Resumen

El 11 de septiembre de 1973 marcó el inicio de una de las dictaduras más violentas de América Latina con el derrocamiento del gobierno de Salvador Allende. En este artículo se analiza la resistencia organizada por “los elenos”, militantes del Ejército de Liberación Nacional, a partir del testimonio de un miembro del Partido Socialista exiliado en México. Se utiliza la metodología de historia oral para examinar su participación en la defensa del gobierno de la Unidad Popular. El análisis busca identificar las estrategias de resistencia, tanto individuales como colectivas, desplegadas durante y después del golpe de Estado, contribuyendo a una mejor comprensión de los movimientos de resistencia de izquierda en Chile.

Abstract

On September 11, 1973, one of the bloodiest dictatorships in Latin America began with the violent overthrow of Salvador Allende’s government. In this article, I analyze the resistance organized by the Elenos, militants of the National Liberation Army, based on the testimony of a Socialist Party member who later went into exile in Mexico. I apply oral history methodology to examine his involvement in defending the Popular Unity government. My analysis aims to identify the individual and collective resistance strategies employed during and after the coup, contributing to the broader understanding of leftist movements' resistance in Chile.

Palabras clave:
    • Chile;
    • dictadura;
    • Ejército de Liberación Nacional;
    • golpe de Estado;
    • historia oral;
    • resistencia.
Keywords:
    • Chile;
    • coup d’etat;
    • dictatorship;
    • National Liberation Army;
    • oral history;
    • resistance.

Introducción

El golpe militar no acaba nada más con un gobierno popular, trastoca la vida social, familiar, el trabajo … va más allá de lo político y … esa memoria viva ¡se pierde!

R. A. Venegas Venegas

El 4 de septiembre de 1970 Salvador Allende llegó al poder en Chile y su victoria fue posible debido al frente político conformado por la Unidad Popular. El triunfo puso de manifiesto que la izquierda podía acceder al poder a través de la vía electoral, “por primera vez en la historia del mundo occidental, un candidato marxista llegaba mediante las urnas a ser presidente de la República” (Harnecker, 2012, p. 35). Por todos los rincones del país, aquellos que mantenían afinidad con el proyecto político encabezado por Salvador Allende vivieron su llegada con alegría; sin embargo, no todos lo veían así, para la Casa Blanca se trataba de un ejemplo que no debía seguirse. Harmer (2014) señala que a esta instancia “le preocupaba la ‘pérdida’ de Chile y la perspectiva de perder aún más influencia en América Latina” (p. 194). Dos meses después, Estados Unidos planeaban eliminar el mensaje que pudiera dar el gobierno de la Unidad Popular al resto de América Latina, por lo que se “planificaba desestabilizar la presidencia de Allende … [y se planteaba] una nueva estrategia regional tendiente a frenar la vía chilena y acrecentar la influencia de Estados Unidos en América Latina” (Harmer, 2014, p. 197). Su dirigente planeaba “construir el socialismo con métodos democráticos, lo cual volvía a Chile un caso único, distinto de todos aquellos en los que el socialismo se había impuesto con la revolución” (Zanatta, 2012, p. 184).

Una vez en funciones, el gobierno de Allende comenzó a realizar nacionalizaciones e inició un proceso de distribución de la riqueza, empresa que la derecha no estaba dispuesta a permitir pues “era un ejemplo demasiado peligroso no sólo para los poderosos de Chile sino para todo el mundo” (Harnecker, 2012, p. 37). A decir de Roitman (2020a), desde la llegada de Allende las políticas implementadas se vieron plasmadas en el acceso a la vivienda, a la educación; se fortaleció el deporte, así como el acceso a la cultura, además de que “la mujer logró un protagonismo sin parangón en la historia de Chile, el pueblo Mapuche veía reconocidas sus demandas territoriales y una nueva Constitución se avizoraba en el horizonte” (párr. 3). Se nacionalizó el cobre, el carbón, el salitre, el hierro, el acero; se intensificó la reforma agraria; se nacionalizó la banca y “se partía de la base que este control permitiría tomar decisiones económicas que favorecieran el bienestar de los trabajadores” (Del Alcázar et al., 2007, p. 305).

El golpe de Estado en Chile el 11 de septiembre de 1973 transformó la geopolítica latinoamericana, cambió la vida de muchos y otros más la perdieron en la defensa de un proyecto de nación que desde la vía socialista intentaba crear condiciones más equitativas para la mayoría de la población. Las acciones de numerosos participantes y sobrevivientes en la defensa del gobierno de Salvador Allende estuvieron durante largo tiempo silenciadas debido a que las acciones de resistencia fueron reprimidas y perseguidas (González, 2018, p. 150). Algunos exiliados que lograron sobrevivir permanecieron callados, siendo la persecución una de las principales causas para no difundir sus testimonios de participación en la defensa del gobierno popular en Chile. A través del relato de vida de Jorge - cuyo nombre es Real Atahualpa Venegas Venegas -, se pretende rescatar la experiencia de uno de los integrantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Chile y se plantea visualizar la defensa ante el golpe de Estado. El relato nos permite en un primer momento recuperar el testimonio como parte de la memoria para después entender el significado de las acciones realizadas en defensa del proyecto encabezado por Salvador Allende y finalmente identificar lo que podríamos llamar los procesos de resistencia por los que transitó el entrevistado ante la violencia que se desencadenó durante y después del golpe de Estado. Lo anterior nos lleva a cuestionarnos: ¿cómo se involucró nuestro Jorge y cómo participó en el proyecto de Salvador Allende?, ¿cómo reaccionó ante el golpe de Estado y qué es lo que vivió? Nos interesa dar cuenta de los factores que influyeron para que no claudicaran en la defensa del proyecto encabezado por Salvador Allende. Él como muchos otros se jugaron la vida y actuaron respondiendo al momento con la toma de las armas para defender la patria que gobernaba Allende. Para intentar dar respuesta a los cuestionamientos antes señalados, planteamos - para el caso de Jorge - que la formación que tuvo en el seno familiar, la trayectoria de sus integrantes en la izquierda, además de la cercanía que tuvieron con Salvador Allende, fueron factores que lo llevaron a establecer lazos más allá de la defensa de un puesto laboral, sus acciones se enmarcan en lo que podríamos traducir como ‘patria o muerte’: la patria era primero y su defensa evitó que claudicara y le permitió resistir.

Para el rescate del testimonio y la construcción del relato nos apoyamos en las herramientas que proporciona la historia oral, la cual nos permite edificar relatos a través de la recuperación de la memoria, acudir al recuerdo, al olvido y a la experiencia del otro para recuperar el pasado. Podemos reconstruir aquello que no encontramos en las fuentes escritas, lo que no ha sido resguardado en los archivos y que corre el riesgo de ser olvidado y sepultado en el tiempo, pero también nos lleva a visualizar acontecimientos que han sido silenciados deliberadamente para borrarlos de la historia y de la memoria.

En este trabajo se pretende recuperar un fragmento de la historia de Chile - concretamente del 11 de septiembre - y observar cómo es que vivió uno de los testigos esa parte de la historia contemporánea y qué sucedió en las horas subsiguientes del golpe. Esta construcción que posibilita la historia oral también nos permite, a decir de Rodríguez (2014), visualizar y preservar los acontecimientos de la manera en que fueron percibidos por los participantes, pues “no debe perderse de vista que existen dos intereses presentes: el que tiene quien pregunta y el que tiene quien ofrece su testimonio” (p. 148), lo que nos lleva a transitar entre lo que se quiere contar y le es significativo al informante, y lo que se intenta indagar en el proceso de investigación.

A partir de las historias de vida podemos acceder y recuperar acontecimientos que no se pueden observar directamente, Taylor y Bogdan (1998) mencionan que “nuestros interlocutores son informantes en el más verdadero sentido de la palabra. Actúan como observadores del investigador, son sus ojos y oídos en el campo” (p. 103). Las historias de vida nos llevan a documentar la historia del tiempo presente, que implica “nuevas formas de interpretar y representar … reconstruir la historia de la gente viva, relatada por los propios protagonistas y discutida por la sociedad que les ha tocado vivir” (De la O, 2019, p. 271).

En este trabajo nos proponemos recuperar una parte de la memoria, los significados de las acciones y resistencias que se presentaron durante el golpe de Estado en Chile, a partir del testimonio de Jorge. De ninguna manera se intenta generalizar, lo que se pretende es “entender lo vivido como experiencia compartida … [en donde] cada individuo se vea a sí mismo como parte de un todo” (Barela et al., 2004, p. 9). Es así como en el relato, Jorge aparece como una pieza de un engranaje más amplio cuyo principal objetivo fue en un primer momento, unirse a otros para defender el proyecto de gobierno de la Unidad Popular y su testimonio se transforma en una historia y experiencia compartida con otros que, como él, tenían el mismo objetivo y no cesaron en el intento.

Se realizaron cinco encuentros informales y tres entrevistas directas, y una más con la madre de Jorge. Tuvimos la oportunidad de testificar el encuentro entre ambos después de 40 años de no saber uno del otro; cada uno de ellos pensó que la dictadura los había asesinado o desaparecido. Las entrevistas duraron cuatro horas cada una. Después de obtener el relato nos cuestionamos respecto de la forma en que sería presentada y articulada, considerando que el golpe de Estado en Chile fue uno de los acontecimientos que abrió la puerta a una de las dictaduras más cruentas de América Latina, donde sectores amplios de la población “fueron expulsados de las universidades, detenidos, torturados, enviados al exilio” (Bastías, 2013, p. 13) y en muchos otros casos desaparecidos y asesinados. Vidaurrázaga (2013) afirma que las dictaduras se pueden contar desde los derechos humanos, desde el terrorismo de Estado, pero

es posible que sólo con nombrarlos a ellos, los relatos vuelvan a recrear el miedo que paraliza, el miedo en el recuerdo, el miedo incluso a imaginar nuevamente otro Chile…. El terrorismo de Estado … busca esencialmente doblegar voluntades que se opongan. Busca quebrar, fragmentar, aterrorizar, reducir cualquier oposición a sus designios…. Vencer a los y las resistentes … [es la] tarea … doblegar esas voluntades de vanguardia para que el resto se atemorice y renuncie a actuar. (p. 13)

El autor propone contar desde

la dignidad, desde las actitudes de hombres y mujeres que, midiendo los peligros en esas situaciones únicas, se hacen parte de la clandestinidad y asumen todas las formas de resistencia posible para enfrentar a sus poderosos enemigos … visibilizar la dignidad de resistir al Golpe…. (Vidaurrázaga, 2013, p. 14)

Esa es parte de la tarea que nos proponemos con el testimonio y relato de Real Atahualpa Venegas Venegas, ‘Jorge’, durante y después del golpe de Estado en Chile y lo que Filomena Venegas Parra, su madre, nos relató sobre nuestro informante. Es así como ambos testimonios se cruzan y nos permiten observar cómo vivieron el golpe y cuáles fueron las acciones que realizaron, mismas que podemos visualizar como estrategias de resistencia.

Una familia de izquierda socialista y la cercanía con Salvador Allende

Real Atahualpa Venegas Venegas, ‘Jorge’, nació el 26 de febrero de 1951. Al triunfo de Salvador Allende tenía 19 años y sus recuerdos son de festejo. Allende llegó al poder a través de la Unidad Popular, integrada principalmente por los partidos socialista y comunista, además de otras organizaciones como “el viejo Partido Radical, el Movimiento de Acción Popular Unitaria … y la Acción Popular Independiente” (Del Alcázar et al., 2007, p. 303).

No era la primera vez que Allende contendía para ocupar la presidencia (1952, 1958, 1964 y 1970), era el cuarto intento y por fin se había logrado. Era un día para festejar por lo que Jorge junto con otros jóvenes, se trasladaron a la Alameda, lugar donde se realizaba el desfile. Nos relata que en la plaza Bulnes, ubicada a espaldas del Palacio de La Moneda, en una camioneta vieja de redilas, en unos sillones de paja, se encontraba una pareja de adultos ya mayores, cada uno estaba con su botella de vino, muy tranquilos, mientras todo el mundo se ofrecía vino y abrazos; era una alegría intensa, ellos habían acompañado a Salvador Allende desde el año 1958. Jorge señala que la gente estaba a punto del desmayo por la celebración y los adultos estaban muy tranquilos, él les preguntó la razón y el hombre le respondió: “que la felicidad la llevaba en su corazón, la gente estaba feliz y cada uno festejaba a su manera” (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020).

Laura, viuda de Soria, una médica de la Unidad Popular, afirmó que desde pequeña participó en las campañas de Salvador Allende, la primera en 1952. En 1958, ella estaba en la escuela de medicina y participaba en el proyecto de salud de Allende, mientras que en 1970 se tomó con cautela la llegada de los resultados a la mesa donde fue vocal:

Recuerdo que por la tarde se acercó a esa mesa Eric Shnake, diputado socialista y me dijo muy bajito, “vamos ganando”, pero tú no sabes nada … en realidad fueron las mujeres menores de 30 años quienes le dieron el triunfo. (Espinoza y Roitman, 2020, pp. 73-74)

Jaime Lorca Tobar tenía 17 años, participaba en la organización de estudiantes socialistas,

ese histórico 4 de septiembre … celebró la Victoria desde los balcones de la emblemática FECH, la Federación de Estudiantes de Chile, simbolizando el rol que la juventud había jugado en la campaña y que jugaría a lo largo del proceso revolucionario. (Espinoza y Roitman, 2020, p. 77)

Fue un festejo nacional, se había conseguido llegar a la presidencia y las esperanzas estaban puestas en el recién electo presidente Salvador Allende.

Jorge tuvo desde sus orígenes una formación socialista, su padre Manuel Venegas Hernández nació en 1914 en el pueblo de Vilos, a 30 kilómetros de Malloco, comuna de Peñaflor, ahí su tío Antonio había sido alcalde cuatro veces por el Partido Socialista, afirma que ellos dominaban la región y los llamaban “los socialistas” (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020). Cabe mencionar que el proceso que llevó a la unificación electoral de las izquierdas comenzó años antes del triunfo de Allende. En el año de 1936, el Partido Radical hizo alianza con el comunista y el socialista en vísperas del proceso electoral de 1938, en esa elección el candidato era Pedro Aguirre Cerda. Mella (2014), señala que en Chile el Frente Popular fue “una coalición electoral y de gobierno que existió desde mayo de 1936 hasta febrero de 1941” (p. 64). Participaron también la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), el Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres de Chile (MEMCH), y la Confederación de Trabajadores (CTCH) (Mella, 2014, p. 64). En esas elecciones, en 1936, el tío de Jorge, Antonio Venegas Hernández consiguió ser alcalde por primera vez bajo la bandera del Partido Socialista. El papá de Jorge, Manuel Venegas Hernández, participó en los procesos electorales y a petición de quien a la postre sería el presidente de Chile, coordinó la campaña de Laurita, hermana de Salvador Allende. Eso fue en las elecciones para diputados del año de 1968, así lo recuerda Jorge:

Mi papá fue candidato, [él] va encabezando la fórmula y … Allende le dijo a mi papá: “oye tú eres el candidato natural en la fórmula”. Pero, “pues el partido quiere que ella” [Laurita], no que vaya arriba, [a lo que respondió] yo le hago la campaña. Entonces él le hizo la campaña. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020)

Jorge define su militancia y la familiar como:

Mi papá fue militante socialista, mi tío militante de los frentes populares, andaban uniformados en la época del fascismo, cazando fascistas chilenos, y mi viejo andaba armado. Me acuerdo de una ametralladora que tenía ahí en su casa, porque [él] era jefe de milicias, de las milicias socialistas, por allá por 1936; mi papá estaba joven. Y es el mundo en que yo me crie, entonces, ¿a dónde me hacía? Yo ahí nací, ahí me hice. Mi papá era militante de tiempo completo, para mí era natural. Mi primer carnet del partido [lo obtuve] por ahí de los 13 años, me lo dieron en mi casa y me lo entregó Salvador Allende, cuando era senador de la República, y entonces, ¿pa’ donde me hacía? Tenía que ser socialista. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 8 de noviembre de 2014)

La familia de Venegas tenía una relación cercana con Salvador Allende, por lo que su carnet de militante lo recibió en su casa junto con varios jóvenes que se congregaron en su hogar siendo él de los más pequeños de edad, y según recuerda Filomena Venegas Parra, mamá de Jorge, Allende “proclamó que iban a ser grandes líderes del socialismo, pasara lo que pasara, porque [les] venía de cuna” (Comunicación personal, 8 de noviembre de 2014). Según afirmó fue una ceremonia oficial. En el patio de su casa colocaron una lona con una mesa, ahí daba “el discurso el senador Allende y entregaba el montón de credenciales ya hechas del carné de militante del partido” (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020).

Jorge participó cuando menos en dos campañas electorales, las de 1964 y 1970, esta última, conformada casi en su totalidad por familiares, “primos amigos, todos jóvenes Venegas ahí” (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020). Afirma que realizaban pintas en las calles, se enfrentaban con los opositores, quienes borraban sus consignas, y resistían ante sus embates:

Pasaba un grupo, pintaba una pared y yo fileteaba: “Allende gobierno popular”. Ya venían los otros rellenando, ya dejaban uno o dos cuidando ahí para que no la borraran. Y ya nos regresábamos con palo y piedras y los poníamos en paz [cuando iban y nos las querían borrar] las ganábamos todas; es que éramos más agresivos y más organizados, los otros … no estaban organizados como nosotros. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020)

A Salvador Allende le gustaba llegar a la casa de la familia Venegas a degustar de las empanadas que cocinaba la abuela Esther Hernández. Jorge así lo recuerda: “la madre de mi padre, se ganaba la vida haciendo empanadas, tenía un horno de barro, … yo me crie viendo ese horno” (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020). Las empanadas que le preparaba Esther a Salvador Allende eran más grandes, especiales, el doble o triple de tamaño normal. Cuando las actividades llevaban a Allende con rumbo de la casa Venegas, Allende le decía a Manuel Venegas: “‘avísale a tu mamá que voy a pasar, quiero empanada’, eran muy famosas las empandas de mi abuela” (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020). Jorge comenta que su abuela tenía una huerta y su papá invitaba a sus compañeros cuando Allende avisaba que iba a ir, se juntaban entre 10 o 20 integrantes de la guardia socialista de la columna de la región, además de las 15 personas que conformaban la comitiva del senador; recuerda cómo eran las reuniones para comer las empanadas y hablar de asuntos políticos:

Se sentaba [Allende] a la salida, a la boca del horno, mi abuela ponía un silloncito, y ahí se sentaba, y tenía un paño, de esos que hacen las abuelas, como bordado, un paño blanco me acuerdo, que era el paño de Salvador. Entonces ya que lo usaba, [mi abuela] lo lavaba y lo guardaba en un cajoncito, intocable…. Se lo ponía en las piernas y empezaban a salir las empanadas, y ya ahí viene la de Salvador, siempre había gente que le ayudaba a mi abuela con la paleta. No, hombre, a la salida la agarraba [Allende], bien hirviendo esa cosa, para eso era el paño, ¿no? Y ahí se sentaban a un lado unos compañeros a conversar con él, a pedirle cosas, y él conocía de nombre a todos. Y ahí se chingaba su empanada, pero caliente, y su vinito tinto. Ya ponle tú una hora, hora y media, a veces hasta dos horas estaba ahí. Porque tenía que ir a otro lado, que había un mitin a tal hora, y ya se iba toda la banda. Ya le daba un beso a mi abuela en la frente y le decía: “gracias Esther”. Entonces era la empanada de Salvador y el pañito de Salvador, ¡ah!, y la sillita, era una sillita bajita, ella la tenía ahí adentro en su cuarto. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020)

Salvador Allende acudía a visitar a su nana y de paso llegaba por el papá de Jorge y el joven Venegas los acompañaba a la huerta. Había una relación cercana con la familia Venegas.

La incorporación a un grupo compartimentado: los elenos

Desde muy joven Jorge se incorporó al Partido Socialista, antes de ello su participación política fue asunto de todos los días, el activismo de su papá lo condujo a estar presente en los procesos electorales y colaborar activamente. Una vez que obtuvo la mayoría de edad se integró al ELN de Chile, organización que fue conocida como “los elenos”. Ahí comenzó una doble vida, era Real Atahualpa Venegas Venegas en el seno familiar y en el ámbito del activismo político su nombre era Jorge. En su familia no sabían de su doble identidad; eso era parte de su protección y de los otros integrantes de la organización.

El ELN lo fundó Ernesto Che Guevara en 1967, se originó como un grupo político militar de carácter internacionalista y “su objetivo principal era desarrollar un foco guerrillero en las selvas de Bolivia, que sirviera como columna madre de la lucha armada liberadora en Sudamérica” (Salvador Allende GAP, s.f., párr. 1). Por encargo del Che Guevara en 1966, Tania Bunke entabló contacto con los grupos de izquierda latinoamericanos (Pérez, 2003, p. 235), con el propósito de lograr la vinculación antes de la incursión en Bolivia. En Chile el contacto fue Jaime Barrios, perteneciente al Partido Socialista; otro más con quien se entabló comunicación fue Elmo Catalán, que viajó a Cuba en donde recibió entrenamiento “y a su regreso dio forma al ELN en Chile” (Pérez, 2003, pp. 235-36).

La red del ELN en Chile tuvo como sus primeros integrantes y fundadores al periodista Elmo Catalán, Beatriz Allende, Arnoldo Camú, David Camú, Ricardo Pincheira, Félix Huerta, entre otros, y el propósito era apoyar la segunda etapa de la guerrilla del Che en Bolivia (Arévalo Macías, 2017). Arnoldo Camú Veloso a la muerte de Elmo Catalán, se convirtió en el jefe del ELN y miembro de la Comisión Política del Partido Socialista, donde se desempeñó como responsable del aparato militar (Pérez, 2003, p. 236). Jorge nos relata en presente el origen del grupo al que perteneció:

Los elenos es una organización nacida para apoyar la guerrilla del Che en Bolivia, y estuvo en operaciones, hasta la caída del Che, entonces queda la organización y se liga fundamentalmente al partido socialista …, yo ingresé en 1971, las cosas ya estaban cocinadas, el Che ya había muerto, yo tenía 20 años. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020)

Después del asesinato del Che, los chilenos comenzaron a operar un plan para rescatar a los guerrilleros que acompañaron al Che en Bolivia; sin embargo, a decir de Pérez (2003, p. 234) no cruzaron la frontera por el lugar acordado y los chilenos no los pudieron encontrar, siendo detenidos por los carabineros en el pueblo de Camiña el 20 de febrero de 1968. Los llevaron a Santiago de Chile y les hicieron una revisión médica. La revista Punto Final, en su edición de febrero de 1968, señaló que las autoridades del gobierno les dieron un trato humano “y digno a los revolucionarios que, en prueba de sus verdaderas intenciones, habían entrado sin armas al territorio nacional” (p. 2). Finalmente “Salvador Allende, entonces presidente del senado de Chile, [acompañó] personalmente a los guerrilleros cubanos sobrevivientes [y se los entregó] al Embajador de Cuba en Francia” (Partido Socialista de Chile, 2013, párr. 6).

Con el triunfo de Salvador Allende a la cabeza de la Unidad Popular, los elenos visualizaron dos opciones: algunos se integraron al gobierno de Allende y otros pasaron a integrar el aparato armado del Partido Socialista y el GAP (Grupo de Amigos Personales); la primera tendencia fue encabezada por ‘Agustín’, Arnoldo Camú (Pérez, 2003). Al asumir Allende la presidencia, los intentos por intervenir en su gobierno y derrocarlo no cesaron por parte de la derecha chilena, apoyada por el gobierno estadounidense.

Jorge se integró a los elenos desde temprana edad:

Fui invitado, empecé a trabajar en la empresa de aviación Lan Chile, que era empresa de gobierno de pasajeros y carga, y yo ingresé a trabajar ahí porque fue mi papá [y] llevaba una carta de Allende [para] pedir él una chamba, y el encargado me dijo: ¿y usted?, y yo dije: pues también deme; a él lo dejaron en seguridad e inmediatamente se dedicó a organizar el partido. Los elenos estaban infiltrados en Lan Chile, lo primero que hizo [mi papá] fue ganar el distrito, se nombraron varios de Lan y mi papá fue el que organizó el distrito, ese que le correspondía a Cerrillos, se afilió un montón de gente…. Yo en el 1971 fui invitado a la organización y en el 1972 salí del país, estuve seis meses en Corea del Norte en entrenamiento militar, y fundamentalmente en la lucha antitanque. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020)

Jorge nos refiere que era importante la preparación para inhabilitar tanques, los golpes de Estado en América Latina, hasta ese momento, tenían un común denominador: la utilización de tanques para concretar las irrupciones ante los gobiernos constituidos que no respondían a los intereses estadounidenses. Los tanques eran “monstruos de acero que el pueblo no tiene cómo contestar … por eso nos entrenamos, porque si tienes el entrenamiento, se hace muy débil” (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020).

Durante el gobierno de Allende los elenos realizaron acciones para desarticular los embates de la derecha chilena apoyada por el gobierno de Estados Unidos. Jorge nos plantea que la recuperación de dólares fue un asunto de suma importancia para evitar la desestabilización económica. Él estuvo cuando menos en dos operaciones de recuperación:

Estados Unidos … empezó a inundar de dólares el mercado negro, para quitar los dólares que tuviese el gobierno; por darte un ejemplo, te daban 1 dólar por 10 escudos, se llaman escudos y en el mercado negro te dan 100, entonces la idea de la embajada de Norteamérica fue recuperar todos los dólares que andaban en el ambiente civil, sin que estuvieran en el banco con los especuladores, para retirar todos los dólares del mercado chileno tanto negro como oficial y pues se consideró un delito, y la inteligencia pues ya detectó varios operadores, coyotes de dólares y se dio la orden de recuperarlos. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020)

Afirma que les daban la información, les enviaban un carro, en él iban las armas, realizaban la operación y llegaban al lugar en que debían dejar el vehículo con armas y dólares recuperados; otra persona los recogía y se los llevaba. Señala que entre ellos se conocían por su seudónimo o nombre en el grupo, había que cuidar todo para que no fueran descubiertos, y por tanto no sabían quién más participaban en las tareas encomendadas. Así nos narra la recuperación de dólares:

hubo un incidente, no creo que haya habido muertos, golpes sí, amenazas y todo eso, heridos sí. El tipo era un turco, de origen sirio, que en un departamento operaba con muchos dólares y tenía un guardia; el guardia no se quiso dejar y a un compañero mío le metieron un balazo, pero no lo mataron lo dejaron herido. Yo le salvé la vida a una señora … no podíamos salir porque detrás [había] una camioneta cerrada y nos estaban disparando; eran dos policías mujeres, [con] revólver, poco operacional, y mi compañero estaba cuidándonos y no quería dispararles porque eran mujeres … y no sé cómo quedó el asunto por ahí, porque ya íbamos de salida. Ese día operaron cuatro unidades … cuidando la llegada y el escape, coordinando los semáforos, salimos muy bien. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020)

Valdés (2018) señala que los elenos chilenos, no solo eran guevaristas, se sentían “parte de una colectividad de su ser militante … los Elenos fueron adoptando un matiz y rasgo identitario que los localizó como un claro sector organizado”, y mantenían una posición más revolucionaria dentro del Partido Socialista, pues su militancia era parte de su vida política. Según este mismo autor, los elenos fueron entrenados militarmente para efectuar operaciones secretas y llevarlas con éxito, y

actuaron bajo estrictos parámetros de seguridad … la mayoría seguía siendo militante socialista, pero paralelamente diseñaban las tareas a cumplir al margen de las directrices del partido, tareas efectuadas por compañeros sin adscripción oficial, hombres y mujeres con nombres políticos que nunca se congregaron masivamente, ni tampoco generaron documentos oficiales, … estaban aquí para la concreción de tareas, la realización de acciones revolucionarias…. (Valdés, 2018)

El “tanquetazo”, el preludio del golpe

El golpe de Estado en Chile no sorprendió a los elenos, estuvieron acuartelados porque sabían que se maquilaba una acción en contra del gobierno. El 29 de junio de 1973 se produjo uno de los intentos más visibles para derrocar a Salvador Allende, se le conoció como el “tanquetazo” (Labarca, 1973). El grupo de los elenos estaba acuartelado a pocas cuadras del lugar en donde se encontraban las tanquetas, Jorge señala:

Nos agarra organizados, ya estábamos como grupo, había una infraestructura, fundamentalmente para la cuestión de las armas … yo vi dos RPG-7 - lanza cohetes -, en el acuartelamiento de los elenos. A pocas cuadras de donde estaban las tanquetas había gran movimiento de la cúpula política, que ahí llegaba y se iba, era una sala muy bonita, muy grande, toda de madera; ingresaron varios jóvenes y como a tres o cuatro compañeros nos tocó darles instrucción militar sobre las armas. Ya estaban los AK-47, [describe cómo eran los equipos y la mochila donde venía el arma y su contenido] nosotros les dimos entrenamiento porque ellos habían operado otro tipo de armas, principalmente armas cortas. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020)

El día del tanquetazo, los elenos no intervinieron, aunque estaban preparados para enfrentar la operación, señala que

no operamos en el tanquetazo, … teníamos las armas, los lanza cohetes para bajar los tanques, hubiera sido como un concurso de tírale al pato, los tanques estaban detenidos y eran tanques ligeros, y un RPG-7 se los chupa como un cachorrito, es un arma exageradamente poderosa que es para tanque pesado, que el chileno no tiene … nosotros estábamos listos íbamos a salir, pero como el general Prats ya estaba operando, [se decidió no salir]. Nosotros teníamos la infantería y el armamento, pero políticamente no era correcto. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020)

Jorge refiere que era difícil que hubieran entrado en acción, aunque contaban con todos los recursos para hacer frente en ese momento; sin embargo, plantea la complejidad:

aquí la dificultad [era que] un grupo civil del gobierno al margen de los militares, operara en ese nivel, [es decir] antitanque, y los problemas iban a ser muy fuertes para Allende … nosotros si hubiéramos podido operar y no teníamos problemas para salir bien. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020)

Estaban armados, organizados y preparados, la infraestructura que tenían les permitió saber qué estaba pasando, aunque según afirma Jorge:

la información era compartimentada, es decir, no era para todos [afirma que ellos le llamaban lente ciego] te ponías un lente que no veías nada, es un llamado a la conciencia, no es físico, y terminando con la frase patria o muerte, tú vas a ir a un lugar, y vas a ir patria o muerte, no te fijes, no veas el número, no identifiques el lugar, ese es el compartimento. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020).

Renato Moreau, quien formó parte de la dirección del aparato militar el Partido Socialista, y de los elenos, afirma que se movilizaron tres días antes del tanquetazo, pero les impidieron actuar. Señala que Arnoldo Camú, jefe de los elenos, los convocó desde temprano y se ocultaron en las oficinas de la ex CORMU, una corporación dependiente del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) (Moreau, 2018). Ese día se congregaron 120 elenos:

Ese 29 de junio … la dirección del aparato le plantea a Arnoldo y lo discutimos, porque hay una reunión de la comisión política en el partido, le planteamos que era necesario salir … tomarnos armadamente San Miguel … y llamar nosotros, al pueblo en armas con los militares leales, derrotemos a la contrarrevolución … esa era nuestra posición. (Arévalo Macías, 2017, mins. 32:19-33:06)

La propuesta fue llevada a la comisión política, pero no la aceptaron, afirmaron que era una provocación, por lo que se ordenó no hacer nada. Moreau (2018) plantea que tenían forma de saber qué estaba pasando, el grupo compartimentado al que pertenecía tenía trabajo de inteligencia por lo que la noche anterior al tanquetazo, sabían qué era lo que estaba planeando el grupo Patria y Libertad. Lo infiltrados según plantea, eran estudiantes, obreros, trabajadores, y no era fácil infiltrarlos porque los de Patria y Libertad, “venían de los barrios altos, no era fácil infiltrar a alguien” (Arévalo Macías, 2017).

Jorge conoció a tres mujeres infiltradas, una de ellas brasileña, iban a los casinos militares, a los restaurantes, se hicieron amigas de los golpistas y “de ahí sacaron mucha información”. Cuando sucedió el golpe, dos se fueron a la embajada cubana, y a la brasileña Jorge la puso a salvo porque no pudo ir de inmediato a la embajada cubana. Así se refirió a ellas: “eran de las nuestras, de los elenos … como internacionalistas” (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020). Relata que las mujeres llegaron por un intercambio entre 1969 y 1970, según comenta, los brasileños revolucionarios tomaron un avión y lo intercambiaron por prisioneros políticos, ese grupo de prisioneros llegó a Chile y esas muchachas estudiaban en alguna universidad en Brasil, según refiere, así fue como llegaron a Chile y formaron parte de la inteligencia de los elenos. El aparato militar estaba conformado no solamente por chilenos, también participaban otros internacionalistas.

Los golpes de Estado en América Latina fueron una constante, durante la segunda mitad del siglo XX se efectuaron en Guatemala, República Dominicana, Honduras, Ecuador, todos ellos en 1963 (Velásquez, 2018, p. 48); un año después Brasil y Bolivia sufrieron los embates y sus gobiernos fueron derrocados. En el marco de la Guerra Fría y con el argumento de la lucha contra el avance del comunismo los golpes también se suscitaron en Argentina en 1965 (Velásquez, 2018, pp. 48-49). Por tal motivo, quienes pertenecieron al grupo de defensa del gobierno de Salvador Allende tuvieron preparación en distintos rubros, uno de ellos fue el militar. Tal como lo indica Jorge en su testimonio, él se centró en la lucha antitanque, y aunque no supo quiénes más estuvieron en esa preparación a causa de la compartimentación, tiene sospechas de otros que acudieron, pues los coreanos hablaban español con palabras tipo mexicano; también plantea que acudieron argentinos y cuando menos otros tres grupos de chilenos, quienes se prepararon en distintos rubros, estos últimos con la consigna de la defensa del gobierno de Salvador Allende.

El 11 de septiembre: la memoria como un acto de resistencia

Moreau (2018) señala que el golpe de Estado era inevitable y que pocos estaban conscientes de ello “en una revolución de esas características. El imperialismo y la burguesía no podían entregar el poder e influencia sin luchar, con todo el poder que tenían” (párr. 11). El 11 de septiembre “dos aviones Hawker Hunter, adquiridos por el gobierno de Eduardo Frei a Gran Bretaña, sobrevuelan Santiago. La orden era bombardear el palacio presidencial. El presidente y sus colaboradores más cercanos resisten” (Roitman, 2020b, p. 62). Laura, viuda de Soria, señala que ese día desde el patio del hospital en que se encontraba pudo ver los aviones que bombardearon La Moneda y el incendio en el edificio (Espinoza y Roitman, 2020, p. 74). La periodista Ximena Ortúzar señala que ese día está grabado en su memoria, desde la editorial Quimantú, lugar en que trabajaba pudo ver los aviones “de la Fuerza Aérea de Chile bombardear el Palacio de La Moneda ¡con el presidente constitucional dentro!” (Espinoza y Roitman, 2020, p. 76). Ese 11 de septiembre significó un corte en su historia “y el comienzo de la noche más negra…. Sueños interrumpidos, proyectos arrancados de cuajo, represión brutal. Miles de muertos, desaparecidos, torturados, encarcelados, exiliados” (Espinoza y Roitman, 2020, p. 76).

El 11 de septiembre, Jorge, al igual que otros, se jugó la vida en la defensa del gobierno popular, era un llamado a la conciencia, era patria o muerte. En ese momento, la patria estaba en peligro y había que defenderla. Combatió en la Legua1 y ahí tuvo la encomienda de acompañar y proteger a Arnoldo Camú, el jefe de los elenos; la seguridad del dirigente estaba en sus manos. La población los protegió, los acogió y juntos se jugaron la vida por el proyecto que un 4 de septiembre de 1970 se instauró en Chile por la vía democrática y después de tres años era arrebatado violentamente. La noche del golpe sus compañeros lo dieron por muerto, cada cuatro horas se tenían que comunicar para saber que estaban vivos, había que reportarse y no lo hizo; sus documentos quedaron en un vehículo en el que llegó al corredor industrial, ahí fueron congregados para generar la estrategia en la defensa del presidente Salvador Allende. Jorge narró la resistencia desde ese 11 de septiembre de 1973 hasta el 3 de octubre de 2016 en tercera persona (Relato literario vivencial de Chile 11 de septiembre 1973); no habló de él, sino de ellos, de quienes participaron incluyendo su nombre sin decir que era él. Como producto de la compartimentación y el carácter reservado del grupo, al ingresar cada uno cambiaba su nombre (Vidaurrázaga, 2013, p. 41), cuando escribió su relato decidió mantener en el anonimato su identidad.

El martes 11 de septiembre amaneció nublado y con una ligera llovizna, eran las 8:00 de la mañana, mientras algunos elenos

salieron del acuartelamiento a bordo de un Fiat 600, Jorge 22 años y otros 3 camaradas, [el] punto de reunión INDUMET, una fábrica en plena zona industrial al sur de Santiago, la incertidumbre por la falta de noticias era grande, juntos con las demás escuadras G. O. del aparato militar del partido (socialista) unos 120 militantes armados en su mayoría con AK-47 a espera de órdenes, [en el inter] son copados por la policía militarizada. En medio del tiroteo Jorge y otros rompen por la barda de atrás y tirotean ventanas de unos departamentos desde donde les disparaban, cubren la salida del grupo. Jorge y otros 4 o 5 avanzan en abanico por un callejón de altas paredes de bodegas, una verdadera ratonera, deben ser 50 m. para Jorge 1 kilómetro. Recién Jorge empieza a tomar conciencia de la magnitud de los eventos…. (Relato literario vivencial de Chile 11 de septiembre 1973).

Jorge recuerda que el sistema de inteligencia de los elenos tuvo información la noche previa al golpe, por lo que estuvieron concentrados en una casa de seguridad y se organizaron en escuadras. La de Jorge estaba formada por tres mujeres y dos hombres (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 8 de noviembre de 2014).2 El día 10 de septiembre se inició el golpe:

[los golpistas] comenzaron a anular los cuarteles donde no tenían la seguridad del control y extrañamente, uno de cuarteles donde hubo disparos, fue la escuela paracaidista que [eran] las fuerzas élite y [ellos] no participaron en el golpe militar, los rodearon, [desde] la noche, el 10 [de septiembre]. Las fuerzas élite son las más leales a la constitución, a la patria, entonces el subcomandante les dijo que no era correcto un golpe militar, no había motivo constitucional, ellos no salieron; la escuela de paracaidista son los de las fuerzas especiales, se supone que son los mejores y no participaron. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 8 de noviembre de 2014)

No todas las fuerzas participaron, previo al bombardeo de La Moneda ya se observaban los primeros movimientos para concretar el golpe de Estado. Filomena Venegas Parra, quien era enfermera en Chile y madre de Jorge no olvidó lo que pasó:

Yo siempre estoy repasando las cosas, a mí no se me ha olvidado nada … yo me acuerdo bien ... yo estaba trabajando la noche [anterior], y cuando pasé por La Moneda [al día siguiente], en micro, digo yo, ¿qué pasara en La Moneda?, le van rendir un homenaje al presidente … como vi tanta tanqueta, dije yo, le van a rendir un homenaje al presidente, ay Dios, y ya … en la tarde fue cuando supimos del golpe. Cuando mataron a Allende bombardearon La Moneda … lo sacaron envuelto en una alfombra a Allende, y ya nosotros vencidos. Yo empecé a gritar y a llorar, y ahí [en los departamentos] vivíamos mucha gente de izquierda nos juntamos a llorar pues, ¿qué vamos a hacer?, no podíamos salir a la calle. (Comunicación personal, 8 de noviembre de 2014)3

Doña Filomena tiene presente las últimas palabras de Allende y las repite: “váyanse a su fuente de trabajo y defiendan la fuente de trabajo”, y al ratito dijo: “váyanse compañeros a su casa”. Después los golpistas estaban matando gente; recuerda que Salvador Allende dijo:

váyanse a su casa, abracen sus mujeres, sus mujeres abracen a sus maridos, sus hijos” que estuviéramos unidos, ya lo oímos todo, había cambiado el asunto de lo que había dicho en la mañana. Y yo con mis hijos perdidos, ¿para dónde salía yo?, ¿a dónde lo iba a buscar? Eso fue, terrible. (F. Venegas Parra, comunicación personal, 8 de noviembre de 2014)4

Mientras doña Filomena estaba angustiada de no saber de sus hijos, Jorge se encontraba combatiendo y resistiendo, primero en INDUMET y después en la población de la Legua. La mañana del 11 de septiembre, la dirigencia de los elenos - al mando de Agustín - se reunieron en el estadio de la CORMU, donde se congregaron más de 125 combatientes, estaba reunida ahí “la jefatura del aparato militar del PS … estaba Felipe Varela “el Tata”, Renato Moreau, Antonio Bush y Patricio Quiroga” (Vidaurrázaga, 2013, p. 89). Arnoldo Camú, ‘Agustín’, ordenó dirigirse a INDUMET, fábrica ubicada en el cordón industrial de San Joaquín; la idea era aglutinar las fuerzas de los sectores afines al gobierno de Allende y acudir en su auxilio a La Moneda (Vidaurrázaga, 2013 p. 90). Ahí se encontraron militantes de izquierda para coordinar la resistencia, pero fueron descubiertos por los carabineros (Garcés y Leyva, 2005, p. 5).

Jorge refiere que INDUMET era una empresa que fabricaba herramientas y tornos; estaba intervenida por el gobierno, pero los trabajadores la administraban. El 11 de septiembre

nos concentramos pa’, operar y, afuera de la empresa estaban las casas, alguien le habló al ejército, [para decir que en el lugar] estaba un montón de gente, y … ya llegó la [escuadra] de esos oficiales carabineros. Había compañeros de guardia, llegaron las patrullas, les dispararon y de ahí se armó. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 8 de noviembre de 2014)

Quien abrió la puerta de la fábrica fue Rafael Ruíz Moscatelli, según comenta Enérico García en entrevista realizada por Vidaurrázaga (2013). Jorge relata que

Rompimos por atrás, ahí rompimos una pared, la estaban pateando los compañeros hicimos un hueco para pasar, había una calle como de 100 metros con bodegas de 12 centímetros a cada lado, una ratonera, había unos edificios populares de estos … como de Infonavit, ahí estaban disparando; entonces yo contesto el fuego, vi que se movió la cortina y, ya no se volvieron a asomar, no estaban muy participativos. Ya cuando salimos nosotros, [de la industria] a los trabajadores les fue muy mal, eran muy bravos, y ya nos habíamos ido. Así fue como avanzamos, adelante nuestro iba un grupo del mir, iban los comandantes de mir se robaron un carro ahí mismo, nosotros seguimos, nos interesaba estar en la esquina, llegar al final del callejón, del túnel infame, para salir todos, ahí ya no tuvimos combate. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020)

Garcés y Leyva (2005) señalan que los que cruzaron el callejón lo hicieron con gran incertidumbre, se trataba de “un callejón maldito…. Era un callejón larguísimo con unas murallas altísimas” (p. 51). Jorge y sus compañeros salieron de INDUMET y encontraron un carro de bomberos,

raptamos ese carro, venían dos saliendo del cuartel, … venían como unos tres muchachos, los bajamos y les quitamos la bomba, de ahí llegamos a SUMAR a la empresa que fue donde le tiramos al helicóptero y salimos a la plaza, … ahí tuvimos otros enfrentamientos y cayeron varios compañeros y de ellos también. Pasó un camión de policías marca Pegaso verde, los tipos iban así, como que iban de viaje, se asoman y pasan, y todo el mundo les tira y a un compañero nuestro le costó la vida, le dieron con un lanza cohetes. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020)

Celsa Parrau (Vidaurrázaga, 2013) señala que Francisco Cattani fue quien perdió la vida, y quien “disparó contra el micro de Carabineros” (p. 98), según le contó Arnoldo Camú.

Jorge comenta que después del ataque salió el que estaba a cargo del micro y algunos otros heridos, no sabían qué hacer con ellos, hubo quién dijo que había que ejecutarlos, pero su jefe militar le dijo al comandante “te puedes ir”. El militar pidió un arma, para defenderse; Jorge refiere que “no le iban a dar un instrumento para acabar con quienes efectuaban la resistencia”, lo que recuerda, es que unos momentos después de que se retiró, llegaron unos niños diciendo que ya lo habían matado, lo habían acuchillado en el barrio, señaló que ellos como elenos practicaban “la política guevarista del Che Guevara, somos guevaristas, no vas a matar a un prisionero” (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020). Los elenos

se reconocían abiertamente como cheístas.... La UP [Unidad Popular] encarnaba ese proyecto de transformación social, la revolución del pensamiento y de los cánones valóricos, la transformación humana que recogiera el comandante Guevara, que estaban asumiéndose como principios del ideal colectivo que dirigía Allende. (Valdés, 2018)

Jorge salió con Arnoldo Camú, él era tirador escogido,5 presenció el momento en que Arnoldo le disparó a una tanqueta, así lo refiere: “lo ayudé a subir a una barda y de ahí se subió a la casa y disparó el cohetazo, al frente de la calle se rompieron los cristales de las casas” (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020).

Una vez que rompieron el cerco, salieron rumbo a La Legua, confundiéndose con la gente, Jorge reconoce que ellos siempre les ayudaron, les decían por dónde ir, los niños les avisaban dónde había militares y por donde conducirse para no ser detectados, aunque, no todo era claro en esos momentos, ni siquiera para algunos militares:

salimos de civil, pero íbamos armados, cada quien llevaba su pistola. Yo llevaba una pistola, una Mac francesa, mi compañero traía un revólver, un cobrita chico. Él iba delante y yo le iba cuidando, unos 10 o 15 metros atrás, y si me pasaba algo él me cuidaba. Pero no éramos amigos, no andábamos de pareja ahí. Y a él, un grupo de soldados, como unos seis, lo pegaron contra la pared y lo revisaron, era el cabo, y le dijo que siguiera. Paso yo, y se abrieron. Ya más adelante lo alcancé y me dice: “me tentó mi pistola, me la movió, y ya no dijo nada, me dejó ir. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020)

Antes de salir de la población intentaron robar una camioneta, pero salió el dueño con las llaves y les dijo: “llévensela”. Explica que el pueblo manifestó la solidaridad ese 11 de septiembre a quienes defendían a Salvador Allende. En esa acción también iba Arnoldo Camú, se fueron unas 25 personas y otros más caminando, con rumbo a una escuela que estaba en construcción y ahí enterraron las armas que traían:

había material, ladrillos … movimos una máquina y la pusimos en una esquina para protegernos, y ahí metimos la camioneta, todos dejaron sus armas, hicimos el agujero ahí abajo en la cama de [unos] viejitos, el más chingón para la pala era el viejito, [era un] obrero, metimos las armas ahí … pusimos una lona encima para tapar, para emparejarlo, dejamos la cama encima, y al tiempo fueron los compañeros de operaciones especiales, y los de infraestructura a recuperarla, las sacaron todas. Después de dejar las armas se dio la orden dispersarse, romper cerco, salimos casi todos. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020)

Quienes acudieron a la recuperación, cayeron en otra operación a los meses, en un pueblo fuera de Santiago. Jorge esa misma noche fue a su casa, ahí tenía dos armas; extrañamente a su casa no llegaron. Era muy temprano para que tuvieran información reunida, pero sus documentos habían quedado en INDUMET, su chamarra con su pasaporte, por lo que podía ser localizable con facilidad; sin embargo, para ese momento aún había confusión e incertidumbre por lo acontecido en La Moneda.

Después del golpe, poco a poco se fueron quedando sin contactos, por seguridad tenían muy pocos. Uno de sus compañeros le comentó sobre otra chica que era parte del grupo y a la que Jorge le había salvado la vida, le dio la información para contactar con su familia. El papá de la chica era veterinario, su esposa era farmacéutica y sus hijos estaban estudiando. Después del golpe, su hija, quien formó parte de los elenos, se la pasaba encerrada y escondida, y decidieron optar por el exilio. Como militante del Partido Socialista, aún mantenía ciertos contactos, por lo que Jorge acudió con su jefa de núcleo, ya que ella estaba conectada con la embajada de Venezuela, “y me llevé a la muchacha, y la asilamos en la embajada de Venezuela. “¿Y tú?” me dice [el papá], pues tengo opciones de hacer contacto y reconstruir, [a lo que el veterinario respondió] “de veras que ustedes” (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020). No tenía interés por salir aún del país, había aún asuntos por resolver.

El veterinario le propuso que se quedara en su casa, en el cuarto de la servidumbre. En la casa, según nos relata, había otros dos muchachos, el hermano de la exiliada y un primo que estudiaba en Santiago, que venía de Estados Unidos. Cuenta que en una ocasión estaba jugando ajedrez, y la persona del servicio le dijo: “don Jorge, vienen los soldados”, la única salida que tenía era a espaldas de la casa: “y me paro y me pelo, incluso, ella recoge el plato que yo tenía y lo mete a la lavada. Yo siento las patadas en la puerta y los gritos cuando estoy en la barda” (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020). En casa de los vecinos había una fiesta, en el patio tenían una zarzamora:

de esas espinosas, pero estaba cortito, el salón principal estaba lleno de gente, gritando, bailando. No había luz. Había unas conejeras, que yo ya las había estudiado, de madera con patas largas, y casi clavada contra la zarzamora, y tenían conejitos. Yo me meto entre las conejeras y la pared, lo recorro, y me quedó, así como lagartija, nomás puro pulso que abajo estaba abierto. Y llegan los soldados. Y esa fiesta tenía que durar toda la noche porque había Estado de sitio, la gente se preparaba pues para irse en la mañana cuando levantaran el toque de queda, los solados ahí entraron, pasearon y ya le preguntaron al dueño: “yo soy fulanito … a todos los conozco, a ver fulano de tal” y ya todos se presentaron. Revisaron los cuartos y se fueron. Yo estaba agarrado y el conejo mordiéndome una uña. (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020)

Cuando empezó a amanecer aún estaba entre la zarzamora y la conejera y el veterinario le avisó que se habían retirado los militares. Según relata Jorge, el muchacho que venía del norte le había preguntado a una de sus compañeras de la Universidad, cuyo padre era un coronel, ¿qué sucedería si en la casa donde él estaba había un asilado de izquierda? Es por ello que acudieron a la casa del veterinario.

Después lo llevaron a la granja que tenía el veterinario en la que criaban aves, ahí permaneció 10 días, y le encomendaron otra operación: poner a salvo a la brasileña aliada de los elenos quien había estado infiltrada con los militares; la llevó en autobús a la granja, y después a la embajada para su exilio.

Jorge se asiló en México; el veterinario lo llevó a la residencia del embajador, ahí podría salir del país, ya no tenía más contactos y su expediente crecía cada vez más; no había más misiones que cumplir, no al interior del país, y el exilio era la única opción. En 1974, Jorge salió de Chile, no ha regresado al país que lo vio nacer y afirma que durante cinco años no tuvo nacionalidad, fue considerado un apátrida.6 Su defensa al gobierno legítimamente constituido le valió ser perseguido, pero logró escapar. Ha vivido en México, país que considera su segunda patria. Su salida no fue fácil, mientras estaba en la casa del embajador, su madre fue a llevarle unos papeles y vio desde la ventana como los milicos pusieron un arma en las costillas de doña Filomena, ambos se miraron sin saber cuál iba a ser el futuro de cada uno de ellos. Ahora doña Filomena se considera una madre afortunada, ya sabe que no perdió a ninguno de sus hijos y está orgullosa de la defensa que hicieron, de la resistencia que ejercieron para defender el gobierno de Salvador Allende.

Conclusiones

La experiencia de Jorge nos permite recuperar y reconstruir pequeños fragmentos de la historia que se entrelazan con las grandes luchas latinoamericanas. A través del testimonio de un militante socialista e integrante del ELN chileno, podemos visualizar experiencias en la defensa el gobierno de Salvador Allende durante el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. La relación que mantenía la familia con el presidente y las acciones que implementó en el país lo llevaron a incorporarse a los elenos desde edad muy temprana; el objetivo era la defensa de un proyecto de nación, el manejo de las armas. Las estrategias y enseñanzas aprendidas fueron las que lo mantuvieron vivo.

Jorge tenía instrucción militar, la defensa y resistencia que hizo fue en un primer momento con las armas, utilizando las estrategias que tuvo durante su entrenamiento en Corea del Norte, pero también a partir de la convicción de seguir la consigna “patria o muerte”. No habla de todo ni de todas las personas, a menos que tenga la certeza de que no corren peligro, el país ha cambiado pero el entrenamiento y la convicción están interiorizados. En él la formación que recibió del seno familiar y el contexto político en el que se desarrolló fueron un factor importante para no claudicar. Después del golpe, tuvo la posibilidad de exiliarse casi de manera inmediata; sin embargo, no lo hizo. No se exilió hasta completar las tareas que le fueron asignadas, como sacar del país a otros miembros de su grupo que corrían peligro.

Jorge plantea el momento vivido, que se cruza con los testimonios de otros que han hecho pública su participación en la defensa del proyecto de la Unidad Popular y de Salvador Allende. A través de su testimonio visualizamos algunas resistencias, vivencias y lo que significó no claudicar ante los golpistas sin importar que la vida estuviera de por medio, la patria era primero y había que defenderla a costa incluso de la propia vida. Lo presentado intenta abonar a la recuperación de testimonios de quienes participaron activamente el 11 de septiembre de 1973 y tuvieron que salir de su patria y que aún viven para contarlo. Narrar una historia para reivindicar la dignidad, la memoria, la historia.

Notas al pie:
  • 1

    La Legua es una población ubicada en la comuna de San Joaquín, Santiago de Chile. Fue escenario de uno de los combates más violentos suscitados el 11 de septiembre, donde la población, considerada un bastión de apoyo de la Unión Popular, fue objeto de represión militar.

  • 2

    La información del entrevistado coincide con lo señalado por Renato Moreau, segundo jefe del aparato militar del Partido Socialista (Burgos, 2011).

  • 3

    Después del golpe, las familias se separaron y la de Jorge no fue la excepción; él y su madre Filomena se pudieron reencontrar 40 años después del golpe.

  • 4

    La angustia por saber del paradero de uno de sus hijos le duró 40 años, durante ese tiempo no supo que su hijo, a quien llamaban ‘Jorge’, estaba vivo.

  • 5

    Jorge define al tirador escogido como “el que va enfrente ya en operaciones, caminando, te ponen para reprimir fuego al enemigo, entonces tú proteges a los especialistas; por ejemplo, si viene una ametralladora pesada, tras un objetivo como un doctor o un informante, a alguien, o el médico, la radio, tú tienes que eliminar, por eso tiene que ver bien … entonces yo soy tirador escogido, de corta distancia” (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020).

  • 6

    Nos menciona lo que significaba un apátrida: “no es chileno, no podía sacar pasaporte, nada, era tipo que la patria rechazaba” (R. A. Venegas Venegas, comunicación personal, 25 de julio de 2020).

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    Historial:
    • » Recibido: 24/03/2024
    • » Aceptado: 24/08/2024
    • » : 19/01/2025» : 2024Jan-Dec