Resumen
Este artículo analiza intencionalidad y destino en la ciencia a través de una perspectiva histórica. En esa relación compleja se privilegia la interacción humana, la intencionalidad de la acción, el encadenamiento de sucesos, los procesos de ensamblaje epistémico y el destino. Para ello se aborda el caso del “eritronio”, una sustancia química descubierta en 1801 por el mineralogista Andrés Manuel del Río Fernández (1764–1849), cuyo proceso de verificación y validación por la comunidad internacional tardaría treinta años para reconocerla con el nombre de vanadio, y quedar integrada como el elemento 23 a la Tabla Periódica. Andrés del Río asistió al debate global que abrió el químico sueco Nils Gabriel Sefström al redescubrir nuevamente, en 1831, la sustancia metálica que había bautizara con el nombre de Eritronio.