El papel de la formación política en la lucha sindical: testimonios de la lucha del Sindicato Nacional Revolucionario de los Trabajadores de Euzkadi en El Salto, Jalisco (1993–2005)
The role of political formation in union struggle: testimonies of the struggle of the Sindicato Nacional Revolucionario de los Trabajadores de Euzkadi in El Salto, Jalisco (1993–2005)
Boris Jean Marie Differ
Ecole Doctorale Montaigne Humanités, Universitñe Bordeaux Montaigne
Domaine Universitaire, 33607, Pessac cedex, Francia
ORCID: 0000-0001-5787-3695
Fecha de recepción: 7 de agosto
del 2019
Fecha de aceptación: 1 de septiembre
del 2021
DOI: https://doi.org/10.31836/lh.25.7235
Resumen: Este
artículo es fruto de una investigación cuyo objetivo fue desentrañar las causas
de la victoria excepcional que tuvieron los obreros de Euzkadi y su sindicato
independiente en una lucha por salvar su fuente de trabajo contra una de las
mayores empresas multinacionales: Continental. Para recuperar y reconstruir la
memoria individual y colectiva de los obreros en el momento de la huelga, se
recurrió principalmente al método de la historia oral y al de la historia del tiempo
presente. Se analizan los testimonios de algunos de los obreros y dirigentes
del movimiento de Euzkadi, además de otras fuentes primarias, donde se destaca
el papel de la formación política de la dirigencia sindical del Sindicato
Nacional Revolucionario de los Trabajadores de Euzkadi (SNRTE) como factor
explicativo triunfo de su lucha.
Palabras claves: sindicalismo independiente, huelga, memoria.
Abstract:
This paper is the result of my research on the exceptional victory of the
Euzkadi workers and their independent union, who fought to save their source of
work against one of the largest multinational companies: Continental. In order
to reconstruct the individual and collective memory of the workers at the time
of the strike, I have employed methods of oral history and history of present time.
I analyze the testimonies of some of the workers and leaders of the Euzkadi
movement, in addition to other primary sources, where the role of the union
leadership’s political formation of National Revolutionary Union of Euzkadi
Workers (SNRTE, by its acronym in Spanish) is highlighted as an explanatory
factor in the victory of their struggle.
Key Words:
independent unionism, strike, memory.
Introducción
El presente artículo es el fruto de una
investigación sobre el caso de los obreros de Euzkadi y su sindicato
independiente. La investigación se fijó como objetivo desentrañar las causas de
la victoria excepcional en 2005, tras cuatro años de huelga, de los obreros de
la fábrica de Euzkadi, en El Salto, Jalisco, frente a una de las mayores
empresas multinacionales: Continental. Como resultado de su lucha, el mismo año
del triunfo, la empresa se volvió cooperativa, propiedad de los obreros, bajo
la denominación de Trabajadores Democráticos de Occidente (TRADOC). El artículo
retoma fuentes teóricas del marxismo clásico con la premisa avanzada por Terry Eagleton: “¿Y si lo anticuado no fuera el marxismo sino el
capitalismo en sí?” (2018, p. 22). Pues esta interpretación del mundo es
retomada por los obreros, en especial por el grupo de dirigentes conocido como
Planilla Roja y que llevó hasta sus últimas consecuencias la lucha contra la
multinacional Continental para defender su fuente de trabajo.
El Sindicato Nacional Revolucionario de los
Trabajadores de Euzkadi (SNRTE), fundado el 21 de julio de 1935, ocupa un lugar
excepcional dentro de la historia del sindicalismo mexicano porque el modelo
que pretendía seguir y las prácticas de la vida sindical cotidiana iban a
contracorriente del modelo de sindicalismo corporativo, que desde el cardenismo
ocupa una posición hegemónica en México. Sin duda, este aspecto se vincula con
el triunfo que alcanzaron los obreros en la larga huelga que sostuvieron. Es la
razón por la cual este artículo problematiza cómo se puede explicar este
triunfo excepcional en un contexto económico y político como el del capitalismo
de corte neoliberal en México (Romero, 2016, pp. 12–15).
Desde su fundación en 1935, el SNRTE, quedó dirigido
por una planilla de comunistas, afiliados al Partido Comunista Mexicano (PCM),
que reivindicaban la democracia interna y la independencia con respecto al
Estado Mexicano. Sin embargo, la incorporación del sindicato a la Confederación de Trabajadores Mexicano (CTM) cuando se
fundó la central en 1936 – aunque al principio se consideró como un
avance en la organización de los trabajadores sindicalizados – le llevó a
ser controlado por la dirigencia charra cetemista, y los elementos rojos o
democráticos fueron purgados. María Uriarte señala que los cetemistas van
ganando a los comunistas en el sindicato: “Jesús Yurén
fue ganando posiciones al interior del SURTE[1] y con el tiempo logró desplazar a la corriente
comunista” (Uriarte, 2017, p. 20). Finalmente, el sindicato de Euzkadi pasa al
control del sindicalismo corporativo cetemista y sus métodos: “A partir de 1939
y hasta 1957, el SURTE no tuvo grandes luchas. Fueron casi veinte años de
pasividad y de sólido control por parte de la burocracia de la CTM.” (Ruiz, 1995,
p. 19). A partir de 1957, y sobre todo en 1958 – en consonancia con las
luchas de los ferrocarrileros por la democracia sindical – los
trabajadores del sindicato de Euzkadi expulsan a los líderes cetemistas y votan
su independencia de la CTM (Ruiz, p. 26). A partir de ahí, el sindicato conoce
varios periodos de alternancia entre planillas más afines a métodos del charrismo sindical y otras democráticas, testimonio de las
intensas luchas, pero también de la riqueza de pensamiento en el interior del
sindicato de Euzkadi.
Igual de importante y necesario sería mencionar como
recordatorio las coordenadas de la huelga que emprendieron los obreros de
Euzkadi contra la multinacional Continental a partir de 2001 y que culminó en
el año 2005 con la victoria del SNRTE en cuanto a sus demandas principales.
Todo empieza cuando la multinacional compró la fábrica de Euzkadi a Carlos Slim
(quien la había comprado un año antes) en 1998 y buscó imponer cambios en el
contrato de ley para rebajar los derechos laborales y sindicales de los
trabajadores. Después de tres años de lo que podría ser considerado como una
guerra de trincheras, Continental ordenó unilateralmente el cierre de la planta
de Euzkadi el 16 de diciembre de 2001 con el objetivo de llevarse la maquinaria
y las llantas, cuyo valor total cubría fácilmente la compra de la fábrica y con
beneficios adicionales. Frente a esta situación, los trabajadores de Euzkadi
reunidos en Asamblea General votaron el emplazamiento a huelga según la Ley
Federal del Trabajo, a partir de enero del 2002, pero empezaron a ocupar el
sitio desde antes para impedir que la empresa sacara la maquinaria y las llantas,
único elemento de valor que podía ser negociado. Después de tres años
agotadores, los trabajadores que se mantuvieron firme en la lucha obtuvieron un
fallo a su favor de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, después de
haber reconocido como legal la huelga, que desembocó en un acuerdo con
Continental. Sus salarios caídos fueron repuestos, pero no en efectivo sino
como acciones de la fábrica de Euzkadi, lo cual dio pie a la constitución de la
cooperativa TRADOC.
Aclarado el contexto en el que se sitúa el presente
artículo de investigación, se puede desglosar su estructura. El artículo se
compone de tres apartados, los cuales corresponden a elementos importantes
analizados a partir de los testimonios que permite entender su cosmovisión y
cómo su formación política incidió en el triunfo de su lucha. En primer lugar,
se analiza la identidad asumida por los obreros, especialmente por la Planilla
Roja que estuvo compuesta por los principales dirigentes del sindicato. Su
formación política socialista y marxista y su cosmovisión los llevó a
reivindicar el concepto de conciencia de clase. En un segundo apartado, se hace
hincapié en los aportes del Partido Obrero Socialista en el diseño y ejecución
de una estrategia de lucha en distintos niveles, así como la militancia
política de Jesús Torres y los miembros de la Planilla Roja, esta agrupación política contribuyó decisivamente en la formación
política de los líderes, en especial de Jesús Torres, el Secretario General del
sindicato. En el tercer y último apartado, se considera la participación de las
mujeres, esposas de los obreros, y sus familias como apoyo económico y
solidario durante la huelga que fue sin duda imprescindible.
Es importante mencionar que, gracias a la apertura
que se tuvo por parte de los responsables del sindicato y de los
cooperativistas, se ha podido reunir un gran número de documentos que conforman
el archivo del SNRTE, principalmente entre el año 1988 y 2005.[2] Se seleccionaron documentos internos que pueden
aportar elementos sobre cómo se practicaba el sindicalismo por parte de los
obreros de Euzkadi. En este corpus documental se incluye también una serie de
publicaciones realizadas por los obreros mismos, donde se relatan distintos episodios
de su lucha y de la historia del sindicato. Estas fuentes primarias son
testimoniales, en tanto que aportan la visión de los obreros sobre su propio
movimiento y su historia sindical. A través de los métodos de la historia oral
y del tiempo presente, se recupera la herramienta de las entrevistas, por medio
de la cual es posible recrear los espacios sociales y la experiencia de los
sujetos:
La
contextualización que ofrece el relato de vida permite explicar los espacios
sociales que sirvieron de escenario en donde el actor se mueve e interactúa con
otros sujetos sociales en determinados contextos históricos y culturales… (De
la O Castellanos, 2007, p. 52).
Las entrevistas fueron semi-dirigidas;
su guía estuvo orientada a lo que se deseaba conocer, pero siempre con una
escucha atenta a las explicaciones gestadas al interior del sindicato,
entendidas como un proceso de memoria.
El proceso de memoria es una reinterpretación del
pasado desde el presente y permite tener un reflejo de este mismo pasado a
través de la subjetividad de los actores que producen tales recuerdos. Como lo
destaca Ridvan Askin (2009)
en su artículo sobre Paul Ricoeur (pp. 1–3), y
en la misma obra de Ricoeur (2000), la memoria es una
huella de la experiencia de los sujetos, una huella de su vida en el mundo, y esa
experiencia es rememorada y reinterpretada por los mismos sujetos tiempo
después (p. 20). El discurso que se articula sobre el pasado, a partir de la
memoria, es una construcción de la imagen del pasado desde el presente en que
el sujeto o el testigo hablan. El recuerdo es una rememoración traída del
pasado al presente, y como tal, es reinterpretado por el sujeto mismo. Esto se
debe tomar en cuenta en el momento de analizar las entrevistas realizadas, las
cuales constituyeron una de las mejores fuentes para esta investigación.
Por otra parte, la historia del tiempo presente
complementa la historia oral con la propuesta de interacción entre pasado y
presente, como lo señala Pierre Sauvage (1998), pues
el pasado permite comprender el presente, y el presente permite entender el
pasado en una relación dialéctica (p. 60). Al igual que la historia oral, no
tiene un límite fijo sino la duración de una vida humana y la frontera entre
presente y el instante pasado (p. 61).
El
concepto de conciencia de clase
La cuestión de la consciencia de clase ha causado
muchas discusiones y problemas en cuanto a su definición. Ésta sigue siendo
central para poder explicar las luchas sindicales en un contexto neoliberal,
sobre todo de un sindicato como el SNRTE, para el cual la formación política
marxista ha sido un marco de referencia fundamental que da sentido a su lucha
colectiva, y por ello en este primer apartado se explican los conceptos de
identidad de clase y de conciencia obrera desde el marxismo clásico, el cual
sigue teniendo vigencia en organizaciones como el SNRTE.
Retomando la obra de Marx: Miseria de la Filosofia, Héctor Maravillo
(2014) explica, en el contexto contemporáneo y mexicano, que no basta con que
exista una masa de población con una situación común e intereses comunes, sino
que es necesario que los intereses que se defienden se conviertan en intereses
de clase y que la lucha cobre el carácter de clase contra clase, lo cual supone
directamente que pase a ser política (p. 38).
No todos los individuos de una clase van a compartir
los mismos intereses. Su condición económica no conlleva una determinación
mecánica de su conciencia social, solamente se vuelve posible de acuerdo con
ciertas condiciones. Además, Marx puso el acento en el carácter político, es
decir, las fuerzas que se enfrentan políticamente las unas contra las otras.
La relectura de los autores marxistas clásicos ayuda
a entender y resignificar los fenómenos contemporáneos y el sentido de las
luchas de obreros con una formación política, y cuyo horizonte es
revolucionario y anticapitalista. Por ello, ha sido pertinente remitirse
también a Antonio Gramsci (1981), quien propuso un
esquema para analizar el grado de desarrollo de la lucha del movimiento obrero,
dividido en tres fases, contra la clase capitalista, y que podría ser aplicado
a otras clases sociales subalternas:
El [momento]
primero y más elemental es el económico-corporativo: un comerciante siente que
debe ser solidario con otro comerciante, un fabricante con otro fabricante,
etc., pero el comerciante no se siente aun solidario con el fabricante; es
decir se siente la unidad homogénea y el deber de organizarla, la unidad del
grupo profesional, pero todavía no la del grupo social más amplio.
Un segundo momento
es aquel en el cual se conquista la conciencia de la solidaridad de intereses
de todos los miembros del grupo social, pero todavía en el terreno meramente
económico. Ya en este momento se plantea la cuestión del estado, pero sólo en
el sentido de aspirar a conseguir una igualdad jurídico-política con los grupos
dominantes […].
Un tercer momento
es aquel en el cual se llega a la conciencia de que los mismos intereses
corporativos propios, en su desarrollo actual y futuro, superan el ambiente
corporativo, de grupo meramente económico, y pueden y deben convertirse en los
intereses de otros grupos subordinados. Esta es la fase más estrictamente
política, la cual indica el paso claro de la estructura a la esfera de las
superestructuras complejas; es la fase a la cual las ideologías antes
germinadas se hacen “partido”, chocan y entran en lucha […](Gramsci, pp. 346–49).
Por lo tanto, con esta definición, la conciencia de
clase corresponde a la capacidad de una misma clase para superar el
gremialismo, que aísla a sus miembros en grupos determinados bastante débiles,
y la capacidad de construir una solidaridad a nivel nacional e incluso
internacional, esto corresponde al segundo momento propuesto por Gramsci. Este momento se puede analizar distinguiendo
varios grados que corresponden a los diversos momentos de la conciencia
política, como se ha manifestado hasta ahora en la historia.
Otro referente teórico marxista que ha hecho
importantes aportaciones a la reflexión sobre la cuestión de la consciencia de
clase históricamente es Edward P. Thompson (Thompson, Montes Pérez, 1991),
quien ha escrito sobre este tema en varios artículos y libros:
Una clase no puede
existir sin alguna forma de conciencia de sí, si no, no es, o aún no es una
clase: es decir, aún no es "algo", no tiene ninguna especie de
identidad histórica […] Del término "conciencia" puede surgir una
dificultad. Si se aplica a una colectividad muy amplia, como una clase, designa
una cultura general, separada de la formación. No puede ser ni
"verdadera" ni "falsa": es, simplemente, lo que es. En una
acepción más limitada, sin embargo, puede servir para indicar la política o la
estrategia dominante, respecto a otras clases, guiada por sus cabecillas, por
sus partidos, por otras instituciones suyas (p. 31).
Como ha mostrado Thompson, la conciencia de clase no
es algo dado sino una construcción social, fruto de un determinado proceso de
formación política, ideológica y cultural:
Las personas se
encuentran en una sociedad estructurada en modos determinados, que pueden ser
relaciones de producción, donde experimentan la explotación (o la necesidad de
mantener el poder sobre los explotados), identifican puntos de interés
antagónicos, comienzan a luchar por estas cuestiones y en el proceso de lucha
se descubren como clase, y llegan a conocer este descubrimiento como conciencia
de clase. La clase y la conciencia son siempre las últimas y no las primeras
fases del proceso real histórico (Thompson, 1989, p. 37).
Para Thompson, quien actualizó lo señalado por Marx
y otros autores como Gramsci, el proceso de
construcción de la conciencia de clase se forma a partir de la práctica de la
lucha en confrontación con los intereses que resultan ser antagónicos, como lo
son los intereses de la clase capitalista o del Estado. Su análisis es útil
para explicar, en los siguientes apartados, este proceso histórico en el caso
del SNRTE.
A partir de allí se puede analizar el discurso, a
través de las entrevistas y otros documentos producidos por los obreros de
Euzkadi, con el fin de identificar sus significados sobre la concepción de
clase obrera o conciencia de clase y los determinados valores y normas que ello
implica. Esta conciencia de clase forma una cohesión o unidad del grupo que le
da una fuerza movilizadora al momento de entrar en una lucha contra la empresa
o el Estado.
Primero, la construcción de una identidad de grupo
pasa por la demarcación clara con los demás grupos, el “nosotros” y el “ellos”.
En este caso esa otredad marca un antagonismo de intereses entre obreros y
patrones. Por ejemplo, Enrique Gómez (2005) quien fue asesor político del SNRTE
y obrero en la Ciudad de México, expone este proceso en términos sencillos pero
muy esclarecedores:
El caso es que,
luego del cierre de la planta de Euzkadi, se desarrolló una larga y denodada
lucha de clases, en la que los contendientes no se dieron tregua durante poco
más de tres años. Fue una lucha de
clases clásica: -Por un lado, estuvieron los dueños del capital, en su
mayoría extranjeros, los cuales tuvieron el apoyo del gobierno de Fox, del
resto de empresarios y de los líderes sindicales traidores a los trabajadores.
Por el otro estuvieron los obreros de Euzkadi, organizados en su sindicato, que
recibieron el apoyo de otras organizaciones gremiales, populares, de
cooperativas y de partidos de izquierda como el Partido Obrero Socialista (POS)
(p. 18).
Esta larga lucha se integra como un segmento de la
historia de la clase obrera:
Su lucha representa
un capítulo fundamental en la historia reciente en la defensa de los derechos
de las y los trabajadores. Se trata de un episodio obrero escrito con base en
el refuerzo, la resistencia y la dignidad […] difundir la lucha de estos
obreros de Jalisco se vuelve parte fundamental del combate por la
transformación de esta realidad, en la que solo caben unos cuantos
explotadores, y el gran resto somos explotados (p. 9).
Héroes y mártires en las narrativas de la lucha de
clases
Como toda historia de lucha, ésta tiene figuras
representadas como héroes y mártires, quienes dedicaron su vida por el éxito de
la lucha, como es el caso del obrero Jesús Salvador García Álvarez:
Fue uno de los 4
trabajadores que murieron durante la huelga […] Un año antes de su muerte le
diagnosticaron cáncer, a fines de 2004, pero a pesar de ello se negó a cobrar
su indemnización depositada por la empresa: prefirió la muerte a abandonar el
movimiento de huelga. Y aún en su lecho de muerte nos confirmó su disposición
de estar hasta el final con el movimiento (Atilano, 2017, p. 7).
La abnegación y el espíritu de sacrificio son
valores fundamentales, porque el interés común de los trabajadores es superior
al interés individual, esto derivado de que, sin la acción colectiva, los
trabajadores aislados son impotentes. Tampoco quiere decir que es necesario
siempre el sacrificio o que hay desinterés por la cuestión individual. Jesús
García escogió no ir por su liquidación para obtener dinero para la compra de
medicamentos, considerando que tenía una esperanza de vida muy débil; prefirió
mantener su apoyo al movimiento hasta el final y eso a pesar de que el mismo
comité del sindicato le había reconocido el derecho a retirarse sin considerarlo
un abandono del movimiento. Lo hizo por solidaridad, un concepto que se podría
considerar como piedra angular del movimiento:
Un compañero de la
Ciudad de México, con cáncer terminal… tuvo que ir a un hospital de estos de
salud públicos, y nosotros le decíamos: “Para ti está totalmente justificado
que vayas por tu dinero, para que cuando menos tengas medicina paliativa en tus
últimos días”. Y él dijo: “¡Me voy hasta la tumba porque creo en esta lucha!”.
Esto nos motivó muchísimo por supuesto, y fue un gran ejemplo entre los más de
600 que resistimos. Se llamaba Jesús García y siempre le hacemos honor al
recuerdo de un compañero tan valiente que finalmente murió, pero dejó un
ejemplo y fue una motivación muy importante (Atilano, 2017, p. 44).
Si los obreros tienen a sus héroes y mártires,
también está presente la figura de los traidores como contraparte:
Muchos se quedaron
en el camino [de los 1000, casi 400 abandonaron la lucha] por falta de apoyo
familiar […] Cedieron a las presiones, no soportaron la situación […] Una
desgracia, porque vemos casos que terminaron con la liquidación y ahora no
tienen nada, ni trabajo, ni posibilidad de regresar a trabajar con nosotros.
Dos o tres compañeros, después fueron a solicitar trabajo, pero, aunque quieras
extenderles la mano a esos compañeros, no podemos, porque sentimos que
traicionaron el movimiento, aunque lo hayan hecho por necesidad, y es una
norma, una regla que se puso en el sindicato (Atilano, 2017, p. 41).
Es interesante analizar el concepto de “traición”.
Se considera la aceptación de la liquidación propuesta por Continental como una
violación del acuerdo de la asamblea del 19 de diciembre de 2001, que decidió
ir a huelga y sostenerla hasta lograr un acuerdo satisfactorio para los
trabajadores. Quien aceptó la liquidación era considerado como traidor al
movimiento, porque su actitud debilitaba a los obreros en su lucha frente a la
empresa alemana, dado que el número es el que hace su esfuerzo, y poder
sostener la huelga sobre un tiempo prolongado era la garantía de crear una
relación de fuerza favorable para ellos, o por lo menos para obligar a la
empresa a negociar.
Quien traiciona es quien consciente o
inconscientemente favorece a la empresa o al gobierno en perjuicio de sus
compañeros de trabajo. Este es el caso de los que aceptaron la liquidación y de
los que anteriormente formaron parte de los grupos blancos que apoyaban las
decisiones de la empresa dentro del sindicato, incluyendo los dirigentes
corruptos del periodo cetemista.
Otro aspecto valorado al interior del sindicato,
además de la lealtad, es el de la solidaridad o el llamado “internacionalismo
proletario” como valor fundamental, ya no de un simple grupo o algunos grupos
de obreros, sino de toda la clase obrera en su conjunto. Jesús Torres Nuño,
líder del sindicato, lo reconoce en los siguientes términos:
había otra
característica que me parece muy importante y que tú consideras que era que el
sindicato llegó a practicar la solidaridad a los más amplios espectros, era un
sindicato muy solidario con todas las luchas en México, pero también hizo algo
que me pareció impresionante para aquella época… el sindicato practicó en su
organización el internacionalismo proletario, envió en aquellos años ayuda
solidaria a los republicanos en España que luchaban contra la dictadura de
Francisco Franco. (J. Torres, comunicación personal, febrero 2019)
La práctica tiene como objetivo permitir a la clase
obrera constituirse en una fuerza capaz de actuar a nivel internacional y
enfrentar así al capital en el terreno global. Un aspecto que se aplicó en la
huelga de Euzkadi y sobre el cual se dará un análisis más detallado en el
siguiente apartado.
Ideología del grupo
dirigente: cosmovisión socialista
Ser parte de la clase obrera, ya en términos
políticos e históricos, implicó para ellos también vivir experiencias que
impactaron su horizonte revolucionario, como lo fue la caída de la URSS y del
bloque socialista, sobre todo para la generación que nació en medio de la
guerra fría:
Si tú te recuerdas, con la caída del muro de Berlín
[…] se vino una hecatombe dentro de lo que es, esquemas socialistas y hablaban
ya del derrumbe del socialismo al nivel mundial y nosotros nos mantuvimos, y
eso me parece muy importante a la postre de lo que viví yo, porque nosotros nos
mantuvimos como obreros de una industria, pero además con principios políticos
muy concretos, socialistas (J. Torres, comunicación personal, febrero 2019).
A pesar de la experiencia traumática que supuso
aquel evento y el hecho de que la mayoría de los trabajadores abandonaron la
concepción de clase, la doctrina marxista y el horizonte socialista como una
posible solución a sus problemas actuales, varios como Jesús Torres y los
obreros de la Planilla Roja no se bajaron del carro y siguieron con su
convicción:
El cambio que
necesita la sociedad no a va a ser de hacer cooperativas, digo no nos quedó de
otra alternativa porque era hacer la cooperativa sino nos íbamos al ultra
izquierdismo que hubiera sido la muerte “no, hasta la madre, hasta que
Continental abre la fábrica”… pues eso no iba a pasar jamás… entonces yo creo
que la transformación de la sociedad tiene que venir… que la clase obrera le
quite el poder y los medios de producción a los capitalistas […] La cooperativa
lo que hizo fue heredar… mamar los principios que tenía el sindicato que eran
democracia, independencia… que era solidaridad… entonces esos tres principios
los vamos a llevar hasta sus últimas consecuencias (J. Torres, comunicación
personal, febrero 2019).
Los obreros de Euzkadi reivindican la existencia de
la clase obrera como movimiento y juegan un poco el papel de transmisores, con
la pretensión de reproducir esa tradición de lucha en la nueva generación. Esto
para crear las bases de un nuevo movimiento obrero en el siglo XXI:
No termina mi vida
con la consolidación de la cooperativa […] nosotros queremos dejar más o menos
cimentado este proyecto, pero […] estoy totalmente convencido de que tiene que
haber una revolución socialista. ¿Cuándo? No lo sé, hay que trabajar para ello…
El paso del internacionalismo es fundamental para una revolución socialista,
estoy seguro que voy a tener que seguir desde mi modesta trinchera […] luchando
porque efectivamente se haga un cambio social en el mundo […] Así es como me
veo yo en un futuro inmediato o tal vez a mayor tiempo… Lo que no puede uno es
jubilarse de sus principios políticos… esos los tienes hasta que te mueres… (Cockcroft, Nájera, Torres, 2008, pp. 87–88)
Para justificar estos principios, se articula toda
una representación de la historia del mismo sindicato y de la tendencia
democrática. Como se puede ver en el libro de Ruiz – que ya se ha citado
anteriormente – esta historia se conforma por varias rupturas, entre un
antes y un después, que marcan la continuidad de una tradición de lucha basada
sobre los principios de la independencia y la democracia.
El único momento que no aparece, y que constituye la
última ruptura importante para los obreros, es el de la huelga y la
transformación de la empresa en cooperativa. Este momento permitió demostrar la
capacidad de los obreros en gestionar una empresa solos, pero también levantó
ciertas dificultades, como lo menciona Jesús Torres:
los trabajadores
del sindicato, organizados en esta cooperativa, lo que hicimos fue… este… una
cosa maravillosa, lo que demostramos fue que la clase obrera no solamente puede
echar a volar las máquinas, las echamos a volar en solo cinco meses, limpiando todo…
la Continental había desmontado las máquinas más grandes y se las había llevado
al almacén listas para ser transportadas a su otra planta de San Luis Potosí,
nosotros no lo permitimos pero ahora había que regresar las máquinas a sus
lugares y echarles a volar y son milimétricas las máquinas… entonces lo hicimos
y lo hicimos eficientemente. Pero nos enfrentamos a broncas terriblemente
difíciles, como organizarnos, ¿cómo hacer entender a mis compañeros que no
había patrón? Y que ese tema de pedir… “pues vamos a pedir un aumento salarial”
… aquí es: sacas el dinero de la bolsita y lo pones en la otra, ¿si me explico?
Este tipo de conflictos son los que no teníamos como sindicato, había que ir a
pelear contra el patrón e íbamos a pelear contra el patrón. Hoy ya no hay
patrón, es una cooperativa y esas son las contradicciones a las cuales nos
hemos enfrentado (J. Torres, comunicación personal, febrero 2019).
El principal desafío es la transmisión del legado
del sindicato y lo que representa la cooperativa para la nueva generación, un
proceso que presenta dificultades dado que la mayoría no vivieron la
experiencia de la lucha, excepto los que fueron hijos de los obreros de Euzkadi
y que ahora laboran en la cooperativa. Sin embargo, a partir de finales de 2019
y principios de 2020, después de varias dificultades económicas entre las
cuales las políticas económicas proteccionistas de la administración Donald Trump, pero también
problemas internos, los cooperativistas tuvieron que vender sus acciones.
Negociaron la venta con su socio Cooper Tyre quien
adquirió la totalidad de las acciones de la planta de Euzkadi.[3] Se mantuvieron ciertos derechos laborales y la
existencia del SNRTE, pero ahora estará en manos de una nueva generación que
deberá hacer su propio camino a través de luchas y negociaciones. A pesar de
este aparente retroceso, Jesús Torres y sus compañeros que se jubilaron siguen
orgullosos de lo que han logrado y aportado a la lucha social. Consideran que
sus logros se mantienen vigentes en la actualidad y han dejado una base de la
cual partir para la nueva generación de obreros de la industria llantera en
Jalisco y México (J. Torres, comunicación personal, julio de 2020).
La conciencia de clase obrera como identidad
confiere una cohesión y unidad a los obreros, la cual, al momento de estar en
un proceso de lucha, constituye un factor de movilización importante debido a
los valores que se presentan. La reivindicación de la dignidad de los
trabajadores empuja a los obreros a ir más allá de lo meramente económico y
buscar mejores condiciones de vida y el involucramiento político en la gestión
de la sociedad.
El caso específico de los obreros del SNRTE presenta
las características siguientes: 1) La reivindicación del modelo de sindicalismo
independiente como un sindicalismo de clase; es decir, representativo de los
intereses de clase obrera en oposición al modelo hegemónico de sindicalismo
corporativo. Esta característica puede ser considerada compartida por los
sectores más radicales de la clase obrera, la cual es una forma peculiar de
reivindicar el sindicalismo de clase, derivada de la posición dominante del
modelo pro patronal corporativo. Esto permite explicar por qué, en el contexto
mexicano en específico, el sindicalismo de clase tomó la forma de sindicalismo
independiente y democrático en las reivindicaciones de sectores más radicales
de la clase obrera, como es el caso de Euzkadi. 2) Otra característica de la
conciencia de clase de los de Euzkadi es la solidaridad entre los miembros del
sindicato y la práctica del “internacionalismo proletario”, que es la extensión
de este principio de solidaridad con cualquier grupo de obreros que necesitan
ayuda en cualquier parte del mundo. 3) Por último, se puede señalar la cohesión
y unidad de acción del grupo. El hecho de que los acuerdos tomados por la
mayoría tienen que ser acatados por todos bajo pena de debilitar al colectivo.
Militancia y formación política: el aporte del PCM y
POS a la dirigencia sindical
Como he advertido anteriormente, un elemento
importante que influyó directamente en el éxito de la lucha fue la militancia
política de ciertos miembros del SNRTE, como es el caso de Jesús Torres, quien
militó por un tiempo en el Partido Comunista Mexicano (PCM). La integración del
trabajo sindical dentro de esa organización, especializada entre otros ejes,
les permitió tener acceso a una formación sindical y política importante:
Si, prácticamente
nosotros seguimos la línea política comunista y lo que fue llamativo es que
nuestra célula seguía teniendo una vida militante activa a pesar de la caída
del muro […] yo ya era militante del POS, Partido Obrero Socialista, como allí
en los ochenta, 89… Pero previo a eso yo ya tenía una experiencia como miembro
del PCM […] Sí, prácticamente nosotros seguimos la línea política comunista y
lo que fue llamativo que es nuestra célula seguía teniendo una vida militante
activa a pesar de la caída del muro. Si tú te recuerdas con la caída del muro
de Berlín […] nosotros nos mantuvimos como obreros de una industria, pero
además con principios políticos muy concretos, socialistas (J. Torres,
comunicación personal, febrero 2019).
El PCM ya tenía una larga presencia en el sindicato
de Euzkadi. Incluso, el grupo rojo que impulsó la fundación del sindicato,
SURTE (ahora SNRTE), era conformado por miembros de una célula[4] del PCM que, en la década de los años treinta,
tenía una fuerte presencia dentro de las fábricas y otras empresas, buscando la
formación de sindicatos con orientación comunista:
Habría que añadir
el papel orientador y animador que, sobre la clase obrera jugaron en ese tiempo
algunas células del Partido Comunista Mexicano (PCM). Fue uno de esos núcleos
el que impulsó, en forma clandestina, la lucha por el reconocimiento del
sindicato de Euzkadi. El núcleo comunista en esta empresa editaba además un
periódico, La Calandria, que fue
distribuido no sólo al interior de esta fábrica sino de muchas otras del
Distrito Federal, y que sirvió para informar y orientar a los trabajadores
(Ruiz, 1995, p. 8).
No sólo en el momento de la fundación, sino en casi
todos los momentos en que se empujó una lucha por la democratización, estuvo
implicado el PCM, tanto en las plantas de la Ciudad de México como en la planta
4, en El Salto, Jalisco (Ruiz, 1995, p. 24): “En todos [los sindicatos] tuvo un
papel importante la labor de orientación y asesoría que llevaba a cabo el
Partido Comunista Mexicano en la entidad”
(Tamayo, 2013, p. 69).
Esta presencia de un agente externo corresponde con
el concepto de vanguardia, el cual implica que agentes políticos constituidos
por obreros – pero también de otras clases o capas sociales – van a
buscar intervenir en los centros fabriles para levantar la organización de los
obreros y, en donde ya existe, para acelerar su proceso y proceder a la
politización de la lucha. Presupone también que la clase obrera debe intervenir
en la política y no solo quedarse restringida a los marcos de la lucha
económica-laboral dentro de las empresas, esto con el fin de constituirse como
clase políticamente organizada y revolucionaria, como se entiende dentro de las
organizaciones que retoman el marxismo-leninismo para su praxis (Lenin, 2010,
pp. 81–120).
A pesar de la disolución del PCM en 1981, seguido
unos años después entre 1989–1991, del derrocamiento del socialismo
europeo, la célula comunista dentro del SNRTE en la cual se involucró Jesús
Torres, sigue activa como se señaló anteriormente, pero esto también fue
confirmado por Enrique Gómez, militante del Partido Obrero Socialista (POS),
quien fue el que se contactó con ellos en los años noventa. El grupo de la
Planilla Roja rechazó la disolución del PCM en 1981 y su fusión con otros
partidos y grupos de izquierda en el Partido Socialista Unificado de México,[5] siguiendo la denominada estrategia de unión de
izquierda, que posteriormente derivó en la formación del Partido de la
Revolución Democrática (PRD):
Establecimos una
relación inicial y digamos, ellos estaban interesados en hacer, digamos, una
colaboración. En su grupo ellos se reclamaban militantes del Partido Comunista
Mexicano y de esa asamblea nacional fue en mil novecientos noventa y uno, no me
acuerdo en qué mes […] Ya se había disuelto el Partido Comunista Mexicano, ya
estaban dentro del PSUM, PMS algo así, pero ellos seguían reivindicándose como
una célula del Partido Comunista Mexicano (E. Gómez,
comunicación personal, febrero 2019).
Dado el vacío que se formó con la desaparición del
PCM, los rojos finalmente tomaron contacto con el POS, un pequeño partido
socialista cuyo trabajo estaba enfocado en repartir propaganda a la puerta de
las fábricas y que buscaba contacto con los sindicatos. Éste ofreció un vínculo
con una organización política, cuyos lineamientos políticos eran similares al
antiguo PCM, dado que representaba una escisión del mismo PCM, que rechazó la
fusión con otras fuerzas de izquierda.
El POS empezó a dar orientación ideológica y apoyo
político a la Planilla Roja en su labor de dirección del sindicato; por
ejemplo, a través de la edición de un boletín de información, destinado a los
obreros de la fábrica, llamado Avance
Sindical durante la década de los noventa. El POS participaba como asesor
hasta que en 2001 Enrique Gómez fue aceptado oficialmente como asesor del
SNRTE:
Pasa el tiempo y es
cuando encuentro dentro del POS una organización… pequeña si… pero que en
realidad era a lo que aspiraba… una organización ligada a la clase trabajadora
que pudiese servir como, hipotéticamente, como herramienta en conflictos, como
a la postre nos tocó vivir, te estoy hablando del tiempo de mi militancia…
porque hay que explicar muchas cosas. Primero cómo un dirigente sindical como
yo, no se corrompió, no se tomaba decisiones de manera vertical, se consultaba
con la dirección política que era el Partido, pero posteriormente tuvimos que
llevarla al sindicato en su conjunto para que el sindicato en su conjunto
avalara y rectificara las propuestas (J. Torres, comunicación personal, febrero
2019).
La cuestión de la honestidad de la dirigencia frente
a la base del sindicato durante la huelga de 2001–2005 también puede ser
considerada como factor que facilitó el éxito, pues la resistencia frente a los
intentos de corrupción cerró las posibilidades de Continental de reprimir la
lucha del sindicato con el soborno de la dirigencia. En ese caso, la Ley
Federal del Trabajo favorece al corporativismo sindical al otorgar todo el
poder a la figura de Secretario General del sindicato.
Los boletines sindicales proporcionan detalles
importantes tanto sobre las formas de difusión como el contenido de la
propaganda, distribuida entre los obreros de Euzkadi. Se encontraron catorce
boletines diferentes en orden cronológico; el más antiguo es el número 5, publicado
en febrero de 1992, y el más reciente, el número 19, publicado en junio de
1993. Es probable que su difusión haya sido durante toda la década de los
noventa, por lo menos, o incluso hasta el 2003, cuando se dio la edición de un
periódico: Gaceta Obrera por parte
del sindicato, mucho más elaborado que el boletín.
El contenido es esencialmente sindical; informa
sobre los estatutos del sindicato o ciertos aspectos del contrato ley que se
encontraban bajo revisión oficial entre la STPS, las empresas y la Coalición Hulera de Sindicatos, en el caso de este número. El
material refleja también el nivel de recurso limitado que tenía el grupo debido
a la intención de difusión masiva que se le asignó (alrededor de 1,200 obreros
en la fábrica). No se cuenta con la información necesaria para poder comprobar
si realmente llegaba a ser entregado a todos y menos si era leído, pero la
intencionalidad era esa. Demuestra la voluntad de la Planilla Roja de crear un
vínculo más constante con las bases, creando varias herramientas comunicativas.
Si la formación política derivada de la militancia
política y el apoyo del POS al grupo de la Planilla Roja jugó un papel
importante, también lo fue la estrategia diseñada conjuntamente entre el Comité
Ejecutivo del SNRTE dirigido por Jesús Torres y la dirección del POS, cuyo
enlace con el sindicato era Enrique Gómez y la red de contactos que proporcionó
el POS al sindicato. Esto en el momento en que se dio el cierre de la fábrica y
se tomó la decisión de ir a huelga por parte de la asamblea extraordinaria el
19 de diciembre de 2001.
Se puede retomar la hipótesis de Jaime Tamayo de un
sindicalismo internacional (2013, pp. 70–71); es decir, de una práctica
sindical que busca la internacionalización de la lucha como estrategia
específica para hacer frente a empresas multinacionales como lo es Continental.
Si la multinacional queda aislada en un ámbito local, la empresa no se verá
amenazada, pues posee una gran capacidad financiera para resistir las pérdidas que
pueda provocar el paro laboral – lo que generalmente termina con la
derrota de los trabajadores. Jesús Torres subraya el papel especial que
desempeñó el POS:
El problema real
fue político con la Continental. Y entonces, cómo enfrentar un conflicto con
una visión solamente sindicalista hubiese sido la derrota brutal del sindicato…
por eso jugó muchísimo… y la gran mayoría de mis compañeros, que al POS, hoy
convertido en MAS, se le debe una gran parte de la victoria que tuvimos.
Primero porque le dio esa connotación de lucha nacional política con esa
campaña de denuncia en México, sino que hizo algo que para el sindicato hubiese
sido imposible (J. Torres, comunicación personal, febrero 2019).
La estrategia consistía en abrir varios frentes de
presión sobre la empresa, tanto a nivel nacional como internacional. Esta estrategia
se basaba sobre una red que rebasó el marco tradicional de los sindicatos,
buscando apoyo con Organizaciones No Gubernamentales, tales como FoodFirst Information and Action Network (FIAN), German Watch
e incluso partidos políticos relacionados con el POS:
Desarrollamos un
plan de lucha de inmediato, una cosa complicada, pues no teníamos experiencia
con algo así, pero la organización, tomamos el libro para hacer un plan acorde
a la situación de la empresa, tenemos claro que el gobierno mexicano estaba
incondicionalmente del lado de la empresa, por eso hicimos un plan que
conllevará a nivel regional, a nivel nacional y a nivel internacional. Y donde
ahí deslumbramos la posibilidad de hacer una presión directa a la empresa en
Alemania, y ahí nació la idea de hacer un viaje a Europa y nosotros nos
apoyamos con compañeros que están en Europa (E. Gómez,
comunicación personal, febrero 2019).
Una empresa multinacional como Continental tenía
decenas de plantas, con más de 50 mil obreros en el mundo, y era de las más
grandes de Alemania, así que una sola huelga en una de sus plantas no significó
una pérdida demasiado enorme. En consecuencia, pudo aguantar un largo tiempo
sin tener que conceder nada a los trabajadores en huelga. Por lo tanto, la
única estrategia susceptible de funcionar en tal situación era el ejercicio de
la presión sobre la empresa y el gobierno mexicano que la apoyaba desde
múltiples ámbitos. Lo más exitoso fueron sin duda las críticas hechas
directamente en Alemania a la empresa por parte de los trabajadores, las cuales
debilitaron la imagen pública que había ganado un estatuto respetable en la
sociedad alemana. Gracias al apoyo de contactos locales del POS en Alemania, se
logró intervenir directamente en la asamblea de accionistas de Continental, lo
que desestabilizó a su dirección. El POS aportó una visión política de la lucha
cuando el marco meramente sindical era valioso pero insuficiente:
[…] el partido
sirvió de herramienta dentro de una maquinaria, no suplantó al sindicato, claro
que no podía suplantarlo… Pero nos dotó de una política que a la postre logró
doblar a la Continental, una empresa arrogante con un pasado fascista ligado a
Hitler… Entonces teníamos todo en contra para perder y sin embargo ganamos…
Tuvimos varios… ah y la otra parte que tiene que ver con mi militancia… que
lamentablemente en México la ley laboral le da todo el poder absoluto al SG
[Secretario General], el SG puede firmar a espaldas de sus compañeros […] Por
supuesto que lo intentó continental, y esa parte tiene que ver con la
militancia política porque fuimos cuadros probados de la lucha y ante la
corrupción, cualquiera puede decir “yo soy muy honesto, sí”, si te ponen un
cheque de un millón de dólares en la mesa [tira una carpeta en la mesa] cuando
no tienes nada cuando no tienes ni para llevar comida y tú no solo lo rechaces,
lo denuncies… Eso es el valor que le da una dirección política probada (J.
Torres, comunicación personal, febrero 2019).
A partir de estos datos, se puede retomar y
ejemplificar la hipótesis de Jaime Tamayo de una práctica de sindicalismo
internacional, que fue realizada por la dirección del SNRTE. En el caso
presente, es en gran medida debido a una combinación peculiar entre la
dirigencia de Jesús Torres con una influencia de militancia comunista remanente
y el apoyo de un partido político – el POS – que siguió
lineamientos similares a los del antiguo PCM. Estas permitieron el éxito de la
lucha por medio de la aplicación de la estrategia de lucha internacional. El
caso de Euzkadi no es único; otros movimientos previos sirvieron de ejemplo,
como la lucha de los trabajadores de Pascual, quienes formaron su propia
cooperativa y fueron solidarios con los obreros de Euzkadi. Los casos del
Frente Auténtico del Trabajo y del sindicato de los Telefonista son un ejemplo
más en México en este sentido, a los cuales se podrían sumar otros, como los
del Minero Metalúrgico y su resistencia ante el acoso llevado a cabo por el
gobierno de Felipe Calderón (2006–2012).
Además, se debe señalar el papel fundamental de la
dirigencia del sindicato en la posibilidad de tal triunfo, y esto derivado de
varios aspectos, de los cuales algunos pueden ser considerados como generales y
otros específicamente vinculados al contexto mexicano. En general, la
dirigencia cumplió con su papel de orientación y cohesión del grupo, además del
hecho de diseñar una estrategia de lucha tanto por el lado jurídico como por lo
semi legal, que fue eficiente para afectar a la
empresa y mantener una posición ofensiva. Sin la Planilla Roja al mando del sindicato y su vínculo con
el POS, no hubiera sido posible el triunfo de la lucha obrera. Pero también hay
que mencionar especialmente las figuras de Francisco Jiménez y, en particular,
de Jesús Torres, considerando sobre todo las peculiaridades del contexto
mexicano. En primer lugar, está el aspecto jurídico como se mencionó en un
extracto anterior de la entrevista de Jesús Torres; la Ley Federal del Trabajo
otorgó un poder casi absoluto a las figuras del Secretario General y el
Secretario de Actas. Ellos podían firmar cualquier acuerdo en nombre del
sindicato sin tener que rendir cuentas a la base – un mecanismo que
normalmente permite el control democrático de la base sobre su dirección. A
este aspecto habría que agregar, como lo analizó Romana Falcón, la cultura del
jefe político y también el caudillismo que implica una jerarquización muy
vertical donde el jefe o líder ejerce un poder sin casi ninguna contraparte
desde la base (2016, pp. 137–42). Esto implica que, si la dirigencia no
tiene un compromiso real con la base, esta puede muy fácilmente traicionarla
para su propio beneficio. Esta traición se ha producido en la mayoría de los
casos y puede explicar en parte porqué las políticas neoliberales fueron tan
rápidas en ser impuestas en el mundo laboral.
El
apoyo de las esposas de los trabajadores en la huelga: sustento económico
Por último, un elemento fundamental en el triunfo de
la lucha, y sobre el cual no se ha escrito o dicho mucho, ha sido el apoyo de
las familias a los trabajadores en la huelga. En particular, el apoyo de las
esposas que se volvieron el sostén económico de la familia en la mayoría de los
casos, rompiendo así el esquema tradicional que era imperante y lo sigue siendo
en la actualidad en muchas familias obreras mexicanas.
Un indicador de la importancia que tuvo el apoyo de
las esposas de las familias, para empezar, se puede observar en las
consecuencias del caso contrario: la mayoría de los trabajadores cuyas familias
no los apoyaron desistieron de la lucha, como lo relata Jorge Rodríguez,
sindicalista, quien fue miembro de la Comisión de Honor y Justicia del SNRTE:
La cosa es que la
empresa mandaba cartas a domicilio a la esposa, a la familia, donde decía que
agarráramos el dinero, las liquidaciones están ahí, nada más para que la
agarres, no van a poder hacer nada. Sin embargo, seguimos, mucha gente sí,
mucha gente sí agarró y esos fueron más de 500 compañeros que sí fueron agarrar
su dinero, su liquidación; firmaron con promesas falsas que les hizo la empresa
y que les decía: ustedes van a ser los primeros que van a regresar al trabajo y
la verdad que no, pues esa nunca era la idea (J. Rodríguez, comunicación
personal, febrero 2019).
A pesar de ello, no todos los obreros se dejaron
presionar, varios como Jorge Rodríguez decidieron seguir en la huelga a pesar
de la pérdida:
Mi esposa ya no, mi
esposa se fue cuando vio que ya no tenía dinero, como a los 2 años y medio de
huelga se fue. Y yo tenía un taller de, yo vendí las máquinas, le di el dinero
para que se fuera, me dijo: “a mí dame dinero, y no me vuelves a ver en toda tu
vida y a mis hijas me las llevo” y mis hijas se pusieron detrás de mí, no se
fueron con ella, yo le dije “mis hijas se quedan conmigo”… eso fue algo para
mí… un gran apoyo. Las dos chicas porque las dos más grandes ya estaban
casadas. Sólo, tuve 4 hijas, las más chicas fueron las que sufrieron los 3 años
de conflicto (J. Rodríguez, comunicación personal, febrero 2019).
Se reportaron casi cien divorcios en las familias de
los trabajadores que se quedaron en la huelga, Jorge siendo uno de ellos, contó
sobre el apoyo de sus hijas, que se quedaron con ellos:
mis hijas
anduvieron conmigo en varias guardias en la noche porque no había mucha gente,
no se acercaba mucha gente en las guardias. En los mítines de fuera en una
ocasión fuimos a Ciudad Guzmán y me acompañaron mis dos hijas, a las dos más
chicas me las llevé y ellas llevaron la bandera, las mantas para que…. como
apoyo (J. Rodríguez, comunicación personal, febrero 2019).
Para los demás, las esposas se convirtieron en el
apoyo económico de la familia, pero no solamente ello, sino que también
estuvieron presentes en numerosas ocasiones en las actividades de la huelga realizadas
por el sindicato. Este apoyo de las familias – esposas e hijos
– constituye también una forma de solidaridad basada sobre la conciencia
de clase que engloba a los obreros y sus familias, pues la pérdida de la fuente
de trabajo afecta al conjunto familiar. Y si en una parte de los casos no
existió este apoyo, en la mayoría de los casos se dio derivado de la intervención
directa de las familias de los obreros en la huelga, participando por ejemplo
en marchas, guardias e, incluso, en la caravana.
Al estallar la huelga, los obreros de Euzkadi se
quedaron sin trabajo y, en consecuencia, sin salario. Además, Continental
obtuvo el apoyo de otras empresas de la región, que agregaron a sus listas
negras a los obreros de Euzkadi para impedir que encontraran un trabajo nuevo.
A esto hay que agregar el deber cumplir con ciertas obligaciones relacionadas
con el funcionamiento del sindicato y la huelga – por ejemplo, guardias,
permanencias, marchas, protestas, caravana, delegaciones, etc.
Se creó una situación donde los obreros de Euzkadi
estuvieron en incapacidad de obtener un ingreso por sí mismos, salvo casos
excepcionales, dejando el papel de la generación del ingreso a las esposas, un
ejemplo de este proceso es el de Graciela Frías Rodríguez, esposa de Jesús
Torres:
Empecé a trabajar
haciendo ropa a las amigas, tías y primas; no me pensaba dedicar a eso, aunque
poco a poco fui tomando más clientela como modista. Cuando estalla el
movimiento de huelga, ya lo hice por solidaridad y por ayudar en el sostén de
la casa […] Organicé mi tiempo: una parte para los quehaceres de mi casa, dedicar
tiempo a mis hijos, hacer trabajo político y a apoyar en los mítines, las
marchas […] Las mujeres nos reuníamos los sábados. Yo como mujer, sentía miedo,
pero a la vez tenía que apoyarlo porque él estaba peleando por algo que yo
creía justo; estaba afectando a los ricos, era una piedrita en el zapato. Yo
decía que cualquier chico rato lo mandarían desaparecer, ese era mi miedo […]
Para mi cambiaron muchas cosas (Atilano, 2008, pp. 17–19).
Este cambio en la situación familiar sacudió la
organización tradicional y patriarcal, y provocó dificultades en el momento de
transición tanto para hombres como para las mujeres, como el caso de María de
Jesús Ochoa Silvestre, esposa de Jorge Wimber:
Me
tocó asumir el papel de mantener mi casa y tuve que irme a trabajar. Yo no
estaba acostumbrada […] para mí fue muy pesado lo de la huelga, porque no está
uno preparado
(Atilano, 2008, p. 22).
y Federico Martínez Barba:
En mi experiencia
en particular, teníamos fuertes presiones económicas. Mi mujer siempre me decía:
’Te voy a estar apoyando’. Yo me acuerdo que me incomodaba mucho. Había un mar
de contradicciones, porque también yo tenía que colaborar en las tareas
domésticas […]. Poco a poco fui aceptando que el apoyo tenía que ser recíproco
[…]. Todo esto nos hizo entender que el trabajo doméstico es trabajo, y un
trabajo no muy agraciado […]. Al final del camino, la enseñanza es que dimos un
giro de 180 grados. Nuestra relación mejoró muchísimo, en los niveles de
respeto, en los niveles de apoyo y solidaridad mutua (Atilano, 2014, p. 35).
La aceptación de este cambio no fue de golpe, sino
un proceso largo y a veces difícil, en algunos casos se dieron rupturas dentro
de las familias, pero se impuso por necesidad de supervivencia de las mismas.
Como muchas industrias, Euzkadi sólo contrataba hombres para puestos de
obreros, excluyendo a las mujeres, una dinámica que fue reforzando
considerablemente un modo de vida tradicional y de cultura machista dentro de
las familias trabajadoras. La huelga que provocó una ruptura importante
modificó este orden social y permitió una democratización de la vida de las
familias como lo explica Marcela Lagarde (2015):
La división social
del trabajo es desigual genéricamente. En algunos ámbitos sociales se mantiene
la tradicional en que las mujeres reproducen lo doméstico y los hombres
trabajan en lo público […] Con la crisis [económica], el desempleo adquiere
características patriarcales agudas: hace que muchas mujeres sean despedidas y
simultáneamente que las mujeres se hagan cargo de la manutención económica de
hombres desempleados […], obtienen [las mujeres] a la vez ganadas en su
independencia vital y en su autonomía […] por la obtención de dinero y la
capacidad de autosatisfacer sus requerimientos económicos y los de los otros. La salida del espacio
doméstico, del encierro físico y subjetivo en la casa y la posibilidad de
recorrer territorios […] permiten a las mujeres escoger, optar relativamente
por caminos vitales no estipulados (p. 580).
En ese caso, “la crisis” fue local, debida al cierre
imprevisto de la fábrica de Euzkadi. Ahora en la cooperativa, en reconocimiento
al apoyo de las esposas e hijos, muchas tuvieron la oportunidad de entrar a
trabajar como obreras-socias de la cooperativa con un salario igual que el de
los hombres. Hoy se puede observar la presencia femenina en diversos procesos
de la producción.
Este ejemplo demuestra que, debido a un cambio
radical en la base material de las familias – ingreso provisto por el
hombre, aunque no en todos los casos al final era una situación imperante en la
mayoría de los hogares de obreros de Euzkadi – cambiaron también las
prácticas y posteriormente las concepciones ideológicas y culturales de los
obreros y sus esposas, en cuanto a la cuestión del trabajo doméstico, el
ingreso, y el rol de ambos géneros en estos procesos.
Cuando la tendencia actual está más centrada sobre
teorías posestructuralistas, como los son los giros lingüístico y cultural, que
plantean que un cambio en el lenguaje o en la educación, sería el punto de
partida de la transformación de las relaciones entre hombres y mujeres, este
ejemplo demuestra lo contrario. El cambio aquí se inició a partir de una modificación
de las condiciones materiales de vida de las familias obreras y posteriormente,
cuando las prácticas cambiaron y se volvieron costumbre, de las concepciones
culturales e ideológicas de los obreros y sus esposas. El punto de partida no
fue lo cultural o ideológico, sino lo material o económico.
Además, se puede calificar este apoyo como otra
forma de solidaridad con un carácter de sacrificio y abnegación por parte de
las esposas de los obreros, de un modo similar al de los obreros que dieron su
vida por el movimiento estando enfermos. Forma parte de la cohesión del grupo
de obreros, como una extensión de esa identidad de clase que se comparte más
allá de la fábrica donde laboran los obreros.
Conclusiones
La huelga impulsada por los obreros de Euzkadi para
preservar su fuente de trabajo fue de los pocos ejemplos de éxito en México,
dada las condiciones de políticas neoliberales y ofensiva por parte de las
empresas en contra de los derechos laborales y el modelo imperante de
desarrollismo, o keynesiano.
Fue fundamental la dirigencia del grupo de la
Planilla Roja, que logró consolidarse
en la dirección del sindicato retomando los valores y tradiciones de lucha que
fundaron originalmente el SNRTE. La victoria hubiera sido imposible sin el
concurso de la unidad de los obreros construida con base en una identidad de
clase obrera, que le dio cohesión al grupo, y a concepciones de clase basadas
sobre la dignidad trabajadora, una postura que busca la agencia de los trabajadores
más allá de lo meramente económico en la sociedad. Todos estos elementos no
hubieran podido ser reunidos sin la formación política de la dirigencia
sindical Planilla Roja, la cual provenía de diferentes horizontes, entre los
cuales hay que destacar la influencia del PCM y posteriormente del POS. Esta
formación política dio un apoyo imprescindible en el diseño de la estrategia de
lucha para internacionalizar la huelga y crear varios frentes de presión sobre
Continental.
Hemerografía
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Fundación Instituto de Historia Social.
[1]
Así se atesta el sindicato de Euzkadi en la cita, pues originalmente el
sindicato tenía el nombre de Sindicato Único Revolucionario de Trabajadores de
Euzkadi (SURTE). Fue hasta 1971 que cambió de nombre a SNRTE para tener un
registro nacional y mantener su contrato ley con la nueva fábrica recién
abierta en Jalisco.
[2] El
archivo del sindicato, aún no clasificado, no ha sido de interés para otros
investigadores interesados en el tema. Esto puede deberse a que los estudios
realizados hasta ahora han tenido un enfoque antropológico o sociológico. Para
el caso de la disciplina histórica, interesada en los procesos tanto del
fenómeno social como de la memoria, con una perspectiva temporal, dicho archivo
contiene fuentes fundamentales. La consulta de dichas fuentes se encuentra aún
en proceso, en parte se debe a la dificultad que representa la consulta de un
archivo sin clasificar, pero aquí se incluye un primer acercamiento empírico.
[3]
Juan G. Partida, “Ante crisis, llantera TRADOC en Jalisco vende el total de
acciones a trasnacional” (2 de noviembre de 2019), La Jornada.
[4]
Organización de base del partido que tenía la responsabilidad de llevar a cabo
el trabajo político cotidiano y en la cual se incorporan todos los militantes.
[5]
El PCM se disolvió en 1981 para formar, junto con otras organizaciones de
izquierda, el Partido Socialista Unificado de México. En 1987 se disolvió para
fusionarse de nuevo con el Partido Mexicano de los Trabajadores para formar el
Partido Mexicano Socialista. De nuevo en 1989 se fusiona con otras
organizaciones y la izquierda cardenista del Partido Revolucionario
Institucional (PRI) para formar el Partido de la Revolución Democrática (PRD).