Angélica Romina Martínez Castellanos (1969-2010)

 

Ana  María de la O Castellanos
Universidad de Guadalajara

 

Todavía permanece fresco el recuerdo en  mi  memoria de  aquellos días calurosos del mes de junio  de 1992 cuando junto con otros estudiantes de la licenciatura en historia, Romina y quien escribe estas líneas nos  lanzamos  al rescate del Archivo Municipal de Ejutla, Jalisco. Entre el polvo  del acervo, restos de  polilla, rastros de  roedores, los  cubrebocas y guantes que siempre nos sofocaban y que los tolerábamos porque en muchas ocasiones son  parte de  los gajes del  historiador, siempre estuvo el comentario chusco y el buen humor que reflejaban su capacidad de sorpresa para interpretar aquellos documentos  que nos  iban retratando una sociedad rural de las primeras décadas del siglo  XX. Algunos años después tuvimos la oportunidad de recorrer la mayor parte del territorio de este municipio para registrarlo fotográficamente, y durante esa jornada  pudimos discutir y constatar el  sentido de  los cambios históricos en  las  realidades locales, en  este caso de  Ejutla. Cada experiencia que se compartía con Romina era  un  intercambio memorable, donde lo humano, la espontaneidad y lo académico se entrelazaban profundamente.
Romina, como  le gustaba que le llamaran sus estudiantes, a quienes veía  como  iguales, difícilmente podía pasar inadvertida en los diversos ámbitos universitarios que recorrió y a través de los cuales llegamos a conocerla. En el Departamento de Historia del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades traer a colación el nombre de Romina era sinónimo de exigencia, honestidad, solidaridad, crítica social, ironía y humor, con los cuales llegó  a romper en  más de  una ocasión los cánones de  la academia sin apartarse del  firme  compromiso que siempre mantuvo: la formación de  los alumnos con  un  alto grado de preparación y sentido de  autocrítica. Éste llegó  a su máxima expresión cuando tuvo a su cargo la coordinación de  la licenciatura en historia y posteriormente en  los grupos académicos en  los que participó. A siete años de  distancia todavía se comenta en  los pasillos su posición crítica inicial ante la reforma a  los planes de estudio por competencias, los que calificaba de “neoliberales”, aunque luego de largas discusiones ella misma propugnaba porque quedara claramente definido el papel del historiador en los ámbitos de la investigación y la gestión cultural.
En las  investigaciones que realizaba le encantaba reflejar su carácter. Como  académica  irrumpió en el ámbito de la investigación con los temas de la rebeldía, el humor y la ironía política. En su primer trabajo como historiadora su  interés versó sobre la llamada “tercera raíz” de  la identidad mexicana: la negritud. Ese  esfuerzo culminó en  su  tesis de  licenciatura, que defendió exitosamente y que tituló Esclavos rebeldes en  Guadalajara, siglo  XVIII. Después, en  sus estudios de  posgrado, se concentró en  el análisis del humor político, el cual  supo leer  a partir de  la trayectoria de su  abuelo Jesús Martínez, Palillo,  y sus representaciones en  las carpas mexicanas, así  como  en  la investigación que estaba desarrollando para la tesis doctoral bajo  el título Las carpas en Guadalajara 1920.  Una historia de  humor y del  erotismo. Sus  reflexiones quedaron registradas en  los documentos que presentó a partir del  año  2004  en  diversos foros  académicos, y en  éstos se evidencia ese enfoque de  investigación: “Geografía del humor: las carpas de variedades en Guadalajara 1920-1940”, “México visto desde el humor político de  Jesús Martínez Palillo”,  “Cuerpos femeninos para el disfrute colectivo: las  carperas y el erotismo en  las  carpas de Guadalajara”, “El feo sexo: la deconstrucción de lo femenino por parte de  las  cómicas de  carpas durante la primera mitad del  siglo  XX” y “Los cuerpos eróticos en las carpas: una historia de vedettes y bataclaneras”.
A lo largo de casi  veinte años fueron múltiples los encuentros y desencuentros que casi  siempre se aligeraban si se acompañaban de  un  buen tequila. De  esta  manera, recorrimos Los  Campesinos, La  Fuente,  Los Equipales, Los Molachos, donde siempre encontrábamos a otro  amigo o conocido de Romina. Hasta ese lugar también llegaban sus otras preocupaciones muy  serias, como el apoyo a los grupos indígenas, la difusión de música alternativa, la preparación de  sus programas en  Radio  Universidad y en  el Sistema Jalisciense de  Radio, o las  situaciones cotidianas de injusticia. En este sentido podemos decir que su enfoque de la vida  y los temas que investigaba los  traía en  sus venas y en  su  adn, como  buena descendiente de  Conchita Rosete, de  la dinastía de los  Rosete Aranda, que fueron los titiriteros críticos del sistema durante el siglo  XIX.
Romina: siempre extrañaremos tu enfoque inteligente y agudo, tu mirada de complicidad y tu lealtad y congruencia sin  límites.