En este artículo se expone la composición de la rotonda de los Jaliscienses Ilustres, en el centro de Guadalajara. En especial se resalta la dimensión artística de sus esculturas: quiénes están representados y quiénes los esculpieron. Además del valor patrimonial de las piezas y el trabajo de los escultores, se consideran algunas de las implicaciones políticas de este espacio conmemorativo y su función en la construcción de la memoria histórica de los jaliscienses.
This article describes the physical features of theplaza de los Jaliscienses Ilustres, located in downtown Guadalajara, Jalisco. It focuses on the artistic values of the sculptures of the notable historical figures represented there and the artists who created them. In addition to the patrimonial value of the pieces and the fine work of the sculptors, the essay examines some of the political implications of this commemorative space and its role in the construction of the historical memory of the people of Jalisco.
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- sculptors;
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- notables jaliscienses.
Introducción1
Caminar por el centro histórico de una ciudad es, sin lugar a dudas, encontrarse con múltiples expresiones artísticas. Por las calles de Guadalajara, con ojo atento y sin prisa, es posible disfrutar de diversas manifestaciones arquitectónicas, murales y esculturas realistas y abstractos. El arte público está ahí, al alcance y vista de todos, y con él también están los artistas.
En el cuadro principal de la ciudad están la popular y lúdica figura de “los niños miones”, obra del maestro Miguel Miramontes; la decidida Beatriz Hernández, esculpida por Ignacio Garibay, y la composición de la fundación de Guadalajara de Rafael Zamarripa. Se ubican aquí también las efigies de beneméritos de la entidad que, celosos y altivos, resguardan sus restos mortales, colocados en las gavetas de la rotonda de la plaza de los Jaliscienses Ilustres; aquí la intención ornamental se conjuga con los intereses políticos.
El panteón de hijos esclarecidos fue parte de un proyecto integral que remite a una etapa de auge constructivo en la ciudad y, además, al interés de las autoridades políticas por enaltecer a ciertos personajes regionales, perpetuarlos en la memoria histórica y forjar identidad. Por lo tanto, la motivación de su construcción es política, educativa, doctrinaria y conmemorativa, pero también ornamental.2 Con base en lo anterior, este artículo se aproxima a varios aspectos; por un lado, los personajes que conforman el pabellón: ¿quiénes los promovieron como beneméritos? ¿Por qué y en qué momento aparecieron? Otro es respecto a la manera en que están representados estos personajes: ¿qué nos expresan?, para por último indagar quiénes fueron los artistas que los esculpieron.
Guadalajara en busca de la modernidad.
En las décadas de 1940 y 1950 el país adoptó una política de modernización. El gobernador de Jalisco, Jesús González Gallo (1947-1953), tuvo una interpretación radical; decidió que Guadalajara necesitaba amplios espacios abiertos, parques, y dejar de ser el “rancho grande”. La solución fue modernizar el casco histórico (Núñez, 1995, p. 277). Con anterioridad, el arquitecto Ignacio Díaz Morales había concebido la idea de dotar a la ciudad de una cruz de plazas que tuviera como centro la Catedral y que brindara espacios públicos y de comunicación a los tapatíos. Por intercesión del arquitecto Luis Barragán y del ingeniero Aurelio Aceves, los planes de González Gallo y las ideas de Díaz Morales convergieron. El proyecto de la cruz de plazas se inició enseguida: se expropiaron los predios particulares, se demolieron manzanas completas y sólo se dejaron en pie los elementos arquitectónicos que se consideraron de calidad; éstos fueron reusados en otras construcciones (González Gallo, 1953, p. 13). Así, en torno a la Catedral se crearon tres nuevos espacios públicos, además de la ya existente Plaza de Armas, ubicada al sur: la plaza de los Laureles al poniente, la plaza de la Liberación al oriente, y la entonces llamada plazuela de los Hombres Ilustres al norte.3
El espacio que se dedicó para conmemorar y honrar a los jaliscienses ilustres quedó enmarcado por la Catedral, el Museo regional y el Palacio Municipal: por las calles de Liceo e Independencia y las avenidas Alcalde e Hidalgo; por su parte frontal mide 64.3 metros y en las laterales 76.33 metros. Erigir esta plaza implicó destruir el templo de la Soledad, su jardín y la oficina de correos y telégrafos, que convivían en la misma manzana. Aunque el proyecto de Díaz Morales sólo contemplaba modificar el jardín de la Soledad, González Gallo favoreció la idea de derribar los antiguos edificios bajo el argumento de que el complejo ya era propiedad de la nación desde 1933, fecha en que fue incautado; y que desde entonces el templo había permanecido cerrado, estaba en abandono y deteriorado. Esta decisión provocó disgusto de parte de la población. Las diferencias entre el gobernador y el arquitecto provocaron que, en 1948, el diseño de esa plaza pasara a manos de Vicente Mendiola, quien esbozó una rotonda inspirada en el Panteón romano, rematada por un domo, en cuyo interior el jalisciense José Clemente Orozco pintaría un mural (Alfaro, 1992, pp. 19-20). La opinión pública, así como la de las autoridades eclesiásticas, respecto a la demolición del templo de la Soledad fue, y ha sido, ambigua. Las posturas se decantaron por los que consideraron que el edificio de la Soledad estaba en evidente decadencia, y otras que revaloraban no sólo la estructura del edificio sino el carácter significativo de toda esa manzana (Ruiz, 2013, pp. 91-93). Lo cierto es que la situación exigió un tercer cambio de estafeta y, finalmente, fue el ingeniero Miguel Aldana Mijares quien llevó a cabo la ejecución de la obra (Sánchez Gutiérrez, 2015).4
Para 1953 el fin de la gestión de González Gallo se acercaba, y con él la premura por concluir proyectos. Con el objeto de disminuir costos y entregar en tiempo oportuno, se optó porque las 17 columnas estriadas, sin base ni capitel, que delinearían la rotonda fueran construidas de concreto y recubiertas de cantera; en el interior se colocaron un pebetero y 98 gavetas para restos mortuorios. La muerte de Orozco en 1949 provocó que la cúpula fuera descartada, aunque quedó colocada la trabe perimetral sobre la cual se edificaría. Pese a la disposición por concluir la plaza lo antes posible, su construcción continuó por un año más.5
Antes del mausoleo actual, los restos de los personajes insignes descansaban en el panteón de Belén, pero ese lugar, cerrado y alejado del primer cuadro, no cumplía con la visión del gobernador.6 El objetivo de González Gallo era contribuir a conformar una identidad y, sobre todo, resaltar a los jaliscienses distinguidos, por lo que era preciso honrarlos en un espacio vistoso. Con la finalidad de determinar quiénes serían considerados personajes dignos de morar en la nueva rotonda se estableció la Ley para Honrar la Memoria de los Jaliscienses Ilustres el 17 de marzo de 1953, ya en el sexenio del gobernador Agustín Yáñez, y con sólo 17 días de haber tomado el cargo. Así, se daba continuidad al proyecto de González Gallo. Las labores meritorias requeridas para figurar como benemérito quedaron estipuladas en ocho rubros: actos heroicos en defensa de la patria, estadistas con aciertos en puestos de responsabilidad en la administración pública, eficiencia en el campo de la investigación, contribución en la enseñanza y docencia, producción de obras científicas o literarias, composiciones dentro de las bellas artes, desinteresada contribución a la asistencia pública y actos extraordinarios para bien del estado, nación o humanidad. El grado de mayor honor sería el de benemérito heroico, seguido por el de ilustre.7
Determinar el estatus quedó a cargo de la Comisión Permanente para Honrar la Memoria de los Jaliscienses Ilustres; ante ese consejo se presentan los expedientes de los aspirantes, que pueden ser promovidos por particulares o instituciones públicas o privadas. Al consejo y al poder ejecutivo quedó decidir si con el traslado de los restos óseos se erige o no una escultura conmemorativa. En la referida ley de 1953 se decretó que los restos de fray Antonio Alcalde, del general Silverio Núñez, del doctor Ignacio Herrera y Cairo, del insurgente Pedro Moreno, del jurista Valentín Gómez Farías y de Ignacio L. Vallarta fueran trasladados a la rotonda sin el procedimiento de ley, porque se consideró que su labor meritoria había sido ya juzgada por la historia. De los primeros tres no se hicieron esculturas, de los demás sí, pero de ninguno se trasladaron los restos: los dos últimos descansan en el mausoleo del panteón de Dolores en la ciudad de México, los de Moreno en la Columna de la Independencia, también en la capital del país, los de Alcalde están en el Santuario de Guadalupe de Guadalajara, y los de Núñez y Herrera y Cairo permanecen en el panteón de Belén. La ley de 1953 estipuló que no se exhumaran los restos de quienes ya gozaban de un lugar en la rotonda del panteón de Belén.
En la plaza de la Rotonda, el área del monumento donde se ubican las urnas permanece protegida por una cerca de hierro.8 El panteón de beneméritos sólo es abierto cuando ingresan nuevos restos; ese mismo día se enciende el pebetero y se realiza la ceremonia protocolaria. Con estas acciones el lugar guarda su solemnidad funeraria. El número de gavetas ocupadas es de 34. Aunque la información que ofrece el Congreso del Estado de Jalisco indica que se ha decretado el traslado de 40 personajes, no todos se han efectuado; por ejemplo, los restos Juan Rulfo no han sido depositados por la oposición de su familia,9 y los del general Francisco Gordiano Guzmán porque su cadáver no fue localizado.10
Las esculturas del panteón cívico edificante
La plaza de los hijos esclarecidos está custodiada por 27 esculturas de cuerpo entero, colocadas sobre una base recubierta con cantera y una sencilla placa que registra en una o dos palabras el mérito del laureado. La imagen física de las esculturas no indica la temporalidad del sujeto, lo que hace pensar en su trascendencia en el tiempo y la idea de que su obra pervivió más allá de su vida. Como beneméritos, son atemporales, sólo su vestimenta delata la época en que vivieron. De 28 piezas, dos representan a hombres viejos, el resto figura estar en una etapa madura, entre los 35 y 45 años. Dentro del conjunto hay dos mujeres. También hay un niño y una niña, pero funcionan como objeto para relacionar al personaje con su labor meritoria.
Diecinueve de las efigies están acompañadas de un objeto/sujeto que hace referencia a la obra del homenajeado. Dos rescatan elementos de uso personal que fueron característicos de los personajes. Catorce, a través de sus gestos o movimientos corporales, comunican cuál fue su principal actividad. Veintisiete reflejan un porte y una expresión estoicos: erguidos, con la mirada puesta en el horizonte, excepto Agustín de la Rosa, el único benefactor social, que aparece un poco encorvado para mostrarse a la altura del niño que lo acompaña y a quien le dice algo. El compositor Clemente Aguirre también mira hacia abajo; este gesto acompañado, de sus brazos abiertos y manos danzantes revelan su oficio. 11
Las representaciones están distribuidas de manera desproporcionada sobre la plaza, en cuadrantes divididos por senderos que llevan a la rotonda. Las esculturas son de bronce, cada una pesa alrededor de 250 kilogramos y miden entre 1.90 y 2.10 metros, a excepción de la figura de Heliodoro Hernández Loza, de apenas 1.75, lo que rompe el ritmo del conjunto. El flanco correspondiente a la avenida Alcalde tiene diez esculturas, Liceo ocho, Hidalgo seis e Independencia cuatro. Por las leyendas de las placas es posible percibir la diversidad de beneméritos. Hay tres pintores, dos educadores, tres literatos, dos “guías sociales”, dos héroes de la independencia, dos arquitectos, un reformador, un catedrático, un jurista, un ingeniero, un compositor, un revolucionario, un militar, un antropólogo, un historiador, un humanista, un reformador universitario, un benefactor social, un científico y el multifacético José Guadalupe Zuno, que reúne en su placa los títulos de político, maestro, pintor, escritor y pensador humanista.
De los veintiocho personajes, cuatro se desempeñaron como gobernantes del estado de Jalisco: Ignacio L. Vallarta (1861-1862, 1871-1875), Manuel M. Diéguez (1914-1915), José Guadalupe Zuno (1923/1924-1926), Marcelino García Barragán (1943-1947) y Agustín Yáñez (1953-1959), pero sólo uno, García Barragán, tiene la inscripción que lo identifica como tal. Los miembros ligados a la Universidad de Guadalajara (en adelante U de G) son cuatro: Enrique Díaz de León, José Guadalupe Zuno, Irene Robledo y Jorge Matute Remus; como parte del grupo universitario poseen elementos que los relacionan con la máxima casa de estudios.12
De acuerdo con las fechas en que fueron colocadas las representaciones se pueden distinguir de forma clara tres etapas en la historia de la Rotonda, que reflejan parte de la situación política de Jalisco. En la primera de ellas, durante el sexenio del gobernador Agustín Yáñez, se colocaron diez efigies. La Comisión Permanente para Honrar la Memoria de los Jaliscienses Ilustres buscó que los personajes correspondieran a cada uno de los rubros que establecía la referida ley de 1953; además, se privilegió la colocación de beneméritos reconocidos en el ámbito nacional y estatal, aunque en su mayoría, identificados como liberales: ése era el pasado con el que se querían vincular las autoridades emanadas de la Revolución de 1910. En 1956 comenzaron a llegar las efigies; la primera en ser colocada fue la de Ignacio Luis Vallarta (1830-1893),13 le siguieron Pedro Moreno (1775-1817)14 y Valentín Gómez Farías (1781-1858), las tres están ubicadas sobre la avenida Alcalde y fueron inauguradas de manera oficial por el presidente de la República Adolfo Ruiz Cortines el 15 de noviembre de 1956.15
El orden de aparición obedeció a que ese año se celebró el centenario de la Guerra de Reforma, por lo que el gobernador Yáñez quiso dar una “lección de civismo” y destacar “el recuerdo de la contribución que a ella dio Jalisco”.16
En 1957 se instaló la escultura del poeta Enrique González Martínez (1871-1952), no obstante que no habían cumplido los diez años de haber muerto que estipula la ley para gestionar su ingreso a la Rotonda; esta medida “precipitada” obedeció a que el mismo año de su muerte fue depositado en el panteón de Dolores de la ciudad de México; su efigie está en la esquina de Liceo e Hidalgo. El 20 de noviembre de 1957 Yáñez inauguró la escultura del general Manuel M. Diéguez (1874-1924), quien participó en la revolución de 1910, al acto asistieron el presidente municipal de Guadalajara, Juan Gil Preciado, el hijo del homenajeado, Adolfo Diéguez, y militares de la XV Zona Militar.17 La figura del médico y científico Leonardo Oliva (1814-1872) también se colocó en 1957; su escultura y la del general Diéguez están sobre la calle Hidalgo.18
El 16 de agosto de 1958 del campo de las artes se homenajeó al compositor Clemente Aguirre (1828-1900), su figura está en la esquina de Liceo e Independencia.19 El mismo año se develaron las efigies del arquitecto del teatro Degollado, Jacobo Gálvez (1821-1882), y el 12 de octubre la del historiador Luis Pérez Verdía (1857-1914),20 ambas en la calle Independencia. Finalmente, el 28 de febrero de 1959, en el último día de su ejercicio constitucional, Yáñez colocó la figura del presbítero, sabio y benefactor Agustín de la Rosa (1824-1907); su estatua está sobre Liceo.21 Como se observa, esta primera etapa fue parte del proyecto de gobierno de Agustín Yáñez y se trató de que la elección de beneméritos cubriera cada uno de los campos que enunciaba la ley al respecto y, además, se pensó en que las esculturas estuvieran distribuidas en los cuatro flancos de la plaza.22
De 1960 al 2000 se puede considerar como una segunda etapa. Aunque en este lapso de 40 años la colocación de esculturas fue esporádica, tiene como característica un predominio de personajes que destacaron en el ámbito cultural y educativo. En la década de 1960 sólo se instaló en la avenida Alcalde la figura del educador Manuel López Cotilla (1800-1861); el acto se llevó a cabo en el marco del centenario de su fallecimiento y sus restos fueron los primeros en ser trasladados del panteón de Belén a las gavetas de la rotonda, lo cual había quedado prohibido en la Ley para Honrar la Memoria de los Hombres Jaliscienses Ilustres de 1953.23 En 1975, con la finalidad de conmemorar el nacimiento del pintor Gerardo Murillo, el Dr. Atl (1875-1964), se colocó su escultura en el flanco de Hidalgo; la pieza fue realizada por Miguel Miramontes, quien “mutiló” la pierna equivocada al pintor, pues la que había perdido era la derecha.24 El 22 de noviembre de 1980, por acuerdo del ejecutivo del estado, se autorizó la creación de la estatua del escritor Agustín Yáñez (1904-1980),25 que se develó el 17 de enero 1981 sobre Liceo, exactamente un año después de su fallecimiento; sin embargo, como sus restos descansaban en el Panteón de Dolores y ahí, ese día, se efectuaría un homenaje, los actos oficiales que se llevaron a cabo en Guadalajara tuvieron que esperar una semana más.26 José Clemente Orozco (1883-1949) dilató más en aparecer: el 23 de noviembre de 1983 fue inaugurada su escultura por el presidente de la República Miguel de la Madrid; su efigie se colocó sobre la avenida Hidalgo.27 En 1988, por iniciativa de la U de G, arribó el reformador universitario Enrique Díaz de León (1893-1937), instalado sobre la avenida Alcalde.28
El 3 de septiembre de 1990, en su undécimo aniversario luctuoso, se incorporó el general Marcelino García Barragán (1895-1979),29 sobre la calle de Hidalgo, pese a la discordia que ocasionó su gestión como Secretario de la Defensa bajo el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. El 18 de abril de 1992, con motivo del día de su natalicio, se colocó la figura de José Guadalupe Zuno Hernández (1891-1980) en el flanco de Liceo.30 El último de esta segunda etapa fue Francisco Rojas González (1904-1951); reconocido por sus trabajos de antropología, este personaje fue propuesto por la Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco en 1991; sin embargo, su escultura se inauguró en 1993 y quedó ubicada por el lado de Independencia.31
Con el objetivo de agregar a los insignes del siglo XX comenzó una tercera etapa de fervor “benemérito” en el decenio del 2000; en ella ha predominado la presencia de líderes políticos y personajes vinculados con la U de G. En lo que concierne a lo político, se explica, en parte, por la alternancia político-partidista que experimentó Jalisco en 1994, al pasar de ser gobernado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) a serlo por el Partido Acción Nacional (PAN). El cambio conllevó la aparición de beneméritos que fueron militantes fundadores del pan, el nuevo partido en el poder. Esta misma situación aconteció en el plano nacional cuando en el 2000 el PRI fue desplazado por el PAN en la silla presidencial. El 27 de febrero del 2003, por decreto del poder ejecutivo, el presidente Vicente Fox Quezada trasladó los restos de Manuel Gómez Morín, fundador de su partido, al panteón de Dolores, donde se homenajea a los próceres nacionales.32 En palabras del entonces secretario de gobernación, Santiago Creel, con ello se dio muestra de que ya habían pasado “aquellos tiempos en que la orientación del proceso histórico nacional estaba monopolizada; tiempos en los que la pertenencia ideológica era unilineal”.33
Por otra parte, el nuevo milenio llegó acompañado con fuertes políticas de género. La rotonda de los Hombres Ilustres del Panteón de Dolores, por ejemplo, cambió su nombre al de Personas Ilustres el 26 de febrero de 2003, aunque en su seno sí había albergado mujeres: en 1937 recibió a la cantante de ópera Ángela Peralta, a la actriz de teatro Virginia Fábregas en 1950 y a la poetisa Rosario Castellanos en 1974.34 En cambio, la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres no abriría su espacio a una mujer hasta el año 2000.
Irene Robledo García (1890-1988) fue la única mujer que firmó, en 1925, el acta constitutiva de la U de G, al lado de Zuno, Díaz de León y otras personalidades. En 1950 logró que se abriera un departamento de Trabajo Social en la universidad y en 1953 fundó la facultad de Trabajo Social; además, fundó la preparatoria para señoritas y nocturna para trabajadoras.35 Su compromiso con la sociedad, en especial con los niños, la llevó a acuñar el lema “por una humanidad más humana”. En su monumento, esta frase bordea una representación del continente americano, colocado en un pedestal, sobre la cual posa su mano derecha, en la izquierda, Robledo carga de manera firme un libro que en la portada dice “Trabajo Social”. La figura escultórica se colocó el 10 de octubre del año 2000.36
En 2002, con motivo del centenario de su nacimiento, se incluyó la figura de quien ha sido considerado como el más prestigioso arquitecto mexicano, Luis Barragán Morfín (1902-1988), que con su paleta de vivos colores y las particularidades de sus construcciones marcó un estilo único. Su ingreso al panteón de beneméritos fue impulsado de manera concertada por el poder ejecutivo y legislativo de Jalisco, a la causa se sumó el apoyo de la Secretaría de Desarrollo Urbano del Gobierno del Estado, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán A.C., el Colegio de Profesionales de la Arquitectura y el Desarrollo Urbano A.C., entre otros.37 La escultura está basada en un retrato del arquitecto tomado en la década de 1940; en él lleva en su mano derecha una manzana, con la izquierda se apoya sobre una “burrita”, sujeta sus característicos lentes, y pisa sobre unas piedras. Pocos interpretan en estos elementos el mal de Parkinson que padeció y el fraccionamiento del Pedregal que diseñó en un espacio árido de piedra volcánica al sur de la ciudad de México. El empleo de la burrita delata a Barragán como el único ilustre que presenta una enfermedad, al tiempo que nos habla de una representación más íntima. Su efigie está en el flanco de Liceo.38
Gabriel Flores García (1930-1993), pintor muralista, ingresó al panteón cívico edificante el 19 de julio de 2005. El tapatío estudió en la Escuela de Bellas Artes del Estado, pintó murales en Lagos de Moreno, Guanajuato, Guadalajara, la ciudad de México y Zamora; no obstante, en este último lugar su obra denominada La guerra y la paz (1960) resultó controversial y motivo de censura.39 Entre las organizaciones y personalidades que respaldaron la propuesta de llevarlo a la rotonda es posible citar al Instituto Cultural México-Cubano, la división de Artes del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño de la U de G, los escritores Augusto Orea Marín, Francisco Aceves y Heriberto García Medina.40 Su efigie fue develada el 25 de julio de 2005, por Nina Casillas, viuda de Flores, su hija Gabriela Flores y el gobernador Francisco Ramírez Acuña (Ferrer, Ibarra y Eva, 2005).41
Dentro del conjunto de las esculturas, la de Efraín González Luna, cofundador del pan, fue la última pieza con la firma de Miguel Miramontes; en su placa se le reconoce como humanista y político. Este personaje arribó en 2006 por iniciativa del diputado local del PAN Mario Alberto Salazar. En el sexenio de Ramírez Acuña (2000-2006), también panista, el Congreso del Estado tenía una mayoría blanquiazul, e incluso una sobrina del homenajeado, Sofía González Luna, se desempeñaba como secretaria de cultura y era presidenta de la Comisión para Honrar la Memoria de los Beneméritos del Estado de Jalisco, aunque por su parentesco quedó excusada de emitir voto. Para que Efraín González Luna obtuviera el grado de benemérito ilustre recibió el apoyo de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM), de la Cámara de Comercio de Guadalajara, del Centro Cultural Manuel Gómez Morín, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS-Occidente), del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), entre otros organismos e individuos.42 La representación de González Luna fue instalada sobre la avenida Hidalgo. Su imagen presenta un sujeto de expresión corporal rígida, pero con un rostro sereno. Como objeto relacionado con su actividad porta un libro, símbolo de las obras que escribió y tradujo.43
La gestión para que el también panista Rafael Preciado Hernández ingresara a la rotonda corrió a cargo de la bancada del PAN, que, con motivo del centenario de su nacimiento, logró que en 2008 se le considerara benemérito ilustre. En febrero de 2010 los restos de Preciado Hernández fueron trasladados, en primera instancia, a El Grullo, su lugar natal, para después ser depositados en las gavetas de la rotonda, no sin antes hacer una escala en el Santuario de Guadalupe (Guillén, 2010), hecho significativo por el profundo catolicismo de Preciado Hernández.44
El 28 de febrero de 2009 por segunda ocasión se realizó la develación simultánea de dos figuras: dos líderes sindicales colocados uno al lado del otro, aunque en su tiempo fueron rivales acérrimos, Francisco Silva Romero, de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC),45 y Heliodoro Hernández Loza, de la Confederación de Trabajadores de México (CTM)46 (Medina y Flores, 1999, pp. 187-216). Ambos personajes destacaron en el sindicalismo obrero, pero no se les reconoce así en las placas. Silva es calificado de “guía social” y Hernández de “armonizador social”. Su arribo fue por demás polémico, ya que, más allá de los logros conseguidos para sus agremiados, son considerados por la vox populi, periodistas e historiadores como caciques que utilizaron las luchas obreras para beneficio personal (Romero, 1998, pp. 293-211). La gestión para iniciar el expediente que llevaría a Hernández Loza a la rotonda corrió a cargo del secretario general de la CTM-Jalisco, Rafael Yerena Zambrano, y del gobernador Emilio González.47 El trámite de Silva Romero fue iniciado por Antonio Álvarez Esparza, secretario general de la CROC-Jalisco, organización que fundó Silva.48 Las representaciones de estos sujetos coinciden en los gestos que evidencian su función oratoria, ambos con un brazo levantado y un movimiento en la mano que parece hacer una invitación. Hernández Loza abre la boca, es claro que pronuncia un discurso.
La prensa tapatía no vaciló en afirmar que la presencia de los líderes sindicales fue parte de una negociación política entre el gobernador Francisco Ramírez Acuña y su sucesor Emilio González, ambos del pan, con los priístas para que, a cambio del ingreso de estos dos líderes sindicales, arribaran también los mencionados panistas (Navarro, 2008), el fundador ideológico del partido, Efraín González Luna, y el destacado militante, maestro emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México Rafael Preciado Hernández, ambos impulsores del humanismo político. La negociación, aunque supuesta, evidencia por sí misma la pugna entre facciones políticas y su interés por reafirmar su poder y perpetuar su ideología a través de las esculturas. Los priístas colocaron a sus dos personajes juntos y sobre la avenida Alcalde, en cambio los panistas colocaron un personaje en Alcalde y otro en Hidalgo. De forma simbólica, los políticos del PAN, reconocidos por católicos, están más cerca de Catedral; González Luna la mira de frente, mientras que los líderes sindicales están frente al Ayuntamiento. Tal distribución del espacio y los mecanismos para nombrar “ilustres” muestran los elementos políticos que influyen en la construcción de la memoria histórica.
Con la finalidad de conmemorar un hecho histórico trascendental en el ámbito nacional, el 27 de agosto de 2010 se homenajeó a Rita Pérez de Moreno, heroína de la independencia, como se indica en su pedestal. Fue la segunda mujer, después de diez años, en el panteón cívico edificante. La propuesta que elevó a esta insurgente al grado heroico estuvo marcada por un discurso que resaltó sus sacrificios al seguir a su esposo, Pedro Moreno, sin tener necesidad de ello puesto que gozaba de una acomodada posición social y económica; mayor fue el sacrificio al perder a su esposo e hijos en la lucha insurgente. Descrita como una mujer valiente, constante, de suma paciencia, serenidad y aplomo, su efigie evoca su papel como madre, en una escena de sacrificio y dolor. El 20 de agosto de 1817 el ejército realista, al mando de Pascual Liñán, tomó el fuerte donde resistía Pedro Moreno. Liñán apresó a Rita Pérez y la obligó a caminar hasta León a pesar de encontrarse embarazada; en el trayecto la acompañaron sus criadas, que cargaban a sus pequeños hijos.49 En efecto, Rita Pérez llevaba consigo a sus hijos Luisa, de cinco años, Severiano, de dos y medio, y Prudenciana, de un año. Por la fatiga y hambre que padecieron en el camino, murieron los dos más pequeños y Rita abortó. Unas semanas antes también había muerto su hijo Luis, de quince años. Tres años antes, en 1814, cuando Rita Pérez decidió seguir a su esposo, optó por dejar a su hija Guadalupe, de un año y meses, en manos del cura del pueblo. Al percatarse de esto, los realistas apresaron al párroco y a la niña (López, 2005, pp. 375-411). Es este último pasaje el que evoca la escultura de Rita Pérez. Según el escultor que ejecutó la pieza, la niña que lleva en brazos es su hija Guadalupe y refleja el momento en que tuvo que desprenderse de ella.50 La heroína muestra un rostro decidido, aunque su mirada parece perdida; su expresión contrasta con la angustia que manifiesta la niña, que desesperada jala la ropa de su madre. La posición de los pies delata su andar y simboliza su decisión de seguir los pasos de su marido. Rita es representada como una valiente madre que sufrió la pérdida de sus hijos en pro de un bien mayor, la libertad de la patria.51 El traslado de sus restos de San Juan de los Lagos a Guadalajara desató polémica, ya que no se tenía ciencia cierta de su paradero; no obstante, se exhumó una osamenta y se colocó en las gavetas.52 La duda de su autenticidad se disimuló con la certificación que emitió el Instituto de Ciencias Forenses del Estado de Jalisco, organismo que confirmó que los restos pertenecían a la heroína.53
El siguiente en llegar a la Rotonda fue el ingeniero Jorge Matute Remus (1912-2002), que pasó a la historia por dirigir los trabajos para desplazar la Compañía Telefónica Mexicana, un edificio de miles de toneladas, sin que se suspendiera el servicio telefónico. La iniciativa para decretarlo benemérito la emprendió el Consejo del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías y fue apoyada por el rector de la U de G, porque Matute Remus desempeñó este mismo puesto de 1949 a 1953 (Carrillo, 2012). Su relación con la universidad queda manifiesta en su efigie. En la mano derecha porta unos planos y en la izquierda un libro que lleva en la portada el escudo de la U de G. Su ingreso al panteón cívico edificante fue el lunes 17 de febrero de 2014; su estatua quedó en el ala de Liceo. Con él, sumaron cuatro los personajes de la U de G en la rotonda.54
El literato Juan José Arreola (1918-2001) es el más reciente hijo esclarecido, homenajeado el 21 de septiembre de 2015. El expediente que se formó para llevarlo al panteón de beneméritos es un claro ejemplo de la obstrucción partidista en el Congreso del Estado.55 La propuesta la presentó desde 2012 Jorge Salinas Osornio, diputado por el PAN, pero fue desechada. En 2013 la diputada María Arámbula, del mismo partido, volvió a formar el expediente. En junio de 2014, el diputado de Movimiento Ciudadano, Alberto Esquer, insistió con el tema, pero no fue hasta julio, con un escueto escrito de Roberto Mendoza, del PRI, que prosperó la causa.56 Arreola escribió su obra más famosa, Confabulario, en 1952; en su representación, sobre un taburete lo acompañan este libro, un estilógrafo y un tablero de ajedrez, elementos todos que muestran las actividades predilectas del autor. La expresión corporal y facial simulan que está declamando, puesto que otra de las facetas de Arreola era la actuación.
Escultores realistas e hiperrealistas
De las actuales 28 esculturas, la mitad de ellas fueron hechas por Miguel Miramontes, tres son de Rubén Orozco Loza y dos de Juan José Méndez; Ignacio Garibay, Rafael Zamarripa, Carlos Terrés, Diego Martínez Negrete, Salvador Andrade, Pedro Jiménez y Dolores Ortiz cuentan con una cada uno. Dos esculturas están sin firma, pero identifiqué que una de ellas es de Ignacio Asúnsolo. Éste fue el encargado de esculpir a Ignacio Luis Vallarta.57 Asúnsolo nació en Durango en 1890. En 1908 se matriculó en la Escuela Nacional de Bellas Artes en la ciudad de México y después completó sus estudios en París (Castañeda, 2017, p. 4). A su regreso a México, en 1921, se integró como docente en la Academia de San Carlos. Para sus piezas, los escultores disponían de mascarillas mortuorias de yeso. Asúnsolo, con José María Fernández Urbina, tomó la mascarilla de Álvaro Obregón en 1928, la de León Trostsky en 1940, la de José Clemente Orozco en 1947, la del poeta Xavier Villaurrutia en 1950 y la de Frida Kahlo en 1954, entre otros personajes de la época (Tibol, 2012). Es probable que Asúnsolo, que trabajaba en la ciudad de México, haya sido convocado a realizar la pieza de Ignacio L. Vallarta debido a la aún incipiente profesionalización de los escultores en Guadalajara.
Miguel Miramontes Carmona (1918-2015) fue el gran maestro escultor de Guadalajara. A la edad de 16 años se inició en la escultura como aprendiz de Agustín Espinosa. Como el mismo Miramontes señaló, “primero fui santero tres años, luego aprendí platería en el taller de los hermanos Martínez Sandoval y puse mi taller de platería”.58 En su juventud probó suerte como boxeador y futbolista en el Club Oro, fue esa pasión la que lo condujo a la ciudad de México. Al ver que no lograba colocarse en algún equipo, decidió inscribirse en la Academia de San Carlos, donde tomó clases con los maestros Ignacio Asúnsolo, Fidias Elizondo, Luis Ortiz, Luis Sahagún, Antonio Rodríguez, Ernesto Jorajuria y José Arellano Fisher.59 En ese momento dominaba en el arte una corriente indigenista y neoclásica, cívica e histórica. En 1953, Miramontes regresó a Guadalajara y, junto con Jorge Martínez, formó parte del cuadro de maestros de la recién fundada Escuela de Artes Plásticas. Él inauguró la línea de escultura e impartió esa clase hasta 1983. Miramontes forjó las primeras generaciones de escultores del estado, entre sus alumnos destacan Estanislao Contreras, Concepción Andrade, Ramón Villalobos, Pedro Jiménez, Rafael Zamarripa y Dolores Ortiz.60
La vida como escultor tuvo altibajos. Su periodo de auge fue en el sexenio del gobernador Agustín Yáñez (1953-1959). En 1961, el IV Festival de Cine de Guadalajara lo homenajeó al lado de otros artistas como Guillermo Chávez Vega, Jorge Martínez y Gabriel Flores, además de las maestras Irene Robledo y Juanita García.61 En 1964 recibió de manos del presidente Adolfo López Mateos una presea con motivo del Año de las Artes Plásticas de Jalisco. La relación con el gobierno fue ambivalente, sobre todo respecto a los pagos. En 1960 expresó en el diario El Informador que una dependencia del gobierno del estado no le había pagado 300 pesos por el importe de su trabajo en el remozamiento de la estatua de Miguel Hidalgo situada en la plaza de la Liberación.62 Con la escultura de Belisario Domínguez que adorna el Senado de la República vivió una experiencia similar. Aunque él terminó el encargo en tiempo y forma, no le permitieron participar en el acto de develación y dilataron más de seis meses en liquidar su trabajo (Meretrices).
La obra de Miramontes está en Guadalajara y en el extranjero. Algunas de las esculturas que podemos mencionar son el monumento a José María Morelos y Pavón en el parque Morelos, Los tres futbolistas a las afueras del Estadio Jalisco, Homenaje al Alfarero en Tonalá, Ignacio L. Vallarta en Puerto Vallarta, José Clemente Orozco en Ciudad Guzmán y Miguel Hidalgo en Houston, Texas. Las notas periodísticas que sobre el fallecimiento del escultor insistían en mencionar que, para la Rotonda, hizo las estatuas de José Clemente Orozco y Mariano Azuela,63 contienen un dato erróneo, ya que esas esculturas se encuentran en los Arcos de Guadalajara. La información que se manejó es una muestra del desconocimiento del patrimonio escultórico y de los escultores tapatíos.
Miramontes formó parte de una generación que concibió el arte como una manera de educar a la población. En 2003 recibió la presea Pincel de Plata, y con motivo de este premio dio una breve entrevista a Francisco Vázquez. Al preguntarle cuál había sido la función de la escultura en su trabajo, respondió: “dar a conocer a los héroes y a las personalidades destacadas de Jalisco y, además, aparte de darlas a conocer, interesar a la población tapatía en su historia y trayectoria. Yo me he dedicado a realizar unos casi retratos de ellos, que es lo esencial”.64
Para el artista el realismo era la máxima expresión del humanismo y, en cambio, criticaba la “flojera en los artistas para ponerse a estudiar y explicarse y ver y manejar los temas. Se inclinan por lo abstracto porque es más sencillo y fácil: no necesitan saber dibujar, no requieren pensar. Todo es fácil hoy en la escultura”. En 2009 Miramontes aún figuró dentro del Programa de Estímulos a la Creación y el Desarrollo Artístico, en el rubro de creador emérito de las artes plásticas. Miguel Miramontes falleció el 15 de octubre de 2015.
Otro de los artistas que esculpieron para la Rotonda es el maestro escultor, pintor, bailarín y coreógrafo Rafael Zamarripa, nacido en Guadalajara en febrero de 1942. Zamarripa estudió simultáneamente en la Escuela Normal Superior y en la Escuela de Artes Plásticas de la U de G. Entre de sus expresiones, el artista reconoce que la escultura es la que más le interesa, pero que la danza le ha dado grandes satisfacciones. En el baile lo estimuló Amalia Hernández Navarro, fundadora del Ballet Folklórico de México; ella le abrió las puertas de foros internacionales, pero sin alejarlo de la escultura, incluso lo apoyó para que permaneciera un año en Italia con el escultor Sandro Taglionini (Balerini, 2015). En 1964 Zamarripa fundó el grupo folklórico de la U de G, y en 1966 la escuela de danza en la misma universidad. En 1981 se trasladó a Colima, donde coordinó el Instituto Universitario de Bellas Artes y dio un fuerte impulso a esas actividades (Núñez Ochoa). En su carrera ha recibido diversos reconocimientos, entre ellos el Hombre del Año de Jalisco en 1973, la presea José Clemente Orozco en 1984, medalla Una Vida en la Danza en 1994 y en 2014 el gobierno de Colima lo distinguió con la medalla Rey Colimán.65 Sin embargo, también ha tenido malas experiencias debido a enfrentamientos con grupos políticos. Amenazas de muerte, chantajes, persecución y golpes lo llevaron a salir de Guadalajara e instalarse en Colima (García, 2003).
Escultura | Año | Escultura | Año |
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Pedro Moreno | 1956 | Enrique González Martínez | 1957 |
Manuel M. Diéguez | 1957 | Leonardo Oliva | 1957 |
Jacobo Gálvez | 1958 | Luis Pérez Verdía | 1958 |
Clemente Aguirre | 1958 | Agustín de la Rosa | 1959 |
Manuel López Cotilla | 1961 | Gerardo Murillo “Dr. Atl” | 1975 |
Agustín Yáñez | 1980 | José Guadalupe Zuno | 1992 |
Gabriel Flores García | 2005 | Efraín González Luna | 2006 |
Fuente: Elaboración propia.
En 2014, después de varias décadas, Zamarripa regresó a Guadalajara; con ese motivo montó la exposición “Zamarripa vuelve a su tierra”, en octubre de 2015, en el museo del Palacio de Gobierno.66 Un mes antes, en septiembre, fue homenajeado en la UNAM por su extensa trayectoria artística. Como escultor, considera que sus obras más conocidas son El niño sobre el caballo de mar, símbolo de Puerto Vallarta, La Fundación, que adorna el muro trasero del Teatro Degollado, El pino de oro con los dos leones rampantes (escudo de armas de Guadalajara), y su pieza más representativa, por ser parte de una etapa madura de su profesión, son los murales Universo y Universidad y el Mundo Universitario, hechos para la Universidad de Colima.67 Otras de sus obras son el mural en altorrelieve que realizó para la biblioteca Manuel Rodríguez Lapuente del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la U de G, y la representación de José Clemente Orozco, en 1983, para la plaza de la Rotonda.
Otro gran escultor, con una extensa obra pública en Guadalajara, es Juan José Méndez Hernández (1936-2015). La obra de Méndez refleja su sentir nacionalista y se caracteriza por contener una fuerte dosis de vitalidad, movimiento y estoicismo. Méndez, originario de Poncitlán, comenzó esculpiendo figuras propias de su entorno rural, como caballos y toros. A los 14 años se trasladó con su familia a Guadalajara. Era estudiante del Instituto de Ciencias cuando se incorporó al taller de arte religioso de José Pablo Macías Pinto; después fue ayudante del arquitecto Julio de la Peña y asistió a varios cursos a la Escuela de Artes Plásticas de la U de G (González, 2015). Su primera pieza de carácter público y de gran formato fue la de José Antonio el Amo Torres, en 1966. Otras de sus piezas son La diosa del Maíz (Zapopan), Cristóbal Colón (Av. Américas), el Monumento a la Madre (Santa Anita) y el Mercurio (Cámara de Comercio de Guadalajara). Para Méndez, su mejor pieza era La Madre Patria (en avenida México), por sus pronunciadas curvas (Méndez Hernández). Para el panteón cívico edificante hizo en 1988 la estatua de Enrique Díaz de León. Esta obra tiene una réplica frente al edificio de la rectoría de la máxima casa de estudios del estado. Su segunda efigie para la rotonda fue la del líder sindical Francisco Silva Romero, en 2009.
En 1989 Salvador Andrade Valdivia esculpió la representación de Marcelino García Barragán. Este artista nació en 1939, en La Barca; para estudiar se trasladó a Guadalajara e ingresó a la Escuela de Artes Plásticas, donde fue alumno y ayudante de Rafael Zamarripa. Andrade recuerda con gusto que sus primeras obras las expuso en el periódico mural de su escuela primaria (Andrade Valdivia). Su época de mayor actividad la tuvo de 1982 a 1988, periodo en que trabajó en el Distrito Federal bajo las órdenes del regente Ramón Aguirre Velázquez, para quien hizo varias piezas de arte público, como una de José Alfredo Jiménez que estuvo en la plaza Garibaldi, pero que fue robada. Este artista privilegia la calidad y puntualidad en sus trabajos, motivo por el cual armó su propio taller de fundición, en el que participan tres de sus hijos, Rogelio, Salvador y Víctor. Andrade considera que su trabajo no termina con la hechura de la pieza, sino que, ante la indiferencia del gobierno, se ha ocupado de darles mantenimiento (González, 2006, pp. 22-23). El escultor considera que cada escultura es como un hijo; por eso lamentó que el Monumento al Soldado, su primer trabajo profesional, fuera dañado con bombas caseras, a manera de protesta por los hechos de 1968 (Ulloa, 2002). Parecería que el 2 de octubre siguió a Andrade, ya que Marcelino García Barragán fue el Secretario de la Defensa en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz. Andrade Valdivia, que firma sus obras con las iniciales de sus apellidos, recibió el Premio Jalisco en 1997 y en 2002 fue homenajeado por el Centro Universitario de la Ciénega de la U de G.
José Carlos Hernández Martín del Campo, quien signa sus obras con el nombre de Carlos Terrés, también dejó su impronta en la plaza de la Rotonda. El “escultopintor”, como se denomina a sí mismo este artista, es originario de Lagos de Moreno, donde nació en 1950; su padre fue Alfredo Hernández Terrés, editor y periodista, y su madre María Magdalena Martín del Campo, pintora autodidacta. Sus primeros estudios los realizó en el Liceo de Artes de Lagos, pero en 1967 ingresó a la Escuela de Artes Plásticas en Guadalajara; fue discípulo del escultor Rafael Zamarripa y del pintor Jorge Martínez López.68 Terrés fue el encargado de elaborar la estatua de Matute Remus, pues ya había esculpido una representación del ingeniero en 2002, obra que está colocada frente a las antiguas instalaciones de Teléfonos de México. No obstante, para la figura que le comisionaron en 2013 conversó con la señora Esmeralda Villaseñor, viuda de Matute, y su hija Esmeralda, quienes le aportaron datos, anécdotas, ropa e incluso los lentes del homenajeado. Estas acciones hablan de la inmersión del artista en la vida del benemérito previa a la ejecución de su pieza, ya que no sólo se dedicó a conocer su apariencia física, sino sus gestos, gustos y valores.
Forjada en la escuela mexicanista de Miguel Miramontes, Dolores Ortiz Minique fue la única mujer de su generación, egresada en 1969, de la Escuela de Artes Plásticas de la U de G. Es también la única mujer que ha esculpido para la Rotonda, donde representó a Francisco Rojas González. La escultora se ha desempeñado como docente en la U de G; su obra monumental en la ciudad es poca, pero sus piezas han salido a Costa Rica, Estados Unidos, Alemania, Japón, Chile, Puerto Rico, Turquía y China (Gutiérrez, 2014). La escultora considera que el encargo de piezas de carácter público está en una etapa de crisis, las autoridades no licitan proyectos, se desvían recursos y se comisiona a constructoras la realización de monumentos. Ortiz critica la situación porque ha orillado al gremio a regalar su trabajo, todo con el afán de que su obra esté en las calles y no sólo en galerías.69
El encargado de elaborar la pieza de Irene Robledo fue Pedro Jiménez Corona, nacido en 1943. Este artista inició su profesionalización en la escultura a los 26 años; fue entonces cuando decidió ingresar a la Escuela de Artes Plásticas. Jiménez confiesa que Miguel Miramontes y Rafael Zamarripa fueron los maestros que marcaron su formación y que admira el trabajo de Juan José Méndez (Guardado, 2013). Al concluir sus estudios le ofrecieron impartir clases en la Escuela de Artes y Oficios de la Universidad Autónoma de Sinaloa, y fue en ese estado donde desarrolló piezas monumentales, en especial durante la gubernatura de Francisco Labastida (1987-1992). Sus principales obras en Mazatlán son El venadito, Alegoría a la vida, La sirenita, Los niños y el delfín y Los delfines.70 El sexenio 1993-1998, de Renato Vega, llegó con un recorte al presupuesto dedicado a la cultura, y el nuevo panorama condujo al escultor a regresar a Guadalajara. Así, desde su realismo, se encargó de esculpir la figura de Irene Robledo en el año 2000.
En 2002 Diego Martínez Negrete hizo la escultura de Luis Barragán. Este artista incursionó en la escultura desde 1988 de manera autodidacta. Tomó un curso de pátina contemporánea en 1999 y uno de fundición de bronce en la Universidad Cristiana de Abilene, en Texas. Para la pieza de Barragán se basó en una fotografía captada en el campo que dio lugar al fraccionamiento del Pedregal y entrevistó a las personas que convivieron con él: su interés era captar la mirada de arquitecto, la vida de un artista (González, 2006, p. 105). Trabajó en la efigie seis meses y la fundió en su taller con la técnica de “bronce al silicio, que es una aleación de 95% cobre, 4% silicio y 1% manganeso, combinación que es más adecuada para intemperie”. El costo de la escultura fue de 287 mil 500 pesos, que fueron pagados por la Secretaría de Cultura, la Fundación de Arquitectura Tapatía y el Ayuntamiento de Guadalajara.71
Entre la lista de escultores que han hecho esculturas para la Rotonda se encuentra Ignacio Garibay, quien hizo la estatua del líder sindical Heliodoro Hernández Loza. Garibay se recibió de ingeniero civil y trabajó como tal diez años. Fue en 1980 cuando optó por estudiar pintura en la Escuela de Artes Plásticas de la U de G, y a partir de ese año trabajó como escultor de manera simultánea; al poco tiempo dejó la carrera y se dedicó por completo a esculpir. Algunas de sus piezas son la de Miguel Ibarra en la plaza Fundadores, y algunos bustos como el de Manuel López Cotilla y el de Manuel Altamirano. Respecto a la estatua de Hernández Loza, comentó que le fue encargada directamente por la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM). En comunicación personal señaló que fue recomendado para elaborar la pieza
por el licenciado Eugenio Ruiz Orozco, y ellos mismos me proporcionaron información del personaje, así como fotografías. También la escultura en proceso fue presentada a una hija de Don Heliodoro, quien emocionada dio el visto bueno. La razón por la que la escultura quedó más pequeña que las colindantes se debe a que nunca se me informó quién estaba elaborando la del otro líder sindical de la CROC, y no pude ponerme de acuerdo con su escultor, Juan José Méndez. Yo la propuse de 1.70 m., que es lo que mide, y me fue aceptada, a pesar de que tengo información de que don Heliodoro era muy bajito, como de 1.50 m.72
Estas palabras de Garibay muestran los medios a los que recurrió para modelar su encargo, pero también una desvinculación entre el gremio de escultores, puesto que no se había enterado de que Méndez estaba haciendo la estatua de Silva. Al preguntar a Garibay sobre las proporciones de su escultura, comentó que “le apena profundamente” que quedara con menor altura que el resto, pero que él consideró el tamaño real de su personaje, por eso le dio esas proporciones, ya que como indica era un persona de poca estatura. A lo anterior se aunó el beneplácito que mostraron la hija de Hernández Loza y las autoridades que le aceptaron el proyecto. Por estas razones la pieza del líder sindical rompe con el resto de esculturas, que oscilan entre 1.90 y 2.00 metros de altura. Actualmente Ignacio Garibay se dedica a la pintura y la escultura, en trabajos básicamente para particulares.73
En 2009 Rubén Orozco Loza esculpió la figura de Rafael Preciado Hernández, la cual también tiene una réplica en el municipio de El Grullo, que se instaló en su plaza de Armas el 29 de abril. Orozco Loza es un prolífico escultor hiperrealista, egresado de la licenciatura en Artes Visuales (2000-2004) de la U de G. Sus primeros trabajos fueron con el orfebre Celestino Cruzaley, y después colaboró como ayudante del escultor libanés Nabil Basbous (2002), el argentino Rodolfo Nardi (2003) y el chileno Mauricio Guajardo (2005). En 2006 tomó cursos en Florencia, Italia. En la actualidad este joven artista trabaja al lado de su esposa, la pintora Clara Inés Alcántara Dávila. ROL, como firma sus obras, ha realizado diversos proyectos para la U de G, el Gobierno del Estado, autoridades religiosas y diversos ayuntamientos de Jalisco (Orozco).
La segunda escultura de Orozco para la plaza de la Rotonda fue la efigie de Rita Pérez de Moreno y su pequeña hija Guadalupe, en 2010. En virtud del decreto del Congreso del estado de Jalisco, hizo una réplica para la ciudad de San Juan de los Lagos, que se instaló en 2012. La más reciente obra de este artista para la plaza de los Jaliscienses Ilustres fue la de Juan José Arreola. Para las representaciones de Preciado y Arreola, el escultor trabajó a partir de fotografías. En el caso del cuentista, fue su familia la que le hizo la invitación a elaborar la pieza, porque antes había hecho su efigie para la Casa Literaria Juan José Arreola, en Ciudad Guzmán. Orozco narra que la fabricación de esta pieza le llevó poco más de un mes, pero “lo más complicado fue la creación de los bocetos iniciales, que fueron más de quince, para que la familia eligiera de un amplio margen uno” (Vázquez, 2015). La escultura de Arreola, según la Secretaría de Cultura, costó medio millón de pesos (Covarrubias, 2015).
Consideraciones finales
El panteón cívico edificante de los jaliscienses esclarecidos ha pasado distintas fases, esto en múltiples sentidos; por ejemplo, en cuanto al espacio, a los “tipos” de beneméritos, los escultores y las corrientes artísticas. En cuanto al primer aspecto, la plaza pasó por una etapa de resistencia, por la destrucción que implicó el proyecto de la cruz de plazas. Como es natural, las generaciones actuales de tapatíos y visitantes foráneos perciben estos espacios en perfecta armonía con el cuadro histórico, incluso es algo que da identidad. De ser un espacio identificado con el culto religioso, ahora ese mismo sitio posee un carácter cívico, con una finalidad educativa, con la solemnidad que guarda un panteón pero también con la recreación y el ocio al que invitan sus jardines.
En lo que corresponde a la elección de héroes, la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres presentó tres etapas. Como se expuso, en un primer momento llegaron personajes del siglo XIX, los cuales fueron elegidos de manera heterogénea para que cada uno representara uno de los rubros de la ley del 17 de marzo de 1953, aunque sí se privilegió a los considerados héroes liberales. Así mismo, se procuró una distribución armónica de las piezas, de forma que cubriera todos los flancos de la plaza. Esta primera etapa fue parte del proyecto de gobierno de Agustín Yáñez, pues como se señaló, en su sexenio se colocó un número mayor de figuras, incluso en el último día de su gestión inauguró una escultura.
En un segundo momento, de apariciones escultóricas esporádicas, predominó la presencia de personajes del ámbito cultural y académico. Una tercera etapa de auge comenzó con el nuevo milenio, el cual se acompañó de cambios partidistas en el poder ejecutivo estatal, y después en el ámbito nacional. Además, se mostró apertura e inclusión al reconocer a dos mujeres jaliscienses. No obstante, la integración de personajes insignes del siglo XX ha obedecido de forma más explícita a intereses políticos. El conjunto de esculturas hace evidente que el panteón, de fuerte carácter educativo, congrega a miembros de los partidos políticos en el poder y de instituciones de educación superior, aunque esto queda oculto en las placas que identifican a los homenajeados. Lo anterior ha agudizado disputas faccionales por colocar a su “insigne” en un lugar vistoso; es por eso que la sección sobre la avenida Alcalde ha aglomerado un mayor número de efigies. Para resolver la inminente falta de espacio, a partir del 2012 comenzaron a surgir algunas propuestas. El diputado Javier Olivo, el 15 de mayo del 2012, presentó ante el legislativo la iniciativa de crear una rotonda de los maestros y maestras ilustres de Jalisco, aunque no precisó dónde estaría ubicada.74
Una de las críticas al complejo escultórico, al panteón de insignes, es que aunque los “hijos esclarecidos” tienen lugares de nacimiento distintos a la capital del estado, lo cierto es que la mayoría a temprana edad trasladó su residencia a Guadalajara o México. Salvo Pedro Moreno y Rita Pérez de Moreno, no se ha reconocido o rescatado la obra y memoria de otros personajes que hayan trabajado a favor de su comunidad o hecho proezas en las distintas regiones de Jalisco.
La participación de los escultores también presenta dos fases. La primera estuvo dominada por el escultor Miguel Miramontes, único formado en la Academia de San Carlos. El monopolio de Miramontes obedeció, en gran medida, a que la profesionalización de la escultura en el estado era aún incipiente; esa misma circunstancia permite comprender por qué Ignacio Asúnsolo fue requerido para producir una pieza. Así, la consolidación de la Escuela de Artes Plásticas de la U de G significó la pluralidad de artistas formados en Jalisco. Casi la totalidad de los escultores que se presentaron pasaron por las aulas de esta escuela y varios fueron formados por el mismo Miramontes. Este proceso permitió multiplicar el número de profesionales que lograron modelar una pieza para la rotonda. Cabe destacar que, salvo Asúnsolo, todos son originarios de Jalisco, por lo que se puede afirmar que prevalece una política de apoyo y preferencia por los escultores locales. Por último, la corriente artística por la que se decantaron los primeros autores fue el realismo, cargado de un fuerte sentir nacionalista que comulgaba con la idea de la función educativa del arte y la necesidad de forjar una patria de grandes héroes. En la década del 2000, en particular con la pieza de Luis Barragán, apareció el hiperrealismo en la rotonda, corriente a la que se adhiere Rubén Orozco Loza.
Más allá de los méritos, las figuras de la rotonda y los elementos que reúnen, por ejemplo la cartela que los acompaña y la ausencia de fechas que indiquen su temporalidad, contribuyen a forjar una memoria histórica colectiva, al tiempo que ornamentan el centro de la ciudad; en lo primero se sobrepone el interés de autoridades políticas y culturales; en lo segundo, la labor de los escultores.
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1
Agradezco a Nelly Sigaut, Paul Kersey, Ivon Padilla y a los dictaminadores anónimos por los comentarios y sugerencias para este texto.
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2
La Rotonda de Guadalajara es contemporánea a la de Culiacán; sin embargo, en ésta es más latente su función política de consolidar a los héroes del proyecto revolucionario, lo que se constata al considerar que se inauguró el 20 de noviembre de 1954 con los restos del general Gabriel Leyva. (16 de noviembre de 1954), “Correspondencia del puerto de Mazatlán”, El Informador, p. 5.
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3
Véase dossier Imágenes 1 y 2
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4
Véase dossier Imágen 4.
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5
Véase dossier Imágenes 5 y 6.
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6
Véase dossier Imágen 3.
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7
Véase dossier Imágenes 7 y 8.
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8
Véase dossier Imágen 9.
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9
S/A. (24 de marzo 2009). Sin fecha la instalación de la efigie de Juan Rulfo en la Rotonda. El Informador.
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10
Congreso del Estado de Jalisco (2012). Expediente para trasladar los restos del benemérito en grado de heroico del general José Francisco Gordiano Guzmán, p. 4.
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11
Véase Dossier.
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12
Véase Dossier.
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13
S/A. (16 de mayo de 1956) “El monumento al Lic. Vallarta”, El Informador, p. 1. Véase dossier Imagen 21.
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14
La efigie de Pedro Moreno se criticó por representar a un hombre joven, lo que no correspondía con su edad al momento que se adhirió al movimiento independentista, cuando tenía alrededor de 40 años. S/A. (23 de octubre de 1956). “Pedro Moreno el valiente insurgente de Jalisco”, El Informador, p. 6. Véase dossier Imagen 34.
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15
S/A. (14 de noviembre de 1956). “Jalisco se vuelca en impulso patriótico”, El Informador, p. 10. Véase dossier Imagen 37.
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16
S/A. (2 de febrero de 1956). “El Licenciado Agustín Yáñez rindió su tercer mensaje”, El Informador, p. 19.
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17
S/A. (21 de noviembre de 1957). “Un homenaje cálido fue rendido ayer al Gral. Manuel M. Diéguez”,El Informador, p. 1. Véase dossier Imagen 32.
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18
Véase dossier Imagen 28.
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19
S/A. (16 de agosto de 1958). “Homenaje al gran compositor de Jalisco D. Clemente Aguirre”, El Informador, p. 1.
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20
S/A. (11 de octubre de 1958). “Inauguración de nuevas obras públicas”, El Informador, p. 10.
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21
S/A. (17 de febrero de 1959). “Programa de actividades oficiales del C. Gobernador del estado, Lic. Agustín Yáñez, en la terminación de su ejercicio constitucional”, El Informador, p. 7. El 1º de marzo de 1959 tomó posesión del cargo de gobernador el profesor Juan Gil Preciado.
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22
Véase dossier.
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23
Después de los restos de López Cotilla, se trasladaron de Belén a las gavetas de la rotonda los de Manuel M. Diéguez en 1964. Congreso del Estado de Jalisco (2010), Rotonda de los hombres ilustres. Véase dossier Imagen 31.
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24
Véase dossier Imagen 19.
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25
Congreso del Estado de Jalisco (2010). Rotonda de los hombres ilustres.
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26
S/A. (21 de enero de 1981). “Está preparado homenaje al Lic. Agustín Yáñez D”. El Informador, p. 2. Véase dossier Imagen 11.
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27
S/A. (24 de noviembre de 1983). “Cálida recepción de Jalisco al presidente Miguel de la Madrid”, El Informador, p. 1. Véase dossier Imagen 25.
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28
Congreso del Estado de Jalisco (2010). Rotonda de los hombres ilustres. Véase dossier Imagen 14.
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29
Los restos de García Barragán se depositaron en la rotonda el 17 de febrero de 1990, pero su escultura se develó meses después. S/A. (4 de septiembre de 1990). “Fue conmemorado el aniversario de García Barragán”, El Informador, p. 1. Véase dossier Imagen 33.
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30
S/A. (18 de abril de 1992). “Zuno”. El Informador, p. 1. Véase dossier Imagen 26.
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31
Congreso del Estado de Jalisco (2010). Rotonda de los hombres ilustres. Véase dossier Imagen 16.
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32
S/A. (5 de marzo de 2003). “Decreto por el que se declara Personas Ilustres al ingeniero Heberto Castillo Martínez, al licenciado Manuel Gómez Morín y al licenciado Jesús Reyes Heroles y se decreta su inhumación en la rotonda de las Personas Ilustres del Panteón Civil de Dolores”, Diario Oficial de la Federación,
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33
S/A. (27 de febrero de 2004). “Los restos de Gómez Morín, en la Rotonda de las Personas Ilustres”, Proceso.
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34
S/A (1° de noviembre de 2013). "¿Qué paso ahí… Rotonda de las Personas Ilustres?", Excélsior.
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35
S/A. (6 de abril de 2002). “Rindieron homenaje a la ilustre Irene Robledo”, El Informador, p. 13.
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36
S/A. (10 de octubre de 2000). “Trasladan hoy a la Rotonda a Irene Robledo”, El Informador, p. 15. Véase dossier Imagen 22.
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37
Congreso del Estado de Jalisco (2002). “Decreto para nombrar benemérito ilustre a Luis Barragán Morfín”, p. 9.
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38
Véase dossier Imagen 29.
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39
Congreso del Estado de Jalisco (2004). “Benemérito ilustre del Estado de Jalisco al pintor y muralista Gabriel Flores García”.
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40
Congreso del Estado de Jalisco (2004). “Decreto para elevar al grado de benemérito ilustre al pintor Gabriel Flores García”, p. 9.
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41
Véase dossier Imagen 18.
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42
Congreso del Estado de Jalisco (2006). “Decreto para nombrar benemérito ilustre del Estado de Jalisco a Efraín González Luna”, p. 19.
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43
Véase dossier Imagen 13.
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44
Véase dossier Imagen 35.
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Véase dossier Imagen 17.
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Véase dossier Imagen 20.
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Véase dossier Imagen 24.
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Imágenes 9-36. Aura Esmeralda Valerio Nuño.
- » Recibido: 20/04/2017
- » Aceptado: 06/02/2018
- » Publición impresa: 09/2018