La familia Fortoul-Gandoulf y el fondo fotográfico
del museo de la Vallée en Barcelonnette, Francia

 

Sergio Valerio Ulloa
Universidad de Guadalajara

Este trabajo ofrece una muestra de las colecciones fotográficas que forman parte del Museo de la Vallée en Barcelonnette, Francia, las cuales documentan las actividades e intereses de los migrantes del lugar y sus descendientes que dejaron una huella importante
en la historia social y económica del siglo XIX y XX en México como parte medular de la industrialización, el comercio, la banca, los desarrollos inmobiliarios, la moda y la cultura en las principales ciudades mexicanas.

 

Palabras claves: Barcelonnette, migrantes franceses, colecciones fotográficas, Fortoul, Gandoulf.

 

Memoria de la emigración ubayense

En el sur de Francia, cerca de la frontera con Italia y al pie de los Alpes, se encuentra un hermoso valle conocido con el nombre de Ubaye, o también como el valle de Barcelonnette. Rodeado por altas y nevadas montañas, el valle se extiende en los márgenes de un río de aguas cristalinas, a la orilla del cual se fundaron y crecieron varios pueblos que forman parte del departamento de los Alpes de la Alta Provenza, que anteriormente era conocido como los Bajos Alpes. De estos pueblos salió un considerable y constante flujo migratorio con destino a América, donde México, la Luisiana y Argentina fueron sus principales zonas receptoras. Los habitantes de este valle comenzaron su migración hacia 1805 según un esquema muy socorrido en el siglo XIX por muchos grupos de migrantes de distintas nacionalidades, conocido como la migración en cadena. Dicha migración se mantuvo hasta mediados del siglo XX.1
Impulsados por las condiciones extremas de crudos y prolongados inviernos, por la precariedad de una economía basada en la cría de ovejas y una manufactura textil que producía telas burdas de lana, los habitantes del valle se acostumbraron a emigrar con el fin de encontrar mercados para sus productos desde fines de la Edad Media. Esta cultura migratoria y comercial los llevó a buscar fortuna al otro lado del Atlántico, en especial en México, donde llegaron a realizar los oficios que habían aprendido en sus pueblos natales y a desarrollar un comercio en pequeña escala. Posteriormente estos inmigrantes fundaron en México los almacenes comerciales de telas, novedades e importaciones más importantes del siglo XIX y XX, conocidos como El Palacio de Hierro, El Puerto de Liverpool, Las Fábricas de Francia, La Ciudad de México, La Ciudad de París, La Ciudad de Londres, El Nuevo Mundo, entre otras, y a fines del siglo XIX adquirieron o fundaron las principales industrias textileras del país, como Río Blanco, Santa Rosa, Metepec, San Lorenzo, Cocolapam, Atemajac y La Experiencia, para mencionar solo algunas.2
La experiencia de este grupo de migrantes es muy importante en el panorama social y económico del siglo XIX y XX en México, pues forman parte medular de la historia de la industrialización, el comercio, la banca, los desarrollos inmobiliarios, la moda y la cultura en las principales ciudades mexicanas. La historia de esta migración ha llamado la atención de historiadores mexicanos y franceses en los últimos 30 años, desde el artículo pionero de Jean Meyer a los libros publicados por Javier Pérez Siller, Chantal Cramaussel y Leticia Gamboa, entre otros.3
Por parte de los franceses ha habido esfuerzos significativos por rescatar la memoria de la emigración del valle de Barcelonnette. Con este objetivo se fundó la asociación Sabença de la Valeia, integrada principalmente por descendientes de estos migrantes, que ha publicado libros y testimonios sobre la historia de la migración. Desde finales del siglo XIX los barcelonnettes se interesaron por coleccionar objetos mexicanos, ya fuera estatuaria azteca, arte popular, colonial o moderno. Esas colecciones y otras que provienen de diversas partes del mundo donde los barcelonnettes tuvieron presencia forman parte del Museo de la Vallée en Barcelonnette.4 Por su parte, los descendientes de los migrantes en nuestro país fundaron en noviembre de 2003 la asociación Raíces Francesas en México (RFM).
Entre los principales coleccionistas y viajeros destaca Émile Chabrand (1843-1893), quien emigró alrededor de 1862 y se interesó en la vida y la cultura de los mexicanos, fotografió escenas callejeras, se deleitó con los pequeños oficios y estuvo atento al desarrollo de la industria artesanal. Chabrand, muy sensible a los rasgos de otras culturas, fue un viajero incansable; entre 1882 y 1883 estuvo en la India, Birmania, China, Japón, Estados Unidos y México y llevó consigo gran número de objetos y obras que destinó al museo que fundó en su propia casa en Barcelonnette. Posteriormente, en 1892, Chabrand publicó el relato de sus viajes, dedicando un capítulo completo a la historia del movimiento migratorio ubayense. Ése fue el inicio remoto del museo de la Vallée.5
El gusto por los viajes y el interés por las otras culturas fueron compartidos por otros emigrantes barcelonnettes. Entre las colecciones que alberga el Museo de la Vallée destaca la de la familia Fortoul-Gandoulf, empresarios de origen ubayense que se establecieron en Guadalajara durante la segunda mitad del siglo XIX y fundaron los almacenes de Las Fábricas de Francia.

 

La familia Fortoul-Gandoulfy sus negocios en Guadalajara

Los hermanos Léon (1855-1896) y Louis Fortoul (1863-1918) nacieron en Jausiers, en el mismo valle de Barcelonnette. Léon Fortoul llegó a Guadalajara en 1878, a la edad de 23 años; el mismo año fundó Las Fábricas de Francia junto con Adrián Berlie, Desiderio Bonnafoux y Joseph Chapuy. Seis años después Berlie y Bonnafoux abandonaron la sociedad, que quedó en manos de Léon Fortoul y Joseph Chapuy. Louis Fortoul llegó a Guadalajara siete años después que su hermano, también de 23 años, y se incorporó como socio de Las Fábricas de Francia en enero de 1887, junto con Auguste Bec.6
Léon Fortoul fue a residir a París, donde se ocupaba de la compra y remisión de efectos a la casa de Guadalajara. La estancia de Léon Fortoul en París y sus viajes por Europa eran pagados por la negociación, sin que Léon estuviera obligado a informar a sus socios de Guadalajara de los pormenores de sus viajes, pero sí de remitir cada seis meses la liquidación general de las operaciones de toda especie que hiciera, con cargo a su cuenta particular, de lo necesario para su conveniente instalación, siempre que no excediera la suma de 50 000 francos. En esas largas estancias en Europa Léon Fortoul estableció una casa matriz para Las Fábricas de Francia en París, en la rue Chabrol, números 29-31, desde donde enviaba la gran variedad de productos que expenderían sus socios en la tienda de Guadalajara.
En los años siguientes Las Fábricas de Francia siguieron progresando y expandiendo sus mercados por la costa del Pacífico hasta Mazatlán. Los puertos del Pacífico eran estratégicos para todas las casas comerciales del Occidente y Norte de México, pues por ellos se introducía una gran variedad de productos importados, pero el de mayor importancia para el Occidente, y en especial para Guadalajara, era Mazatlán, donde se descargaban los mayores volúmenes de carga de los barcos llegados de Europa y de otros puntos del Pacífico. Entre esos productos había telas, vestidos, muebles, porcelanas, sombreros, perfumes y otras mercancías de lujo. Sólo a través de estos circuitos mercantiles que unían a Guadalajara con los mercados internacionales Las Fábricas de Francia podían ofrecer a su clientela, tanto al mayoreo como al menudeo, “un inmenso y elegante surtido de géneros de última novedad”, según anunciaban en los periódicos tapatíos.
El éxito y la buena fortuna que acompañaron a Las Fábricas de Francia durante la década de 1890 se debió seguramente a la atinada administración de la empresa por parte de sus directivos y a la prosperidad que se vivía en términos generales gracias al gobierno de Porfirio Díaz y a los gobiernos del estado de Jalisco. En marzo de 1894 los socios de la compañía Fortoul y Chapuy decidieron prorrogar por cinco años más la sociedad, agregándole a la negociación el ramo de fabricación de bonetería, en lo cual invirtieron un capital de 20 000 pesos y compraron a Carlos Alatorre, industrial de ese ramo, sus máquinas, inmuebles, útiles y mercancías al precio de 4 000 pesos. Alatorre se convirtió entonces en empleado de la compañía y recibía 150 pesos mensuales para sus gastos personales, pero con la obligación de vivir en la fábrica.
La buena fortuna de Las Fábricas de Francia se vio interrumpida por la muerte de su principal socio capitalista, Léon Fortoul, ocurrida en París el 30 de octubre de 1896. Seguramente ese acontecimiento obligó a la sociedad a reestructurarse, y nuevamente quedaron como socios Joseph Chapuy, Auguste Bec y Louis Fortoul. Joseph Chapuy tuvo que establecerse en Europa y encargarse de los negocios de la compañía como lo
había hecho Léon Fortoul. Viajó en abril de 1897 y dejó la administración de los negocios en manos de Auguste Bec y Louis Fortoul, quienes continuaron con el negocio y vivían en los altos de la tienda.
El éxito económico no sólo se mostraba en el buen surtido de productos y en las ganancias, sino también en la arquitectura del edificio de la tienda, que pasó de ser una finca típica de la época colonial a ser unos almacenes con estructura y estilo parisinos, de cuatro pisos. La remodelación se llevó a cabo a partir de 1898 según los planos presentados a los gobiernos municipal y estatal. Ésta también implicó una reorganización interna con una estructura departamental: telas de algodón, telas de seda, tapicería, paraguas, corsetería, perfumería, telas blancas, encajes y adornos, casimires, calzado, telas de lana, bonetería y confecciones.
El majestuoso edificio que los dueños de Las Fábricas de Francia mandaron construir fue considerado en su momento uno de los más notables de México. Por lo extenso de su establecimiento y por la importancia y el volumen de sus transacciones comerciales durante los últimos años del siglo XIX, Las Fábricas de Francia se situaron a la cabeza de ese tipo de negocios en el Occidente del país. Los propietarios del almacén no sólo querían traer e imponer la moda y el refinamiento europeos a la sociedad tapatía, sino también el progreso y la modernidad capitalista que se habían consolidado en Europa y en los Estados Unidos.
Este anhelo de progreso era impulsado y fomentado por el régimen de Porfirio Díaz y por las autoridades estatales y municipales en Jalisco. Las elites mexicanas, en particular la de Guadalajara, compartieron ese fervor por el progreso y la modernidad y el gusto del lujo y refinamiento europeos, y una manera de demostrarlo y apropiárselos fue consumir los artículos de moda importados por Las Fábricas de Francia. Desde las ventanas del edificio podía observarse todo el ritmo de la vida de Guadalajara y de sus numerosos clientes; el tránsito de peatones, de coches y de tranvías, todo pasaba frente al cristal de sus aparadores.
El fin del siglo XIX fue para los socios de Las Fábricas de Francia un periodo de bonanza, que no sólo se reflejaba en la lujosa fachada del almacén sino también en la expansión de los negocios hacia otras actividades económicas. En diciembre de 1889 la compañía Fortoul y Chapuy trató de incursionar en la producción textil comprando la mitad de las fábricas de Atemajac y El Batán, junto con otras casas comerciales de Guadalajara como Gas y Cogordan, también barcelonnettes, además de Viuda e Hijos de Corcuera y Modesto y Gonzalo Ancira. La adquisición se hizo al empresario tapatío Ignacio Moreno y el precio total fue de 150 000 pesos.
Tras esta compra los socios de Fortoul y Chapuy participaron en la formación de la Compañía Industria de Jalisco, fundada el 10 de diciembre de 1889, junto con otras compañías. El objetivo de esta nueva sociedad era la fabricación de papel, hilados y tejidos de algodón y blanqueo y estampado de telas. Se compraban asimismo productos similares a los que producía la casa para negociar con ellos cuando fuera conveniente para el mejor expendio de los propios.
El capital social de esta compañía fue de un millón de pesos y consistía en las fábricas de hilados y tejidos de Atemajac, La Escoba, Río Blanco y El Batán, en el municipio de Zapopan, con sus edificios, aguas, terrenos, maquinaria y demás útiles, más 200 000 pesos en efectivo destinados a la compra de maquinaria y a las reparaciones necesarias de las fábricas. Aunque fue un buen intento por unificar la propiedad y la administración de las principales fábricas textiles de Jalisco, el proyecto fracasó, pues pese a que en la escritura constitutiva se estipulaba que la empresa duraría 30 años, en realidad sólo duró un año y tres meses: el 18 de abril de
1891, por acuerdo unánime de los accionistas, la compañía se disolvió y se regresaron el capital y las fábricas a los propietarios originales.
Años más tarde, el 2 de diciembre de 1899, Fortoul, Chapuy y Compañía pudo finalmente constituir, junto con otras casas comerciales de franceses, la Compañía Industrial de Guadalajara. El objeto de esta sociedad fue explotar las fábricas de hilados, tejidos y estampados de Atemajac y La Experiencia, el Molino del Salvador, el Rancho Nuevo y los baños de Los Colomitos. El capital social de la compañía fue de dos millones de pesos, divididos en 20 000 acciones al portador con valor de 100 pesos cada una y distribuidas de la siguiente manera:

Las cinco compañías que constituyeron la sociedad tenían derecho de tomar los productos de las fábricas pertenecientes a ella con un descuento del 5% sobre los precios más bajos a los que vendían las fábricas, pero estaban obligados a no ofrecerlos a precios inferiores a los de las fábricas, de tal manera que los almacenes comerciales respectivos (Las Fábricas de Francia, La Ciudad de México, La Ciudad de Londres, La Ciudad de París y El Nuevo Mundo) se surtían continuamente de estas manufacturas textiles, con lo que se logró integrar la producción con el comercio.
Los socios de Las Fábricas de Francia no sólo ampliaron sus intereses al ramo textil. El 21 de octubre de 1898 también participaron en la formación del Banco de Jalisco, junto con otras empresas locales; el capital social del banco fue de 500 000 pesos, dividido en 5 000 acciones de 100 pesos cada una, distribuidas por partes iguales entre los socios, que eran Ramón Alcaraz, Manuel Fernández del Valle, Justo Fernández del Valle, Francisco Fernández del Valle, Manuel L. Corcuera, José L. García, Francisco Martínez Negrete y Alba, L. Gas y Compañía, Fortoul, Chapuy y Compañía y Moreno Hermanos. Cada socio contribuyó con un capital de 50 000 pesos, correspondiente al valor de 500 acciones. El Banco de Jalisco aumentó su capital social de 500 000 pesos a un millón en un año, y llegó a incrementarlo hasta seis millones en 1906. Esto es un indicador de que los negocios iban muy bien y rendían jugosas ganancias a sus accionistas. Los socios de Las Fábricas de Francia, además de poder disponer de los productos de sus fábricas, tenían fácil acceso al crédito por medio del Banco de Jalisco. También incursionaron en el mercado inmobiliario participando como socios de la Compañía Jalisciense de Construcciones para especular con la compraventa y el fraccionamiento de terrenos urbanos en Guadalajara. Así promovieron la formación de la Colonia Francesa, al poniente de la ciudad. En esta compañía el capital social era de 160 000 pesos y estaba dividido en 1 600 acciones, distribuidas de la siguiente manera:

En marzo de 1901 los señores Bec y Chapuy reorganizaron su sociedad mercantil prorrogando su término por tres años más y admitiendo como nuevos socios a Laurent Bernardi, quien aportó un capital de 40 000 pesos en mercancías, y a Louis Lèbre y Pedro Langier como socios industriales. Las utilidades en esta ocasión se repartieron de la siguiente manera: a Joseph Chapuy le tocó 10%, a Auguste Bec 25%, a Luis Fortoul 25%, a Laurent Bernardi otro 25%, a Louis Lèbre 8% y a Pedro Langier sólo 7%. Los señores Bec, Fortoul y Chapuy pudieron disponer hasta de 200 pesos mensuales y Bernardi, Langier y Lèbre de 150 para sus gastos particulares.
Durante la siguiente década Las Fábricas de Francia continuaron desarrollando sus actividades con normalidad. Louis Fortoul regresó a su tierra natal, Jausiers, y mandó construir una lujosa y extraordinaria residencia, conocida como Château des Magnans, con las ganancias de sus negocios en Guadalajara. La edificación comenzó en 1903 y terminó en 1914, lo cual muestra auge de los almacenes comerciales en México y las fortunas creadas gracias a ellos.
La década de 1910-1920 fue bastante difícil para los negocios. En Europa estalló la primera Guerra Mundial y en México la revolución que derrocó al régimen del presidente Porfirio Díaz. La muerte de varios socios ocurrió en esta época: Joseph Chapuy en 1909 en Barcelonnette, Louis Lèbre el 4 de julio de 1911, y Louis Fortoul (en su Château des Magnans, en Jausiers), el 24 de septiembre de 1918. Casi al final de la década encontramos a los socios de Las Fábricas de Francia reestructurando una vez más su compañía. El 30 de julio de 1919 los señores Auguste Bec, Théophile Lèbre (hijo de Louis), Aimé y Édouard Gandoulf y Frédéric Faideau ontinuaron con la compañía con un capital social de 125 000 pesos, aportado a partes iguales. Las utilidades esta vez se repartieron de la siguiente manera: Théophile Lèbre, Aimé Gandoulf y Édouard Gandoulf tuvieron 23% respectivamente, Frédéric Faideau 19% y Auguste Bec el restante 12%. Cada socio podía tomar para sus gastos particulares hasta 500 pesos mensuales. Auguste Bec, el socio de mayor edad, podía vivir donde él quisiera, ya fuera en México o en Europa, sin obligación de dedicarse a los negocios de la compañía, pero tenía el derecho de hacerlo y de intervenir en ellos cuando lo creyera conveniente, como estaba estipulado en el acta constitutiva de la sociedad. Cuando Auguste Bec residía en Europa se ocupaba de hacer las compras que la casa le pedía.
En las décadas siguientes Las Fábricas de Francia continuaron siendo uno de los almacenes de ropa y novedades más importantes de la ciudad de Guadalajara sin moverse de la misma esquina: San Francisco y El Carmen (hoy 16 de Septiembre y Juárez). La calidad y el gusto exquisito siguieron manteniendo la buena marcha de la tienda y sus negocios asociados: las fábricas textiles que tenían en la Compañía Industrial de Guadalajara a orillas de la ciudad y una manufactura de bonetería que empleaba más de 300 obreros todo el año en la confección de ropa interior, calcetines, chalecos, cortinas, sábanas, cobijas y colchas que no sólo vendían en su tienda de Guadalajara, sino que se exportaban a toda América. Durante las primeras décadas del siglo XX la compañía Fortoul Bec también representaba a la compañía francesa La Unión en todas sus transacciones.
El excelente y completo surtido de productos de Las Fábricas de Francia era igual al de las grandes casas europeas y su clientela la más elegante de la ciudad de Guadalajara. Pero la compañía no sólo atendía la demanda de las clases ricas, pues también tenía un extenso surtido de ropa, telas y demás productos para el consumo popular. La producción de las fábricas textiles, de sombreros y de bonetería estaba enfocada principalmente a este público, con mercancías al alcance de su bolsillo; de otra manera no es posible explicar el gran éxito, el impacto y la continuidad de Las Fábricas de Francia a lo largo de 130 años.
La actividad de estos emigrantes barcelonnettes nos muestra la estrecha relación entre Guadalajara y su lugar de origen, con inicios muy modestos pero que durante la las últimas tres décadas del siglo XIX y las dos primeras del XX logró acumular una fortuna considerable, parte de la cual se repatrió a Barcelonnette cuando los socios regresaron a morir en su amado terruño.

 

El Fondo Fortoul-Gandoulfen el Museo de la Vallée, Barcelonnette

El Museo de la Vallée, dirigido por Hélène Homps-Brousse, alberga el fondo fotográfico de la familia Fortoul-Gandoulf donado al museo por Françoise y André Gandoulf. André trabajó en Las Fábricas de Francia de Guadalajara de 1946 a 1960, viviendo con su familia en el último piso del gran almacén, hasta su regreso definitivo a Francia en 1960. Los antecedentes de la familia Gandoulf en Guadalajara datan de 1854.7
El fondo consta de numerosos retratos de Louis Fortoul y su esposa Clémentine Gandoulf, fotografías de la tienda, del interior y del exterior del edificio, de sus socios, empleados y clientes; de la casa que los Fortoul tenían en Guadalajara, conocida como Chalet Fortoul o Clémentine, que actualmente alberga la preparatoria Enrique Díaz de León (en la esquina de Hidalgo y Progreso). También hay muchas fotografías de las fábricas de la Compañía Industrial de Guadalajara: Atemajac, La Experiencia, La Escoba, Río Grande (El Salto) y la planta hidroeléctrica de La Experiencia. La colección fotográfica no sólo tiene imágenes de ese mundo fabril y comercial, sino también del mundo social y cultural de Guadalajara de fines del siglo XIX a la década de 1930, del paisaje urbano y rural, de los tipos sociales, desde los más pobres hasta los más ricos, de los espacios públicos a la vida privada y familiar, de las fiestas a las diversiones y acontecimientos sociales de todo tipo.
Los fotógrafos representados en esta colección también son numerosos. Entre las firmas e indicios inscritos en las fotografías se leen los nombres de Jorge Stahl jr., Lupercio, G.H. Barrière, A. Briquet, Frédéric Faideau, Waite-Photo, García, Ríos, P. B. Barnés, A. J. González, J. Adamo, Mora, Jack Lloan y Lup. Aunque todos ellos merecen una historia aparte, Frédéric Faideau es el más importante para nosotros, pues era uno de los socios de Las Fábricas de Francia que se aficionó intensamente a la fotografía.

 

Empresario y fotógrafo

Frédéric Faideau (1880-1954) nació en Bouresse, en la región de Poitou-Charentes, departamento de Vienne. Era un joven profesor con un futuro incierto que no tenía ni dinero para casarse cuando en 1905 aceptó la oferta de su primo Adolphe Faideau, médico, casado con Blanche Gandoulf, para irse a México con sus cuñados, que estaban instalados en el almacén de Las Fábricas de Francia en Guadalajara. Frédéric regresó a Francia en 1914 para participar como enfermero en la primera Guerra Mundial. Ese mismo año se casó con Lucie Muzard, también originaria de Bouresse. Con ella tendría dos hijos, Suzanne y Pierre. En Guadalajara Frédéric trabajó arduamente para Las Fábricas de Francia y pronto se convirtió en uno de sus representantes y socio. Regresó definitivamente a Francia en 1925.8
A lo largo de sus veinte años en Guadalajara Frédéric Faideau practicó la fotografía con pasión y con una técnica rigurosa; su mirada capta el ambiente de trabajo en que se desarrolló y a sus amigos barcelonnettes: Émile Chapuy, Albert Bec, Édouard Gandoulf, Théophile Lèbre, Joseph Lèbre y escenas familiares y de la vida privada de los inmigrantes. Faideau nos proporciona una visión intimista de su familia y amigos, pero también una visión panorámica del paisaje urbano y rural de principios del siglo XX de Guadalajara, la barranca de Oblatos, la laguna y el pueblo de Chapala.9
La lente fotográfica de Faideau se muestra muy atenta al país que lo acogió y a sus habitantes, a los niños de manera especial. Realizó una serie de retratos individuales y colectivos que delatan su visión etnográfica y dan cuenta de su calidad como fotógrafo. Cristian y Catherine Dejoie donaron el acervo fotográfico de Faideau al Museo de la Vallée el 9 de marzo de 2009.10 Las fotografías del Museo de la Vallée nos permiten ver los enormes contrastes de la vida social, económica y cultural de Guadalajara a fines del siglo XIX y principios del siglo XX; para los historiadores interesados en el Occidente de México constituyen un verdadero tesoro por descubrir y por explotar.

 

Fotos de empresarios

 

Juan Louis Marius Fortoul (1890).
Foto: C. H. Barriere.

 

León Signoret (1894).
Foto: Mora.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.


De izquierda a derecha:
Albert Bec y Frédèric Faideau.
Foto: Frédèric Faideau.

De izquierda a derecha:
Théophile Lèbre, desconocido, Albert Bec.
Foto: Frédèric Faideau

E. Chapuis. .
Foto: Frédèric Faideau.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

 

Fotos familiares

Lucie y Suzanne Faideau.
Foto: Frédèric Faideau.

De izquierda a derecha:
Emilio Caire (niño), Felicie Caire (sentada), Joseph Caire (niño) y M. Caire (de pie). Guadalajara, 20 de julio de 1913.
Foto: sin firma.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

De izquierda a derecha:
Alberto Bec, Zuzanne Lèbre, Frédèric y Lucie Faideau.
Foto: Frédèric Faideau.

De izquierda a derecha:E. Chapuis, Edourd Gandoulf, Frédèric y Lucie
Faideay, Aimé Gandoulf, Mme. E. de Gandoulf.
Foto: Frédèric Faideau.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

De izquierda a derecha. Arriba en el árbol: niño desconocido, Joseph Caire (niño). De pie: Joseph Lébre, Anne Lébre, Mme. E. de Gandoulf, Aimé Gandoulf. Sentadas: Lucie Faideau y Suzanne Lèbre. Abajo sentados: Alberto Bec y Fédèric Faideau.
Foto: Frédèric Faideau.

 

Mujeres de la alta sociedad

Lucie Faideau.
Foto:Frédèric Faideau.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

Lucie Faideau y su hermana.
Foto: Frédèric Faideau.

Tres mujeres atrás de la Catedral de Guadalajara.
Foto: Frédèric Faideau.

Tres mujeres con sombrero.
Foto: Frédèric Faideau.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

 

Paseos y diversiones

Jugando basketball.
Foto:Frédèric Faideau.

Bañándose en Nueva York.
Foto: Frédèric Faideau.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

Lucie y Suzanne Faideau en Chapala.
Foto: Frédèric Faideau.

Hotel Arzápalo, Chapala, Jalisco. México.
Foto: Waite.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

Desfile de Las Flores.
Foto: sin firma.

Albert Bec subiendo al auto.
Foto: Frédèric Faideau.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

Cantina con billar.
Foto: sin firma.

 

Las Fábricas de Francia

Edificio de Las Fábricas de Francia construido en 1898.
Foto: sin firma.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

 

La gran barata de Las Fábricas de Francia de 1924.
Foto: Ríos.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

 

La escalera interior de Las Fábricas de Francia.
Foto: sin firma.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

 

El mostrador de Las Fábricas de Francia.
Foto: P. B. Barnes.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

 

Fábricas y trabajadores

Los trabajadores de Río Grande (El Salto) saliendo de la fábrica.
Foto: sin firma.

Trabajadores de Río Grande (El Salto) en la hiladura.
Foto: sin firma.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

Los trabajadores de Río Grande (El Salto) ajustando las máquinas.
Foto: sin firma.

Mujeres y niños en el patio de la fábrica de Río Grande (El Salto)
saliendo de la fábrica.
Foto: sin firma.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

 

Planta hidroeléctrica de la experiencia

Edificio de la Planta Hidroeléctrica.
Foto: sin firma.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

Trabajadores y turbinas de la planta hidroeléctrica.
Foto: sin firma.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

 

Los pobres a través del lente fotográfico

Mujer con rebozo.
Foto: Frédèric Faideau.



Mujer con rebozo.
Foto: Frédèric Faideau.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

Niña cargando un niño.
Foto: Frédèric Faideau.

Mujer con niño en Chapala.
Foto: Frédèric Faideau.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

Aguador.
Foto: Frédèric Faideau.

Tres niños.
Foto: Frédèric Faideau.

Musée de la Vallée, La Sapinière, Barcelonnette (France).
Colección Memoria de la Emigración.

 

Bibliografía

Dejoie, Cristian y Catherine, “Le trésor de Fréderic Faideau déposé à La Sapinière”, en Toute la Vallée. La vie en Ubaye, núm. 42 (primavera de 2009).

Gamboa Ojeda, Leticia (coord.)

Au-delà de l’Océan. Les Barcelonnettes à Puebla, Puebla, Benemérita

Universidad Autónoma de Puebla–Sabença de la Valéia, 2004.
Los barcelonnettes en México. Miradas regionales, Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla–Universidad Juárez del Estado de Durango, 2008.

Homps-Brouse, Hélène
“Las colecciones americanas del Museo del Valle”, en Gaceta de Museos, núm. 45, (octubre-diciembre de 2008).
— “Las Fábricas de Francia, Guadalajara ou un portrait en filigrane de Louis Fortoul”, en Toute la Vallée. La vie en Ubaye, núm. 18 (primavera de 2003).

Meyer, Jean, “Los franceses en México durante el siglo XIX”, en Relaciones, vol. 1, núm. 2, (1980).

Pérez Siller, Javier y Chantal Cramaussel (coords.)

México-Francia. Memoria de una sensibilidad común, siglos XIX-XX, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla–El Colegio de Michoacán–cemca, 2004.

Valerio Ulloa, Sergio

Empresarios extranjeros en Guadalajara, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 2002.

 

Notas:

1 Homps-Brouse, “Las colecciones americanas”, pp. 15-19.
2 Para ver la historia de esta migración véase Gamboa Ojeda, Los barcelonnettes en México, 2008.
3 Meyer, “Los franceses en México”, pp. 5-54; Pérez Siller y Cramaussel, México-Francia; Gamboa Ojeda, Au-delà de l’Océan.
4 Homps-Brousse, “Las colecciones americanas”, p. 15.
5 Homps-Brousse, “Las colecciones americanas”, pp. 15-16.
6 La información sobre la familia Fortoul-Gandoulf se encuentra en Valerio Ulloa, Empre- sarios extranjeros, pp. 43-46.
7 Homps-Brousse, “Las Fábricas de Francia”, pp. 12-13.
8 Dejoie, “Le trésor de Frédéric Faideau”, p.18.
9 Dejoie, “Le trésor de Frédéric Faideau”, p.18.
10 Dejoie, “Le trésor de Fréderic Faideau”, p.18.