El propósito de la presente investigación es analizar los rumores desestabilizadores que utilizaron grupos de derecha contra el gobierno de Luis Echeverría Álvarez, desde una perspectiva cultural política. El trabajo consideró diferentes rumores a lo largo del periodo presidencial a través de las publicaciones periódicas de circulación nacional y estatal.
The purpose of this research is to analyze the destabilizing rumors used by right-wing groups against the government of Luis Echeverria Alvarez, from a political and cultural perspective. In this article, I took into consideration several rumors that were published by different newspapers throughout the presidential period.
- Regímenes de verosimilitud;
- derechas;
- rumores desestabilizadores;
- arma política.
- Verisimilitude regimes;
- right Wing;
- destabilizing rumors;
- political weapon.
Introducción
Cuando se analiza el sexenio de Luis Echeverría (1970-1976) y se intentan examinar las pautas del conflicto que sostuvo con las derechas, se vislumbra el importante papel que jugó la imagen pública tanto del presidente como de su gobierno; imagen que fue atacada por las derechas con distintos medios que surgieron de sus posibilidades y de su cultura política, desde boicots económicos hasta discursos lanzados en su contra. Dentro de estas posibilidades me interesa resaltar el eco que tuvo el rumor y su grado de influencia, como un recurso de manipulación psicológica empleado en diversas circunstancias.
Dicha estrategia fue elegida por grupos de derecha1 como los empresarios (del grupo Monterrey), el Partido Acción Nacional (PAN), la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), entre otros, con la finalidad de causar miedo y confusión entre la población para así mermar la credibilidad del gobierno. Ellos actuaron cuando vieron amenazados sus intereses y privilegios por el nuevo presidente, debido a sus discursos izquierdistas, a sus acciones encaminadas a favorecer a los trabajadores y al manejo descuidado de la economía.
Estos grupos actuaron de manera separada velando por sus propios intereses, aunque coincidieron en un desagrado manifiesto por todo aquello que sonara a comunismo y compartieron una cultura política. Pero, ¿a qué me refiero cuando hablo de cultura política? Desde el ámbito antropológico y social, Cecilia Schneider y Karen Avenburg (2015), la definen como:
La matriz de significados encarnados en símbolos, prácticas y creencias colectivas mediante los cuales las personas y las sociedades se representan las luchas por el poder, ponen en acto las relaciones de poder, la toma de decisiones, cuestionan o no los valores sociales dominantes y resuelven o no el conflicto de intereses (p. 127).
Ahora bien, de los múltiples aspectos que abarca el estudio de la historia cultural política, me concentraré en el rumor como una estrategia que, si bien no era utilizada por primera vez, tuvo un efecto más amplio y exitoso que en otros momentos. El presente estudio permitirá volver inteligible la complejidad de las relaciones de poder entre las derechas y el Estado, entendiendo al rumor como un tema que requiere ser visto desde una perspectiva histórica y como una estrategia política, rebatiendo a aquellos estudiosos que lo desdeñan por su carácter oral. Así, esta investigación será un paso más en pos de darle un lugar a las estrategias dentro de las fuentes que la disciplina puede usar para conocer ideas, miedos, concesiones y representaciones.
Como apunta Margarita Zires (1995), el uso corriente la palabra rumor
Ha servido y sirve para quitarle legitimidad y poner en duda la veracidad de aquellos relatos y saberes desperdigados que se crean y circulan en las periferias de las instituciones, fuera de los sistemas comunicativos centralizados y en los intersticios de la sociedad (p. 157).
Ello se debe, en buena medida, a que el estudio del mismo comenzó durante la Primera Guerra Mundial y cobró mayor relevancia durante la segunda gran guerra, cuando los países en pugna lo utilizaron de manera operacional tanto para engañar al enemigo como para calmar a sus propios elementos.
El libro clásico de ese periodo fue Psicología del Rumor, escrito por Gordon Allport y Leo Postman (1953), para quienes el rumor era un problema social y psicológico que se tornaba riesgoso, sobre todo en tiempos de guerra; era información falsa que se iba deformando al ser transmitida de persona a persona y, por lo tanto, peligrosa. En resumen, el contexto particular de la Segunda Guerra Mundial provocó que las habladurías fueran consideradas una enfermedad social que, desde una perspectiva psicológica, tenían su causa y solución en los individuos.
Este enfoque fue cuestionado a partir de la década de los setenta, luego de que la idea de una verdad se puso en duda y se reivindicó a la oralidad por la influencia del pos poscolonialismo. Desde la psicología social, uno de los críticos más importantes fue Michel Rouquette (1977), quien señaló el reduccionismo que solían hacer de los rumores como una falsedad o información deformada, argumentando que cualquier proceso de comunicación exige transformaciones dependiendo del tipo social al que pertenezca el individuo.
A partir de dicha obra las investigaciones se ampliaron hacia otras disciplinas como la sociología funcionalista, psicología social y la antropológica de corte estructuralista. También aparecieron estudios que se centraron en las dimensiones políticas y culturales del rumor. Para efectos prácticos de mi explicación retomaré los conceptos, ideas y definiciones de estas últimas puesto que las considero de mayor utilidad.
Para el caso mexicano, quien más avances ha hecho en su labor al respecto es Margarita Zires (2005), en el libro Del Rumor al Tejido Cultural y Saber Político. Dicha investigadora aborda el tema desde una perspectiva histórica y de la comunicación que le permite definir su objeto de estudio como un fenómeno grupal y colectivo, por lo cual resulta importante analizar, entender y estudiar los regímenes de verosimilitud dentro de los que se reproduce en una sociedad dada.
Al igual que ella, rechazo la concepción del rumor como una enfermedad social y en su lugar adopto la definición de fenómeno social asociado a los regímenes de verosimilitud (Zires, 2005, p. 59). 2 Sin dejar de lado la intencionalidad de los mismos, pueden contener una dimensión crítica de las autoridades puesto que también son fuentes de expresión de tensiones y disenso. Según James Scott (2000, p. 43), son medios por los cuales se cuelan las críticas hacia las autoridades y los deseos de los dominados. También son vehículos de descontento que pueden ser expresados por grupos con cierto poder político y económico que no poseen los medios para enfrentase de manera abierta o directa a las autoridades, como es el caso de los grupos de derechas que estudio.
Buscar las huellas de lo que se transmitió de boca en boca hace más de 40 años tiene su dificultad, especialmente cuando se trata de información que estaba en contra de lo que era aceptado decir y se hacía por canales informales. Aunque su misma condición de información subversiva, en este caso, es una ventaja gracias al impacto que tuvo dentro de los medios de comunicación masiva, particularmente en los periódicos. Si bien, los testimonios orales pueden ser de gran ayuda para el estudio histórico del tiempo presente, en este caso para el análisis del rumor como arma política es necesario usar una fuente que esté inserta en la esfera pública y la dinámica política.
Mi fuente principal son los diarios de circulación nacional, que gracias a su subordinación al Estado mexicano me permite conocer la postura que tuvo el gobierno, sobre todo porque utilizó a la prensa para tatar de desmentir los chismes que circularon en los diferentes estados (Sánchez & Gil, 2018, p. 179). Asimismo, su carácter de comercial los impulsaba a prestar atención a noticias que atrajeran la atención de sus lectores. De la misma forma usaré algunas publicaciones de los estados que se vieron más afectados por la manipulación de la información.
En las siguientes secciones escribiré sobre los rumores más importantes que circularon durante el sexenio de Luis Echeverría Álvarez. Planeo dividir en dos partes el análisis de estos: el primero que se inicia desde la llegada al poder del mandatario y termina a mediados de 1974, el segundo que comienza a mediados de 1974 y termina con el golpe de Estado. Decidí dividirlos de esta forma debido a que durante los primeros tres años el descontento de los grupos de derecha era menor, aunque en 1972, Echeverría comenzó a radicalizar su mandato, además, en esos años todavía era un gobierno fuerte que tenía apoyo de la ciudadanía, por lo que las mentiras o exageraciones tuvieron poco eco. No obstante, en los últimos tres años las cosas cambiaron porque la ciudadanía compartía una mala imagen del presidente y se hizo más fácil atacar cuando el cambio presidencial estaba cerca.
El inicio de la estrategia contra el gobierno de Echeverría
Luis Echeverría Álvarez llegó al poder en diciembre de 1970, en un México con problemas generalizados en los ámbitos político y social. Los años anteriores de estabilidad política y crecimiento económico tuvieron un costo; dentro del propio sistema se fueron desarrollando conflictos profundos que necesitaban solucionarse. Entre ellos se encontraban la marcada desigualdad económica que cada día se iba haciendo más grande; la pérdida de legitimidad que sufría el partido hegemónico y el sistema, y la poca representatividad de los intereses de las clases medias y bajas. Una de las manifestaciones más visibles de los conflictos existentes fue la matanza del 68, la cual no solo acrecentó la pérdida de legitimidad del sistema, sino el descontento general.
Así, el recién electo presidente necesitó restaurar la legitimidad del partido y sus instituciones. Para ello, trató de construir una base popular que sostuviera su administración, fortaleciendo la antigua alianza entre el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y los sectores populares, mermada por los presidentes anteriores. Siguió estrategias pasadas: intentó movilizar a la clase obrera a través de la práctica tradicional de cooptar a varios sindicatos y federaciones sindicales encabezadas por dirigentes descontentos; buscó reavivar al campesinado con la esperanza de una reforma agraria total, e insistió en incorporar a las clases medias al sistema político mexicano, las cuales habían quedado olvidadas, políticamente hablando, desde la década de 1950.
Por otra parte, Echeverría pretendió hacer reformas políticas generales, incluida la democratización del PRI, cuya imagen estaba desacreditada (Basurto, 2012, p. 81). En principio, amplios sectores con ideologías más liberales apoyaron al nuevo candidato, pues “Representaba la ideología progresista […] un Estado cada vez más fuerte, una iniciativa privada cada vez más acotada, el fin de los líderes charros, las inversiones para el campo, el sano alejamiento frente a los Estados Unidos” (Krauze, 2002, p. 239). Por su parte, la sociedad conservadora estaba a favor de los procedimientos diazordacistas, sobre todo concordaron con su manera de manejar la economía del país y vieron con desconfianza al nuevo presidente.
A lo largo de los años, esa primera desconfianza se transformó en abierta hostilidad derivada de la intromisión del Estado en la economía, la imagen izquierdista del gobierno, la postura tercermundista del presidente y algunas propuestas de leyes que amenazaban los privilegios de las elites. En consecuencia, el compromiso que había entre los grupos de poder, ese “pacto político”, se vio amenazado por las discrepancias de objetivos e intereses y contestaron de manera negativa (Loaeza, 1977, p. 557). Parte de la iniciativa privada, un sector del PAN, grupos católicos, entre otros, comenzaron a atacar al gobierno de distintas formas. Una de las estrategias que usaron fueron mencionados rumores desestabilizadores que buscaban desacreditar la presidencia.
Durante el sexenio echeverrista circularon varias noticias falsas por las ciudades del norte y centro de la República, promovidas por grupos opositores de derecha y ultraderecha contra el gobierno en turno, cuya finalidad era generar una imagen negativa del mandatario, de sus decisiones y de su administración en general. Trataban de alentar a la población para que se manifestara en contra del gobierno y que este, en lugar de ganar la legitimidad menguada, la perdiera y decidiera retomar el camino anterior, un camino, dicho sea de paso, más conveniente para sus pretensiones de clase.
A partir de 1972, las políticas del ejecutivo fueron más radicales y, según la opinión pública, se mostraron más izquierdistas. En ese momento que aparecieron rumores desestabilizadores. Los primeros fueron sobre un estrangulador que estaba atacando “jovencitas” en la Ciudad de México, sobre la escasez de diversos alimentos y el cierre de las cuentas bancarias. Los dos últimos se repitieron a lo largo del sexenio inclusive con mayor difusión e impacto entre la población.
Estos primeros rumores son difíciles de rastrear en los periódicos puesto que el gobierno no consideró necesario desmentirlos y no tuvieron mucho eco entre la ciudadanía. Para entonces los dirigentes del régimen no le pidieron a editores ni periodistas que los desmintieran y la mayoría de los lectores, presumiblemente, no escucharon sobre ellos. En su momento, las mentiras que divulgaban no estaban dentro de los regímenes de verosimilitud por lo que las advertencias fueron desatendidas. De tal suerte, el gobierno decidió no contestar y los funcionarios públicos tampoco hicieron declaraciones al respecto.
Como se anticipó, una de las noticias falsas que circuló en 1972 fue el supuesto racionamiento de alimentos, el cual fue reflejo del miedo que tenían algunos miembros conservadores de que se implantara el comunismo en el país. Siguiendo la investigación de Carlos López de la Torre (2014), las derechas mexicanas criticaron el apoyo de Echeverría a la Unidad Popular (UP) liderada por Salvador Allende y tuvieron una opinión favorable del golpe de Estado en Chile. En síntesis, reprocharon la imagen izquierdistas que el gobierno mexicano estaba proyectando por el temor de que condujera al país hacia el comunismo.
En términos de difusión, los grupos más activos fueron los empresarios, principalmente los de Monterrey, un sector del PAN liderado por Conchello y grupos de derecha más radicales como el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO). Así, El Porvenir de Monterrey, publicó varias noticias relacionadas con el racionamiento de comida en Chile y Cuba a lo largo de 1972. El 8 de octubre de ese año, los editores del diario informaron sobre la falta de carne y de azúcar en el país sudamericano. El subtítulo del artículo mencionado dice: “Ya hay un racionamiento de facto”.3
En otra publicación que circulaba por Guadalajara, El Informador, también hubo notas sobre la escasez de comida y el racionamiento en Chile. En una de sus páginas se puede leer sobre el problema que atravesaban los chilenos respecto del déficit de la balanza de pagos, lo cual, según el diario, podría ocasionar que hubiera un racionamiento de alimentos y otros productos de consumo básico que importaba ese país. Asimismo, aprovechaba para informar sobre la reducción de los productos durante el año anterior debido a la disminución de importaciones y la caída del precio del cobre.5
Lo que en principio puede considerarse como noticias que hablan sobre otros países, pronto se confundió con lo que podría ocurrir o ya estaba pasando en México. Hubo varias formas de transformar esa información, una de ellas consistió en hacer comparaciones entre México y algunos países de orden comunista. En El Porvenir, uno de sus colaboradores habla de la mala elección que las naciones latinoamericanas hicieron al emprender el camino hacia el izquierdismo, señala que: “Todos los regímenes ensayados hasta ahora han desembocado en la crisis, en la baja de los niveles de vida del pueblo, en el retroceso económico, en la miseria y en el racionamiento”.7 De acuerdo con la nota, las naciones latinoamericanas deberían elegir entre el izquierdismo o el progreso nacionalista, o a decir del autor, entre el fracaso o la economía social que impulsa la prosperidad de la nación.
Pero esas situaciones no solo ocurrieron en algunos estados, también en la capital se implementaron estrategias de divulgación. Una de ellas era poner avisos confusos en los periódicos o revistas que iban dirigidos principalmente a las mujeres. Ejemplo de ello es la siguiente nota que se publicó en la revista Avance:9
Las nacidas bajo el signo de sagitario (nov-dic 23) son alegres y confiadas con sus enamorados pero detestan el engaño y son muy posesivas. Generalmente son buenas esposas. Las ganancias netas de la General Motors y la American Telephone, las dos empresas más grandes del mundo fueron respectivamente para 1971, mil novecientos y dos mil trescientos millones de dólares. Suena fácil decirlo. UNICAMENTE dos días a la semana venden carne de res en Santiago de Chile: los viernes y los sábados.
La nota presenta fragmentos de noticias inconexas dentro de un mismo párrafo: primero se habla sobre los horóscopos, después de los beneficios económicos que obtienen algunas compañías de un país capitalista, para luego contrastarla con el racionamiento de carne acaecido en Chile, país democrático que se dirigía hacia el socialismo. Da la impresión de que los autores de la nota apostaron por una lectura rápida, ya que en todo el párrafo solo resaltan la palabra “únicamente” y la acompañan con el país en donde ocurre tal situación.
Un año después, en 1973, los rumores hicieron su aparición de manera más eficaz y abarcaron distintos temas. Uno de los más importantes estuvo relacionado con la escasez de gasolina, el cual fue escuchado en varios estados por distintos sectores de la población, debido a que estaba dentro del régimen de verosimilitud. A saber, era creíble en consonancia con el embargo de petróleo de los países árabes, el cual afectaba a las potencias por la insuficiencia de los derivados del hidrocarburo. Si bien México no enfrentó problemas en esos momentos, las personas vieron la escasez como una posibilidad puesto que se estaba presentando en otros países, especialmente en el vecino del norte.
Lo que motivó la creación de esa noticia fueron los conflictos entre las derechas y el gobierno que se incrementaron en aquel año debido a dos acontecimientos importantes: la muerte de Eugenio Garza Sada, prominente empresario de Monterrey, asesinado por un comando de la Liga Comunista 23 de septiembre. Este hecho ocasionó que los miembros del sector empresarial acusaran al presidente de ser el culpable indirecto de la acción debido, según ellos, a que sus discursos respaldaban a los grupos de extrema izquierda. En el mismo sentido, sectores empresariales, junto con el pan se declararon en contra de que el gobierno aceptara refugiados chilenos dentro de las fronteras mexicanas, lo que para ellos significaba continuar con el apoyo a la ideología socialista de aquel país.
En este ambiente de fricciones, las estrategias de desestabilización no se hicieron esperar y al mes siguiente se escuchaba de boca en boca que había escasez de gasolina en varios estados de la República, entre los que destacaron Jalisco, Nuevo León, Puebla y la Ciudad de México -cabe aclarar que se esparcieron en distintos momentos con diferencia de meses -. Las presumibles intenciones de las derechas al crear esa noticia, fue mostrarle al gobierno la fuerza que poseían para manipular a las masas y distraer la atención de las acciones que hizo el gobierno de Echeverría ante la muerte de Allende y la victoria de las fuerzas armadas en Chile.
En ese mismo septiembre, pero en Monterrey, comenzó a escucharse que se agotaría el combustible por una huelga de los trabajadores de Petróleos Mexicanos (Pemex). Durante varios días esa información repercutió en los surtidores de combustibles que se vieron más solicitados por automovilistas.11 En la ciudad de Puebla, el primero de octubre se escucharon versiones similares sobre una posible huelga de trabajadores de las gasolineras. Lo que sí ocurrió, fue una huelga de panaderos en ese estado que provocó escasez de pan.13
El rumor corrió por el entonces Distrito Federal sin mayor variación de las versiones. Se decía que estallaría una huelga en Pemex promovida por sus trabajadores, por lo cual, el suministro de gasolina se vería afectado y ocasionaría escasez de combustible. Según los medios, dicho paro iniciaría el 4 de octubre a las 12:00 del día y aunque hubo avisos que desmintieron la información, no se logró frenar las consecuencias. Desde temprano se formaron largas filas de vehículos cuyos conductores deseaban llenar sus tanques para precaver la posible falta de gasolina.15
En Jalisco, durante los primeros días de diciembre de 1973, fue necesario que se hicieran declaraciones sobre la imposibilidad de que escaseara la gasolina. En El Informador se afirmó positivamente que: “Buena es la noticia de que no hay peligro de escasez de gasolina en Jalisco, ni de especulación tampoco debido a que Pemex cuenta con suficientes reservas de ese y otros combustibles”.17 La prensa advirtió a sus lectores sobre la falsedad de aquella información; así, en la publicación del 6 de diciembre de 1973 se leía: “No hay motivos para que se tema una escasez de gasolina en Guadalajara” y se explicó que la reserva del estado era de 60 millones de litros de combustible.19
En la circulación de esa noticia estuvieron implicados medios masivos de comunicación. La revista Avance recordó en sus páginas, años después, un anuncio de televisión que advertía sobre la huelga:20
Hace algunos años un comentarista de la televisión que hablaba ´spanglish´ soltó ante las cámaras la noticia de que habría escasez de gasolina, […] El lector de noticias en cuestión pagó un error con una prolongada suspensión y posterior muerte civil lenta.
Una estación de radio fue señalada de ser la responsable de las murmuraciones, “Un falso aviso radiofónico de que al mediodía de ayer se iniciaría huelga de empleados de gasolineras en el Distrito Federal”.22 Ello podría significar que quienes dieron esas noticias creían que la escasez de gasolina era real o bien, que fueron convencidos de soltar la información al aire.
Podría pensarse que los mismos expendedores de gasolina generaron ese chisme para aumentar sus sueldos. Empero, parece poco creíble puesto que las habladurías iniciaron en diferentes lugares y solo en la capital existieron problemas con los expendedores de las gasolineras. Además, Castillo Mena Alfaro, presidente de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, afirmó que las demandas eran del conocimiento del presidente y que daría una pronta respuesta.24 De tal suerte, puede afirmarse que la huelga no era algo viable y que difícilmente los propios expendedores fueron quienes tramaron la noticia.
Lo que apunta más bien hacia un plan realizado por las derechas para desviar la atención de la propaganda positiva que el propio gobierno se hacía al anunciar el apoyo que Echeverría estaba dando a los refugiados chilenos. También funcionó como una forma de amenazar al mismo porque lo creían responsable, en buena medida, de la muerte del empresario norteño.
Los rumores que se divulgaron durante la primera mitad del sexenio de Luis Echeverría Álvarez son reflejo de los temores y de la cultura política de los grupos de poder que, sabiéndose incapaces de atacar abiertamente al Estado, lo hicieron de manera indirecta. Usaron el miedo y las propias acciones del gobierno para desacreditarlo dentro de un régimen de verosimilitud y, al mismo tiempo, para evidenciar sus anhelos de clase.
El perfeccionamiento de un arma política
Durante la segunda mitad del sexenio los rumores tuvieron mayores repercusiones. Asimismo, estuvieron mejor planeados, pues, a diferencia de los anteriores, sonaron por varios estados de la República al mismo tiempo, como parte de una estrategia mejor articulada. Por ello, los funcionarios públicos de la administración echeverrista se vieron en la necesidad de desmentirlos a través de los medios de comunicación masiva.
Uno de los más importantes en ese periodo fue el de la “vacuna esterilizadora”. Según el cual se vacunaría a niños y niñas de las escuelas públicas para que no pudieran tener hijos al crecer, en un intento del gobierno por controlar las tasas de natalidad y la demografía nacional, problema latente de la época. La supuesta noticia fue divulgada en distintas ciudades: en Tamaulipas alrededor del 3 de octubre, el 8 de octubre en Monterrey, el 15 del mismo en San Luis Potosí. Y en distintos estados: entre el 21 y 24 de octubre en Yucatán, Guadalajara, Puebla, Estado de México, y entre el 9 y 12 de diciembre en el Distrito Federal.26
Este rumor se relacionó con algunos acontecimientos acaecidos varios meses antes. A finales de 1973 se modificó la Ley General de Población, debido a los altos índices de natalidad y el crecimiento desequilibrado anual de la población de 3.5%. En esas modificaciones varios grupos católicos radicales vieron una máscara para encubrir el aborto y la intervención del Estado en la familia (Santiago, 2012, p. 128). Además, producto de la reforma educativa, se editaron los nuevos libros de texto con un Programa de Educación Sexual entre sus cambios, cuya finalidad era impulsar el aumento del conocimiento sobre la sexualidad entre niños y niñas (Quintana, 1992, p. 45).
Desde octubre de 1974, cuando los niños de instrucción primaria de sexto grado recibieron sus libros de Ciencias Naturales y Ciencias Sociales, con el tema “Cómo nos desarrollamos” y con la inclusión de temas relacionados con el marxismo, las quejas y las acciones en contra no se hicieron esperar por parte de los siguientes actores, la UNPF, los obispos de Durango y Tlaxcala, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), el pan, la Asociación Nacional Cívica Femenina y la Unión de Directores de Escuelas Particulares Incorporadas.
Históricamente los grupos conservadores se habían opuesto a la educación sexual. En 1932 Narciso Bassols intentó crear un proyecto para educar a los niños en temas sexuales; desde ese momento, la UNPF, la Iglesia y algunos maestros -descontentos por la supresión de plazas- se manifestaron en contra (Del Castillo, 2000, pp. 205-206). También en ese entonces recurrieron a las noticias falsas transmitidas de persona a persona, “la respuesta de alguno de estos actores fue la propagación de rumores, en los que se insinuaba que el programa tenía fines inmorales y que los médicos abusaban de los niños” (p. 208). Aunque no fue el único medio que utilizaron para que el proyecto de Bassols fuera cancelado, ya que hubo manifestaciones, mítines y publicaciones.
Regresando a octubre de 1974, en Monterrey se divulgó la noticia sobre la vacuna esterilizadora que llevó al gobernador Pedro G. Zorrilla Martínez a condenarlo y a hacer un llamado a la ciudadanía para que no lo creyera.28 Uno de los presuntos culpables fue el exgobernador de Nuevo León, Eduardo Elizondo, líder social de la capital que contaba con el respaldo económico empresarial y con la obediencia de algunos cuadros activos del PAN, pues el mismo personaje había encabezado una manifestación en contra de los libros de texto.30
Durante los días 9, 10, 11 y 12 los periódicos de la capital del país registraron los acontecimientos que desataron la noticia de que se vacunarían a los niños para estilizarlos. Una de las versiones fue registrada por la revista Impacto:32
Que la niñez asistente a las escuelas primarias oficiales se les está vacunando masivamente para esterilizarlos. Tanto a las mujeres como a los varoncitos que el día de mañana estarán imposibilitados para la fecundidad y para la procreación.
Las similitudes permiten reconocer que el objetivo era crear desconfianza hacia el gobierno por lo que se le acusaba de ser el villano en contra de la futura descendencia de sus hijos. Asimismo, es interesante ver que fueron atacadas las escuelas, por ser el lugar en donde el acto se llevaría a cabo, y a los servidores de salud, pues eran quienes supuestamente cometerían la transgresión a los derechos humanos.
También es importante mencionar que la manera en que circuló el rumor fue diversa. Una colaboradora de El Día afirmó que días antes de que surgiera el temor a las vacunas una mujer, miembro de Acción Católica Femenina, le entregó un papel y advirtió que algunos veterinarios estaban aplicando la vacuna esterilizante. De acuerdo con la nota, “un grupo de veterinarios había salido al campo para hacer servicio social y de paso aplicar la vacuna anticonceptiva”.34
Otro método empleado fue el de comunicarse directamente con los niños y niñas. Un estudiante de la escuela “Don Bosco”, Benjamín Reyes Cervantes, declaró a un reportero de El Universal que una señora les advirtió que se escondieran si llegaban a vacunarlos, lo que generó que cundiera el miedo entre el alumnado.35
Por su parte, algunos panistas del Distrito Federal mandaron un boletín de prensa en el que dieron por cierta la existencia de la vacuna y pidieron “cuentas” al gobierno. Entre los que se encuentran: Joaquín González Osorio, quien organizó a sus vecinos y protestó públicamente.36 Del mismo modo, en el órgano oficial del PAN, La Nación, se hizo público que su diputado Carlos Gómez Álvarez mandó un telegrama al presidente en el cual pedía información acerca de la extraña vacuna que brigadas oficiales estaban poniendo para esterilizar a los niños. El documento decía lo siguiente:38
Preocupa este silencio del Gobierno, porque simultáneamente (desde aquí lo denunciamos) sigue enviando brigadas de más que dudosos expertos a enseñar a los maestros de las primarias todo lo relativo al uso de anticonceptivos, para que a su vez divulguen entre los niños y niñas, y tampoco respecto a esto el Gobierno se ha dignado hacer aclaración alguna.
Además de las derechas, estudiantes del Colegio de Ciencia y Humanidades (CCH) del plantel Oriente participaron en la divulgación de este tipo de notas. En un volante repartido por el estudiantado se dio cuenta de la formación de una comisión general para liderar las labores de los comités de escuela, conformados por padres y madres que realizarían protestas e impedirían la entrada de niños a la escuela hasta que el gobierno dejara de inocular a los infantes.40
Los autores principales de esa noticia falsa no pudieron ser otros que aquellos que deseaban dañar al gobierno por los libros de texto que repartían y que contenían información que no debería enseñarse en las escuelas según su opinión. Es posible que uno de los grupos fuese la UNPF, ya que anteriormente emprendió acciones similares con padres de familia que asustaban a los niños.
Por otro lado, están aquellos actores como el PAN o la Iglesia que no quisieron inmiscuirse demasiado y quizá no lo estuvieron en esas acciones precisas, pero el clero no dijo nada hasta después de que se habían sentido respaldados algunos grupos y Acción Nacional publicó en La Nación un artículo en el que se dejaba abierta la pregunta sobre la veracidad o la falsedad de las vacunas.42
Por su parte, el actuar de los otros grupos podríamos calificarlo de accidental, en tanto reaccionaron ante la incertidumbre y ayudaron a esparcir la información, pero sin intencionalidad de ir en contra de los libros o de la educación. Por ejemplo, los estudiantes insertos en una cierta cultura política propia de una juventud desconfiada de las acciones del gobierno, que además se veía a sí misma con la obligación de actuar para oponerse a medidas que perjudicaban a los seres humanos.
La cuestión de sexualidad fue creída dado el régimen de verosimilitud. Había en el ambiente una idea en contra de lo cual luchaba la enseñanza de temas sexuales por un lado, y por el otro, estaba la cuestión de la ley de población en donde las mujeres, sin la necesidad de la aprobación de su pareja podían decidir cuántos hijos tener.
Así, las derechas y el gobierno tuvieron varios conflictos y la tensión entre ellos era fuerte. Por otro lado, el gobierno no tuvo la misma fuerza que los años anteriores ante la opinión pública ni de facto, por el hecho de que ya todos conocían a su sucesor. Estos factores fueron significativos para 1976, año en que se dio una fuerte escalada de rumores en contra del régimen.
La noticia falsa más importante fue sobre un golpe de Estado el 15 de septiembre, primero, y el 20 de noviembre de 1976, después. Dentro de un contexto más amplio, la devaluación del peso en agosto de ese año generó múltiples descontentos. Esta cuestión fue aprovechada por los grupos de derecha para que el candidato López Portillo los tomase en cuenta. El 18 de noviembre la Secretaría de la Reforma Agraria anunció la afectación de zonas de riego en los valles Yaqui y Mayo de Sonora y Sinaloa, lo que provocó enojo en el campesinado. Mientras tanto en Monterrey, los industriales propalaron infundios sobre una nacionalización masiva de propiedades rurales y urbanas (Loaeza, 1977, p. 577).
Aún no habría transcurrido un mes de la segunda devaluación y una nueva habladuría empezó a zumbar en los oídos de la nación: la amenaza de un golpe de Estado. Poco después le agregaron la fecha exacta del estallido: el 20 de noviembre, aniversario de la Revolución Mexicana.43 (“Psicosis colectiva”, 1976, p. 4).
La campaña de rumores -sobre todo el del supuesto golpe de Estado- subió de tono hasta que el propio presidente, los altos jefes militares y otros funcionarios de alto rango la desmintieron categóricamente. En el Senado y en la Cámara de Diputados se acusó públicamente al ingeniero Andrés Marcelo Sada, presidente de la Coparmex, de ser el autor de la campaña. Por su parte, varios líderes empresariales, representantes de cámaras y centros patronales de diversas ciudades del país se solidarizaron a través de desplegados de prensa con el ingeniero Sada y condenaron a sus acusadores (González, 1980, p. 180).
El rumor del golpe de Estado tuvo su punto más alto días antes del aniversario de la Revolución.45 (“La máscara de aire”, 1976, p. 5). Algunas versiones advirtieron que el golpe era de tipo militar bajo pretexto de estar a favor del desarrollo económico del país y que ellos se encargarían de las finanzas públicas. Por otro lado, señalaron que la acción vendría de la izquierda de tipo civil, legal e incruento, el origen de su “golpe” sería la crisis económica y la solución sería implantar el socialismo (“Historia de un 'golpe'”, 1976, p. 6). Otra versión fue que empresarios de derecha se harían del poder, incluso se mencionó la intención de algunos secretarios del propio gobierno y no faltó quien acusara al mismo presidente de querer reelegirse.
Los distintos rumores revelan regímenes verosimilitud y cómo en el ambiente se hallaba la posibilidad de violencia y que la presidencia podría ser amenazada. Hay que ver a quiénes se acusan: grupos de derecha, ejército, el presidente y miembros de gobierno.
El hecho de que se creyera en el golpe de Estado militar fue por el contexto Sudamericano, como en Chile. Sobre la versión de la derecha, fue por la abierta pugna entre el gobierno y los empresarios conservadores. La posibilidad de una toma de poder por parte de la izquierda fue por la creciente violencia que los guerrilleros en el campo y ciudad. Por último, lo más importante era la acusación al presidente que parecía verosímil por la historia de México y el temor a la reelección.
Ahora bien, el eje central de las versiones fue que se desarrollaría un cambio en el gobierno. Se quería mostrar la vulnerabilidad presidencial. En el momento preciso en el que hay un cambio legal de un gobernante por otro es hacer que este último llegue con debilidad.
A estas alturas del sexenio, las formas de divulgación fueron variadas. Hubo escritos y palabras dichas en los camiones o lugares de sociabilización, pero uno de los comentarios que hacen los periódicos es que un anuncio en la radio advirtió tal acontecimiento. Una de las formas que utilizaron fue advertir a la prensa vía telefónica, incluyendo la extranjera.48 También actuaron en las escuelas al avisar a los niños que se cuidaran esos días porque habría un golpe de Estado.50 Por lo regular la información se transmitió oralmente entre personas de todos los estratos sociales.
Distintas instancias gubernamentales señalaron a Garza Sada de ser el responsable de ese rumor. Casos como el gobernador de Quintana Roo, Martínez Ross, quien afirmó que el presidente era objeto de golpes bajos de latifundistas del norte y que la cuna de la campaña para desestabilizar el gobierno era Monterrey. También, organizaciones del Pacto de Ocampo, líderes de la Confederación Nacional Campesina y algunos senadores del pri acusaron puntualmente al jefe de Coparmex, Andrés Marcelo Sada de estar detrás de las murmuraciones.51 Asimismo, el líder del Partido Socialista, Graco Ramírez, dijo que el plan se desarrolló en el Plaza Florencia en la Zona Rosa, en una celebración similar a la de Chipinque, Monterrey:
Otros, de plano defendieron a los empresarios, porque no pudieron tratar de afectarse a ellos mismos por el retiro masivo de dinero.53 También salieron en defensa del ingeniero Sada, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Armando Fernández; el ingeniero Sánchez Mejorada, presidente de la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos, y Víctor N. Gaudiano, presidente de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo, quienes establecieron la inocencia de dicho personaje y la falta de pruebas de quienes lo acusaban.54
Sin atender las cuestiones de defensa y ataque, es notorio que la devaluación de agosto de 1976 causó el descontento empresarial. Si bien la noticia sobre el golpe comenzó en septiembre, es notorio que la campaña tuviese su punto álgido a partir de noviembre debido a la salida próxima de Echeverría. Aunque es preciso señalar que el presidente no se iría sin tener un poco de venganza, al tratar de llevar a cabo el 18 de noviembre un último reparto agrario con miras a ganarse el apoyo popular para el próximo sexenio.
Consideraciones finales
Los rumores desestabilizadores fueron armas políticas que los grupos de derecha usaron según sus pretensiones. Esto no quiere decir que actuasen como un frente unido, fueron más bien diferentes personajes pertenecientes a sectores con diversos intereses que en algunos conflictos estuvieron del mismo lado -en contra del gobierno- pero que en otras ocasiones se mantuvieron al margen. Por mencionar un ejemplo, en el caso de la educación sexual los más activos fueron los miembros de la UNPF y el clero; empero, no lo fueron durante la noticia del golpe de Estado.
La cantidad de rumores a lo largo del sexenio fueron producto de un momento histórico de radicalización de izquierdas y derechas, cuando estos últimos decidieron usarlo como un arma política. Esto debido a que vieron peligrar su relación con el gobierno por el acercamiento del presidente con grupos desfavorecidos. Fue una medida que surgió dentro de la fractura del “pacto político” implícito entre los grupos de derecha y el gobierno. Pero, dicha resquebrajadura no significó una total oposición porque resultó inconveniente, por lo tanto, los ataques debían ser indirectos y de tal manera que significaran una desestabilización y una amenaza latente dentro de las negociaciones que esos grupos tenían con el Estado.
El miedo provocado entre la población generó mayor desconfianza hacia el gobierno, lo que se reflejó a lo largo de los siguientes periodos con el término del Estado benefactor y el poco apoyo recibido por los sectores que quiso tener de su lado. Esto contrasta con el periodo cardenista, donde se construyó un Estado con legitimidad proveniente de sectores obreros, campesinos y clase media.
¿Podemos hablar de una estrategia exitosa? La hipótesis de la efectividad de los rumores como arma política queda confirmada. La efectividad se notó no solo en las reacciones que provocó -que sin duda surgieron en varios estados de la República- pero más allá del número, de su divulgación o de la cantidad de personas que actuaron, el tiempo que duraron los temores, la incertidumbre y desconfianza son factores que demuestran la eficacia del arma política; empero, su mayor trascendencia fue su repercusión en la opinión de la población. Fue exitoso porque además de crear la crisis de confianza en la figura presidencial y las instituciones gubernamentales, se llevó cabo un viraje a la derecha. En su discurso como candidato presidencial, López Portillo buscó asegurar el apoyo de las derechas.
La presente investigación busca aportar al estudio histórico del rumor como arma política y de las relaciones que mantuvieron sus promoventes. No obstante, queda mucho por estudiar respecto de las estrategias que usan los grupos de poder, y este trabajo muestra una de tantas estrategias empleadas
En tanto al contexto desarrollado a inicios de 2019, se afirma que la historia -como ciencia- debe distanciarse temporalmente de los acontecimientos para poder analizarlos. Sin embargo, pese a la inexistencia de leyes históricas, solo la miopía más aguda evitaría reconocer el parecido entre el supuesto desabasto de combustible del sexenio echeverrista con la escasez del hidrocarburo en la regencia actual. Lejos de calificar las medidas gubernamentales que pudieron propiciar una nueva oleada de rumores y, consciente de que las diferencias entre ambos casos superan a las similitudes, cabría hacerle justicia a la frase del español Jorge Santayana y aventurar que: “Aquel que no conoce su historia está condenado a formarse durante horas para cargar gasolina”.
Hemerografía
Avance
El Día
El Informador
El Nacional
El Sol de México
El Porvenir
El Universal
Excélsior
Impacto
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1
La investigadora Carmen Collado (2015, pp. 7-34) expone que en México debe hablarse de diferentes derechas que compartieron ciertos rasgos similares a lo largo de la historia: la defensa del poder de la Iglesia frente al Estado, una visión jerárquica de la sociedad y un sentimiento anticomunista.
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2
Lo verosímil no está relacionado solamente con la censura -con lo que no está permitido decir oficialmente dentro de una sociedad- como antes se mencionó, sino también con un conjunto de convenciones que establecen la producción de lo que sí se puede decir y la manera de cómo se puede decir. Dichas convenciones, más o menos explícitas, emanan de lo que hasta un momento dado ha sido formulado.
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3
(8 de octubre de 1972) Establecerá política “económica de Guerra”. El Porvenir, p. 1, 4.
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5
(2 de octubre de 1972) Problemas de la Unidad Popular, El Informador, p. 3-A.
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7
(8 octubre de 1972) Establecerá política económica de guerra, El Porvenir, p. 6.
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9
(19 enero de 1975) Monólogo dominguero, Avance, p. 5.
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11
(30 septiembre de 1973) Cesan compra de pánico; hay suficientes combustibles, El Porvenir, p. 5-B.
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13
(6 octubre de 1973) También en Puebla hubo un falso rumor sobre la gasolina, El Día, p. 3.
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15
(5 octubre de 1973) Ni huelga ni falta de gasolina dice PEMEX, ante las compras de pánico, El Sol de México. p. 1.
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17
(10 diciembre de 1973) Comentarios al día, El Informador, p. 4.
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19
(6 diciembre de 1973) No hay motivos para que se especule o se tema una escasez de gasolina, El Informador, p. 1-C.
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20
(19 enero de 1975) Monólogo dominguero, Avance, p. 5.
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22
(5 octubre de 1973) Tránsito desquiciado, Excélsior, p. 6-A.
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24
(6 octubre de 1973) También en Puebla hubo un falso rumor sobre la gasolina, El Día, p. 3.
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26
(12 diciembre de 1974) Para control de usted. Cacerolismo en acción, El Día, p. 3.
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28
(11 octubre de 1974) “Crimen contra la comunidad” el rumor sobre la vacunación, El Porvenir, p. 1.
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30
(12 diciembre de 1974) Para control de usted. Cacerolismo en acción, El Día, p. 3.
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32
(18 diciembre de 1974) Satanismo contra México, Impacto, p. 6.
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34
(12 diciembre de 1974) Ellas y la vida. Rumores maledicentes disolventes venenosos, El Día, p. 2.
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35
(11 diciembre de 1974) Motines frente a escuelas; los padres fueron a sacar a sus hijos, El Universal, p. 17.
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36
12 diciembre de 1974) Para control de usted. Cacerolismo en acción, El Día, p. 3.
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38
12 diciembre de 1974) Para control de usted. Cacerolismo en acción, El Día, p. 3.
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40
(11 diciembre de 1974) El rumor sobre la irreal vacuna, grave provocación, El Día, p. 11.
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42
12 diciembre de 1974) Para control de usted. Cacerolismo en acción, El Día, p. 3.
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43
(25 noviembre de 1976) Psicosis colectiva, El Universal, p. 4.
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45
(23 noviembre de 1976) La máscara de aire, El Nacional, p. 5.
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48
(1 noviembre de 1976) Historia de un “golpe”, Excélsior, p. 6.
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50
(6 de noviembre de 1976) Los rumores, campaña para presionar a López Portillo, El Universal, p. 1.
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51
(6 de noviembre de 1976) Los rumores, campaña para presionar a López Portillo, El Universal, p. 1, 3.
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53
(1 noviembre de 1976) Historia de un “golpe”, Excélsior, p. 6.
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54
(6 de noviembre de 1976) Los rumores, campaña para presionar a López Portillo, El Universal, p. 3.
Agradecimientos
Agradezco a Misael Martínez Ranero por todo su apoyo y ayuda, sin él este trabajo no sería el mismo.
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- » Recibido: 08/04/2018
- » Aceptado: 10/02/2019
- » : 03/12/2019» : 09/2019