Resumen

La lucha libre ha sido un componente esencial de la cultura popular mexicana. Sin embargo, la historiografía sobre su origen y desarrollo se ha concentrado principalmente en la Ciudad de México, dejando de lado otras regiones del país. Este artículo analiza el surgimiento y la consolidación de la lucha libre en Guadalajara entre 1934 y 1937, durante un periodo caracterizado por la improvisación en su organización y la construcción de sus primeras narrativas deportivas. A través del análisis de fuentes hemerográficas y documentos oficiales, se examinan los espacios de práctica, las dinámicas de los combates y el impacto social del espectáculo en la comunidad tapatía. La investigación aporta una perspectiva regional al estudio de la lucha libre, permitiendo comprender su diversificación y arraigo más allá de la capital del país.

Abstract

Professional wrestling has been an essential component of Mexican popular culture. However, historiography on its origins and development has primarily focused on Mexico City, overlooking other regions of the country. This article examines the emergence and consolidation of professional wrestling in Guadalajara between 1934 and 1937, during a period characterized by improvisation in its organization and the construction of its early sporting narratives. Through the analysis of newspaper sources and official documents, the study explores practice spaces, combat dynamics, and the social impact of the spectacle on the local community. This research provides a regional perspective on the study of professional wrestling, contributing to a broader understanding of its diversification and establishment beyond the nation’s capital.

Palabras clave:
    • Entretenimiento popular;
    • espectáculos deportivos;
    • Guadalajara;
    • historia del deporte;
    • lucha libre;
    • lucha mexicana.
Keywords:
    • Guadalajara;
    • popular entertainment;
    • freestyle wrestling;
    • Mexican wrestling;
    • sports history;
    • sports performances.

Introducción

Uno de los deportes con mayor presencia en la sociedad mexicana y que se considera parte de la cultura popular, es la lucha libre. Según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de 2011, la lucha libre es el segundo deporte con mayor popularidad en el país (Montoya, 2015, p. 131). Según Cerón (2019, p. 83), la lucha libre es un símbolo cultural como el ‘mariachi’ o ‘el tequila’. Su relevancia se expresa día a día, ya que luchadores como El Santo siguen vigentes como referentes sociales, pues en la televisión continúan programando las películas de luchadores, un macro-género cinematográfico que engloba terror, comedia, ficción, drama y romance (Fernández, 2012). Finalmente, en los estadios de futbol, resulta común observar aficionados con las máscaras de los ídolos del momento como la Parka, Místico y Rey Misterio (Cerón 2019, p. 83).

Sin embargo, a pesar de ser considerada como parte de la cultura popular mexicana, dentro de la lucha libre existen algunas temáticas que no se han analizado a profundidad, como la lucha en México durante el siglo xix o el surgimiento de la lucha libre en regiones diferentes a la capital de la República, pues los historiadores se han enfocado más en analizar cómo surgió este deporte en la Ciudad de México y su desarrollo a partir del surgimiento de la Empresa Mexicana de Lucha Libre (Guerrero, 2007, pp. 24-41).

Debemos considerar que la lucha libre ha sido analizada como ‘drama social’ donde todo se enfoca en la narrativa y el simbolismo creado en torno al espectáculo, los luchadores y los espectadores. Sobre esta temática, Morales (2008, pp. 9-47) señala que los medios de comunicación dan lugar a creaciones míticas haciendo uso de géneros literarios para describir las acciones de la lucha libre, generando con ello un mayor impacto en los aficionados. Por su parte Ferro (1998, pp. 24-81) analiza semióticamente los elementos deportivos y teatrales de la lucha libre en la Arena Coliseo de la Ciudad de México, buscando con ello entender el lugar de este deporte-espectáculo en el tiempo presente. En ese mismo sentido, De la Cruz (2013, pp. 47-122) nos dice que la lucha libre es un espectáculo configurado como una confrontación entre el bien y el mal, donde elementos rituales y simbolismos religiosos están siempre presentes y marcan el rumbo de las funciones y el accionar de los luchadores. Sobre este mismo punto Levi (1997, pp. 57-68) menciona que todos los deportes encierran un drama; sin embargo, la lucha libre mexicana despliega un drama moral, ya que los contendientes representan el bien y el mal, mientras que, en otros deportes como el futbol, los participantes representan grupos, gremios o países.

En efecto, Allen (2007) y Hernández (2018, pp. 1-27) coinciden en señalar que la lucha libre en la Ciudad de México es considerada como la más importante del país y, por ende, la que principalmente se analiza. Sin embargo, se debe considerar que otras ciudades pueden aportar nuevos datos y más información que, por una parte, expliquen el desarrollo de su propio proceso luchístico, mientras por otro, podrían refutar o confirmar algunas aristas de este deporte en México.

En lo concerniente a Guadalajara, Fernández (2005) señala que “la lucha libre tapatía no ha recibido, en la plenitud de sus posibilidades, la merecida atención” (p. 210). Al respecto se detectaron solo dos trabajos que abordan el tema de la lucha en el occidente de México, uno de ellos es la tesis de Hernández (2018), en la que se detalla la dinámica social de la lucha libre en las arenas chicas de Guadalajara, donde los luchadores buscan primordialmente una oportunidad para luchar en las arenas más importantes del país. El otro es un texto de Fernández (2005) sobre la historia de la lucha libre en Jalisco, el cual ofrece escasos datos sobre el surgimiento de este deporte; en contraparte, su enfoque principal versa sobre los aspectos catárticos e identitarios que ofrece la lucha libre a los espectadores.

Por lo tanto, este estudio busca explicar cómo surgió la lucha libre en la ciudad de Guadalajara, Jalisco y cuál era su dinámica deportiva durante los primeros años de su implementación. La temporalidad abarca de 1934 a 1937, periodo que comprende el surgimiento de este deporte en la ciudad de estudio, cuya práctica, por momentos fue improvisada, consolidándose hacia 1938, a partir del surgimiento de nuevas arenas, empresas y mejores luchadores, que posibilitaron su cimentación como un negocio rentable (Cerón, 2019, p. 38).

Para llevar a cabo el análisis, se utilizaron dos herramientas conceptuales desarrolladas por Dunning (2003), con las cuales se ubicó heurísticamente en la información empírica cómo surgió la lucha libre en Guadalajara y cómo era su dinámica deportiva (p. 50). Los conceptos utilizados son ‘patrón’ y ‘situación’: el primero es definido como las estrategias implementadas para desarrollar los deportes; por su parte, el concepto situación se describe como el contexto histórico en donde se implementan dichos patrones (Dunning, 2003, p. 50).

Las fuentes utilizadas mayoritariamente son hemerográficas, ya que en la prensa se concentra el material que empíricamente permite conocer las ideas y prácticas de una sociedad en un periodo específico; además, los diarios fueron las primeras fuentes de información que registraron las incidencias deportivas (Del Palacio, 2006, p. 7).

Las notas deportivas suelen ser sobredimensionadas, ya que en el ámbito deportivo es normal que los reporteros exalten las actuaciones de los deportistas con el objeto de vender más periódicos. Aunque dichas notas tengan una carga subjetiva, son la fuente principal para la historia del deporte, pues a pesar de que no sea posible acceder a los hechos tal y como acontecieron, es posible obtener una ‘figuración’; es decir, una interpretación apegada a la realidad que permite conocer el contexto histórico, los individuos, sus acciones y modo de vida (Dunning, 2001, p. 335).

Nacionalismo, masculinidad y catarsis en la lucha libre jalisciense

Desde su surgimiento, la lucha libre adquirió ciertas características que dieron lugar a un estilo único de practicarla y que la hacen particular en comparación con la de otros países, de entre los cuales destacan el uso de las máscaras, el llaveo y las acrobacias de los luchadores (De la Cruz, 2013, p. 31). Por ejemplo, en el puroresu (lucha japonesa), el público se mantiene callado y expectante a lo largo de la lucha; aplaude y expresa sus emociones hasta el final de cada caída (Fernández, 2012, pp. 210-11).

De manera general, la lucha libre muestra tres vertientes que han sido trascendentales para su arraigo y desarrollo, siendo una de ellas la ‘patriótica’ y que se deriva del wrestling estadounidense, donde existen dos bandos: uno de ellos busca defender el American way of life (estilo de vida americano) mientras que el otro - conformado mayoritariamente por extranjeros - lo amenaza (Acuña, 2017, pp. 143-60). En el caso de nuestro país, la lucha libre ha permitido la construcción de una ‘mexicanidad’, donde el orgullo nacional se pone en juego cuando sus representantes se enfrentan y derrotan a luchadores extranjeros, considerados como individuos física, racial y socialmente más fuertes y mejores (Villarreal, 2009, p. 2).

Otra de las vertientes es la del ‘reforzamiento de la virilidad’. La lucha libre mexicana ha permitido construir un modelo de hombría, fortaleza y belleza masculina, convirtiendo a los luchadores en ideales de la masculinidad y referentes físicos, morales y culturales (Santamaría, 2012, pp. 83-88).

Finalmente, la vertiente ‘válvula de escape’ señala que los individuos llevan a cabo “la búsqueda de las emociones” (Elias y Dunning, 2005, pp. 154-59). La lucha libre no es solo un deporte, sino un espectáculo en donde se exaltan las emociones y el luchador, además de deportista, es un actor social que influye en el ánimo de los espectadores, haciendo que rían o que se enojen con los despliegues físicos que ejecuta sobre el ring, llevando a los aficionados a participar activamente en el evento, logrando con ello ‘liberar’ sus emociones (Fernández, 2012, pp. 203-16 ).

Estas tres vertientes enlazadas en una puesta en escena en donde el bien y el mal se enfrentan entre sí, dieron lugar a un espectáculo con amplio potencial para construir representaciones sociales diversas y la formación de diferentes colectivos que en otros ámbitos estarían dispersos, fragmentados o enfrentados (Angelotti, 2010, pp. 173-370; Arquetti, 2001, pp. 9-18; Fábregas, 2001, pp. 10-100; Villarreal, 2009, pp. 10-11).

La lucha en Guadalajara antes de la lucha libre

Antes del surgimiento de la lucha libre se sabe que en México desde 1840 hubo varias compañías de circo que presentaban números de acróbatas, saltimbanquis, además de exhibiciones de lucha grecorromana. Posteriormente, durante la intervención francesa, las tropas de Maximiliano solían practicar la lutte (lucha al ras del suelo) como parte de su entrenamiento militar (Allen, 2017; Cerón, 2019, pp. 35-36; Montoya, 2015, pp. 77-88). Asimismo, en el porfiriato llegaron oleadas de luchadores europeos, japoneses y estadounidenses que dieron exhibiciones de diversos estilos de lucha (catch as catch can, olímpica, grecorromana y jiujitsu) en circos, teatros y plazas de toros (Allen, 2017; Montoya 2015, pp. 77-88). En Guadalajara, en 1909, se celebraron algunos encuentros de lucha grecorromana, como el duelo entre Alfonso Orozco y Gerald Brandon.1 Finalmente, en la década de 1920, llegó a Guadalajara la compañía de Constant Lemarin, la cual estuvo dando exhibiciones de lucha grecorromana de manera constante.2

Tan pronto como se celebraron las primeras funciones de lucha grecorromana en Guadalajara, de inmediato los despliegues de fuerza y valentía se pusieron de moda entre los jaliscienses. La prensa menciona que fueron comunes los encuentros de lucha en las cantinas, incluso, aquellas personas carentes de músculos hacían alarde de su destreza aplicando llaves y zancadillas a todo aquel infortunado que tuviera la desgracia de cruzarse en su camino.3

El fervor que la lucha grecorromana despertó en Guadalajara se debió a que fue considerada como una actividad que reforzaba la masculinidad. A decir de Bourdieu (2000, pp. 21-40), la masculinidad es una representación socialmente construida, que se reafirma cada día cultivando actividades consideradas propias del sexo masculino y que primordialmente requieren de fuerza física, peligro o violencia, a fin de ser reconocido socialmente como un hombre.

La lucha libre adquirió relevancia en México porque fue vista como una práctica que evitaría que la juventud adquiriera los vicios de la vida moderna que la volvían débil, afeminada y cobarde. En cambio, participar en una lucha, hacía necesario realizar un despliegue físico intenso o prolongado, además de acciones de violencia. De hecho, lanzar un reto para luchar o aceptarlo, era un despliegue público de virilidad que permitía a los individuos ganarse la admiración y el respeto de otros hombres. En México, a decir de Santamaría (2012), los luchadores representan un tipo de masculinidad que se caracteriza por expresarse “mediante la fuerza física” (pp. 83-88) y por resolver conflictos a través de la violencia.

El patrón del reforzamiento de la masculinidad siguió presente en la lucha libre mexicana, aunque en los años cincuenta, aparecieron los ‘exóticos’, quienes actualmente representan una masculinidad ‘alternativa’, ya que estos personajes ‘amanerados’ despliegan sobre el ring una orientación sexual contraria a la que tradicionalmente había existido en la lucha libre nacional. Cabe señalar que los primeros luchadores exóticos se parecían más a un ‘dandi’ que a un afeminado. En México, Lalo el Exótico, fue uno de los primeros. Este personaje subía al ring acompañado de un asistente que lo peinaba y perfumaba antes de iniciar la lucha y entre caídas (Hoechtl, 2014, pp. 223-51).

La lucha libre en Guadalajara

Sobre la situación que vio nacer a la lucha libre en Guadalajara - aunque la etapa armada de la Revolución había terminado - entre 1934 y 1937 existió en el país una pugna política entre el “Jefe Máximo”, Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas (a la postre presidente de México) que terminaría con el exilio de Calles a Estados Unidos. En Guadalajara, también hubo una disputa por el control del estado, entre el candidato cardenista, Silvano Barba, y el eventual gobernador, Everardo Topete (Muriá, 2011, pp. 164-70; Romero, 1987, p. 14). Otros sucesos que enmarcan el surgimiento de la lucha libre en Guadalajara, fue el asesinato del presidente municipal, Eduardo González, en un asalto y las huelgas estudiantiles por causa del plan de estudios, la imposición de autoridades y profesores y la represión gubernamental.4

Por otra parte, entre 1934 y 1937, la ciudad de Guadalajara vivía un auge migratorio que acrecentó la población - pasando de 180 000 habitantes en 1930 a 240 000 en 1940 - e hizo necesaria la construcción de vivienda y obra pública como la pavimentación de las calles, la ampliación del alumbrado y la red de agua potable.5 Respecto de los entretenimientos, antes del surgimiento de la lucha libre, los toros y el futbol eran dos de los pasatiempos más importantes de los jaliscienses. Sin embargo, no siempre los espectáculos respondían a las expectativas. Por ejemplo, la esperada corrida donde compartían cartel Armillita, Solórzano y Contreras, resultó todo un fiasco, debido a que los toros enviados por el ganadero eran tan mansos que parecían bueyes.6

En lo tocante al futbol, este deporte despertaba mucha pasión entre los tapatíos, pero recurrentemente en los partidos se suscitaban desmanes y riñas entre los jugadores. Como sucedió en el encuentro entre el Guadalajara y el Oro, donde la prensa culpó al árbitro de la violencia suscitada en ese encuentro, todo porque no dio por bueno un gol del Guadalajara, el cual pasó por medio de la portería, pero alegando estar lejos de la jugada, el árbitro declaró nula la anotación. A partir de ese momento, el juego se llenó de acciones sucias y bruscas.7

En contraparte, la lucha libre desde su surgimiento despertó “verdadera expectación” entre los jaliscienses, porque fue catalogada como “el mejor y más emocionante deporte-espectáculo jamás visto”.8 Esto porque era más espectacular que el box, su práctica más difícil y su entrenamiento más científico.9 Incluso se menciona que el aficionado con “los nervios más templados” era incapaz de permanecer indiferente ante la agilidad, la resistencia física al dolor y la fatiga desplegados por los luchadores en pos de la victoria.10

En cada función, los asistentes eran testigos de toda la fortaleza de que era capaz el ser humano. De hecho, cuando el Enmascarado se presentó por primera vez en Guadalajara, al quitarse la bata toda la arena exclamó de admiración al ver su musculatura y a lo largo de la función el tema de conversación fueron la espalda, pecho y brazos del luchador que denotaban vitalidad y un armonioso físico.11

Respecto del surgimiento de la lucha libre en Guadalajara, este deporte llegó pocos meses después de celebrarse las primeras funciones en la Ciudad de México. Una de ellas se llevó a cabo en marzo de 1934, en la Arena Analco, donde se daban funciones de box. Estuvo conformada por cuatro peleas de box que fueron las preliminares y el encuentro de lucha libre que fue la función estelar disputada por Tony Romo contra Ciclón Veloz, resultando vencedor el primero. Según la prensa, esta primera función dejó muy satisfecho al público que vertió buenos comentarios de este deporte jamás visto en Guadalajara.12

Aunque la primera función de lucha libre fue bien recibida por el público, fue necesario que este nuevo deporte encontrara su momento y lugar para evitar competir con deportes ya consolidados. Por esa razón, la prensa pedía a las autoridades que no se dieran permisos de celebrar a la misma hora y el mismo día eventos similares - como funciones de box - porque esto significaría o la ruina de una de las empresas por la poca afluencia del público o la celebración de funciones mediocres, porque no sería posible que ambas empresas contrataran a los mejores exponentes. Como solución se propuso que una empresa diera sus funciones los sábados por la noche, mientras que la otra lo hiciera los domingos por la tarde. En estos primeros años, las dos empresas de lucha libre más importantes en Jalisco fueron la Arena Progreso y la Arena Jalisco.13

Salvado este primer escollo, se observa un creciente interés por la lucha libre que dio lugar al surgimiento de nuevas arenas, como la arena portátil del Circo Beas, la Arena Royal; La arena El Nilo; la Arena Progreso, ubicada en la plaza de toros del mismo nombre, pero la principal de este periodo fue la Arena Jalisco, la cual tenía una capacidad para 5 000 personas y se localizaba en la antigua plaza de toros La Lidia y que posteriormente cambiaría su nombre a Arena Canadá Dry, finalizando operaciones en los años sesenta.14

¿Circo, maroma o teatro?

A pesar del creciente interés por la lucha libre, los programas no siempre fueron del agrado del público, ya que se decía que algunas luchas estaban ‘arregladas’. Dicho estigma ha sido parte de la historia de este deporte; de hecho, se le define como deporte-espectáculo porque en todo momento han existido dudas de la veracidad de los golpes. En efecto, Acuña (2017) define a la lucha libre como una “confrontación pactada” (p. 150), donde el accionar de los deportistas se acerca mucho a una representación teatral. Villarreal (2009, pp. 4-6) comenta que, si bien los golpes y las lesiones de los luchadores son reales, también es evidente que existe cierta complicidad entre ellos a fin de poder aplicar su repertorio de llaves y castigos.

En la actualidad el público acepta que exista cierta complicidad entre los luchadores que permita la sincronía de los movimientos sobre el ring. Asimismo, los luchadores interactúan con el público realizando lo que la multitud solicita, ya que, a lo largo de la función, están provocando o pidiendo su anuencia para castigar a sus rivales. Sin embargo, en los primeros años de la lucha libre en Guadalajara, a la afición no le gustaba este comportamiento porque resultaba muy notoria la falta de coordinación, lo cual rompía con el desarrollo normal del evento al hacerlo lento y pausado, o porque de verdad esperaban que los luchadores salieran bañados en sangre.

En efecto, hubo ocasiones en que los aficionados al unísono hacían patente su descontento vertiendo “acres comentarios” y lanzando objetos a los luchadores, pues en su consideración, resultaba muy evidente el amaño de las luchas, pues no era creíble que los luchadores - luego de recibir gran cantidad de golpes y azotones como parecía que pasaba cada vez que subían al cuadrilátero - se presentaran cuatro veces por semana en diferentes ciudades del país sin el menor atisbo de lesión. En esos años era común que los luchadores tuvieran participación en cuatro funciones por semana: el jueves en la Ciudad de México, los domingos en Guadalajara, los martes en León y de nueva cuenta el jueves en Morelia. Para muchos, resultaba poco creíble que algún ser humano pudiera soportar este continuo desgaste, si tales encuentros “fuesen bajo la base de una verdadera competencia”.15

También sorprendía que aquellos luchadores que durante la función se quejaban dolorosamente de los castigos recibidos, salieran ‘renovados’ al terminar las luchas y en compañía de los luchadores que los habían agredido.16 Por lo general, las primeras luchas eran las que se consideraban amañadas y el público las denominaba de ‘pantomima’. En estas peleas participaban los luchadores novatos y era donde se notaban las señas que se hacían los luchadores “para hacer más vistosas algunas caídas y maromas que se daban”.17

Sin embargo, las malas luchas no siempre se debían a los amaños, sino al mal armado de las funciones, ya que las luchas de cada función se programaban desde la Ciudad de México.18 Otro patrón encontrado fue el de las peleas desiguales en cuanto a peso y habilidades, lo que propiciaba que el desempeño de los luchadores no fuera el esperado por la afición, como sucedió en la lucha entre Albu y Chinito Yip, donde la diferencia de pesos fue tan marcada que Albu dominó sin problemas a su oponente, lo cual desató las protestas del público y ante esto, se ordenó a los luchadores se retirasen a los vestidores luego de 15 minutos. Finalmente tenemos los cambios de último minuto en el programa, que conllevaba que luchadores que nunca habían luchado entre sí, se enfrentaran con la desventaja de no conocer su estilo, derivando en una notable falta de sincronía.19

En otras ocasiones, las luchas se suspendían debido al incumplimiento de algunos luchadores, como fue el caso de Fidel Arellano, contratado para enfrentarse a el Enmascarado, y que simplemente no se presentó a pesar de haber recibido un anticipo.20 También fue común que el programa se tuvo que modificar debido a los retrasos del tren, por lo que había que improvisar y cambiar el orden de las luchas o integrar luchadores locales que sustituyeran a los foráneos o de plano reprogramar la función para otro día con los costos que esto acarreaba.21

Ya fuera por luchas amañadas, peleas desiguales o reprogramación de las funciones, el caso es que todo esto afectaba al naciente negocio. En primer lugar - y como ya se ha mencionado - el público, con toda justicia, protestaba lanzando objetos al ring exigiendo mejores encuentros.22 Esto obligaba a la autoridad a ‘poner orden’ aunque no con mucho tacto, pues la policía hacía uso de la fuerza en contra del público y los luchadores.23 Como aconteció en el duelo entre Abe Coleman y el Enmascarado Rojo, donde se menciona que hubo “balazos, golpes con los rifles y sillazos” en contra de la concurrencia, la cual tuvo que dispersarse “temerosa de sufrir más perjuicios”.24 Al final, los dos luchadores fueron encarcelados a pesar de encontrarse heridos.25

A su vez, los desmanes y los amaños provocaban que la gente dejara de asistir a las arenas. En efecto, la afición, convencida de los timos de los que era víctima, asistía “en menor cantidad” cuando reconocía que estaban programados luchadores sospechosos de amañar los encuentros.26

La solución a todos estos problemas fue que se dejó de contratar a los luchadores sospechosos de amañar las luchas como Chinito Yip y Otto Ludwig, al menos es lo que suponemos, pues en la información empírica ya no se encontraron más datos sobre estos luchadores.27 También se sugirió el establecimiento de una Comisión de Lucha Libre, que se encargara de garantizar el orden y de evitar los amaños,28 pero principalmente se mejoraron las funciones, programando luchadores reconocidos por brindar espectáculo y que despertaran el interés del público por asistir a la arena.29

Tan pronto como se implantaron estos patrones, se hizo notorio que mejoró la asistencia a las funciones y de nuevo se hizo patente la gran afición por este deporte. Por ejemplo, la función donde se enfrentaron Charro Aguayo y el japonés Matsuda, el público salió muy satisfecho, porque para los espectadores las tres luchas estrellas fueron totalmente reales, ya que fueron “a base de golpes que se aplicaron todos los contendientes”.30

De dos a tres caídas

Las funciones de lucha libre se celebraban los domingos a las 17:00 horas; sin embargo, fue común que se retrasara su inicio hasta una hora, en ocasiones por la lluvia, en otras, esperando a que más gente concurriera. En cuanto a los costos, se buscaba que los precios fueran accesibles. El boleto de ring numerado era de 2.00 pesos, el de sombra 1.00 y sol 0.75 centavos. Para las damas el boleto de ring numerado costaba 0.50 centavos y 0.25 centavos en sol y sombra.31 El programa consistía en tres luchas denominadas como ‘Estrellas’, donde participaban los mejores luchadores del momento, tanto nacionales como extranjeros. Los empresarios, con toda la intención enfrentaban luchadores mexicanos contra extranjeros, porque esto despertaba en los aficionados ‘el amor patrio’ y los hacía participar activamente en las funciones.32

En Guadalajara, los encuentros entre mexicanos y extranjeros marcaron la consolidación de este deporte, porque convirtieron las luchas en ‘batallas ficticias’, donde el orgullo nacional estaba en juego y donde el triunfo de los luchadores mexicanos representaba una ‘emancipación simbólica’, pues temporalmente se revertían las relaciones de poder si los mexicanos salían victoriosos o, por el contrario, se reafirmaban, dejando en los aficionados un sentimiento de tristeza si eran derrotados. A decir de Acuña (2017, pp. 143-60), para ganar las simpatías del público, muchos luchadores mexicanos en su nombre de batalla incluyeron aspectos referentes a caracteres nacionales como el ‘indio’ o el ‘charro’.

En la actualidad, el patrón nacionalista persiste porque los enfrentamientos entre luchadores mexicanos y extranjeros siguen vigentes en la mayoría de las carteleras del país, pues se sigue considerando que de manera simbólica está en disputa el orgullo nacional. La importancia del factor nacionalista para la consolidación de la lucha en Jalisco se debe a que más allá de la preferencia por los rudos o los técnicos, los aficionados primeramente se reconocen como mexicanos, ya que la lucha libre con su cúmulo de mitos, símbolos, usos y costumbres adjuntos, les genera un “sentimiento de pertenencia” (Acuña, 2017, pp. 143-60).

Retomando la dinámica de las luchas en Guadalajara, además de las luchas estrella, también se programaban un par de luchas denominadas como “preliminares”.33 En estos eventos participaban luchadores novatos, como Álvaro Ávila. Aquí resalta otro patrón, pues algunos de estos noveles luchadores, previamente había sido boxeadores, pero al no trascender en esa disciplina, decidieron cambiar los guantes por los costalazos, como fue el caso de Firpo Segura y Gorila Ramos.34

Las funciones iniciaban con la presentación de los gladiadores, posteriormente, se aclaraba si era una lucha con o sin límite de tiempo. También se hacía mención del peso, la procedencia y si algún luchador poseía algún campeonato.35 Por último, se establecía si era una lucha de revancha, de apuesta o si estaba en disputa un campeonato.36 Tras la presentación, los réferis daban las últimas instrucciones a los luchadores.37 Por lo general, los que fungían como árbitros eran otros luchadores que participarían en la misma función, como sucedió en la función donde Lobo Negro, en primer término, fungió como réferi en la lucha entre Pilusso y Matsuda. Posteriormente, el mismo Lobo Negro subió al ring para enfrentarse a Diablo Rojo.38

Este patrón propiciaba que los réferis sufrieran agresiones cuando intentaban imponer su autoridad. Por ejemplo, en la lucha entre Olímpico Tapatío e Indio Mejía, el réferi Kid Hermann, a fin de lograr que Mejía se diera por derrotado, tuvo que hacer uso de sus puños. En la caída final, el réferi Hermann, tratando de evitar que Indio Mejía golpeara a su rival en las partes nobles, fue arrojado fuera del ring quedando sin sentido, por lo que Charro Aguayo subió al ring para sustituirlo.39 En otra ocasión, Gallo Rivas a quién le tocó impartir justicia en la lucha entre Olímpico Tapatío y el Etíope, fue agredido por ambos luchadores que no estaban conformes con sus decisiones.40

¡Los rudos, los rudos, los rudos!

En estos primeros años las luchas que más gustaban a la afición tapatía eran las luchas de estilo rudo, porque eran consideradas por el público como luchas reales y no pantomimas.41 Los luchadores rudos hacían uso de artimañas prohibidas con tal de hacerse con el triunfo, como pegar con el puño cerrado, estrangular al rival, jalar del cabello, mordidas, pellizcos, piquetes de ojos, golpes en las partes nobles, untarse el cuerpo con aceite o usar puntas de plomo en las botas.42

Por lo general, los luchadores iniciaban el combate en el terreno técnico; esto no significaba que pertenecieran a ese bando, sino que iniciaban la lucha respetando el reglamento. Sin embargo, al ser superados en ese terreno, optaban por cambiar de táctica y emplear todo tipo de rudezas a fin de conseguir la victoria.43 A las rudezas del ring el público respondía lanzando insultos a los luchadores, pero también lanzando piedras o botellas, como sucedió en la lucha entre Luis Mayo y Buddy Brian, donde un aficionado fue lesionado en la cabeza de un botellazo que lanzaron desde las alturas, todo porque el público estaba fúrico por la forma en que el luchador extranjero castigaba al mexicano.44

También hubo ocasiones en que algún aficionado intentó golpear a uno de los luchadores y cobrar venganza por el trato dado a uno de sus ídolos, como sucedió en la lucha entre Sammy Cohen y Firpo Segura, donde después de sangrar Cohen al mexicano, procedió a estrangularlo, por lo que “una persona de edad madura” se acercó al ring para darle un sillazo al extranjero “aconsejado por su amor nacionalista”, pero antes de poder lograr su cometido, fue detenido.45

En estos primeros años de la lucha libre en Guadalajara, dos de los rudos que más se destacaron fueron Maravilla Enmascarada y Charro Aguayo. Corbin James Massey, fue un luchador estadounidense que llegó a México para luchar en la función inaugural de la Empresa Mexicana de Lucha Libre contra Chino Achiú, el 21 de septiembre de 1933 (Cerón 2019; Colaborador, 2016). Su debut en México fue con el nombre de Cyclone Mcakey, pero al año siguiente decidió cambiar de personaje y usar una máscara, práctica común en Estados Unidos; fue así como surgió Maravilla Enmascarada, un rudo que en Guadalajara fue uno de los más odiados, porque además de pelear sucio haciendo uso de gran cantidad de artimañas, solía enardecer al público con sus burlas.46

Por ejemplo, en la lucha que sostuvieron el ya citado Enmascarado contra Rattán el Silencioso, el encapuchado hizo gala de todas las rudezas posibles, como cegar a su rival picándole los ojos, además de aplicarle múltiples golpes prohibidos que dejaron conmocionado al Silencioso, lo cual no fue impedimento para que continuara el castigo, obligando al réferi a descalificarlo. El Enmascarado lejos de sentirse molesto por perder la lucha, reía a carcajadas bajo una lluvia de piedras que le lanzaron los aficionados.47

Respecto de Charro Aguayo, debutó como luchador en Estados Unidos en 1921 y tuvo una carrera de 42 años;48 hay algunos que dicen que era mexico-americano, otros que había peleado en la Revolución al lado de Pancho Villa (Allen, 2017). Difícil saber cuál de estas versiones era verdad o si se trataba de propaganda para atraer al público, lo que es cierto es que Charro Aguayo fue uno de los luchadores favoritos de los jaliscienses, porque siempre buscaba el triunfo, sobre todo, cuando se enfrentaba a luchadores extranjeros, tal y como aconteció en la lucha contra Sirio Seleem, la cual fue descrita como una ‘carnicería’, porque ambos luchadores se golpearon hasta el cansancio. La primera caída la ganó Sirio, que conectó un total de “13 rectos al estómago, hígado y demás vísceras”, incluidos “8 codazos a la barba, ojos y boca”. 49 En la segunda caída Charro Aguayo volvió a recibir una lluvia de golpes, pero en cambio “dio una tormenta”, con lo cual se alzó con el triunfo. En la tercera, los brazos de ambos luchadores “se volvieron ametralladoras” que dispararon tal cantidad de golpes que fue imposible contarlos. 50 Al final, el único en quedar en pie fue Charro Aguayo, aunque por breves momentos, pues luego de ser declarado vencedor, cayó inconsciente.51

La lucha libre es un deporte donde los aficionados toman parte activa en las funciones con sus gritos y expresiones. En ese sentido, Acuña (2017, pp. 152-53) señala que la arena de lucha libre funge como una ‘válvula de escape’ en donde los individuos tienen la posibilidad de liberar las tensiones acumuladas en su vida diaria de manera controlada y sin peligro de lastimarse, siguiendo el ‘juego teatral’ de cada lucha, observando complacientes los golpes que se propinan los luchadores, sin que esto genere actos violentos, por el contrario, dichas acciones en el ring permiten la “catarsis” o el equilibrio nervioso.52 Sin embargo, en los primeros años de la lucha en Guadalajara la situación era distinta, ya que reiteradamente se suscitaron desmanes motivados por las acciones de los luchadores y que ponían en entredicho la búsqueda de las emociones de manera controlada (Villarreal, 2009, p. 6). Como sucedió en la lucha entre el Enmascarado Rojo y Víctor Ramier, donde se desató un gran escándalo, luego de que ambos gladiadores “la emprendieron en contra del árbitro”, desatando las protestas del público que les “chifló una barbaridad” e incluso algunos “se acercaron a golpearlos” a fin de evitar la forma “indecorosa de conducirse”.53

Una posible explicación para este comportamiento violento es la excesiva ingesta de alcohol a lo largo de la función, aunado a un cambio drástico del ‘juego teatral’ llevado a cabo sobre el ring, que ya no fue del gusto de los aficionados, provocando con ello un sentimiento de frustración que los condujo a la violencia (Dunning, 2003, pp. 155-210).

El Enmascarado Tapatío

Otro patrón encontrado en estos primeros años de la lucha libre en Guadalajara, fue la aparición del llamado Enmascarado Tapatío. Sin duda alguna, las máscaras son los aditamentos más representativos de la lucha libre mexicana. En palabras de Martínez (2003), la máscara es un “instrumento de transformación” porque sus portadores al hacer uso de ella adquieren otra personalidad y otras cualidades. Es, por tanto, “un objeto de representación dramática” (p. 67).

Similarmente, Montoya (2015, pp. 33-34) establece que las máscaras son la esencia principal de cada personaje, ya que ayudan a encubrir la propia identidad y crear una nueva que empodera a los luchadores con características ‘divinas’. De la Cruz (2013), por su parte dice que las máscaras permiten que el público se identifique con algún luchador, ya que la gente “no ve a un individuo” (p. 30), sino al personaje y las cualidades que la máscara representa.

Sobre el primer luchador que portó una máscara en México existen dos versiones: la más difundida de ellas señala que fue Cyclone Mackay el primer luchador en usar una máscara. Mackay, apareció con el personaje de la “Masked Marvel” (Maravilla Enmascarada) en el primer aniversario de la Empresa Mexicana de Lucha Libre en septiembre de 1934 (Colaborador, 2016; Martínez, 2013, pp. 34-39). Se menciona que Mackay buscando quien le hiciera una máscara, recurrió al zapatero Antonio Martínez, un aficionado a las luchas que se dedicaba a fabricar botas especiales para luchar - con una suela más gruesa para amortiguar las caídas - y que era amigo de Charro Aguayo (Navarrete, 2003, pp. 37-43).

Se cuenta que Charro Aguayo llegó al negocio de Martínez compañado de Mackay, quien quería una máscara que se ajustara al rostro. Como nadie hacía máscaras, Martínez improvisó cómo confeccionar una. Se le ocurrió hacer una horma tal y como lo hacía con los zapatos. A pesar del empeño, las medidas no fueron exactas y la máscara quedó muy ajustada, aspecto que inicialmente molestó a Mackay, sin embargo, tiempo después, Mackay regresaría solicitando seis máscaras más, señalando que, con el uso, la máscara se había amoldado perfectamente, brindándole la comodidad que buscaba (Navarrete, 2003, pp. 37-43).

La segunda versión dice que fue el mexicano Luis Núñez, quien se hizo de una máscara luego de que un estadounidense la dejara vacante cuando regresó a su país. Núñez debutó como el Enmascarado, en marzo de 1934, pero su etapa con la incógnita fue breve, ya que, al poco tiempo, el mismo Núñez se despojó de ella debido a la incomodidad que le causaba (De la Cruz, 2013, p. 28; Martínez, 2003, pp. 68-69; The Fabulous Jobbers, 2021).54 Sin embargo, información recientemente encontrada indica que Núñez perdió la máscara en Guadalajara en una lucha contra el estadounidense Simmons, el 22 abril de 1934.55

En Jalisco no hay antecedentes de la existencia de otro luchador jalisciense que luchara portando una máscara antes de la aparición del Enmascarado Tapatío. Otro patrón que resalta es que este enmascarado era un luchador técnico, lo cual resulta contrario a la usanza de la época, pues todos los luchadores que usaban una máscara eran rudos. En efecto, la prensa señaló que el público estaba gratamente sorprendido al saber que este enmascarado - quien debutó en agosto de 1937 - era del bando de los limpios, resaltando también su experticia para aplicar su repertorio de llaves.56

En esa función, el Enmascarado Tapatío, se enfrentó a Apolo Villarreal, un luchador que en su haber contaba con varios triunfos sobre rivales de jerarquía. La lucha se destacó por su limpieza y rapidez, señalándose también que las localidades fueron insuficientes para dar cabida a todos los aficionados que tenían curiosidad por conocer “al luchador que debutó con la careta”. La primera caída la ganó el Enmascarado con una tijera voladora. La segunda la ganó el Apolo con un martinete. En la tercera, el Enmascarado aplicó una mecedora, con lo cual se adjudicó la victoria. Al final el Enmascarado fue muy aplaudido por su destreza y por su “manera límpida” de comportarse sobre el ring.57

Sin embargo, las andanzas del Enmascarado Tapatío no duraron mucho tiempo, pues un par de semanas después su prometedora carrera se vería truncada. A pesar de la lluvia una multitud de personas abarrotaron las gradas de la Arena El Nilo para presenciar el duelo entre el Enmascarado Tapatío y el Indio Mejía. El combate inició en el terreno limpio, pero no duró mucho tiempo, pues Mejía pronto recurrió a las rudezas, mientras que el Enmascarado, se ganó las simpatías del respetable por mantenerse en el bando de los técnicos.58

La primera caída fue ganada por el Enmascarado con una yegua voladora. En la segunda, el Indio Mejía golpeó con saña al Enmascarado, quien intentó responder con unas llaves; sin embargo, las rudezas de Mejía comenzaron a hacer mella en el Enmascarado, cansándolo, volviéndolo lento y terminando por rendirlo. En la última caída, el Indio Mejía aplicó un azotón a su contrincante y posteriormente una tijera al cuello que asfixió al Enmascarado. Los constantes y repetidos castigos hicieron que el Enmascarado no tuviera más remedio que rendirse. Antes de la lucha se prometió que, si el Enmascarado Tapatío era derrotado, inmediatamente se despojaría de la máscara, por lo que luego de la rendición procedió a quitarse la incógnita revelando que bajo ella se ocultaba Álvaro Ávila, un luchador jalisciense que debutó en 1935. Cabe señalar que en esa época no se apostaban las máscaras como se hace en la actualidad, lo común era que los luchadores enmascarados, como campaña publicitaria, prometieran despojarse de la incógnita si alguien lograba derrotarlos. Muchos luchadores dejaron de usar máscara porque estas eran incómodas, se dificultaba ver y respirar con ellas, ya que por estar confeccionadas de cuero sudaban mucho (Martínez 2003, pp. 68-70; Montoya, 2015, p. 35; Uribe, 2019).59

Mujeres luchadoras

Otro patrón encontrado es la aparición de las mujeres luchadoras; sin embargo, la sociedad de esa época no estaba preparada para ver a las mujeres en deportes de combate, ya que históricamente, los deportes han sido organizados como “cotos masculinos”, donde se celebra la “competitividad, la rudeza y la admiración física” de los varones y en donde “la mayoría de las oportunidades y recompensas” son también para ellos (Theberge, 2000, pp. 322-33).60

En 1935, el estadounidense Frank Moser trajo al país a unas luchadoras extranjeras para dar funciones de lucha libre femenil en la Ciudad de México. Aunque estas exhibiciones no gustaron del todo, dieron algunas funciones más en otras ciudades del país (Cárdenas, 2020, pp. 59-64). En Guadalajara, la primera función de lucha femenil se llevó a cabo el 21 de julio de 1935; en dicho evento se enfrentaron la alemana Mae Stein y la estadounidense Teddy Meyers en la Arena El Progreso, resultando la germana vencedora.61

A decir de la prensa, la lucha fue “antiestética, lenta, sosa y falta de colorido” porque ni la alemana ni la estadounidense sabían luchar. De hecho, de manera despectiva se señaló que el lugar de la mujer no era el ring sino “el hogar y la cocina”. Sobre las luchadoras se menciona que Meyers no sabía luchar y parecía una boya incapaz de moverse con agilidad por su sobrepeso, del cual trataba de hacer uso echándosele encima a su oponente para sofocarla. Sobre la alemana se dijo que sabía algo de lucha, pero por la diferencia de pesos era difícil que pudiera aplicar algunas llaves a su contrincante.62

En general, la opinión sobre esta función de lucha femenil es que fue un total fracaso, porque a decir de la prensa ambas luchadoras, en comparación con los hombres, no sabían luchar. También fracasó porque hubo una marcada desigualdad de pesos en las luchadoras, lo cual fue un factor que impedía la aplicación de castigos, pero principalmente fracasó, porque estas luchadoras trasgredían con su comportamiento, su rol de género (Hartmann-Tews y Pfister, 2003, p. 6).

Conclusión

Resta decir que en los primeros años de la lucha libre en Guadalajara se encontraron diversos patrones que fueron imprescindibles para lograr su consolidación. Uno de ellos fue el patrón del ‘reforzamiento de la virilidad’, que permitió a los individuos construir un modelo de masculinidad tomando a los luchadores como referentes físicos, morales y culturales.

De igual forma, también fue necesario mejorar los programas, evitando los amaños y los consiguientes desmanes en las arenas, contratando luchadores que brindaran espectáculo y programando funciones equilibradas en cuanto a peso y habilidades. A fin de atrapar el interés del público, los empresarios intencionalmente enfrentaban a luchadores mexicanos contra extranjeros. Este tipo de encuentros fueron importantes para la consolidación de la lucha libre jalisciense, porque representaban batallas simbólicas donde de manera ficticia estaba en disputa el orgullo nacional y donde una victoria de los representantes nacionales era vista como una señal de progreso.

También, las luchas de estilo rudo fueron un patrón importante porque eran consideradas como reales, ya que los gladiadores utilizaban principalmente sus puños para defenderse, por lo que se golpeaban incesantemente hasta casi perder el sentido, lo que despertaba las emociones de los individuos propiciando una catarsis controlada.

Se encontró también, la aparición del primer luchador tapatío enmascarado. Los luchadores enmascarados fueron otro patrón importante, ya que aportaban fantasía y misterio a las luchas. Este primer enmascarado tapatío tenía la característica de ser un luchador técnico, lo cual rompía con la norma, pues por lo general los luchadores que portaban una máscara eran rudos.

Por último, se encontró la participación de las primeras mujeres luchadoras. Respecto de este patrón se observa que los jaliscienses no gustaron de la lucha femenil, pues en el imaginario de ese periodo se creía que las mujeres no debían realizar esfuerzos intensos o prolongados o practicar actividades que implicaran violencia. La primera lucha de mujeres en Guadalajara fue considerada un fracaso, porque las gladiadoras no sabían luchar y había una marcada diferencia de pesos, pero también porque estas luchadoras trasgredieron su rol de género practicando una actividad no propia de su sexo.

Finalmente, la implementación de todos estos patrones permitió la configuración de la dinámica deportiva de la lucha libre jalisciense, la cual pudo fructificar gracias a la estabilidad social del momento. A casi 90 años de su surgimiento, este deporte en Guadalajara, Jalisco, sigue estando de moda, conformando un espacio para reforzar la masculinidad, la identidad nacional y la búsqueda de las emociones, pero también, un referente cultural y un ícono de lo típico mexicano.

Lista de referencias

Hemerografía

El Diario. Ciudad de México

El Informador. Guadalajara, Jalisco

Excélsior. Ciudad de México

Urbano. Puebla

Notas al pie:
  • 1

    “Conferencia de huelguistas”, El Diario, 27 de abril de 1909, p. 3.

  • 2

    “Los atletas del campeonato internacional de lucha greco-romana”, El Informador, 9 de abril de 1921, p. 5; “El León Navarro venció a Lemarin el campeón mundial de lucha”, El Informador, 13 de mayo de 1921, p. 7.

  • 3

    Sutano, “El sport de moda”, El Informador, 17 de mayo de 1921, p. 2. [Asumiendo que Sutano refiere a un autor, faltarían autores en todas las notas que se subrayen con gris claro].

  • 4

    “Fue asesinado anoche el señor E. González presidente municipal”, El Informador, 7 febrero 1934 p. 1.

  • 5

    “Se inauguró anoche el alumbrado en la C. Independencia”, El Informador, 2 enero 1934 p. 1. “Otra planta de bombas para el surtimiento de aguas de esta capital”, El Informador, 9 enero 1934 p. 1. “Se activan los trabajos de pavimentación de la Calzada Independencia”, El Informador, 16 enero 1934 p. 1.

  • 6

    Redo, “Hoy es la gran corrida de toros”, El Informador, 6 de enero de 1934, p. 6; Tío Castuera, “La corrida de ayer en El Progreso”, El Informador, 7 de enero de 1934, p. 5.

  • 7

    Lindy, “Las oncenas Guadalajara y Oro en un encuentro violento”, El Informador, 6 de febrero de 1934, pp. 4, 6.

  • 8

    Lindy, “El primer asalto de lucha libre en la Arena Analco”, El Informador, 26 de febrero de 1934, p. 6.

  • 9

    Lindy, “En el juego de football empataron los equipos Aurora y Guadalajara”, El Informador, 5 de marzo de 1934, pp. 1, 2

  • 10

    Lindy, “El box va ganando adeptos en nuestro raquítico medio”, El Informador, 19 de marzo de 1934, p. 2.

  • 11

    Lindy, “Las últimas peleas de box y lucha libre en la Arena Analco fueron emocionantes”, El Informador, 6 de marzo de 1934, pp. 2, 4; Lindy, “Todo un éxito deportivo la inauguración de la Arena Royal la noche del sábado”, El Informador, 12 de marzo de 1934, pp. 4, 5; Lindy, “El luchador enmascarado derrotó al texano Gou”, El Informador, 9 de abril de 1934, pp. 4, 6.

  • 12

    Lindy, “Las últimas peleas de box y lucha libre en la Arena Analco fueron emocionantes”, El Informador, 6 de marzo de 1934, pp. 2, 4.

  • 13

    Lindy, “Las últimas peleas de box y lucha libre en la Arena Analco fueron emocionantes”, El Informador, 6 de marzo de 1934, pp. 2, 4.

  • 14

    Lindy, “Lucha libre”, El informador, 27 de enero de 1935, p. 13; Redo, “Hoy lucharán dos fenómenos del colchón”, El Informador, 10 de marzo de 1935, p. 4; “Fueron buenas las peleas de lucha libre habidas el jueves en El Progreso”, El Informador, 4 de mayo de 1935, p. 6; Ok Line, “Aguayo ganó en espectacular lucha al sirio, Ontiveros al americano, Quiroz apabulló al Loco Hernández”, El Informador, 3 de junio de 1935, pp. 2, 6; Redo, “Últimas luchas en el Circo Beas”, El Informador, 19 de noviembre de 1935, p. 6; Yoyo, “Lucha libre en la A. México”, El Informador, 17 de febrero de 1936, p. 6; Farina, “Lucha libre en la Arena Jalisco”, El informador, 21 de julio de 1936, pp. 2, 6; Farina, “Buena exhibición de lucha libre en la Arena El Nilo”, El Informador, 30 de agosto de 1937, pp. 5, 8.

  • 15

    “Resultó trágica la lucha libre ayer en El Toreo”, El Informador, 29 de abril de 1935, p. 2; “La lucha libre de ayer en la Arena Jalisco”, El Informador, 12 de agosto de 1935, pp. 2, 6.

  • 16

    “Los eventos de lucha libre en la Arena Jalisco”, El Informador, 7 de diciembre de 1936, pp. 2, 8.

  • 17

    Magog, “Lucha libre”, El Informador, 10 de marzo de 1935, p. 4; Magog, “Fueron interesantes los encuentros de luchas en la Arena Jalisco Ayer”, El Informador, 26 de agosto de 1935, pp. 2, 6.

  • 18

    “Los eventos de lucha libre en la Arena Jalisco”, El Informador, 7 de diciembre de 1936, pp. 2, 8.

  • 19

    “La lucha libre no tuvo el interés que de ella esperaba”, El Informador, 1 de abril de 1935, pp. 2, 6.

  • 20

    Lindy, “El Enmascarado volvió a triunfar en los eventos habidos en la Arena Royal”, El Informador, 16 de abril de 1934, p. 6.

  • 21

    Lindy, “Se suspendió la lucha”, El Informador, 6 enero 1935, p. 4. Lindy, “Hoy serán las luchas en la Arena Jalisco que deberían haberse verificado ayer”, El Informador, 9 septiembre 1935 p. 2, 6. “La lucha libre no tuvo el interés que de ella se esperaba”, El Informador, 1 abril 1935 p. 2, 6. “La esperanza de la afición quedó defraudada ayer con los eventos de lucha libre en la Arena Jalisco”, El Informador, 30 septiembre 1935 p. 2, 6.

  • 22

    “Resultó trágica la lucha libre ayer en El Toreo”, El Informador, 29 de abril de 1935, p. 2.

  • 23

    Magog, “La lucha libre de ayer en la Arena Jalisco”, El Informador, 12 de agosto de 1935, pp. 2, 6.

  • 24

    Magog, “Resultó buena la lucha en la Arena Jalisco”, El Informador, 22 de julio de 1935, p. 2.

  • 25

    Magog, “Resultó buena la lucha en la Arena Jalisco”, El Informador, 22 de julio de 1935, p. 2. La información consultada no confirma si de verdad los luchadores fueron encarcelados o solo fue publicidad.

  • 26

    Magog, “La lucha en la A. Jalisco”, El Informador, 19 de agosto de 1935, p. 2. No es posible saber con certeza si algunos luchadores amañaban las luchas para favorecer a los apostadores, ya que en las fuentes consultadas no se han encontrado datos que sustenten la existencia de apuestas, situación que en el box fue moneda corriente durante el Porfiriato y la Revolución (Esparza, 2014).

  • 27

    Magog, “La lucha libre en El Progreso despertó la ira del soberano suscitándose gran escándalo”, El Informador, 6 de mayo de 1935, p. 2.

  • 28

    Magog, “La lucha libre de ayer en la Arena Jalisco”, El Informador, 12 agosto 1935, pp. 2, 6.

  • 29

    Magog, “La lucha libre en la A. Jalisco”, El Informador, 15 de julio de 1935, pp. 2, 6; Magog, “La lucha libre en la A. Jalisco”, El Informador, 19 de agosto de 1935, p. 2; Magog, “Fueron interesantes los encuentros de luchas en la Arena Jalisco ayer”, El Informador, 26 de agosto de 1935, pp. 2, 6.

  • 30

    Ok Line, “El Charro Aguayo logró derrotar al nipón Matsuda en una lucha poco limpia”, El Informador, 27 de mayo de 1935, p. 2.

  • 31

    OAC, “Fue vencido por L. de la Torre El Enmascarado”, El Informador, 25 de marzo de 1935, pp. 2, 6; “La lucha libre no tuvo el interés que de ella se esperaba”, El Informador, 1 de abril de 1935, pp. 2, 6; Farina, “Emocionantes resultaron los encuentros de lucha libre en la Arena Jalisco”, El Informador, 6 de julio de 1936, p. 2; Magog, “La lucha libre en la A. Jalisco”, El Informador, 19 de agosto de 1935, p. 2.

  • 32

    Farina, “Los encuentros de lucha libre fueron muy gustados por lo reñido y llenos de incidentes que resultaron”, El Informador, 21 de octubre de 1935, pp. 2, 7; Farina, “Fueron interesantes los eventos de lucha libre en la Arena Jalisco”, El Informador, 27 de enero de 1936, p. 2; “Nivelados y emocionantes fueron los encuentros de lucha libre habidos ayer”, El Informador, 3 de febrero de 1936, p. 2.

  • 33

    “Los eventos de lucha libre de ayer en la Arena Jalisco”, El Informador, 25 de noviembre de 1935, p. 2; Acord, “La lucha en la Arena Progreso”, El Informador, 7 de septiembre de 1937, p. 2.

  • 34

    Rodo, “A pesar de la indebida propaganda que ha tratado de confundir al público, la lucha libre empezará a las 5:15 de la tarde”, El Informador, 7 de abril de 1935, p. 4; Farina, “Estuvieron muy nivelados los encuentros de lucha libre en la Arena Jalisco”, El Informador, 11 de mayo de 1936, p. 6; Farina, “Emocionantes resultaron los encuentros de lucha libre en la Arena Jalisco”, El Informador, 6 de julio de 1936, p. 2.

  • 35

    Magog, “La lucha libre de ayer en la Arena Jalisco”, El informador, 12 de agosto de 1935, pp. 2, 6; “Los eventos de lucha libre de ayer en la Arena Jalisco”, El Informador, 25 de noviembre de 1935, p. 2; Farina, “Los eventos de lucha libre en la Arena Jalisco”, El Informador, 10 de febrero de 1936, p. 2.

  • 36

    “Los eventos de lucha libre en la Arena El Nilo”, El Informador, 6 de septiembre de 1937, pp. 2, 8.

  • 37

    Oag, “El programa de lucha libre en la Arena Jalisco se desarrolló en forma animada ayer domingo”, El Informador, 18 de marzo de 1935, pp. 2, 6; Acord, “El Charro Aguayo ganó al sirio Sellem en una lucha llena de emociones”, El Informador, 29 de junio de 1936, p. 2; Magog, “Los eventos de lucha libre en la Arena Jalisco”, El Informador, 7 de diciembre de 1936, pp. 2, 8.

  • 38

    Magog, “Una verdadera cátedra de lucha libre dieron ayer Matsuda y Ernie Pilusso”, El Informador, 27 de julio de 1936, pp. 2, 6.

  • 39

    Farina, “El Charro Aguayo venció en emocionante lucha al luchador irlandés Parks”, El Informador, 1 de junio de 1936, pp. 2, 6.

  • 40

    Farina, “Resultaron interesantes los encuentros de lucha libre habidos en La Lidia”, El Informador, 18 de mayo de 1936, p. 2.

  • 41

    “Los eventos de lucha libre de ayer en la Arena Jalisco”, El Informador, 25 de noviembre de 1935, p. 2; Farina, “La lucha libre en la Arena Jalisco”, El informador, 21 de julio de 1936, pp. 2, 6.

  • 42

    Rodo, “A pesar de la indebida propaganda que ha tratado de confundir al público, la lucha libre empezará a las 5:15 de la tarde”, El Informador, 7 de abril de 1935, p. 4; Ok. Line, “Fueron buenas las luchas de la A. Jalisco”, El informador, 10 de junio de 1935, pp. 2, 6; Farina, “Nivelados y emocionantes fueron los encuentros de lucha libre habidos ayer”, El Informador, 3 de febrero de 1936, p. 2; “Los eventos de lucha libre el domingo en la Arena Jalisco”, El Informador, 10 de marzo de 1936, pp. 4, 6; Farina, “El Charro Aguayo venció en emocionante lucha al luchador irlandés Parks”, El Informador, 1 de junio de 1936, pp. 2, 6; Farina, “Nivelados y llenos de incidentes que provocaron entusiasmo los encuentros de lucha libre”, El Informador, 22 de junio de 1936, p. 2; Farina, “Emocionantes resultaron los encuentros de lucha libre en la Arena Jalisco”, El Informador, 6 de julio de 1936, p. 2; Acord, “La lucha en la Arena Progreso”, El Informador, 7 de septiembre de 1937, p. 2.

  • 43

    Farina, “Nivelados y emocionantes fueron los encuentros de lucha libre habidos ayer”, El Informador, 3 de febrero de 1936, p. 2.

  • 44

    Farina, “Los encuentros de lucha libre fueron muy gustados por lo reñido y llenos de incidentes que resultaron”, El Informador, 21 de octubre de 1935, pp. 2, 7.

  • 45

    Magog, “Fueron interesantes los encuentros e luchas en la Arena Jalisco ayer”, El Informador, 26 de agosto de 1935, pp. 2, 6.

  • 46

    Oag, “El programa de lucha libre en la Arena Jalisco se desarrolló en forma animada ayer domingo”, El Informador, 18 de marzo de 1935, pp. 2, 6; Ok. Line, “La lucha no tuvo el interés que de ella se esperaba”, El Informador, 1 de abril de 1935, pp. 2, 6; Colaborador (2016).

  • 47

    Farina, “Nivelados y emocionantes fueron los encuentros de lucha libre habidos ayer”, El Informador, 3 de febrero de 1936, p. 2.

  • 48

    Charro Aguayo. Cagematch. The Internet Wrestling Database. https://www.cagematch.net/?id=2&nr=8456&name=Charro+Aguayo

  • 49

    Lindy, “Aguayo no perdió ninguna de sus peleas en esta ciudad”, El Informador, 29 de abril de 1934, pp. 4, 5.

  • 50

    Lindy, “Alfredo Ontiveros volvió a derrotar a Brown y peleará por el campeonato”, El Informador, 7 de mayo de 1934, pp. 2, 6.

  • 51

    Ok Line, “El Charro Aguayo logró derrotar al nipón Matsuda en una lucha poco limpia”, El Informador, 27 de mayo de 1935, p. 2.

  • 52

    No siempre se logra la catarsis, ya que ocasionalmente se siguen suscitando desmandes en las funciones de lucha libre, como aconteció en San Martín Texmelucan, Puebla donde algunos aficionados se liaron a golpes entre sí. Redacción, “Función de lucha libre en Texmelucan en zafarrancho entre auditorio”, Urbano, 1 de mayo de 2023, https://www.urbanopuebla.com.mx/seguridad/funcion-de-lucha-libre-en-texmelucan-termina-en-zafarrancho-entre-auditorio/

  • 53

    Magog, “La lucha libre en El Progreso despertó la irá del soberano suscitándose gran escándalo”, El Informador, 6 de mayo de 1935, p. 2.

  • 54

    “Aquí tienen al Enmascarado”, Excelsior, 9 de marzo de 1934, p. 3.

  • 55

    Lindy, “El Enmascarado volvió a triunfar en los eventos habidos en la Arena Royal”, El Informador, 16 de abril de 1934 p. 6; Lindy, “El Enmascarado perdió su incógnita”, El Informador, 23 de abril de 1934, pp. 2, 6.

  • 56

    Farina, “Buena exhibición de lucha libre en la Arena El Nilo”, El informador, 30 de agosto de 1937, pp. 5, 8.

  • 57

    Farina, “Buena exhibición de lucha libre en la Arena El Nilo”, El informador, 30 de agosto de 1937, pp. 5, 8.

  • 58

    “Los eventos de lucha libre en la Arena El Nilo”, El Informador, 6 de septiembre de 1937, pp. 2, 8.

  • 59

    “Aquí tienen al Enmascarado”, Excélsior, 9 de marzo de 1934, p. 3; Farina, “Los eventos de lucha libre habidos en la Arena Jalisco”, El Informador, 9 de diciembre de 1935, p. 2; “Los encuentros de lucha en la Arena Jalisco”, El Informador, 24 de febrero de 1936, p. 2. “Los eventos de lucha libre en la Arena El Nilo”, El Informador, 6 de septiembre de 1937, pp. 2, 8.

  • 60

    Luis Vázquez, “El juego… ¿del hombre?”, El Informador, 4 de marzo de 2019, p. 7.

  • 61

    Redo, “Lucha libre entre mujeres”, El Informador, 12 de julio de 1935, p. 13; Magog, “Deja mucho que desear la lucha entre mujeres”, El Informador, 22 de julio de 1935, p. 2.

  • 62

    Redo, “Lucha libre entre mujeres”, El Informador, 12 de julio de 1935, p. 13.

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Historial:
  • » Recibido: 11/09/2024
  • » Aceptado: 05/12/2024
  • » : 02/05/2025» : 01/2025