, en el día a día, para favorecer la resolución de problemas, la toma de decisiones concertada así como la elaboración de proyectos de vida” (Segura Trejo y Govea, 2016, p. 3).

Al mencionar el ejemplo anterior, creemos que es importante enfatizar que los procesos de la vida cotidiana son un campo complejo de la investigación social, pero no por ello se debe eludir su problematización y discusión teórica. Al analizar las pautas de significación del futbol en una ciudad fronteriza no se piensa en el desarrollo de la práctica en sí, sino en todas las condiciones de posibilidad que permitieron dicha actividad. Existe una imbricación de los campos sociales en la realidad, por lo que sería ingenuo distanciar el deporte del contexto social que lo genera, sostiene y promueve.

En aras de sumar al ejemplo seleccionado, acudimos a la filosofía del deporte, en específico a la aplicación de la hermenéutica, para la comprensión cabal de la actividad desde múltiples disciplinas. Dentro de esta línea de investigación, nos interesa una comprensión de la experiencia en el mundo, el ser en el sentido que Heidegger explicó en toda su extensa obra con el concepto del Dasein, ser-estar, y que encuentra en el deporte otro ‘mundo’ o campo de socialización que determina las relaciones y, por ende, la experiencia en el mundo de la vida. Sin caer en un abstraccionismo propio de otras discusiones, nos interesa especificar el uso del concepto en el campo deportivo. Al respecto de la otredad se menciona:

Los otros no quiere decir todos los demás fuera de mí, y en contraste con el yo; los otros son, más bien, aquellos de quienes uno mismo generalmente no se distingue, entre los cuales también está [...] El mundo es desde siempre el que yo comparto con los otros. El mundo del Dasein es un mundo en común (Mitwelt). El estar-en es un co-estar con los otros. (Heidegger, citado en Ramírez-Macías, 2018, p. 169)

En ese orden de ideas, la experiencia del ser, además de ser su fundamento, está determinada por su relación con otros seres, la formación de proyectos e instituciones colectivas que le darán sentido a ese ‘mundo’ cuyas características son:

Un mundo no es un objeto que se encuentre frente a nosotros y pueda ser contemplado. Un mundo es lo inobjetivo a lo que estamos sometidos mientras las vías del nacimiento y la muerte, la bendición y la maldición nos mantengan arrobados al ser. Donde se toman las decisiones más esenciales de nuestra historia, que nosotros aceptamos o desechamos, que no tenemos en cuenta o que volvemos a replantear, allí, el mundo hace mundo. (Heidegger, citado en Ramírez-Macías, 2018, p. 171)

Las reflexiones del autor Ramírez-Macías (2018) sugieren que el campo deportivo es otro ‘mundo’ al que es arrojado el Dasein, en el cual el deportista existe en relación con los otros seres, constituyen el proyecto de vida basado en sus expectativas y dotan de sentido sus prácticas cotidianas encaminadas a la realización del ser, su experiencia de vida. A lo cual debemos sumar esa parte ‘inobjetiva’, lo inmaterial y de rasgos sensibles que determinan dicho espacio. Para nuestro caso es la frontera, sus relaciones y significado construido a través de generaciones nativas y migrantes. Así, la propuesta desde la filosofía del deporte tiene un potencial de interpretación que aspiramos explotar. El mismo autor menciona: “El deporte es mundo donde el ser humano puede buscar el significado de su existencia, o, dicho de otra forma, donde el Dasein puede desvelar la verdad de su ser, donde aspira a una existencia propia” (Ramírez-Macías, 2018, p. 173).

Con este ensayo y ejemplificación del caso tijuanense pretendemos sumar a una línea de investigación poco explorada en México, pero que desde la interdisciplina nos ofrece amplias posibilidades, al respecto Castillo Mendoza (2011) aclara dichas posibilidades:

Es hacer una hermenéutica, lograr una comprensión del deporte que intente explicar, más que demostrar, cómo la actividad deportiva trasciende la mera recreación y el espectáculo y toca vertientes que tienen que ver directamente con otras áreas del conocimiento como lo literario, lo antropológico, lo sociológico, lo estético, lo ideológico y lo cultural. (p. 241)

Desde la historia del presente, coetánea o inmediata, nos interesa empezar un diálogo con otras disciplinas y actores. Esperamos que este ensayo introductorio nos lleve a un análisis extenso sobre las prácticas deportivas en todos los contextos y posibilidades históricas. A continuación, ofreceremos un esbozo teórico sobre el análisis deportivo y posteriormente nos concentramos en el caso específico de Tijuana.

Esbozo teórico en la problematización del futbol, historia y memoria

Sin pretender ser exhaustivos en la búsqueda de referentes, mencionaremos algunas de las formas en las que se ha estudiado el futbol como hecho social. Por mencionar algunos textos revisados, está la obra de Buford (1992), Entre los Vándalos que narra el viaje con los hooligans ingleses en varias ciudades europeas desde una perspectiva antropológica; el autor alemán Gerhard Vinnai (2003) en El futbol como Ideología da pautas para establecer patrones de conducta en el vínculo ocio, mundo laboral, la función compensadora del deporte, la mercancía, entre otros para generar cierta socialización en la actividad deportiva que puede caer en la agresividad; hasta el mismo Eduardo Galeano (1995) da un juicio estético-interpretativo de la importancia del futbol en las relaciones sociales, especialmente en Latinoamérica. En una publicación más reciente, el historiador catalán Carlos Viñas (2005) ha marcado el cambio de las aficiones futbolísticas en Europa por conductas intolerantes a problemas como la migración, religión y terrorismo, lo que ha conformado grupos de ‘ultras’ radicales de extrema derecha o con discursos hípernacionalistas. Como vemos, la evolución del fenómeno tiene características propias y su veta de investigación crece constantemente. Reconocemos la importancia de estos aportes desde las ciencias sociales; sin embargo, también remarcamos la poca producción historiográfica ― no solo sobre el futbol, sino para todo el deporte en general ― sobre la temática en el contexto fronterizo norteño de México. Por ende, la presente sección del trabajo retomará algunos textos a considerar.

Julio Frydenberg (2011) con su Historia Social del Futbol en Argentina contempla las posibilidades teóricas que alcanza la temática futbolística. Este estudio histórico se limitó a la formación de clubes hasta la profesionalización, pero con la siguiente cita podemos extraer el sentido social del futbol:

Un vehículo de expresión emocional y de producción de sentido, así como punto de convergencia y de cruce entre los ámbitos cotidianos del hogar y las barriadas, y los grandes eventos domingueros - es decir, entre lo ordinario y habitual y lo extraordinario o ritual. Durante el período estudiado, el futbol pasó a ser uno de los elementos constitutivos del mundo “natural” de la vida cotidiana, tanto en el hogar como en los ámbitos casi exclusivamente masculinos. Y fue además un espacio de permanente debate crítico yuxtapuesto con expresiones de fanatismo. En suma, un escenario propicio para las elecciones morales (p. 14).

Las experiencias cotidianas han sido retomadas por la microsociología como matrices de sentido. En el texto citado nos podemos percatar de la profundidad a la que se llega cuando se analiza cabalmente el deporte. Además de la perspectiva de género o del análisis materialista, encontramos en las teorías sobre las identidades sociales, otro abordaje teórico a considerar.

Un autor que da un aporte considerable al trabajo antropológico para el caso mexicano es Fábregas Puig, con sus obras Lo Sagrado del Rebaño (2001) y La Antropología del Futbol (2002). Destaca su reflexión sobre el futbol como condensador de una “síntesis cultural de la variedad mexicana” en la que interviene la generación de identidades políticas y culturales vinculadas con el Estado-nación. Tales elementos evidencian la interacción de elementos simbólicos futbolísticos que aluden a la “unidad nacional”, y se muestra el alto contenido patriota, en el caso de algunos clubes, como las Chivas de Guadalajara (Alonso y Escala, 2012, pp. 48-49). En la presente reflexión, un equipo de futbol actúa como recurso metonímico del nacionalismo mexicano, que sigue siendo marca identitaria de múltiples contextos dentro y al exterior del país.

Dentro de la revisión bibliográfica sobre la temática planteada, subrayamos la obra recopilada por los chilenos Carlos Constela y Eric Valenzuela (2014), que lleva por título Todo es Cancha: Análisis y Perspectivas Socioculturales del Futbol Latinoamericano, que refieren a la territorialidad como un punto de encuentro entre los hinchas organizados. Por un lado, Camilo Améstica plantea una agenda de investigación en la que se suma una importante consideración por la “memoria social” (2014, p. 203). Esta inclusión pretende incluir en el análisis la “dimensión histórica a la construcción de las referencias identitarias [...] que se proyectan sobre ciertas territorialidades” (Améstica, 2014, p. 195). En cuanto a la memoria habrá que realizar un bosquejo teórico con las precisiones debidas, pero como categoría analítica es útil en el estudio del pasado legítimo trasmitido entre los integrantes de un grupo de hinchas militantes: esto guía sus actividades cotidianas, sirve como aliciente para la unión grupal y las relaciones de poder que ello supone. Dentro del universo simbólico, el pasado funge como un relato fundacional del nosotros, al grado de llegar a glorificar y enaltecer los acontecimientos perpetrados por los miembros más antiguos. Claro está, en dicha transmisión oral hay una selección y una narrativa de estos hechos, la versión fidedigna de la historia está en otros menesteres académicos. No obstante, esta argumentación coincide con los que Cabrera (2014) rescata de la autora Elizabet Jelin en su “función política de la memoria”, pues este pasado compartido articula el presente, las prácticas cotidianas del mismo, así como las representaciones culturales como parte de las identidades individuales y colectivas. Este autor llega a mencionar el “mito soreliano” en su explicación sobre los comienzos históricos de Los Piratas en la ciudad de Córdoba, Argentina; puesto que el pasado peronista y de activismo sindical es considerado fundamental en la grandeza del grupo, a su vez compromete a los nuevos miembros con un origen glorificado. Al realizar la comparativa entre los aportes de ambos autores, queda de manifiesto que la memoria colectiva sigue siendo toral en la generación de identidades; con todas sus aristas a considerar, el pasado narrado desde el presente conserva su función aglomerante.

Es interesante pensar en cómo se movilizan los mecanismos identitarios en contextos de crisis. El prolífico autor sobre temáticas deportivas y cultura popular, Pablo Alabarces (2006a), documentó un suceso de este tipo durante la crisis económica en Argentina durante diciembre de 2001, que pasó a ser conocida como el ‘cacerolazo’.1 Ante la desolación de la carencia económica y la inestabilidad política, el autor consideró que había “nuevos productores de prácticas sociales” en los medios de comunicación como el nuevo relator sobre la imposibilidad del Estado por amalgamar posturas ideológicas después del peronismo, la dictadura cívico-militar y el posterior conservadurismo.

De esto se debe rescatar la importancia del contexto histórico en la generación de prácticas sociales. Como el autor menciona, solo algunos grupos mantuvieron cierto poder simbólico sobre el resto de la sociedad civil, aquellos que acudían a la memoria histórica para la reivindicación de daños por el autoritarismo militar y los sectores acomodados de la sociedad argentina. Luego entonces, en un ambiente de vacío identitario e ideológico, se acude a otros referentes para consolidar la “identidad posicional” de la que habló Archetti (1984). El sentido de la argentinidad ‘imaginada’ - en las ideas de Anderson, rescatado por el autor - no correspondía a las necesidades materiales del pueblo, la fisura de la corporalidad identitaria dejó un vacío simbólico. De tal modo que, siguiendo a E. P. Thompson (1979) en la noción de la “identidad como una experiencia de lucha y conflicto” (citado en Alabarces, 2006b, p. 14), hubo un desplazamiento de las prácticas futbolísticas hacia nuevos espacios que plantearon nuevas significaciones dentro del entramado cultural argentino, ello también implicó otro consumo cultural cercano a la subalternidad y sus prácticas ilegítimas. Todas estas experiencias del caso argentino nos sirven para reflexionar sobre el caso análogo en la frontera norte de México. Las prácticas y los sentidos compartidos forjaron instituciones que intentaron hacer frente a la leyenda ‘negra’ de Tijuana, marcaron pautas sobre la sociabilidad en la región y crearon instituciones que son dignas de contemplar en el análisis del deporte tijuanense.

Atisbos de la memoria en el ser fronterizo

Consideramos que un estudio de este tipo es necesario para Tijuana y Baja California. A partir del trabajo de campo, pudimos constatar que muchas ideas sobre el deporte y la migración a la frontera se pueden observar desde el lente futbolístico. El acercamiento a la asociación Unidos por el Futbol, A.C. posibilitó el acceso a fuentes memoriales que desconocíamos. Aquí ofreceremos algunos atisbos sobre esta historia por hacer, la historia de las personas que hicieron los eventos posibles. Desafortunadamente, la influencia del presentismo hace que el equipo en primera división mexicana opaque la memoria colectiva del futbol en la región. Este supuesto es parte de una idea generalizada del sentido común foráneo y de quien desconoce la historia tijuanense, noción que habremos de contradecir en este apartado.

Los investigadores del Colegio de la Frontera Norte, Luis Escala y Guillermo Alonso (2012) emprendieron una búsqueda intelectual que explicara, en términos sociológicos y antropológicos, la función gregaria del deporte en contextos de migración. Aunque el enfoque de la obra sea global, considerando que el énfasis es la explicación migratoria, abrió la posibilidad para que se contemplaran los fenómenos culturales deportivos como parte del interés académico y sus instituciones al reunir a importantes analistas en un plausible trabajo colectivo. A su vez, los artículos nos dan cuenta de la universalidad del futbol, más allá de una perspectiva colonialista, la apropiación del futbol da cuenta de una asimilación cultural que siempre permite impregnar significados como resultado de la agencia de los actores sociales. En ello reside su importancia como actividad de la cultura popular: no es mera enajenación mediática o consumista, sino que es un escenario simbólico que adapta su práctica al contexto sociocultural en que se desarrolla.

Después de coordinar la citada obra, Alonso (2014) publicó un texto prolijo en cuanto a investigación e interpretaciones antropológicas acerca del futbol. La genealogía brindada por el autor permite ubicar la diseminación mundial de este deporte con valores estéticos, políticos, identitarios, e inclusive poéticos. Con una notable recopilación de fuentes entre intelectuales del futbol, antropólogos, sociólogos e historiadores, esta obra nos permite adentrarnos en realidades futbolísticas tan diversas como los nacionalismos escoceses e irlandeses, el caso catalán y los inicios del balompié mexicano. Las posibilidades interpretativas de esta actividad son de diverso calado, es por ello que pensamos que se adolece de un texto que logre dicha exégesis de la práctica deportiva en Tijuana. Los referentes internacionales son importantes porque nos dan una guía, caminos intelectuales trazados que podemos transitar a nuestra manera.

Los investigadores colombianos Alejandro Villanueva y Germán Bustos (2018) nos recuerdan los acontecimientos históricos en los que el telón de fondo de la justa deportiva ha sido la guerra o la paz. Por ejemplo, la crónica del prestigioso periodista Ryszard Kapuscinski sobre la llamada “guerra del futbol” entre los países centroamericanos Salvador y Honduras. Si bien el conflicto tiene su raíz en la disputa de tierras, fue en la contienda por un lugar en el mundial México 1970 lo que propició la actitud hostil de los aficionados de ambas selecciones en sus respectivas visitas, ello desató un conflicto armado cuya arena de conflicto fue, en primera instancia, los estadios de futbol. En contraste, hemos sido testigos de un proceso de pacificación colombiano entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en el que estos últimos han utilizado la camisa de la selección nacional como símbolo de unidad en sus pronunciamientos desde la Habana, Cuba. La función metonímica de este recurso queda de manifiesto cuando la retórica es de reconciliación, nada mejor que los goles de la selección para abrazar al compatriota.

Estas posibilidades de pacificación desde el deporte son relevantes a discutir, si se tiene en claro que este análisis debe trascender las posiciones maniqueas al respecto. Un esfuerzo que es digno de reconocerse es el del historiador tijuanense Armando Estrada (2009) con su libro Valores Sociales del Deporte Popular. Convivencia, Socialización e Identidad en Tijuana, 1920-1950. En la temporalidad señalada, el autor discute las bondades de las prácticas y asociaciones deportivas que generaron sentido de pertenencia en generaciones de tijuanenses que iban llegando al territorio norte. Prueba de ello es cómo en la década de los cuarenta, tras la entrada de Estados Unidos al conflicto internacional de la Segunda Guerra Mundial, este país demandó mano de obra extranjera. Miles de mexicanos de diversas regiones migraron a la frontera norte: “Los nuevos habitantes de Tijuana trajeron consigo los diversos estilos de mexicanidad de sus regiones de origen. Esto repercutió en el gusto recreativo de la población, la cual empezó a practicar el futbol” (Estrada, 2009, p. 166). Ello constituye otro ejemplo de cómo la condición fronteriza, con la migración masiva que le caracteriza, impactó en la vida cotidiana de los tijuanenses. La recreación y el ocio fueron incorporando elementos ‘foráneos0; esto es, fuera de la región fronteriza o borderland que propiciaba otros deportes de la hegemonía estadounidense como el básquetbol o el béisbol. Es importante en esta obra el reconocimiento de los gestores pioneros del balompié, en el que se reconoce a Óscar Mancilla Gamboa como el primer promotor y a los años de 1944-1945 en los que se inició el proceso de consolidación de las ligas amateurs y los eventos multitudinarios en la joven Tijuana.

Cabe señalar que el énfasis de la obra es el valor social de los deportes en Tijuana, por ello reúne los testimonios de los principales actores en las diversas expresiones deportivas. Remarcamos la función pedagógica como un aspecto a considerar en la formación de una mejor civilidad, en palabras del autor:

Primer equipo campeón en una liga futbolística en Tijuana

Para las escuelas locales el deporte representaba una de las formas en las cuales los alumnos aprendían a socializar, es decir se transmitía la cultura fronteriza. Se instruían las reglas, las prácticas de juego, el valor de la solidaridad y la cooperación. Era aprender un juego jugándolo, a ser parte de un equipo, un equipo que representaba la escuela, era además definir una identidad. (Estrada, 2009, p. 171)

Debemos recurrir a lo señalado por Elias y Dunning (1986) con el proceso de civilización. Si bien la Tijuana de esos años no encarnaba la barbarie, también podemos intuir que la creciente población nativa demandó una serie de instituciones forjadoras de la civilidad, las campañas moralistas post cardenistas son parte de ese ser patriótico, trabajador y saludable. Qué mejor forma de transmitir estas pautas de significado a través de un medio lúdico: la vía deportiva.

No pensamos que se deba caer en el maniqueísmo del imaginario positivo o negativo de la ‘leyenda blanca’ o ‘negra’, respectivamente. Preferimos esbozar algunas nociones de una historia social del futbol, aunque sean mínimas. A partir de los esfuerzos de los actores deportivos, se consolidaron obras colectivas y la asociación Unidos por el Futbol, A.C.,2 que desde el año 2011 y hasta la fecha, lleva a cabo una premiación simbólica a los ‘verdaderos’ actores del futbol. Dedicaremos algunas reflexiones al trabajo de estos forjadores y sus implicaciones en la memoria colectiva local.

Fruto de este repositorio memorístico es el libro Que Ruede el Balón. Futbol en Tijuana Memoria de Protagonistas, editado por Tarcisio Villarruel en 2009, miembro activo de la asociación antes mencionada. Dicho documento reúne el testimonio de decenas de mujeres y hombres que participaron en la consolidación de las diferentes ligas futbolísticas de la ciudad. Uno de ellos en específico, el proporcionado por Marco Antonio Cabrera, menciona los comienzos de la afición futbolística en los que destaca la presencia de familias en la ‘algarabía sana’ y sin violencia que se presentaba en las gradas de Parque México o el estadio Romero Manzo. A su vez, los autores de este emotivo texto dejan impregnado en sus párrafos un sentido de pertenencia notorio en lo que ahora era su nueva casa, Tijuana, Baja California. Con orgullo recuerdan sus proezas deportivas, pero es notable el objetivo de trascender la rivalidad deportiva para consolidar una comunidad futbolística.

Dicha comunidad, materializada en asociación civil, lleva algunos años reconociendo a los protagonistas reales de los encuentros. Con ello se refieren a las familias de las y los jugadores, existe un sentimiento de gratitud hacia los actores que de alguna forma posibilitaron la realización de un pasado pletórico. Su afán no es el de premiar a las ‘estrellas’ de los equipos, sino reconocer la valía de todos los involucrados en las gestas deportivas, incorporan un reconocimiento público con alto impacto simbólico a la identidad civil, deportiva y fronteriza.

Alejados de una idealización de estos sucesos, reconocemos que se trata de ver a la actividad deportiva como una trama de significación, que permite la transmisión de pautas de significados a las nuevas generaciones. En dicha intersección de generaciones, ubicamos ciertos anclajes de identidad que nos ayudan a comprender la aparición de la afición al futbol, que en la década de los noventa posibilitó la creación de la barra brava.

Claramente, los miembros del grupo comparten las nociones aportadas por Estrada (2009) respecto de la función pedagógica del futbol en la civilidad tijuanense, pero con una marcada percepción emotiva sobre el pasado. Nos gustaría aventurar uno de los conceptos novedosos en la historiografía para analizar la importancia del espacio y la memoria en la intersubjetividad de las comunidades, nos referimos a los “lugares de la memoria”, del historiador Pierre Norá (2001). Con esta elaboración teórica, el autor se refiere a “toda unidad significativa, de orden material o ideal, de la cual la voluntad de los hombres o el trabajo del tiempo ha hecho un elemento simbólico del patrimonio memorial de cualquier comunidad” (citado en Allier, 2008, p. 166). En nuestra recopilación de datos, nos hemos percatado de la importancia de los lugares para la comunidad futbolística. El campo cercano al Puente México, recinto de los primeros sucesos en el balompié local, desapareció y cedió su relevancia y función al estadio Romero Manzo en la delegación Otay, nombrado así tras la muerte de otro promotor destacado del futbol en la región, Jesús Romero Manzo. A su vez, la comunidad futbolística ‘migró’ a este lugar para generar otros espacios de convivencia ― e.g., casas club ― alrededor del estadio y canchas dedicadas exclusivamente a la práctica del futbol. Es por ello por lo que valoramos la relevancia simbólica de estos hechos para la comunidad tijuanense. Claramente vemos condensada la memoria colectiva, existen equipos que por décadas han transmitido la pertenencia a su comunidad a través del deporte. Este anclaje identitario es parte de la cultura popular, pero se olvida ante los hitos nacionalistas u otros sucesos privilegiados dentro del panorama cultural fronterizo. No es el tema de nuestra investigación, pero dejamos esta reflexión como un punto a considerar en la historia social del deporte.

En aras de una consolidación metodológica con referencias empíricas sobre los conceptos académicos propuestos, hemos rescatado fuentes orales y hemerográficas de los acervos privados de integrantes de asociaciones civiles como Unidos por el Futbol y Salón de la Fama del Deporte en Tijuana. Estas fuentes nos han permitido investigar la experiencia del futbol en la frontera, a pesar de que carecen de rigor académico ― e.g., publicaciones sin fechas y recopilación de textos al azar.

En la entrevista realizada el 28 de octubre de 2021 se pudieron constatar datos relevantes para la historia del futbol de Tijuana y el entramado simbólico implícito en su memoria colectiva. Ejemplo vivo de ello es el señor José Luis Sánchez González, apodado “el italiano”, quien aportó datos fundamentales que podemos correlacionar con el origen tanto de los clubes de futbol como de sus integrantes. Dichas correlaciones las podemos ubicar como parte de la narrativa de los migrantes cuya adscripción identitaria se configura a partir del contacto social facilitado por la actividad deportiva, en este caso el futbol.

Un caso emblemático que podemos mencionar gracias a los datos aportados es del Club Deportivo Jalisco, cuya agremiación y nombre corresponden a los lazos del origen en común que se afianzaron en la frontera. Con las fotografías exhibidas pudimos constatar que dicho club tuvo por origen la intervención de los hermanos Corona, originarios de Guadalajara y que también tuvieron una brillante trayectoria deportiva como bolichistas (bowling) y fueron empresarios prolíficos en la ciudad. Las actividades económicas realizadas tanto en el ramo hotelero como restaurantero les permitieron auspiciar al club de futbol y fueron sumando integrantes de la misma entidad federativa originaria que ya residían en la frontera, como fue el caso del entrevistado, el señor Sánchez, procedente del municipio de Quitupan, Jalisco.

Una situación análoga se presentó con el Club Tecolotlán. Este equipo fue conformado por los integrantes de la familia Cuevas que tuvieron por profesión el oficio de llanteros y eran originarios de este emblemático pueblo jalisciense. Quienes militaron en dicho club conocieron la razón del nombre y formaron generaciones de atletas que llevaron el nombre del equipo otorgado por los pioneros futbolistas en la región, pero que ahora se identifican como tijuanenses. Por añadidura debemos recalcar la importancia de los ‘agentes’ o gestores de la actividad deportiva, en la tónica en que la A.C. Unidos por el Futbol señala, ellos constituyen los protagonistas reales de la práctica deportiva, puesto que sin su participación el hecho social deportivo no se hubiese logrado como aconteció en la frontera. Ya los hemos destacado en la formación de la liga con el señor Jesús Romero Manzo, el señor Héctor ‘México’ Holguín ― originario de Toluca, estado de México ― en la formación del Club Zona Norte, y los hermanos Cuevas con el Tecolotlán.

Sumado a dichas consideraciones debemos marcar la importancia de los gremios o asociaciones laborales que coexistieron con la actividad futbolística. Entre ellas nos parece importante marcar el caso de clubes como el Migración integrado por trabajadores de dicha dependencia en el ramo gubernamental, o el de Directivos que se conformó a partir de las gestiones de los mismos dirigentes de la liga. Sin duda existe toda una veta de investigación para explicar las redes al interior de las ligas, sus negocios y el poder ejercido en estos colectivos, pero para los intereses del artículo, podemos sintetizar dichas experiencias como el sedimento común de los migrantes para echar raíces en la región. Más allá del plano metafórico, el espacio fronterizo como experiencia consolidó las bases de la identificación colectiva como deportistas/futbolistas y tijuanenses.

Claro está que no todas las narrativas futbolísticas en la frontera son masculinas, nos parece ilustrativo traer el testimonio de Martha Guzmán, pionera de la liga femenil y también originaria de Jalisco. Es importante remarcar en sus palabras cómo se vinculó al futbol, además de su actividad laboral. Agradecemos a la A.C. Unidos por el Futbol por recopilar estos testimonios, que aunque no sea un texto prolijo en términos académicos, conserva la memoria de los participantes para su análisis histórico. Pensamos que es mejor traer las propias palabras de la jugadora para proceder con el análisis hermenéutico:

Nací en Cocula, Jalisco un 29 de julio de 1952. Fui traída a Tijuana de 4 años cumplidos y, desde entonces permanezco en esta que es mi ciudad. Amo a Tijuana porque es una gran ciudad que recibe con los brazos abiertos a cuantos aquí llegan en busca de una mejor vida… Por azares del destino, al enfermar mi padre ya no seguí estudiando y tuve que trabajar para ayudar en la economía familiar, fue así que comencé mi vida laboral en una fábrica electrónica, iniciándome a conocer diferentes ambientes de trabajo y muchas amistades. En esta maquiladora, se organizaban torneos de volibol en los cuales participé. El 6 de octubre del año 1970, se llevó a cabo el primer encuentro de futbol femenil en la frontera mexicana, siendo los equipos Tránsito del Estado contra las “Barahundas” de don Gonzalo y Emma González; perdimos ese histórico partido, 2-1. (Anuario de actividades y reseña de jugadores, 2011, p. 205)

El jalisciense Club Tecolotlán en prensa

Fuente: Archivo del Salón de la Fama del Deporte en Tijuana.

Agradecemos al consejo directivo su amable atención a la solicitud de fuentes para la realización de este estudio, en especial a su presidente César Meza Sandoval, al Ing. Víctor Cortés Gonzáles y a Ezequiel Delgado Gómez.

Nuestra futbolista refiere temas de vital importancia que nos aproximan a la hermenéutica de la experiencia fronteriza a partir del futbol. La coyuntura histórica del Programa de Industrialización Fronteriza desde la década de los sesenta trajo grandes cambios en la población tijuanense, ello marcó pautas de reciprocidad que posteriormente se convertirían en apropiación comunitaria. De nuevo, se menciona la importancia de las y los patrocinadores del deporte, así como la intervención de gremios tan variados como la maquila o burócratas.

Hito del deporte en la frontera: la copa Kennedy

Dentro de las experiencias que podemos rescatar como rituales de civilidad, encontramos como un acontecimiento emblemático la copa Kennedy, celebrada en 1965 en Tijuana y que condensó el nacionalismo que se vivía en la región fronteriza. Dicha justa deportiva invitaba a equipos de futbol de Estados Unidos, de ciudades próximas a la frontera como San Francisco o Los Ángeles. Este suceso causó gran expectativa puesto que el equipo tijuanense representó metonímicamente a toda una nación, un país que se veía distante, pero que se sentía a partir del deporte. El anclaje identitario que presupone el nacionalismo ha sido cuestionado en Tijuana por adaptar modismos estadounidenses en el lenguaje, música, cultura popular, entre otros. Pero en este episodio, referido en la Figura 3, encontramos la consolidación de la afición futbolística, su carácter regionalista y mexicanista que formaron la experiencia común como tijuanenses.

Los acontecimientos, narrativas y correlaciones que se establecieron en el presente artículo son una aproximación a la hermenéutica del deporte en Tijuana. En este sentido, los conceptos del historiador Reinhart Koselleck (2001) ‘espacio de experiencia’ y ‘horizonte de expectativa’ representan un anclaje teórico para la comprensión de la identidad fronteriza, siempre cuestionada e inestable en los símbolos que le son propios. A partir de la narrativa de los protagonistas y pioneros del futbol en la región, pudimos constatar que el ‘espacio de experiencia’ compartido cumple con las características de ser un espacio marcado por la frontera, esto significa que las relaciones migratorias, económicas, políticas, laborales y comunitarias se circunscriben al flujo constante, pero que a la vez recurren a experiencias colectivas que los acercan a su comunidad, como pueden ser el origen o las demás actividades cotidianas señaladas aunadas al deporte. Ello constituyó, en parte significativa, lazos e identificación social de quienes participaron en las justas deportivas, ya sea directamente como jugadores, patrocinadores, gestores, comerciantes, familias y un largo etcétera de agentes que propiciaron el hecho social-deportivo.

Sin embargo, hemos de reconocer que el ‘horizonte de expectativa’ se presenta difuso en su explicación, habría que acudir al análisis micro-social para describir lo que significó ser de frontera para estos actores futbolísticos. En el caso del señor Luis Sánchez, ello implicó nunca regresar a su lugar de origen, migrar hacia San Diego para trabajar y procrear una familia de cinco integrantes que poco conocen del pueblo originario de su padre, quien a su vez acudió al futbol para mantener apego a su nacionalidad y pertenencia. En términos académicos, podemos encontrar analogía con las diásporas de migrantes alrededor del mundo, pero en el caso tijuanense se aprecia que la movilidad social generó relaciones cristalizadas en las acciones cotidianas. El futbol fue un pretexto para la identificación colectiva que a la postre marcó un ‘horizonte’ como gente de frontera, un nodo entre la mexicanidad y la migración como aspecto sui generis de la ciudad que enmarcamos como fundamental en su comprensión como ente sociohistórico.

Nacionalismo en las canchas

Este breve recuento de la aparición de la afición futbolística nos ofrece la posibilidad de aseverar que todo fenómeno presente o contemporáneo en materia futbolística, es resultado de un proceso histórico de más de medio siglo. Sería injusto decir que solo desde la profesionalización del futbol o con los equipos en primera y segunda división comenzó la sociabilidad alrededor de este deporte. Los aficionados ― en otras latitudes dirían ‘hinchas’ ― ya existían antes del Club Tijuana F.C. o como popularmente se conocen, ‘los Xolos’.3 Hemos demostrado con evidencia empírica que la afición futbolística se manifiesta desde mitades del siglo XX con actores sociales, familias y migrantes que aportaron al crisol cultural de la frontera bajacaliforniana. Algunas versiones se centran en la inmediatez del fenómeno como una particularidad de la región fronteriza,4 pero carecen de perspectiva histórica, es por ello que no han logrado una interpretación verosímil sobre esta representación cultural tijuanense.

Conclusiones

Creemos que es importante relativizar la afición reciente al equipo profesional de futbol Xoloitzcuintles de Caliente y la masificación del futbol en la ciudad de Tijuana. En primera instancia, la afición a un deporte es antecedida por la práctica de este. Así, se entiende que la práctica del futbol como actividad recreativa llegó con la ola de migración posterior al reformismo cardenista. Los migrantes no viajan solos, sino que llevan un repertorio cultural amplio que reproducen en otros contextos. Dicha reterritorialización necesita de arenas simbólicas en las que sus asociaciones adquieran sentido dentro de las prácticas cotidianas. De esta forma comprendemos cómo se gestaron clubes futbolísticos con amplia tradición; como ejemplo de ello tenemos al Club Zona Norte cuyo apego se manifiesta en relación con una colonia popular de la ciudad o el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) Sinaloa con representación de los migrantes de esta entidad federativa. Ambos clubes han consolidado una territorialidad particular, con décadas de existencia y siguen vigentes en los campos Romero Manzo en la delegación de Otay, Tijuana, Baja California.

Asimismo, consideramos que los aportes antropológicos nos han brindado guías epistémicas a seguir. Huizinga (1949) y su concepto homo ludens nos han clarificado que “la cultura se juega” la forma en que se asimilan las prácticas culturales se gesta a partir del aspecto lúdico de la actividad. Es por ello por lo que en Tijuana se consolidó una afición futbolística como parte de una historia local íntimamente ligada a la migración, a pesar de la influencia estadunidense ― por ejemplo, el béisbol y básquetbol han sido los deportes históricamente predilectos de las poblaciones norteñas. Aquí tenemos otro aspecto ineludible al analizar los particularismos culturales de la región, la condición fronteriza actúa como eje explicativo del devenir histórico de las prácticas culturales y su representación.

Este breve ensayo no tiene el propósito de juzgar qué prácticas deben ser socialmente aceptables. La libertad de los seres humanos no se constriñe a los criterios de la moralidad, pues estos son marcos de referencia que no siempre se alinean con el pensar o sentir de las personas. El ‘acuerdo social’ está cruzado por la imposición de pautas heredadas. Sin embargo, las mencionadas pautas no deben ser interpretadas como restricciones aplastantes, sino que constituyen un elemento toral del ‘espacio de experiencia’, el sedimento vivencial que potencializa las relaciones sociales del día a día. Es por ello que el deporte y la memoria colectiva concatenan sentidos, sociabilidades y agentes, cuya relevancia se puede demostrar en diferentes contextos.

Ante la precariedad en las instituciones sociales, se debe valorizar la importancia de los discursos que promueven la continuidad de la comunidad. Un gran filósofo existencialista tuvo la agudeza de reflexionar sobre el comportamiento instintivo de los humanos, Albert Camus. En su novela, La Peste se mencionan las ‘medidas profilácticas’ para contener la propagación de la enfermedad, son estos esfuerzos y la suma de individualidades en donde el autor encuentra la bondad del ser humano. Y es lo que uno se puede cuestionar: ¿por qué si conocemos los males de la sociedad, no tomamos las medidas para prevenir estas enfermedades? No nos referimos a los extremos de la eugenesia, pero sí consideramos que la higiene social debe estar basada en medidas precautorias: educación, salud, esparcimiento, arte, deportes; prácticas que logren la plenitud de las personas en sociedad.

Notas al pie:
  • 1

    Entre numerosos daños materiales por las protestas, hubo 25 muertos en las calles argentinas durante ese trágico diciembre. Para mayores cifras de la situación económica, consultar el artículo de Alabarces (2006a).

  • 2

    Agradecemos concretamente a sus miembros por su colaboración al prestar sus archivos, tiempo e interés a nuestro proyecto de investigación.

  • 3

    Gracias a las amables observaciones de los lectores del artículo, podemos matizar esta aseveración. El establecimiento mismo del Club Tijuana como una plaza futbolística rentable se debe precisamente a que el ‘horizonte de expectativa’ de los fronterizos en la región demandó la aparición de un equipo propio ― más allá de los aficionados a otros clubes ― y ello se gestó gracias a las experiencias comunes. En la prensa local persisten algunas voces que agradecen a la familia Hank la aparición del futbol en Tijuana, a ello nos referimos con la crítica mencionada.

  • 4

    Nos referimos en específico al documental Club Frontera, cuya investigación histórica es muy limitada y pareciera un promocional del equipo para los ojos externos. Sin embargo, se repite constantemente la idea del futbol en Tijuana como un suceso reciente, noción que negamos rotundamente.

Archivos
  • Acervo particular de la asociación civil Unidos por el Futbol. Baja California, México
  • Archivo del Salón de la Fama del Deporte en Tijuana. Baja California, México
  • Archivo Histórico de Tijuana (AHT). Baja California, México
Fuentes primarias editadas
  • Anuario de actividades y reseña de jugadores (2011). Tijuana: Unidos por el Futbol, A.C.
Literatura secundaria
  • Alabarces, P. (2006a). De los tribalismos a la política: las hinchadas argentinas entre la crisis, el Mundial y el destino de la Patria. Quórum. Revista de Pensamiento Iberoamericano (14), 114-27.
  • Alabarces, P. (2006b). Fútbol y patria: el fútbol y (la invención de) las narrativas nacionales en la Argentina del siglo XX. Papeles del ceic. International Journal on Collective Identity Research, 1. Consultado el 15 de Julio de 2022: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=76500401
  • Alonso, G. (2014). En busca de la poesía del futbol: una aproximación a su genealogía, rasgos culturales y sentido. Tijuana: El Colegio de la Frontera Norte.
  • Améstica, C. (2014). La gente que nunca falla: construcción del nosotros en el hincha viajero regional de un club de fútbol chileno. En Todo es cancha: Análisis y perspectivas socioculturales del fútbol latinoamericano (pp. 179-208). Chile: Cuarto propio.
  • Archetti, E. P. (1984). Fútbol y ethos. Buenos Aires: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
  • Beltrán Cortez, J. (2014) Cómo deben vernos. La fotografía como tecnología de la reconstrucción discursiva del yo. Los tijuanenses y su leyenda blanca. Tijuana: El Colegio de la Frontera Norte.
  • Buford, B. (2006). Entre los vándalos. Barcelona: Anagrama.
  • Bundio, J. (2013, abril). El hinchismo como ideología radical. Revista Kula, Antropólogos del Atlántico Sur (8), 60-68. Buenos Aires, Argentina.
  • Cabrera, N. E. (2014). Una aproximación etnográfica sobre la hinchada de Belgrano: violencia, identidad y poder en “Los Piratas”. Revista del Museo de Antropología, 7 (2), 359-70.
  • Calvo, F. (1998). Asesinos, traficantes y delincuentes. Una campaña contra la violencia en el fútbol. Buenos Aires: mimeo Editorial.
  • Castillo Mendoza, J. (2011). Reflexión hermenéutica sobre el deporte. Recuperado de http://servicio.bc.uc.edu.ve/multidisciplinarias/estudios_culturales/num7/art11.pdf
  • Constela, C. y Valenzuela, E. (2014). Todo es cancha: Análisis y perspectivas socioculturales del fútbol latinoamericano. Santiago de Chile: Cuarto Propio editorial.
  • Crain, W. C. (1985). Kohlberg’s stages of moral development. Theories of development: concepts and applications (pp. 118-36). Nueva Jersey: Prentice-Hall.
  • Elias, N. y Dunning, E. (1986). Quest for excitement. Sport and leisure in the civilizing process. Nueva York: Basil Blackwell.
  • Escala, L. y Alonso, G., eds. (2012). Offside/Fuera de lugar. Futbol y migraciones en el mundo contemporáneo. Tijuana: El Colegio de la Frontera Norte.
  • Estrada, A. (2009). Valores Sociales del Deporte Popular en Tijuana 1920- 1950. Tijuana: Gobierno del estado de Baja California.
  • Fábregas Puig, A. (2001). Lo sagrado del Rebaño: El fútbol como integrador de identidades. Guadalajara: El Colegio de Jalisco.
  • Fábregas Puig, A. (2012). Chicago: futbol, identidad, migración. En Offside/Fuera de lugar. Futbol y migraciones en el mundo contemporáneo (pp. 47-62). Tijuana: El Colegio de la Frontera Norte.
  • Frydenberg, J. D. (2011). Historia social del fútbol: del amateurismo a la profesionalización. Buenos Aires: Siglo XXI.
  • Galeano, E. (1995). El fútbol a luz y sombra. Madrid: Siglo XXI.
  • Huizinga, J. (1949). Homo Ludens: A Study of the Play-Element of Culture. London: Routledge & Kegan Paul.
  • Koselleck, R. (1993). Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos. Madrid: Paidós.
  • Koselleck, R. (2001). Los estratos del tiempo: estudios sobre la historia (Volumen 66). Ciudad de México: Grupo Planeta.
  • Piaget, J. (2003). Part I: Cognitive development in children - Piaget development and learning. Journal of Research in Science Teaching, 40 (S1), S8-S18.
  • Ramírez-Macías, G. (2018). Hermenéutica heideggeriana aplicada al deporte: Mitsein y aletheia. Cultura, Ciencia y Deporte, 13 (38), 167-73.
  • Ricoeur, P. y Kearney, R. (1978). Myth as the bearer of possible worlds. The Crane Bag, 2 (1), 112-18.
  • Segura Trejo, F., y Govea, A. I. (2016). El Fútbol en Tres Tiempos Sociales: Observaciones de un Festival Asociativo en Caju, Río de Janeiro, Brasil 2014. podium Sport, Leisure and Tourism Review, 5 (2), 1-14.
  • Villanueva, A., y Gómez, G. (2018). Hinchadas, barras bravas y fútbol colombiano. Perspectivas críticas desde las investigaciones sociales. Revista de Ciencias Sociales, 27 (41), 211-33.
  • Villarruel, T. (2009). Que ruede el balón. Tijuana: Península.
  • Vinnai, G. (2003). El fútbol como ideología. Madrid: Siglo XXI.
  • Viñas, C. (2005). El mundo ultra: los radicales del fútbol español. Madrid: Temas de hoy.
Historial:
  • » Recibido: 26/11/2020
  • » Aceptado: 18/10/2021
  • pub: 27/07/2022
  • » : 14/09/2022» : 2022